Hemos hecho una escapada acorde a los tiempos que corren. Una jornada turística, económica y divertida conduciendo la Integra, interesante concepto «motoscooter» enormemente eficaz para todo uso en ciudad y carretera.

Castillos del Garraf con el Honda Integra

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Castillos del Garraf con el Honda Integra
Fórmula Moto
Fórmula Moto


Sitges Santiago Rusiñol y Ramon Casas (2)

Como vehículo creado en la postguerra mundial, el scooter nació «para todo», pero el tiempo le fue confinando a la ciudad hasta que la llegada al mercado de los maxiscooter le sacó de nuevo a la carretera, y eso es lo que hemos hecho en esta escapada con la «maxi» Integra, realizada por la comarca barcelonesa del Garraf, una salida de un día recorriendo entretenidas carreteras de curvas entre castillos medievales, embalses, puertos náuticos, Parques Naturales e incluso un monasterio budista, un buen surtido de atractivos para escapar de la ciudad y descubrir las delicias de la Integra en todo su esplendor, en la que el cambio de doble embrague permite reducir marchas manualmente según la necesidad de cada situación y criterio del conductor para disponer del efecto freno motor, mientras que el sistema automático en el modo D (Drive) se encarga de escalar velocidades con suavidad y progresión sin el menor latigazo sobre tierra.

Las suspensiones de generoso recorrido (120 mm) con sistema Pro-link trasero de flexibilidad variable, absorben las irregularidades con enorme eficacia y, llegado el caso, incluso moverse con soltura por caminos, sin duda, beneficiada por las ventajas que le otorgan el cambio automático/secuencial DCT de seis velocidades, las buenas suspensiones y las ruedas de 17-. Por su concepto «motoscooter», siempre podrá llegar más lejos que un maxiscooter.

Referidas esas ocasionales experiencias off-road, resulta fácil imaginar el grado de confort que alcanza sobre asfalto para moverse diariamente en ciudad y periferia metropolitana. A ello le añadimos la protección aerodinámica estilo scooter que ofrece el conjunto de carenado-plataforma reposapiés-parabrisas para emprender cómodamente cualquier ruta. La nuestra, como hemos comentado, nos ha llevado hacia el Garraf para un intenso día de Integra. Un recorrido que, a efectos de visitas, resultará de mejor aprovechamiento para escapadas de fin de semana, también en dúo, para lo que se puede contar con la opción del equipo Honda de dos maletas laterales y un top box que totalizan 98 litros de capacidad.

De Port Ginesta al Parque Natural del Garraf

Dejada atrás la metrópoli barcelonesa por la autovía de Castelldefels, tomamos desvío en el deportivo Port Ginesta hacia el macizo del Garraf por la urbanización Rat Penat, abocada al mar y abierta a pleno sol. La estrecha carretera asciende en pronunciada pendiente con curvas cerradas y profusión de horquillas. El asfalto es muy bueno, invita a utilizar el modo S (Sport) con transmisión automática para alargar marchas hasta cerca del régimen de potencia máxima. La Integra agradece la conducción deportiva, es ágil y precisa; el ritmo es muy vivo sin esfuerzo para el conductor. El cambio DCT se encarga de ello (podéis encontrar detallada explicación de los pormenores del cambio DCT en recuadro específico pág. 30 de este mismo ejemplar de fM incluido en el artículo de la Honda Crosstourer, con la que comparte tecnología de transmisión y exacto manejo).

Crossrunner YM11_0149

Llegados al altiplano, la Integra se explaya con enorme soltura por la rápida y sinuosa carretera en medio de la nada. El paisaje es calizo y árido, matorrales de carrasca y lentisco se alternan con palmitos y carrizos que salpican el pálido macizo de verdes variopintos. Esta flora alberga enorme cantidad de especies protegidas, aves y reptiles autóctonos e irrepetibles. Halcones y águilas perdiceras conviven con ocasionales ejemplares de cormorán marino procedentes del inmediato Mediterráneo que golpea los pies del acantilado. Las vistas desde el risco son inmensas; por levante se extienden hasta El Maresme y por poniente van más allá del puerto de Vilanova i la Geltrú. Las entrañas de esta tierra a nuestros pies están horadadas por centenares de cuevas y simas, paraíso de espeleólogos. Un río subterráneo -el Falconera- conduce un caudal medio de 500 l/s que, en fuertes avenidas llega a los 10.000 l/s. Un paisaje singular, un tanto exótico, con recuerdos africanos, que en su día fueron tierras de cultivo con profusión de vides hasta la invasión de la criminal filoxera a finales del s-XIX.

