Prueba con lectores: Honda CRF 1000 L Africa Twin

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Honda CRF 1000 L Africa Twin
Fórmula Moto
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Andrés y Fernando han sido los afortunados lectores de formulamoto.es que nos han acompañado en una jornada de prueba sobre la maxitrail Honda CRF 1000 L Africa Twin. Ellos mismos te cuentan su experiencia.


En formulamoto.es y nuestra revista Fórmula MOTO deseábamos compartir el trabajo habitual de prueba de motos con nuestros lectores y pusimos en marcha una acción en busca de moteros que presenciaran en directo cómo realizamos este trabajo el equipo de pruebas de nuestra redacción. Pero no solo se debía tratar de acompañarnos, sino también de participar de forma activa. Qué mejor forma de hacerlo que sobre dos de los modelos de más éxito del mercado actual: las Honda Africa Twin y X-ADV.

La experiencia ha sido más que positiva, completando un día de kilómetros, sesiones de fotos y opiniones como solo se puede realizar en un medio profesional. A continuación reflejamos las conclusiones de cada uno de nuestros compañeros de prueba con la Honda CRF 1000 L Africa Twin. ¡Muchas gracias a ambos! Y te invitamos a estar atento a próximas ediciones para que seas tú mismo quien sea el protagonista en la siguiente ocasión.

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PRUEBA HONDA CRF 1000 L Africa Twin

¡Probador por un día!

El día apuntaba maneras con una temperatura perfecta para montar en moto y un sol radiante. Una vez en el concesionario Honda Ikono Motorbikes de Getafe (Madrid) y tras las presentaciones de rigor, José Ramón, el responsable de entregarnos las motos, nos explicó las características y el funcionamiento de los diferentes modos y mandos de estas dos Honda.

Tras echar a suertes con qué moto íbamos a empezar la prueba, comenzamos a rodar. Mi primera moto sería la exuberante Honda CRF 1000 L Africa Twin en su versión manual, modelo 2019. Qué decir de una moto como esta, heredera directa y evolución lógica de modelo que para Honda ha representado tanto y que es tan querida por los aficionados.

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Es una moto con una estética única, personal y que directamente nos recuerda de dónde viene. Pero nada en común, o casi, con sus antecesoras: estamos en el siglo XXI y la electrónica manda, sin tener técnicamente casi nada que ver con aquellas 650/750. Mantiene ese aire de familia que no deja duda de qué moto es. Tampoco deja indiferente a nadie que le gusten las motos, sobre todo las trail.

Lo primero que llama la atención al subirse sobre ella es que todo está en su sitio. A pesar de mi 1’70 llego al suelo con los dos pies, aunque no planto toda la superficie. La visión desde el puesto de conducción es buena, con una cúpula que queda por debajo de la zona de tus ojos. El cuadro llama la atención por ser muy diferente a lo que hay en el mercado, con mucha información aunque algo cargado para buscar de un vistazo lo que necesitas. Acceder a los menús, sin ser muy complicado, no es todo lo intuitivo que debiera, haciéndote perder demasiado tiempo contemplando la pantalla en busca de la información que necesitas. A su vez el cristal líquido del cuadro tal vez se muestra algo oscuro. Sin embarbo, cuando el sol incide directamente es una auténtica sorpresa lo bien que se distinguen losdígitos.

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Al arrancar el escape emite un sonido ronco, pero suave y aterciopelado. El motor bicilíndrico tiene buen tacto al subir de revoluciones, su sonido es equilibrado, con una finura propia de la marca del ala dorada, y no emite apenas vibraciones. Los mandos están en su sitio exceptuando el intercambio de puestos entre el botón de intermitencia y el claxon, lo que al principio puede provocar más de un toque al claxon cuando quieres indicar un cambio de dirección. Con el uso habitual te acostumbras.

Empezamos a rodar y la moto se nota ligera, inmediata al primer toque de gas, pero sin sobresaltos, humana. El cambio es preciso, con poco recorrido y bastante silencioso, mientras que el tacto de los mandos resulta suave como siempre en Honda, aunque no hubiera estado de más la maneta de embrague con regulación.

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La moto rueda sobre el asfalto de forma suave. Avivando el ritmo sigue siendo estable, protegiéndome del viento y ofreciéndome una confortable posición de conducción. El reglaje de las suspensiones es capaz absorber todas las irregularidades que te encuentras. Se pierde algo de precisión a la entrada de los virajes debido al largo recorrido de suspensiones, a la rueda estrecha y sus 21 pulgadas, más acusado cuanto más rápido se rueda. Por eso, la mejor forma de entender esta moto es por carreteras secundarias o terciarias, cuanto más reviradas mejor y sin distinción de la calidad del asfalto: le da lo mismo un asfalto impecable o roto y descarnado con gravilla suelta.

