Prueba Triumph Street Triple 765 R: genes de Moto2
La Triumph Street Triple 765 fue de las primeras naked que apostaron por la deportividad llevada a la calle en cilindrada, digamos, de Supersport. Claro, esto fue antes de que la propia categoría de Moto2 apenas fuera un proyecto para provocarnos la correspondiente amnesia respecto a las humeantes e inigualables 250 2T, en busca de dar el paso a una especialidad más acorde con las normas antipulución contemporáneas.
Todo esto está muy bien… más o menos pero aunque ya no sirva para nada, querría hacer un alegato a aquellas mecánicas con mezcla de aceite y gasolina. Ya nada será como antes, yo al menos lo tengo claro pero, ¿qué es lo que nos espera?
En realidad, no hay que esperar nada porque ya lo tenemos aquí. La primera Triumph Street Triple se mostró como la orgullosa hermana de la Supersport Daytona 675, una purasangre que ha vuelto por sus fueros al hábitat que le corresponde: el Mundial de Supersport 600. Magnífico presente.
Antes apareció la Street Triple 765 con el consiguiente aumento de cilindrada. Aquello no solo prometía, sino que auguraba el inicio del camino inverso realizado hasta entonces: sería en esta ocasión la naked la precursora e impulsora de una deportiva. Y así ha sido.
Hoy día no solo el magnífico motor “triple” firmado por Triumph está dando jornadas de gloria en Moto2, sino que su periplo mundialista ha servido para recuperar el curso de la historia, es decir, dar de nuevo vida a una naked recogiendo la experiencia acumulada en MotoGP. Aquí tenemos el resultado.
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Cómo es la Triumph Street Triple 765 R
Para aquellos que esperen la revelación de grandes secretos que desvelen la nueva singladura de la Triumph Street Triple 765 R, hay que decir que nada surge por generación espontánea. El claro ejemplo de ello es el desarrollo de esta naked sport-turismo de amplios vuelos, sí, pero de largo recorrido en su evolución hasta nuestros días, ya muy afinada.
Baste como ejemplo el hecho de que la versión R de la Street Triple 2022 apenas le separa 2 CV respecto a la versión 2023. Resulta muy efectista el hecho de anunciar una potencia “redonda” de 120 CV, pero he de decir que la anterior iba bastante «servida» en este aspecto.
Pero dejemos el pasado tal cual está y centrémonos en el presente. La nueva Triumph Street Triple 765 R ha trabajado no solo para aportar más potencia, sino para ser más eficaz sobre todo en ambientes, digamos, convencionales y habituales. Porque, ¿tú para qué usas tu moto?
Triumph te propone un rodar relajado cuando te mueves de camino al trabajo o a casa, vamos, durante los desplazamientos habituales, mientras que te arderá la sangre durante los mismos deseando que llegue el momento, tal vez el fin de semana, para salir a carretera y explorar sus virtudes.
Unas virtudes que se concentran en un motor “triple” de 120 CV y 80 Nm, cifras que nos llevan a usar la moto un poco para todo, tal y como nos lo propone la marca británica. Además, y para ello, dispone de 4 modos de motor (Rain, Road, Sport y Rider configurable) en busca del paquete perfecto.
Un “pack” en el que intervienen el nuevo ABS en curva mediante IMU que adapta la frenada en cada una de las curvas disponibles, además de un control de tracción que puede desconectarse y que monitoriza el deslizamiento de la goma trasera, junto a la entrega de par en función de la apertura de gas y el ángulo de inclinación.
La frenada, como después veremos, es otro de sus puntos fuertes. Encontramos mordiendo los discos delanteros un juego de pinzas monobloque Brembo M4.32, mientras que Showa se encarga de las suspensiones, con una horquilla invertida SFF-BP de regulación separada en muelle e hidráulicos por cada botella. El monoamortiguador también es regulable en los tres parámetros.
Destaca a su vez la adopción de un nuevo manillar que separa todavía más las manos respecto a la unidad precedente. El novedoso diseño del frontal, con cúpula añadida, y las ópticas de la zaga rematan un conjunto dinámico y atractivo, es decir, lo que esperas de una naked que tira hacia lo sport más que otra cosa.
Cómo va la Triumph Street Triple 765 R
Como se puede comprobar, no hay nada revolucionario respecto a la anterior Street Triple porque, simplemente, ya era una moto francamente extraordinaria en términos de eficacia, aunque el paso dado en prestaciones nunca estará de más en una moto que busca guerra…
Otra cuestión es que puedas dársela. Esta naked corre lo suyo, que es mucho, y por tanto necesitas espacio por delante para ver lo que ofrece y cómo lo pone al servicio del piloto. Hasta entonces, su comportamiento en recorridos urbanos resulta intachable en términos generales.
