Prueba Honda CL500: la moto scrambler que faltaba en la familia para el carnet A2
La nueva Honda CL500 era la pieza que faltaba en la familia media de la marca nipona para cerrar el círculo de una extraordinaria saga de motos exitosas y aptas, sin necesidad de aplicar restricciones, para ser conducidas con carnet A2. Donde antes encontrábamos una naked (Honda CB500F), una deportiva (Honda CBR500R), una trail (Honda CB500X) y una custom (Honda CMX500 Rebel), ahora tenemos que añadirle una nueva scrambler bajo la denominación Honda CL500.
En realdad, no se trata de una moto que haya nacido por generación espontánea, sino que encontramos un origen y posterior desarrollo bajo una serie de directrices que marcan la aparición en el mercado de la nueva Honda CL500. La primera scrambler producida por Honda apareció allá por el año 1962, y es precisamente la nueva «quinientos» la heredera de aquella CL72 monocilíndrica.
Mete todo esto en una coctelera en la que ya hemos incluido a la Honda CMX500 Rebel, de la que retoma tanto el motor como las bases de una parte ciclo adaptada a las nuevas necesidades como modelo scrambler, y ya tenemos entre nosotros una opción más para identificarnos con una moto cuyas señas de identidad las encontramos en un manillar y salida de escape altos; vamos, una scrambler del siglo XXI en toda la regla.
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Cómo es la Honda CL500
Efectivamente, la nueva Honda CL500 deriva de una forma muy directa de la Honda CMX500 Rebel. El chasis es básicamente el mismo, aunque la parte central superior y el subchasis se ha visto modificado para dar cabida a una nueva caja del filtro de aire, que ahora entra de una forma más directa hacia la admisión respecto a la Rebel.
Pero no es lo único en lo que se ha trabajado, en relación al motor, para darle un toque diferencial a la nueva Honda CL500. La marca ha estimado oportuno acortar ligeramente el desarrollo final añadiendo un diente más a la corona, en busca de un tacto de gas más directo, así como una aceleración más contundente a cualquier régimen.
Además, se ha buscado un sonido muy peculiar desarrollado por un escape de nueva factura, donde lo que más resalta es sin duda la salida elevada por el costado derecho, así como los dos orificios que nos indican que tratamos con una moto bicilíndrica. Junto a las cubiertas superiores de las culatas en negro y tapas laterales opcionales, son las principales novedades que presenta el afamado propulsor que no deja de aportar satisfacciones en cualquiera de sus presentaciones, independientemente del tipo de moto que elijas.
También destacable es no solo la atractiva apariencia de su depósito de combustible, sino también la capacidad del mismo: con 12 litros parece quedarse un poco corto de autonomía, pero claro, con el consumo tan ajustado al que nos tiene acostumbrado este propulsor, no acaba siendo del todo un problema… siempre que no salgas de viaje con ella por territorios en los que los surtidores de gasolina escaseen.
El manillar alto, la llanta delantera de 19 pulgadas con un estrecho neumático en 110/70 y la redondez de la gran mayoría de piezas en esta scrambler, en busca de una simetría que alcanza al diseño en todas sus piezas, desde los espejos retrovisores al grupo óptico delantero y trasero LED, marcan la senda de una moto que, hagas lo que hagas, impedirá por todos los medios que pases desapercibido allá donde vayas.
Cómo va la Honda CL500
Durante su presentación a la prensa mundial por tierras sevillanas, Honda ha recalcado el carácter transgresor de una moto que, sin prometer grandes sensaciones, sin embargo es capaz de convencer a primera vista por una estética claramente diferenciadora, eso sí, sin olvidar un rendimiento acorde con lo que se espera de una Honda… y más en concreto, de una de sus «quinientos» para el carnet A2.
Tal vez por esta razón es una moto que sorprende desde el primer momento que te subes a ella y comienzas a rodar. No esperas nada especial pero desde el primer instante te das cuenta de que no es un mero «añadido» a la familia media de Honda, sino un atractivo ejercicio de estilo con base en una de ellas que, además de no ir nada mal, se sirve de un motor dulce, bondadoso y capaz de moverte con total comodidad rodando tan despacio como necesites, o tan rápido como desees.
Por ejemplo, no solo se ha trabajado con el sonido del motor para darle más carácter y personalidad a esta scrambler, sino que también se ha aportado una dosis extra de vibraciones que, dicho sea de paso, apenas se dejan notar «con ganas» a partir de 120 km/h; vamos, que funciona casi como si fuera un indicador de velocidad extra, que nos avisa de que rebasamos el límite permitido en autopistas y autovías. No hay mal que por bien no venga…
Por cierto, y ahora que hablamos de velocidad, el display circular con indicaciones digitales en negativo no ofrece una visión clara de la información, sobre todo cuando recibe la luz directa del sol. Por otra parte, el hecho de que carezca de cuentavueltas tampoco se puede calificar de negativo en una moto que no lo necesita para un rodar tranquilo y fluido. De hecho, lo que sí valoras aquí es el generoso recorrido de su horquilla convencional y la pareja de amortiguadores. Una verdadera delicia.
En ciudad es una moto agradable, gira mucho, perfecto para realizar maniobras a baja velocidad y con espacio reducido, mientras que a poco que te apliques con el embrague serás el primero en salir de cada semáforo. El asiento es amplio aunque no se presenta especialmente sobrado de mullido, suficiente para trayectos cortos o medios. El tacto del cambio, agradable como pocos, y el de los frenos, directo y aportando confianza, hacen el resto.
Pero no es una moto que solo quiera dejarse ver entre calles. Corre lo suficiente como para practicar una conducción alegre y desenfadada en carretera, con un motor que gira alegre en la zona alta y unas suspensiones que se lo comen todo, aunque lo generoso de su recorrido no es lo más propicio para rectificar trazadas o tirar de frenos en un susto repentino… Nada, esto no es lo suyo, pero una vez más sorprende porque esperas un comportamiento plano, pero no: hay genio y carácter para, una vez más, ayudarnos a disfrutar.
Lo mejor de la Honda CL500
-Tacto y comportamiento dulce, sobre todo en ciudad
-Ergonomía muy acertada
-Consumo de gasolina mínimo
-Paquetes opcionales de personalización
Mejoraría con
-Una instrumentación TFT, aunque no sea muy «typical scrambler»
-Un depósito de diseño similar, pero con mayor capacidad
Así vemos la Honda CL500
En carretera: 4
En ciudad: 5
Pasajero: 2
Confort: 4
Equipamiento: 3
Autovía: 4
(de 1 a 5 puntos)
Si el objetivo de Honda con la nueva CL500 ha sido sorprender a primera vista, desde luego lo han conseguido con una estética scrambler perfectamente conseguida y muy de moda. Y tal vez haya sido ese su principal leit motiv, aunque en realidad y una vez en marcha, esta «quinientos» va tan bien que sorprenden sus capacidades en la práctica totalidad de campos en los que se desenvuelve, incluidos caminos de tierra, donde se desenvuelve sin complejos.
Es cómoda, al menos para el piloto, y no defrauda en la obtención de ese tacto típico Honda en el que todo funciona como debe, sin estridencias pero con eficacia que, a fin de cuentas, es lo que busca un piloto que se acaba de sacar el carnet A2.