Presentación Suzuki GSX-8S: La GSX de la nueva generación

Suzuki GSX-8S
Presentación Suzuki GSX-8S: La GSX de la nueva generación
Daniel Navarro
Daniel Navarro
Hace más de 40 años que Suzuki fabrica modelos GSX, y siempre ha sido capaz de mantenerse joven y al día. No obstante, las nuevas generaciones buscan otro tipo de motos. La respuesta: Suzuki GSX-8S.

Las primeras motos GSX llegaron al mercado en 1980. Derivaban de las GS anteriores de cuatro cilindros y suponían una declinación más deportiva, sin llegar a lo que cuatro años después serían las GSX-R. Y sus ventas fueron elevadas. Por tanto, puedes afirmar que estás ante una «familia de éxito», con sus momentos más bajos y sus  momentos más altos. Como la historia de todas las familias.

Pero los tiempos están cambiando. Aquellas cuatro cilindros que llenaron las listas de ventas europeas en los 80, 90 e inicios del siglo XXI, independientemente de lo que nos guste a los más «carrozas» (y yo debo serlo, usando esa palabra) o incluso a algunos jóvenes que lo hayan probado, ya no son las «reinas del mercado». 

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Ahora, en estos tiempos de permiso A2, de radares móviles, de carnets por puntos y, sobre todo (y gracias a Dios), de cantidad de circuitos abiertos para el que de verdad quiera ir deprisa, las actuales motos superventas no necesitan ni tantos cilindros ni planteamientos «RR». Ahora se venden las alternativas lógicas, fáciles, polivalentes, divertidas y con cierto nivel electrónico que facilita aún más su uso, haciéndolas, además, más seguras.

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Con esta 8S la familia Suzuki GSX, que sigue teniendo un par de «hermanas» de cuatro cilindros en las versiones de 1000 cc, entra de pleno en la era moderna, y en concreto, en ese mundo que llamamos «naked medias». Lo hace con paso firme y buenos argumentos para pasar a la historia (esperemos que por muchos años), como la GSX que cambió la historia de la familia. La primera de la serie moderna que, sin tener los cuatro cilindros por los que siempre se han identificado, supo introducir en la familia este concepto moderno de naked sport media.

Efectivamente, son malos tiempos para los que se consideran «puristas». Las Monster han perdido su chasis multitubular. El motor V4 de Ducati, en algunas de sus versiones, no es ya desmodrómico. Harley-Davidson no hace solo grandes V-Twin que enamoraban con sus vibraciones únicas. E incluso Honda reconvierte el nombre Hornet con una moto que tampoco tiene cuatro cilindros. Suzuki se apunta a esa moda: todos estos ejemplos representan una filosofía, una forma de hacer motos, de entenderlas y de disfrutarlas, y en eso cumplen más que bien, añadiendo tecnología, seguridad y mayor diversión a esos conceptos antiguos.

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Te puedo asegurar que aquellas GSX de primera generación eran motos naked muy divertidas, pero porque no había nada mejor, ya que también resultaban pesadas, se retorcían en frenadas y se movían en curvas bacheadas. Llegaban hasta a dar miedo. Eso ya no ocurre y, al igual que han hecho otras marcas, la GSX se ha «destilado» para dejarnos solo con la parte buena. La Suzuki GSX-8S es una naked divertida. Una moto del siglo XXI, la GSX de los tiempos modernos.

CÓMO ES LA SUZUKI GSX-8S

La Suzuki GSX-8S es una moto completamente nueva. Estrena motor, desarrollado desde cero, dentro de un chasis hecho para la ocasión, sin ningún antecedente en el que basarse, salvo, si quieres, en las líneas generales de la carrocería que sí, sobre todo por delante, se basan de cerca en las que se han dibujado tampoco hace mucho tiempo para las últimas generaciones GSX-S 1000.