Palau Novella: De palacete indiano a monasterio budista

La carretera desciende sinuosa y rápida hasta el suntuoso Palau Novella, obra de un acaudalado indiano. La Integra pide marchas largas, ir suelta sin apenas retención de freno motor. Para ello, basta con pulsar el mando habitual de las ráfagas para subir velocidades. El vigoroso par-motor (62 Nm a 4.750 rpm) permite dibujar las curvas a punta de gas con el motor a bajo régimen y muy buen paso, hilvanando virajes con ritmo, precisión y fluida trayectoria. El fino aplomo de la dirección de doble tija permite esa soltura que tanto complace al motociclista avezado y hace fácil el viaje al incipiente. Porque la Integra es moto con amplio objetivo de usuarios: desde expertos y veteranos que se adaptan a las exigencias legislativas del tránsito sin renunciar a los placeres de conducción, a los habituales usuarios de scooters ciudadanos de media cilindrada y también a los noveles con el carné A-2. Para ellos, Honda introduce la versión de 35 kW (47 CV a 6.250 rpm y par-motor de 60 Nm a 4.750 rpm, de mínimas diferencias con la versión «libre»). El desvío de acceso al Palau Novella es tortuoso y desgarrado, pero merece la pena recorrer unos centenares de metros para visitar este palacete reconvertido en monasterio budista tibetano Sakya Tashi Ling, donde se conjuga con armonía el arte tibetano ahora expuesto en el actual museo, con el refinado esplendor que legó aquel acaudalado sitgetano, Pere Doménech i Grau, cuando lo edificó (1875) «tras hacer las américas». Apenas ocho años después, la inmensa finca vitícola fue devastada por la filoxera provocando la ruina del indiano. Desde entonces, el rico palacete ha pasado por muchas manos, incluida la orden mendicante de los Agustinos. Además, cuenta la leyenda lugareña que Alfonso XII tuvo allí aposentada una joven amante a la que visitaba en sus viajes a Cataluña.

Iglesia de Castellet (1)Por castillos de la Marca Hispánica

A la salida del palacete, me equivoco de camino y me adentro por una pista forestal. En un cuarto de hora estoy en Sant Pere de Ribes cruzando bosques de encinas y pinos, ladeando bonitas masías recuperadas para el solaz. Magníficos paisajes, aunque lo correcto hubiera sido tomar la distancia larga por la carretera asfaltada hacia Olivella. No obstante, la experiencia off-road resultó altamente reveladora para las bondades dinámicas de la Integra y muy positiva en conclusiones favorables al polivalente y eficaz «motoscooter».

Llegado al valle, tomo la rápida y sinuosa C-15B hacia Canyelles, donde se encuentra el castillo (S-XII a XV) del barón del mismo nombre que, en 1858, fuera totalmente restaurado por su sucesor Ramón de Bouffard. En la actualidad sigue siendo de propiedad privada y, lamentablemente, no admite visitas. La majestuosidad del baluarte blasonado domina la villa con su hierática torre de guarda que parece, todavía, vigilar el horizonte alerta a incursiones invasoras que antaño fueron sarracenas. La baronía de Canyelles fue fortaleza y vigía de la Marca Hispánica, cuya frontera musulmana-carolingia la delimitaba el cauce del cercano río Foix.

Proseguimos ruta por la fluida C-15 en descenso hacia Vilanova i la Geltrú, capital de la comarca e importante ciudad industrial crecida al amparo del puerto de donde zarpaban las naves a ultramar exportando los apreciados vinos del Penedés y Garraf. La señalización de esta transitada vía indica la presencia de radares. Me lo tomo con cautela y activo el modo «D» a ritmo de turismo sosegado. El cambio DCT actúa en consecuencia. Cambio de marcha a medio régimen; en cien metros ya circulo en sexta muy baja de vueltas. El bicilíndrico paralelo ronronea plácidamente a velocidad de crucero legal. El confort del conductor aposentado en el amplio asiento no tiene reproche. El manillar, de concepto scooter, te mantiene el cuerpo erguido y relajado. El carenado y el parabrisas confieren muy buena protección aerodinámica, incluso permite circular con la pantalla del integral abierta (fue un día caluroso) sin recibir el impacto del aire. La plataforma sitúa los pies a su acomodo. Ergonomía y resguardo para tragar leguas. La Integra es viajera.H-F_el castell de castellet_2