Se define como una auténtica trail por postura, tacto de motor, tarado de suspensiones y concepto. De ahí que este sea su escenario natural ideal. Mejor a ritmos tranquilos sin estirar el motor, porque no lo necesita, por lo que disfrutarás de muy buenas sensaciones. Le cunden bien los kilómetros sin cansancio físico. Tal vez el único pero importante para mi es la sensación de llevar el motor algo forzado o alto de vueltas, lo que no se corresponde con el ritmo real, porque miras el cuadro pensando que vas en quinta y ves el testigo de marcha engranada que te confirma que no, que vas en sexta y el tacómetro en cuatro mil revoluciones, sintiendo como si la moto fuera algo forzada.

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Su motor de 95 CV es más que suficiente para una moto con esta orientación y uso. Algunos le han achacado aunque desde su puesta en escena una falta potencia, siendo mal comparada con otras rivales del mercado. De haberlo hecho, ya no sería una África Twin tan comedida y fácil para todos en todos los ámbitos especialmente en campo, donde tiene grandes dotes por componentes y por postura. Puesto de pie sobre sus estriberas se siente estrecha y bien preparada para afrontar pistas, senderos y alguna que otra zona con piedras sueltas y trabajo de manos y técnica.

Me parece una gran moto, con unos acabados excelentes y una imagen aventurera e icónica que no pasa de moda. Es un modelo que vale para todo, todo lo hace bien o muy bien, es cómoda, rápida, elegante y distinguida, con capacidad de carga y que acepta muy bien un acompañante, maletas y cualquier tipo de terreno bajo sus ruedas. Te llevará hasta donde tú te atrevas ir.

Andrés Hernández

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No ha pasado el tiempo, ¿o sí?: Retorno a los 90

Increíble pero cierto, la sensación de ponerme a los mandos de esta Honda CRF 1000 L Africa Twin es idéntica que la que sentí la primera vez que me monté en mi Africa Twin 650 hace 25 años, con la diferencia de disponer de un 50% extra de potencia, de los 57 CV de aquella a los 95 CV de esta.

A pesar de esta gran diferencia de potencia, la finura con que se engranan las marchas y cómo responde al puño es admirable. En ningún momento sientes nerviosismo o brusquedades, creo que sigue siendo la moto noble que ya era.

De aquellas pistonadas del motor en V al agradable y ligeramente ronco sonido de la actual han pasado 30 años, pero el espíritu de aventura, como reza en las tapas laterales, sigue intacto. No solo no te cansas de ir encima de ella, sino que en cuanto te bajas quieres volver a subirte.

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Aún recuerdo la sensación de poderío que tenías cuando circulabas con la 650/750, una máquina muy fuera de lo común, con un sonido divino y una sensación encima de ella como en ninguna otra. A diferencia de aquella, la 1000 es algo más delgada, con lo que el manejo off road se torna más sencillo y seguro. Si en el anterior modelo mis rodillas sobresalían de las protuberancias laterales del depósito (recordad que mido 2 m), no es el caso en la actual, en la que sentado en el vértice entre el asiento y el depósito, mayor punto de control de una máquina en campo, aún me faltan tres o cuatro centímetros para alcanzar dichas protuberancias.

Qué decir de la finura del nuevo cambio que incorpora esta Honda Africa Twin 1000. De aquel trallazo que sonaba y sentías al meter primera no queda ni rastro. La sensación es que tanto la cadena como los piñones son de goma, con lo que la sensación se asemeja a algo más digital que analógico.

El ciclo motor resulta bestial. Desde primera hasta sexta la entrega de potencia es continua y sin sobresalto alguno, incluso si has olvidado reducir en alguna ocasión: su par motor es tal que en sexta puedes continuar a 60 km/h como si nada. En resumidas cuentas, ¡lo han vuelto a conseguir!

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En la Honda Africa Twin CRF 1000 L me esperaba una moto cuajada de electrónica e incluso algo descafeinada en comparación con los tractores aquellos, porque sí, estoy seguro que podías arar con ellas. Y no, vuelvo a tener las mismas sensaciones que en los 90, con el mismo poderío y cómo se te quedan mirando allí por donde pasas.

Sin duda alguna, la sensación de seguridad al ponerme a los mandos, el aplomo en carretera así como la dulzura del motor cuando la llevas tranquila y el poder que trasmite cuando apuras las velocidades, creo que deberían añadir aquello de «feel the power». Por otra parte, la esbeltez de su figura, hace que te sientas infinitamente más seguro encima de ella a la hora de afrontar situaciones complicadas.

Añadiría un par de relojes analógicos para cuentavueltas y velocímetro. Me resulta complicado leer tanta información en una pantalla del tamaño de un móvil grande en medio de una curva a ciertas velocidades. Además dispone de espacio suficiente para ello sin tener que modificar el frontal.

Como conclusión, me ha gustado en general todo, y la valoraría, entre 1 y 10, con un 9. ¡Sobresaliente!

Fernando Muñiz

LOS PROBADORES

ANDRÉS HERNÁNDEZ (Seseña –Toledo-, 42 años)

«Mi afición por las motos se remonta a cuando tenía dos años. Mi madre siempre me ha dicho que cuando iba en el carro de bebé y pasaba una moto me giraba a verla. Con cinco años me subí sin permiso a la moto de unos amigos de mis padres y me quemé en una pierna. No dije nada y hasta por la noche no vieron mi herida.