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Según Suzuki, la GSX-8S debía ofrecer «diversión sin límites» para cualquier tipo de piloto, de cualquier edad y nivel, tanto en el día a día como en una salida a la carretera. Y para ello se parte de un nuevo chasis construido en tubo de acero (también esas secciones rectangulares a la vista son acero), al que se instala un basculante de aluminio. Las suspensiones son KYB tanto en la horquilla invertida como en el monoamortiguador montado sobre bieletas. Únicamente es regulable en precarga de atrás: economía manda, en este caso, pero sus reglajes consiguen que responda muy bien. Atornillado al cuerpo principal del chasis encontramos un subchasis muy atractivo, en tubo de acero. Cuenta con dos discos delanteros de 310 mm y un trasero de 240 mm, con los delanteros mordidos por pinzas radiales para conformar el sistema de frenos.

TODAS LAS NAKED PARA EL CARNET A2

El propulsor que mueve la Suzuki GSX-8S es el nuevo bicilíndrico de la marca. Un motor muy compacto, como mandan los cánones actuales, que cubica exactamente 776 cc, de carrera corta (84×70 mm), con culata de cuatro válvulas movidas por dos árboles de levas. Sus dos características más especiales son, por un lado, el cigüeñal calado a 270º, imitando el pulso de los V-Twin. Es algo también muy típico hoy día, por la sensación de par entregado, que facilita el uso del motor en el régimen que quieras. Y por el otro lado, el nuevo sistema patentado por Suzuki para combatir vibraciones, muy eficaz. Con el nombre de «Suzuki Cross Balancer», consiste en dos balancines, uno por delante del cigüeñal, el otro por debajo, ambos a 90º uno del otro. Entrega 81,2 CV a 8.500 rpm y un par máximo de 78 Nm a 6.800 rpm.

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Por descontado, el motor presenta un sistema de acelerador electrónico que permite emplear los distintos sistemas electrónicos. Además del obligatorio ABS, que en este caso es estándar (no “cornering”), añade control de tracción en tres niveles (más desconexción), selector de entrega de potencia que modifica en tres modos la forma de la curva, no la cantidad total entregada (en todos los casos llega a los CV máximos declarados) y un “quickshifter” de doble acción. Se complementa con un embrague asistido y antirrebote y los habituales sistemas electrónicos de Suzuki de arranque con una sola pulsación al botón y el asistente a bajas vueltas, que ayuda a salir al soltar el embrague, regulando ella sola la cantidad de acelerador mínima para no calarse. Suma una pantalla TFT como cuadro, de 5″ en color, con los testigos importantes fuera de la pantalla, en el marco, de forma tradicional.

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CÓMO VA LA SUZUKI GSX-8S

La GSX-8S era una moto muy necesaria en el catálogo de la marca. Suzuki, como sabes, disponía en este segmento de las naked medias pensadas para ser limitables para el carnet A2, con una muy veterana SV 650. Kawasaki con el ER-6 y, sobre todo, Yamaha con su CP2 estrenado en la MT-07, fueron pioneras en plantear una moto, en esta época, con esta nueva filosofía bicilíndrica.

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En el caso de Suzuki, lo que hicieron fue reconvertir la extraña Gladis (una moto fantástica dinámicamente, pero con un enfoque estilístico peculiar), que a su vez era una evolución de la SV 650 del siglo pasado, en una nueva generación SV. La percepción de ella que teníamos muchos, claro, era que esta moto era la más antigua de este nuevo segmento, con mejoras, es cierto, y con un pasado glorioso, de acuerdo, pero además, menos convincente en marcha, cuando habías probado sus rivales, como la MT-07 de Yamaha o la Z650 de Kawasaki. KTM hacía la guerra por su cuenta, quizá mirando más a las Ducati Monster de entonces que a estas, con la Duke 790. Y todo ello sin olvidar la BMW F 900 R o la Aprilia Tuono 660. Por otra parte, llegó Triumph y quiso dar un poco más de potencia, de gracia con sus tres cilindros e incluso de electrónica, con la Trident 660. Por supuesto, Honda, hace muy poco, presentaba la Hornet con elevados niveles de CV y tecnología, a un precio muy competitivo.

En este nuevo panorama, la Suzuki GSX-8S es una moto muy convincente. Atractiva de líneas, con un variedad en color azul intenso en las motos de la presentación (llegarán en otros dos colores; blanco con detalles azules,y un elegante negro, más discreto), agresiva pero ligera, la nueva GSX entra por los ojos en cuanto la tienes delante.