Claro, lo de “términos generales” viene, sobre todo, por la dulce e inmediata respuesta del motor, verdadero “santo y seña” de una moto al servicio del usuario. La posición podría ser más cómoda, con un manillar un pelo más alto y mayor distancia de los estribos respecto a nuestro trasero, pero ya no sería lo mismo…
Porque la Triumph Street Triple 765 R es una naked perfectamente utilizable en recorridos cortos y medios, pero claro, a costa de ciertos “peajes” que penalizan la ergonomía, a lo que le debes sumar unas suspensiones que resultan decididamente firmes. ¿Alguien a estas altura duda todavía de su deportividad?
Pues vamos a ello, porque es a lo que hemos venido. De acuerdo, entre calles se mueve con soltura y, para mi sorpresa, la dirección gira algo más de lo esperado, con lo que las maniobras a sus mandos son relativamente fáciles de realizar. El asiento es un poco alto, pero tranquilo o tranquila, porque existe otro opcional que la reduce de manera considerable.
Una vez tenemos la moto por la mano con el tacto de motor aprendido, así como el de frenos y suspensiones asumido, es tiempo de volar alto por aquellas carreteras de Dios, sobre todo esas en las que no hay tráfico y apenas vigilancia; necesitarás todo ello porque esto va en serio.
La Triumph Street Triple empuja muy bien desde abajo, y si decides apurar cada marcha, acabarás notando cómo se aligera la dirección. Solo faltaría para mi gusto un corte de encendido menos brusco y un avisador que fuera más contundente para que se viera “más y mejor” que el parpadeo de la barra de la escala del cuentavueltas.
Mientras el motor empuja muy abajo, en medios parece querer ralentizar la progresión, pero es apenas un espejismo: en realidad lo que hace es mostrar un comportamiento muy eléctrico, constante y decidido hasta el final en cada velocidad de las 6 disponibles.
El tacto del cambio es uno de esos puntos en los que el Sobresaliente está más que merecido como justa puntuación. El recorrido es tan corto como siempre, pero el tacto y funcionamiento del shifter es, simplemente, inmejorable; da igual en qué marcha o régimen circules, o si bajas a primera desde segunda… Le es indiferente. Su trabajo sigue siendo magnífico. Una pasada.
El sonido del nuevo escape te envenena la sangre. Mientras el motor sigue empujando, tienes que anticipar la mirada porque cada viraje llega con una rapidez sorprendente… Y es aquí donde el juego de cortar gas, dejarla entrar mientras dibujas la trazada, apuntar la salida y volver a abrir gas resulta adictivo, emocionante.
Esa es otra de las cualidades de esta moto, porque con solo cortar gas y mediante la retención del tricilíndrico, dibujar trazadas apenas requiere cierta claridad mental y espacio por delante. El resto lo hará ella sola, eso sí, con la inestimable ayuda de palanca de su manillar; otro cambio acertado, al menos en estas lides.
Las suspensiones, aquí sí, se muestran como deben, con firmeza y rapidez de absorción, nada mal para un peso del piloto que ronde entre los 75 y los 85 kilos, tal cual nos viene de serie. La frenada es otro de esos aspectos en los que no echas en falta nada, ni rodando despacio ni deprisa, con tacto directo y mordiente instantáneo… a demanda.
A sus mandos no existe el aburrimiento. Claro, el consumo se resiente y es una pena que en su estilizado depósito solo quepan 15 litros, porque abriendo y cerrando gas con ganas cambiando en la zona alta del cuentavueltas, te acercarás a los 7 litros cada 100 km. Es el precio de la diversión, eso sí, garantizada de pleno derecho.
Lo mejor
-Tacto y comportamiento general del motor
-Sensación de agilidad bajo cualquier circunstancia
Mejoraría
-Si montara el display TFT de la RS… sería más cara
-Un manillar más alto daría más “cuartelillo” para rodar tranquilo
Así vemos la Triumph Street Triple 765 R
En carretera: 5
En ciudad: 4
Pasajero: 3
Confort: 3
Equipamiento: 4
Autovía: 3
(puntuación de 1 a 5 puntos)
Tal vez me digas que existe una Triumph Street Triple 765 RS y que es más deportiva que la R de la que aquí estoy hablando. Tendrás que leer la prueba de mi compañero Nicolás Merino para hacerte una idea, pero oye, yo “solo hablo de mi libro” y la moto que me ha tocado disfrutar es la versión supuestamente más “light” de las Street Triple 2023.
¡Pues vaya con la “light”! Tendrá menos potencia y lo que tú quieras, pero tal y como se nos ofrece el “pack” de la nueva Triumph Street Triple 765 R, la verdad es que es más que suficiente como para servirte todos los días y quemar adrenalina en cuanto tengas oportunidad.
Por su manera de comportarse, llamará a las puertas de la felicidad cada vez que la arranques. En teoría el sonido es ahora nuevo, más puro, pero a mí me parece tan “de guerra” como aquella primera “siete seis cinco” que probé en Montmeló hace años en su presentación mundial a la prensa.
Aquella, como esta, demuestra que el concepto naked va más allá de un mero vehículo de dos ruedas para llevarnos y traernos cada día. Con su equipamiento y un motor que puede con todo, cada momento en el que te subas a sus mandos será para alegrarte el día y dar gracias a la vida por tener un hobby tan práctico… con genes de Moto2.