En las afueras, al norte de Vilanova, se toma la magnífica carretera (BV-2115) hacia el castillo de Castellet serpenteando la margen izquierda del embalse de Foix, acompañado por frondosos bosques. En épocas migratorias, este Parque Natural acoge más de 210 especies de aves procedentes del norte de Europa. El paisaje lacustre entre encinas y pinos es de singular atractivo y el asfalto es impecable; las curvas se suceden sin dar respiro. Excelente escenario para dar rienda suelta a la conducción y poner a prueba definitiva los recursos de la Integra. Volvemos al modo «S» y roscamos a fondo. Sube de régimen con decisión, tiene buena estirada y mucho par-motor. Efectúa los cambios a 6.000 rpm. Acelera con progresiva contundencia, salta de curva en curva en un parpadeo y expresa un ritmo endiablado. La dejamos actuar automáticamente también en reducción. Quita marchas a medida que se acerca a la curva: sensores en acelerador y freno mandan señales a la ECU para que active el cambio en consecuencia. Lo hace con sorprendente acierto y precisión, aunque a veces se tome alguna licencia discorde con el conductor. Pero el pulgar izquierdo presto sobre el pulsador para reducir manualmente solventa de inmediato cualquier desavenencia máquina-inteligente/hombre. Personalmente, prefiero reducir marchas manualmente a voluntad y antojo. En aceleración, sólo me ocupo de roscar el puño y deja actuar automáticamente el DCT: multiplica marchas optimizando la aceleración con suave progresión de escalado. No es necesario intervenir. Un día, todos los cambios serán así.

El equipo de frenos (ABS-CBS) es suave, progresivo, potente y con tacto. El disco delantero de 320 mm se basta y sobra para detenerla. El trasero de 240 mm ayuda a equilibrar las frenadas. El ABS no es en absoluto invasivo. ¡Como debe ser! El comportamiento dinámico es acorde a las prestaciones y al concepto «motoscooter». Se deja mover con soltura y agilidad a pesar de los 238 kg en orden de marcha; el bajo centro de gravedad del motor inclinado a 62º ayuda mucho a ello. Es estable y precisa de trayectorias, gira bien y decidida, desconoce los vaivenes de algunos maxiscooter, se comporta como la moto que es. Al fin y al cabo pertenece a la misma camada de las NC700 X y S, con las que comparte motor y parte ciclo.

Sant pere de Ribes from Mont Gros, 2007

La divertida carretera llega a su fin. Las últimas curvas ponen al descubierto el castillo de Castellet, encaramado en un cerro rocoso y rodeado por el conjunto «urbano» medieval que forma pueblo. A sus pies, el embalse de Foix le confiere impresionante majestuosidad. Documentada desde el año 977 bajo el topónimo de castillo de San Esteban, fue fortaleza de gran importancia estratégica hasta el S-XVI para vigilancia de las vías de comunicación y por su exacto enclave fronterizo de la Marca Hispánica. En su fachada norte se halla la iglesia románica de Sant Pere (S-XII) con bellas vistas al castillo y al embalse. Algo más al norte discurría la Vía Hercúlea, antecesora de la Vía Augusta, y cuyo trazado también resigue la actual autopista AP-7.

La propiedad del castillo pasó por manos de distintos linajes feudales dependientes de los Condes de Barcelona (S-XI) y posteriormente de la Corona catalanoaragonesa (S-XV). En la actualidad es propiedad de la Fundación Abertis (desde 1999) entidad que la rescató de la ruina y ha llevado a cabo un ejemplar proceso de restauración restituyendo el baluarte a usos sociales para la comunidad y empresas privadas, así como a visitas guiadas. A pie de castillo, hago un alto en el bar-restaurante que es habitual punto de encuentro de motociclistas para obligada pausa-refresco.

De los castillos, al mar… y a la Malvasía

Para cerrar el bucle de la escapada al Garraf, desando el camino y vuelvo a disfrutar de la magnífica carretera «lacustre» en sentido contrario. Parece otra, igualmente divertida, pero de distinto trazado.

En Vilanova i la Geltrú es de obligado paseo el gran puerto -deportivo, comercial y pesquero- y su largo paseo marítimo con ingente oferta gastronómica marinera servida en sosegadas terrazas al sol. Lejos quedan aquellos tiempos de muelles con trajín de carros y tartanas trasegando barricas, mercancías y vituallas para cargar los veleros a ultramar.

Emprendemos viaje a la vecina Sitges, también conocida como «La Blanca Subur», nido de artistas e impulso del modernismo catalán apadrinado por el polifacético Santiago Rusiñol con su inseparable amigo Ramón Casas. Grandes pintores, geniales personajes, con prolífica y cotizada obra, a caballo de los siglos XVIII y XIX, tan intelectuales como bohemios adinerados que gustaban de pasear en bicicleta tándem o en ruidosos deportivos descapotables, escenas que plasmaron con gracia y realismo en sus obras. Fundaron la casa-taller el Cau Ferrat, actualmente museo que recoge parte de sus obras, diversas colecciones, biblioteca personal  y relevantes lienzos de El Greco de quien Rusiñol era gran admirador.