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Te subes y se aprecia ligera a pesar de lo que parecían anunciar sus 202 kilos en orden de marcha. El asiento está a 810 mm de altura; se llega bien incluso con mi 1,65 m. Y la posición de conducción está bien conseguida: es una moto cómoda, en la que no has excesivamente tumbado, pero que permite agacharte en conducción rápida, con los pies bien colocados, algo atrasados, y las manos en una posición muy natural. Puedes regular la maneta de freno en distancia, no la de embrague. Y arrancas, sin vibraciones, sin ruidos molestos y con el sonido a bicilíndrico, discreto, pero ronco, que esperas en una moto así.

Los mandos tienen un tacto perfecto, como cabe esperar. Metes primera y sales. Se nota cierta diferencia de tacto de gas entre emplear la curva de potencia «A», «B» o «C», aunque me sigue sin gustar esa denominación de los modos. Pasa lo mismo con el control de tracción: «Off», 1, 2 o 3. ¿Qué significan cada uno? Se echa de menos algo tan simple como los modos clásicos de «Rain», «Road», etc, que te dejan mucho más claro lo que van a hacer cada uno. Pero te lo aprendes rápido y no hay mucho problema: el número más bajo supone menos intervención. En los modos, al contrario, la «A» es el modo más «sport», más agresivo o rápido de respuesta al gas. En este, si abres con ganas, la Suzuki GSX-8S se muestra más que suficiente para subirte la adrenalina; los modos B y C llegan a los mismos 82 CV, pero tienes que abrir el gas a tope para apreciarlo.

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El cambio con “quickshifter” de serie va muy bien. Puedes no actuar sobre el embrague casi nunca, aunque no es perfecto y en las tres primeras marchas, si no vas alto de vueltas, mejor tocar el embrague un poco. Convence menos en retenciones fuertes, pero no por el “quickshifter”, sino por el sistema antirrebote: parece no actuar y la moto si llega a botar de atrás, si no has cogido embrague. De suspensiones, aunque no sean regulables, va francamente bien, con un tarado acertado que, en mi opinión, no requeriría cambios ni aunque fuese regulable. Y de frenos, mejor todavía, estando sobrada, con muy buen tacto y equilibrio entre el delantero y el trasero.

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No hemos probado en ciudad, ya que la presentación oficial tuvo lugar por carreteras de la sierra madrileña. Tampoco mucha autovía ni vías rápidas; eso nos lo guardamos para una prueba más extensa. En carretera la moto cumple lo que promete, gracias a un motor que empuja muy bien en todo el rango del cuentavueltas, un chasis muy firme y noble que permite ritmos rápidos y divertidos, con seguridad, que frena bien y que se siente ligera y manejable en todas circunstancias. La GSX-8S es una moto divertida y polivalente y digna, por fin, de una marca como Suzuki, para este segmento actual.

LO MEJOR

-Estética

-Motor potente, suave y fácil

-Electrónica

MEJORARÍA

-Afinado del embrague antirrebote

-Denominación de la interfaz de la electrónica

Suzuki GSX 8S 8

ASÍ VEMOS LA SUZUKI GSX-8S

En carretera: 4

En ciudad: 4

Pasajero: 3

Confort: 4

Equipamiento: 3

Autovía: 3

(Entre 1 y 5 puntos)

No hemos probado en ciudad más allá de cruzar algún pueblo ni autovías, aunque sí alguna recta larga. Sin embargo se puede concluir que será una moto agradable en el día a día, donde se incluyen esos recorridos por las autovías de entrada y salida en las grande ciudades y los movimientos por la urbe. En carretera demuestra ser una moto divertida y eficaz, suficientemente potente, con buena parte ciclo y digna de llevar unas siglas tan míticas como las de GSX. El equipamiento es notable, a pesar de que, para algunos, la falta de reglajes de suspensiones pueda parecer grave, “problema” que la Suzuki GSX-8S soluciona con una puesta a punto excelente. Resulta cómoda y tiene buen espacio para el pasajero, si bien el asiento es de esos que empieza a ser duro a partir de las dos horas sobre la moto. Pero estarás de acuerdo conmigo (y con la DGT) que no está de más descansar un poco cada dos horas, ¿no?