Mi primera vuelta en una moto fue en una Honda CB 900 Bol`Dor azul metalizado con matrícula de Tenerife de un gran amigo de mi padre. Aquella bestia de generar ruido y sensaciones me inoculó el virus de amor por las motos definitivamente. Y desde los dieciséis años que me hice con mi primer ciclomotor hasta hoy no he dejado de montar en moto, viviéndolo con pasión.

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Actualmente tengo varias motos. La que utilizo para casi todo es una triumph Tiger 800, comprada nueva y que ya tiene 96.000 km. También tengo una Husqvarna TE 630, una Suzuki RF 600, una Kawasaki ZZR 600, una Yamaha SR 250 Scrambler hecha por mi y una Aprilia Climber 280 restaurada completamente. Mis motos por orden cronológico: Lambretta Servetta 49 cc, Suzuki Dr Big 49 cc, Yamaha Diversion 600, Honda VTR 1000 F (mis primeros 100.000 km), Suzuki Intruder 600 (comprada para mi padre), Aprilia Caponord (mis segundos 100.000 km), Yamaha TRX 850, Yamaha TTR 600, Aprilia RXV 450 y una HD Sportster 883 (segunda moto que le regalé a mi padre). Cambio la TRX por una Suzuki GSXR 750 y la Sporster por una Dyna Street Bob, la Caponord por una Supertenere 750 y llegamos a la Tiger. Y entre tanto he probado muchas motos de amigos, de pruebas.

Lo que busco en una moto es un compendio entre efectividad, dinamismo y equilibrio en el uso para el que la concibo, sin olvidar el componente pasional y emocional que tanto me atrae de ellas. Una estética atractiva y algo de exclusividad«.

FERNANDO MUÑIZ (Moralzarzal –Madrid-, 55 años)

«Desde los 16, hace ya casi 40 años. Como muchos, empecé con un Vespino que modifiqué (kit Yasuni 65 cc, biela Mahle con rodamiento de agujas, apertura de transfers, rebajado de culata, geaclé de altas, etc) hasta conseguir los 75 km/h en llano. Posteriormente vinieron varias Lambrettas de 125 y 150 cc, a continuación una Vespa 160 Electronic, más tarde una Africa Twin 650 (que este verano he vuelto a ver restaurada) , más adelante una 750 y finalmente otra 650 de 1986 con los colores Honda, que malogradamente gripé.

En estos últimos tiempos, he optado por los maxiscooters, por aquello de la versatilidad y la protección contra el frío e inclemencias (actualmente vivo en la sierra de Madrid), económicas en cuanto a consumo y mantenimiento y con gran capacidad de carga (ordenador portátil, ropa de agua, etc) en vez del horrible cajón posterior o tener que llevar una mochila, e incluso poder acudir a reuniones de trabajo y llegar bien vestido aunque esté lloviendo.

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Ahora uso la moto con buen tiempo, con lo que viviendo en la sierra, a partir del mes de noviembre y hasta marzo, la moto pasa la mayor parte del tiempo en el garaje (odio conducir con agua) a excepción de esos preciosos días de sol bajo cero que sí me gusta salir a dar una vuelta, aprovechando los puños y asiento calefactables en combinación con la manta. En resumidas cuentas, no paso de los 10.000 al año, y no, no soy de viajar en moto. Prefiero las salidas tranquilas breves y jugosas a las grandes kilometradas autopisteras. En el triangulo sierra de Madrid-Avila-Segovia existen muchísimas y divertidas rutas para una buena jornada motera.

Actualmente disfruto de la que, hasta esta prueba, creía era la mejor automática con cambio secuencial del mercado, un Burgman 650 Executive. Elegí esta moto por ser el RR de los maxiscooters, con una muy buena respuesta en carretera, autonomía, consumo, capacidad de carga y diversión con el cambio secuencial en zona de curvas. A pesar de su gran peso, 300 kg, se comporta en trazado virado de forma excepcional, da la sensación de que ve las curvas y entra sola. Una vez vuelves al asfalto tranquilo, vuelves al cambio automático y es una excelente rutera, con el mejor asiento que puedes encontrar en el segmento. Por otro lado, el consumo es de 4,6 l./100, con lo que tampoco está mal, teniendo en cuenta que mido 2 m y peso 100 kg. Con esta moto tengo la sensación de disponer de una magnífica rutera para vías rápidas, con una gran capacidad de maniobrabilidad en el denso tráfico de Madrid (permite plegar los retrovisores con un botón cuando la cosa se complica) y una capacidad de carga excepcional sin aditivos cajoneros que rompen la estética de la moto.

Viendo lo que he tenido y actualmente tengo, queda claro que lo que busco es la tranquilidad, comodidad y versatilidad, pero por encima de todo, sensaciones. He discutido mucho al respecto y soy de los que piensan que cada moto tiene un alma y trasmite unas sensaciones, pero todas sin excepción lo hacen en mayor o menor medida, con lo que con todas puedes disfrutar mucho sin tener que recurrir a derroches de potencia o velocidades absurdamente fuera de la ley».

 

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