Prueba Triumph Tiger 900 GT Pro: la evolución de la especie
Triumph, con la Tiger 900 GT Pro, deja claras muestras de haber entendido a la perfección lo que el mercado demanda. La última revisión del escalón previo a las “tigresas” maxitrail ha sido un verdadero acierto, entre otros muchos detalles, por la diversificación desplegada en una variedad de opciones que se adaptan como un guante a las demandas del usuario.
He aquí las dos claves que marcan el devenir de una moto como la Triumph Tiger 900 GT Pro: evolución y diversificación. Con la primera, la firma británica consigue rizar el rizo de una moto preparada para casi todo lo que se te ocurra, con pocas carencias e infinidad de posibilidades; con la segunda, la adaptación al medio es prácticamente absoluta.
Y no solo estamos hablando de una adaptación al mercado en busca del cliente ideal para esta moto, sino también al terreno por donde rueda: es la magia de la polivalencia. Algo tan complicado de conseguir como laborioso para alcanzar el objetivo de manera satisfactoria. En cierto modo, Triumph lo cosecha con la Tiger 900 GT, con una versión Pro donde el dinero se refleja en un equipamiento a la altura de las circunstancias.
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Cómo es la Triumph Tiger 900 GT Pro
Cuando hablamos de “diversificación”, se dice pronto, ¿verdad? De hecho, y siendo honestos, lo que de verdad se necesita para conseguirlo es una base excelente sobre la que ir construyendo la moto ideal. Así, ni más ni menos, ha sido el “modus operandi” de Triumph para dar vida a la trail que aquí nos ocupa.
Solo tienes que echar un vistazo al catálogo de la marca para darte cuenta de lo bien que pueden llegar a hacerse las cosas con, imagino, presupuesto y tiempo por delante, además de un legado que no es baladí en Triumph, ya que el sector de las trail ha sido uno de los segmentos donde se ha derrochado imaginación, cariño y dedicación para dar vida con un marchamo especial, distinto… que también se dice rápido, aunque haya que darle la debida forma para llegar a ello.
Como digo, en el catálogo británico encontramos la saga 900 con dos pilares fundamentales: Triumph Tiger 900 GT y Triumph Tiger 900 Rally, donde la primera es más asfáltica y, digamos, convencional dentro de los parámetros más generales del mercado, mientras que la segunda se destina a pilotos donde la aventura extrema forma parte de sus planes habituales, que por l lo general y hasta el momento no son los más comunes.
Por tanto, nuestra Triumph Tiger 900 GT Pro se sitúa como la más refinada de la familia “novecientos” para el gran público, siendo la Triumph Tiger 900 Rally Pro la más radical “en lo suyo”, de modo que no te extrañe si me refiero a laTriumph Tiger 900 GT Pro como la moto que se sitúa en lo alto del escalafón de las Tiger 900, lo máximo a lo que puedes aspirar sin irte a las maxitrail “máster del universo”, en su caso representadas por las Triumph Tiger 1200 donde la diversificación de modelos, una vez más, acerca la moto al cliente de la mejor manera posible… con la máxima especialización.
La explicación de una moto como la Triumph Tiger 900 GT Pro nos llevaría una enorme cantidad de espacio y tiempo para pormenorizar. Sin embargo, tal vez sería más adecuado especificar qué aporta la versión GT Pro respecto a la GT que, dicho sea de paso, no va en bañador y chanclas precisamente.
Ambas versiones disponen de una enorme pantalla TFT de 7 pulgadas donde la información aparece de manera abundante, clara y nítida. Es fácil encontrar lo que buscas, pero la GT Pro aporta de serie un sistema propio de conectividad “My Triumph”, donde el navegador o la pantalla de tu teléfono tendrá su espejo sobre el display de la moto.
En la misma pantalla encontramos 5 modos de conducción (4 en la GT), control de presión de los neumáticos, ajuste electrónico del amortiguador trasero e indicación de la potencia seleccionada para calefactar el asiento individual de cada uno de los dos ocupantes. Al equipo LED original se le suma una pareja de antiniebla y, algo más mundano pero muy útil, encontramos un caballete central como equipamiento de serie, así como cambio automático para subir y bajar cada una de las 6 relaciones posibles.
El tricilíndrico de 888 cc y 95 CV a 8.750 rpm se ve asistido por control de tracción y tampoco falta ABS en curva, dos elementos clave para entender una moto equipada al máximo. No falta una horquilla con ajustes manuales de fácil acceso, control de crucero, cubremanos, puños calefactables, equipo completo de maletas modulares o una pantalla con la que solo necesitas una mano para ajustar su altura. Rápido y sencillo.
Cómo va la Triumph Tiger 900 GT Pro
De entre todo este reparto de exquisiteces, lo cierto es que se echa en falta una: si bien dispone de una llave que “reconoce” la moto y, sin la cual, es imposible arrancar, esta no es de proximidad. Para ello tendríamos que subirnos a la Triumph Tiger 1200… Pero no es esto lo que queremos, porque lo que buscamos con la 900 es precisamente esa virtud que, curiosamente, sí encontramos en la maxitrail pero que se eleva mucho más en la “novecientos”: máxima facilidad de conducción.
