Yamaha MT-10 y MT-10 SP: más oscura que nunca
Yamaha ha dado un nuevo impulso a su gama MT en prácticamente todos los frentes y, como no podía ser de otro modo, la punta de lanza no se ha quedado atrás. La MT-10 recibe los retoques de otras naked de la firma de los diapasones aportando mayor personalidad en el frontal, donde ahora muestra un grupo óptico todavía más agresivo y completamente LED.
El motor CP4 de 998 cc directamente recibido de la R1 y redirigido hacia el ámbito de la entrega de par, se hace valer de un completísimo paquete de ayudas electrónicas que, atendiendo a su potencial, lo requiere sin remisión. Así, en el display TFT de 4,2 pulgadas encontramos ajustes de modos de motor, control de tracción y antiwheelie, freno motor o ABS en curva asistido todo ello por una IMU de 6 ejes.
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Sobrada de calidades
En referencia a la frenada, la MT-10 no puede quejarse en absoluto. El equipamiento Brembo incluye una bomba radial perfectamente coaligada con las pinzas monobloque ya legendarias de Yamaha. En realidad, nunca ha sido un problema detener la MT más potente del catálogo de la firma de los diapasones. Todo un punto a su favor.
Otros detalles “top” para una moto de sus características no faltan, como el cambio semiautomático para subir y reducir marchas, control de crucero o el correcto equipamiento de sus llantas con novedosa decoración Cyan Storm mediante una pareja de polivalentes Bridgestone S22, en las que nos hacemos valer de unas prácticas válvulas acodadas para comprobar presiones; otro detalle sencillo que, sin duda, siempre es de agradecer. Los colores disponibles que se suman al novedoso Cyan Storm, son Icon Blue y Tech Black.
En cuanto a la versión SP, recibe suspensión electrónica semiactiva Öhlins que se suman a las novedades introducidas por la versión estándar, así como nuevos latiguillos y unos carenados de tres piezas inferiores que otorgan mayor presencia al conjunto.