Sitges Santiago Rusiñol y Ramon Casas (2)

El Paseo de la Ribera, a pie de playa y bajo la imponente iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla del casco antiguo (visita imprescindible), acoge, en plena acera como si se tratase de dos transeúntes más, las esculturas de los artistas en plena tarea pictórica. Escena no exenta de la socarronería que caracterizó a ambos intelectuales.

Destacable también es el hospital de Sant Joan Baptista, notable obra modernista, donde hoy todavía se elabora y cría el afamado y genuino vino dulce Malvasía de Sitges por legado del diplomático Manuel Llopis i de Casades, quien cedió (1935) a la institución la propiedad de su viña de cepas Malvasía en Aiguadolç, frente al mar, y las instalaciones para la elaboración del dulce y dorado vino con la finalidad de evitar la pérdida de esta tradición local. Asimismo legó al municipio su casa familiar para la creación del Museo Romántico de muy recomendable visita, al igual que la del Hospital y Museo Mar i Cel. Metidos en asuntos de la Malvasía merece la pena comentar -a tenor de la leyenda- que estas cepas las trajo de Grecia a Sitges, a inicios del S-XIV, un soldado almogávar al regreso de batallar por el Mediterráneo bajo las órdenes de Roger de Flor. Las exportaciones de la afamada Malvasía de Sitges a las colonias americanas procuraron notable riqueza local.

Yantar en la Ribera

En Sitges el paseo frente al mar se llama «La Ribera». Parece ser que el origen del nombre proviene de los carpinteros de ribera que sobre aquella playa -a guisa de atarazanas- construían barcas de pesca y barcos de cabotaje para el tráfico con Cuba. «La Ribera», a ras de playa, tiene enorme atractivo. La retahíla de palmeras le confiere un aire colonial que se corresponde bien con el pasado americano de sus emigrantes en busca de fortuna.

Sitges

A lo largo del paseo, la oferta de terrazas, bares y restaurantes al sol es interminable. Los más próximos al baluarte son los más concurridos y de mejor solvencia gastronómica. En todos ellos se prodiga la cocina marinera: arroces a la sitgetana, «suquets» (calderos de pescado), «sipietes a la bruta» (crías de sepia salteadas en su propia tinta), «esmarris» (cazuela de boquerones en salsa de ñoras y ajos), «allipebre» (pescado cocinados en caldo corto de ajo y pimentón), «all cremat» (pescados guisados con ajos, tomates y patatas)- Todo, cocina sencilla «de barca». Pero, ante todos está el «xató», que es la más barroca ensalada de mar que se pueda ofrecer al gastrónomo. Genuino plato del Garraf y aledaños. Se trata de una escarola (de «cabello de ángel», en Sitges) con bacalao crudo desmigado, anchoas en salazón, atún en aceite (preferiblemente ventresca), aceitunas arbequinas y negras de Aragón, todo ello cubierto por una intensa salsa ligada con aceite, almendras y avellanas majadas, pulpa de ñoras, pan frito, tomate y ajo asados. Una exquisitez motivo de culto local. ¡Ah!, y con el postre no hay que olvidar una copita de Malvasía.

Luego, conviene reposar el yantar alargando la sobremesa hasta el ocaso para comentar la escapada con los amigos, hora en que toca emprender sosegado retorno a la gran ciudad. Elegimos la autopista de «los túneles» del Garraf con sus severos límites de velocidad. Es la vía más segura y cauta por donde la Integra se desliza en sexta (modo D) a 3.000 rpm con tenue susurro hasta casa. El consumo no ha superado los 5 l./100 kms.

Ficha técnica Motor 4T. 2 cil., agua

Cilindrada 670 cc

Potencia máx. decl. 38,1 kW (51,7 CV) a 6.250 rpm y 35 kW (47 CV) a 6.250 rpm (A2)

Par máx. decl.:    62 Nm a 4.750 rpm y 60 Nm a 4.750 rpm (A2)

Cambio/Trans. 6 vel. DCT/Cadena

Chasis Multitubular acero

Suspensión del. Horquilla 41 mm

Suspensión tras. Pro-link 1 amort.

Freno delantero 1D. 320 mm

Freno trasero 1D. 240 mm

Neumático del.    120/70-17

Neumático tras.    160/60-17

Dist. entre ejes 1.525 mm

Altura asiento 790 mm

Cap. depósito 14,1 l.

Peso declarado 238 kg (lleno)

PRECIO    8.599 Ruta realizada por Carlos Domínguez