Probamos la Honda CL500, una moto de tipo scrambler retro, versátil y distintiva
Una gama tan extensa como la de Honda, con motos y scooters en todos los segmentos y cilindradas, hace que podamos encontrar modelos especiales que disfruten de una definición exclusiva frente a sus hermanas de catálogo.
Aunque la máxima atención se centre en los modelos más espectaculares por prestaciones o por aportaciones tecnológicas, lo que lógicamente deriva en precios elevados, hay alternativas que resultan verdaderas «joyas» y que contienen un notable cúmulo de ventajas desde múltiples puntos de vista.
Esto ocurre con la Honda CL500, porque después de conocerla más de cerca en esta prueba, no cabe duda que merece formar parte de los modelos más populares de la marca japonesa. Es una moto cuya base técnica es el fantástico bicilíndrico paralelo de la marca, uno de los motores con mayor éxito a todos los niveles de este siglo XXI -y desde luego, el más copiado-, diseñado específicamente para ser el A2 ideal.
Algo de historia de la mano de la Honda CL500
Sobre esa base mecánica se ha buscado replicar una estética quizá poco extendida en España, pero muy importante desde el punto de vista de la historia de la moto en Occidente. Se ha inspirado en la antigua gama Honda CL lanzada en 1962, que estuvo en fabricación hasta bien entrados los 70 con motos míticas, sobre todo en EE.UU.
A principios de los 60, las carreras tipo «baja» en Estados Unidos comenzaron su escalada de popularidad. Pero no existían, como las conocemos hoy día, las motos de off-road: las motos eran “motos y punto”, y si tú le ibas a dar un uso muy específico, como es dar saltos por el desierto, tendrías que preparar una de esas motos para todo uso que entonces se vendían.
Este es el origen de las «scrambler». Los ingleses, que llevaban años haciendo preparaciones similares para sus carreras de trial y cross, empezaron, en esos años, a vender algunas versiones ya más o menos preparadas. Y Honda, muy atenta en esos años al mercado americano (donde llevaba pocos tiempo, pero donde fue la primera de las japonesas), presenta en 1962, sobre la base de su fiable y atractiva 250 (de nombre oficial en América CB 72 Hawk) de dos cilindros, una CL 77.
Básicamente, la moto se había modificado con unos escapes a media altura, neumáticos «todo uso», un manillar más alto y otra posición de conducción, un motor con más diámetro (cubica 305 cc) y, presumiblemente, suspensiones y chasis retocados. Tendría éxito; el suficiente como para que se desarrollara una gama durante los años 60 y parte de los 70 con modelos de uno y dos cilindros -hubo versiones de 50, 70, 90, 100, 125, 160, 175, 200, 305, 350 y hasta 450 cc- de unas motos que son el verdadero origen de lo que hoy llamamos «trail».
Históricamente son motos importantes por ser ese origen trail auténtico. Las marcas, a lo largo de los 60, desarrollarían modelos para cada una de las especialidades del motociclismo que estaban creciendo. Esas «scrambler» de finales de los 50 darán lugar a las motos de cross o de trial (y en este desarrollo las motos españolas jugaron un papel básico) y sólo algunas, como las Honda CL, se conformarían con ese papel que ya por entonces llamaban «Dual Sports», de ser motos para usar en el día a día en la calle y que podían salir del asfalto en excursiones y paseos. Ese fue el fin para el que se desarrollaron las CL y para el que se sigue haciendo.
Por cierto, Honda desarrollaría a finales de los 60 e inicios de los 70 las primeras CR para el auténtico motocross. Y de la unión de los chasis CR con los motores de 4T nacerían las XL en los años 70, como evolución de esa gama CL. Como ves, una historia larga, importante y exitosa.
Cómo es la Honda CL 500: parte ciclo
La Honda CL500 toma su inspiración de esa historia. Y como ves, es el guion de los inicios del trail, de la época en que una moto «dual» tenía que ser fácil y agradable, también polivalente, por encima de otras consideraciones. En Honda tenían, además, todos los ingredientes para volver a hacer una moto así: un tipo de moto que, a pesar de un mercado repleto de alternativas, no abunda.
La idea de los diseñadores ha sido replicar en lo posible no sólo la estética de las CL de los 60, sino más bien su filosofía: “Simple, Auténtica y Resistente” son las palabras que guiaron al equipo de diseño de esta CL500, como «mantra» derivado de esa historia CL que os he contado. Lo cierto es que el resultado es indiscutiblemente CL.