Y a buena fe que lo consigue. La Triumph Tiger 900 GT Pro es una trail “cuasimaxi”, por lo que debería imponernos su planta y peso… Pero no es así del todo. A primera vista te lo puede parecer, pero esto es como todo: dependerá de con quién o qué la quieras comparar. Lo cierto es que a mí me ha parecido desde el principio una moto muy equilibrada, ni especialmente grande ni “un juguete”, ni torpe ni superligera. He encontrado en ella un magnífico término medio que merece la pena alabar.
Otro detalle interesante lo encontramos en las dos alturas disponibles en su asiento. Solo tienes que desmontarlo, ajustar el herraje correspondiente y ya tienes mayor o menor distancia al suelo en el asiento del piloto. En cualquier caso, incluso llegando con ambas puntas de los pies al suelo, no es complicado mover la Triumph Tiger 900 GT Pro; se nota la rebaja de peso en relación a versiones anteriores que, la verdad, tampoco eran complicadas de manejar.
Pero todo recorte en este sentido siempre es bienvenido, y si queda patente moviendo la moto en parado, en marcha encontramos otro nivel más de superación conseguido. La suavidad del embrague junto con el tacto del cambio consigue elevar las cotas de conducción placentera a nuevos límites. Además, el shifter funciona realmente bien incluso por debajo de medio régimen, donde en realidad no debería mostrar la mejor de sus caras, pero lo hace.
Si bien puedes variar la suspensión de forma «fina» a través de la piña izquierda (con mandos retroiluminados) sobre la pantalla TFT, los ajustes predeterminados son más que suficientes si no eres un maniático del setting; porque además disponemos de precarga preconfigurada para rodar en solitario, a dúo, solo con maletas cargadas, con acompañante con maletas… En fin, el software es completo y no se ha dejado nada al azar. Mejor para nosotros.
Las sensaciones en marcha es que todo se encuentra donde debe, con información fácil de encontrar y una dulzura general de funcionamiento que te lleva a hacer kilómetros, si quieres, sin descanso. Apenas la pantalla ofrece rebufos a alta velocidad en la posición más elevada, o al menos es lo que me ha pasado con mi 1,80 metros de altura, y solo un puñado de vibraciones aparecen en ciertas partes del cuentavueltas que he atribuido a su personalidad. Nada preocupante.
El motor empuja desde muy abajo con la parsimonia que le caracteriza, y aunque se ha modificado el calado del cigüeñal, encontramos ese tacto y sonido “made by Triumph” que tantos buenos recuerdos me trae de los inicios de su “rentrée” en el mercado. Unos medios musculosos y una zona alta caliente de verdad rematan el carácter de un motor que difícilmente te defraudará, porque potencia y par hay y su manejo es francamente sencillo, agradable o salvaje… Tú decides.
Incluso los frenos son fáciles de modular y no te preocupes si necesitas mordiente inmediato, porque lo encontrarás en el precioso equipo de pinzas Stylema desarrollado por Brembo. El largo recorrido de las suspensiones Marzocchi aguanta lo que le eches, incluso en conducción al ataque, demostrando que con recorrido extenso también se puede leer el firme y mantener la moto bajo control, aunque a velocidades elevadas aparezca una leve sensación de flotabilidad que no va más allá de eso.
Lo dicho: no es fácil llegar a todo tipo de público con la satisfacción del trabajo bien hecho al ciento por ciento, pero lo cierto es que Triumph, con la Tiger 900 GT Pro, consigue una elevadísima nota que le sitúa como esa opción de moto para diario y escapada que tan de moda está hoy día, llámala trail, sport-turismo, SUV… A veces, sobran las palabras.
LO MEJOR
-Versatilidad sobre cualquier terreno
-Equilibrio y equipamiento
MEJORARÍA CON
-Llave electrónica
-Radar para ángulos muertos
ASÍ VEMOS LA TRIUMPH TIGER 900 GT PRO
En carretera: 5
En ciudad: 4
Pasajero: 5
Confort: 4
Equipamiento: 5
Autovía: 5
(puntuación de 1 a 5 puntos)
Con 20 litros en su depósito de combustible, el conjunto de maletas cargado en casa y buena compañía, apenas necesitas tener la tarjeta de crédito operativa para hacer kilómetros y vivir la moto en su plena esencia. La Triumph Tiger 900 GT Pro ha sido desarrollada para eso, pero también para moverte a diario solo con el top case, o sin nada, simplemente en busca de la mejor forma para llegar a tiempo al trabajo o a cualquier cita, desplazándote con una moto de tacto agradable y nada intimidatoria.
Además de ser cómoda, no resulta especialmente aparatosa, lo que unido a un tacto general delicioso la convierte en la amiga perfecta para ir y venir, sea donde sea. Las suspensiones son tan firmes o suaves como tú decidas y los frenos se muestran tan contundentes como requiera cada situación. Tampoco te preocupes si eres un loco de la conectividad, porque lo tienes a tu alcance en su pantalla TFT. Sí, hay que arrimar o financiar algo más de 16.000 euros, pero cuando lo quieres lo máximo nos piden pagarlo.
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