Para ello, se parte de un chasis en tubo de acero, de ese estilo multitubular que Honda llama «tipo trellis», que da lugar a una moto no muy alta, con el asiento a sólo 790 mm de altura, muy accesible para cualquier talla. Aún así, se ha buscado un buen uso fuera de carretera, con una horquilla de 41 mm y 150 mm de recorrido -con protectores de goma, detalle estético- que sujeta una rueda de 19″, con llanta de palos, más ligera que la de radios y suficiente para el uso trail de esta moto. Lleva un sólo disco en cada rueda, para mantener la ligereza de reacciones del tren delantero con suficiente poder de retención y un ABS calculado para su uso también sobre tierra.
Detrás se monta un basculante en tubo redondo de acero, de estética clásica pero de un diámetro enorme para los cánones de la época, que asegura gran resistencia, además de dar una nota llamativa en su estética, muy atractiva, complementada por los dos amortiguadores regulables en precarga, que también garantizan 145 mm de recorrido. Un disco trasero sobre la llanta de 17″ trasera, con neumáticos Dunlop Mixtours completan el ciclo de esta Honda CL500.
Un motor conocido en la Honda CL500: fácil, fiable y agradable
El motor es el conocido bicilíndrico de 471 cc de Honda, toda una garantía de suavidad, respuesta, facilidad y fiabilidad. Un motor con el cigüeñal con las muñequillas a 180º y eje de equilibrado, con una configuración de carrera corta pero prácticamente «cuadrado» (67×66,8), dotado de dos árboles de levas y cuatro válvulas por cilindro.
En este caso se han rediseñado las curvas de inyección para su uso específico en esta moto y se consiguen los 47 CV legales a sólo 8.500 rpm con un par de 43,4 Nm a 6.250 rpm, cifras que aseguran esa facilidad de uso del motor. Equipa embrague antirrebote y asistido, que actúa sobre un cambio de seis velocidades, con la transmisión final también recalculada para este uso.
Y, por cierto, el escape, de salida doble a través de un silenciador elevado al más puro estilo «CL», supone un detalle de gusto tanto en su imagen como en el sonido que emite, bien diseñado para precisamente recordar la historia mítica de las siglas que porta en su nombre.
Equipamiento bien planteado y suficiente en la Honda CL500
Carrocería y equipamiento también siguen esa filosofía CL. Facilidad de uso, versatilidad y estilo «street scrambler» sobresalen en una moto que busca ser, además, una buena compañera en el día a día. Así, un depósito algo pequeño (12 litros), pero de formas perfectas y decorado con las inserciones de goma, es un complemento perfecto de esos fuelles de horquilla replicando los componentes de los años 60.
El asiento, con formas planas y decorado con el logotipo de la marca en relieve es también un punto estético bien conseguido. Llama la atención el faro y el piloto trasero, de formas muy clásicas pero ambos de LED: el faro hace contrastar sus formas redondas y clásicas con los LED interiores, mientras que el trasero, elevado sobre una aleta de plástico y muy bien terminado, también te lleva a recordar otros tiempos.
El cuadro está compuesto por una sola esfera redonda que sigue ese patrón de formas clásicas con una instrumentación digital muy pragmática. Informa de lo necesario, con un criterio simple y fácil como el resto de la moto, pero eso sí, incluyendo un siempre práctico indicador de marcha engranada y consumo de combustible, algo que con este motor siempre resulta llamativo: con los 12 litros del depósito, puedes hacer más de 300 km. Nosotros no hemos superado los 4 l./100 km utilizando todo su potencial.
Cómo va la Honda CL500: útil para todo
Pero no hacía falta tanta explicación para darnos cuenta de que la Honda CL500 entra por los ojos y que es una moto que responde a un planteamiento distinto a cualquier otra. Esa filosofía CL, recuperada de los años 60, se ve reflejada no sólo en esa estética sino que tiene una mayor profundidad: cuando te subes a ella y la pruebas ves que estás ante algo distinto, muy lógico y bien pensado.
Es una moto, como te decía, muy accesible, con el asiento a sólo 790 mm de altura. Con mi 1,65 m llego perfectamente al suelo y eso te da una seguridad total en caso de que quieras salir al campo. No siempre son básicas las llantas de radios, con 21″ delante, suspensiones con 250 mm de recorrido o una electrónica de última generación, por lo general, cara. No. Sí es esencial llegar bien al suelo y llevar un neumático que tenga agarre para complicarte tú solo la vida en el campo todo lo que quieras. Esta es la receta “off road” de la Honda CL 500.
Y lógicamente, una moto que te permite hasta ciertas licencias en el campo, en la ciudad es fácil. Eso ocurre con esta Honda CL500. Es bajita, se siente manejable y ágil, y sus mandos y posición de conducción son ideales, con buen tacto y sentado de forma muy natural.
En marcha con la Honda CL500
Cuando arrancas el motor, emite un sonido discreto pero atractivo. Es una moto que destila urbanidad en todos los sentidos. Mis primeros kilómetros con ella tras recogerla en el concesionario oficial son en el centro de la ciudad y directamente te das cuenta que es una gran moto en este entorno: esas características de agilidad y facilidad de uso saltan a la vista y la moto se siente más ligera y compacta de lo que suele ser una 500. Gira mucho, lo que resulta perfecto para moverte en espacios reducidos a baja velocidad con tráfico denso. Además, a poco que te apliques, serás el primero en las salidas de los semáforos, con un tacto de embrague y cambio de nota.
La posición de conducción resulta ideal, con las manos a buena altura y la cabeza erguida. Frena bien y las suspensiones cumplen a la perfección, ayudando a pasar los baches hasta si quieres sin cortar gas: esos «genes Dual Sports» se notan y es una moto muy suave en todo tipo de circunstancia.
Ya en la carretera, en la autovía más concretamente, para salir de la ciudad, es un motor 100% Honda. Con sus 47 CV, mucho par y buena respuesta, se siente cómoda rodando alta de vueltas. Vas bastante erguido y la moto recibe un desarrollo algo corto, lo que favorece los adelantamientos y recuperaciones. Aún así, tiene velocidad suficiente para sacarte del tirón un buen puñado de puntos del carnet… A velocidades legales es cómoda. Te da el aire de pleno, claro, pero la posición de conducción da para inclinarte y apoyarte sobre el viento, en una posición descansada.
Es cuando llegas a las zonas de curvas cuando la Honda CL500 demuestra sus mejores cualidades. No es una deportiva ni pretende serlo, pero frena lo suficiente y corre bastante como para divertirte a buenos ritmos. Aun así, la moto invita más a disfrutar del par, del paisaje e incluso a salirte por alguno de los caminos que flanquean el asfalto.
La horquilla de 150 mm de recorrido y el juego de doble amortiguador trasero son una delicia. Las suspensiones están taradas con un recorrido inicial blando, que permite disfrutar de carreteras rotas y pistas sin asfaltar. A pesar de ello, si quieres realizar una conducción rápida no son excesivamente blandas, pues tras ese primer recorrido se notan más firmes.
Además, la posición de conducción y unos mandos con buen tacto, así como la agilidad de una parte ciclo muy bien diseñada, ayudan a ello, en una moto muy completa y bien pensada para disfrutarla todos los días, en cualquier tipo de trayecto.
Mi conclusión con la Honda CL500
Me gustan mucho las motos clásicas. Y me gusta mucho toda la historia del motociclismo, de las motos en sí y todo su mundillo. Por ello, esta moda de las neo retro también me atrae, y me encanta que todavía haya motos que me sorprendan.
Esta Honda CL500 es una de ellas. Porque lo retro, a nivel estético, está muy bien, pero que los diseñadores busquen además recuperar las sensaciones de aquellas motos es más complicado. Si además de las sensaciones -por supuesto, mejoradas- son capaces de recuperar la filosofía de aquellas motos en las que se basan, cuando esta era tan acertada como la de las CL, miel sobre hojuelas.
Y el más difícil todavía es conseguir darle aire de familia, sin caer en la copia de los elementos clásicos, manteniendo un aire moderno y replicando casi perfectamente, pero traído al siglo XXI, esas características destacables de la moto clásica de la que partes.
Eso consigue Honda con esta CL500. Por eso este modelo puede reivindicar con orgullo ser parte de una de las familias más reconocidas de la historia de una de las marcas con más éxito del mundo de la moto. Las CL originales hicieron grande a Honda con unas ventas importantes, sobre todo en América, donde la moto se convirtió en objeto de ocio antes que en Europa y mucho antes que en España.
Y lo hicieron por esa capacidad de rodar por cualquier tipo de ruta, tanto dentro como fuera del asfalto sin necesidad de ser un gran piloto, haciendo accesible el off-road a cualquiera, fácil en uso diario y divertida el salir de excursión por la carretera.
La Honda CL500 afronta el reto de actualizar esta personalidad, con la tecnología y el saber hacer de Honda en el siglo XXI. Una moto fácil, agradable y divertida, para todos los públicos, que entra por los ojos y que sirve de forma eficaz para cualquier tipo de excursión o para un uso diario cómodo y sin complicaciones, tanto para el carnet A2 como para el A. Nada más, y nada menos.