La Royal Enfield Guerrilla 450 nace como roadster divertida, gamberra y diferente
La idea de la Royal Enfield Guerrilla 450, al igual que la Scram anterior, ha sido desnudar y aligerar su trail Himalayan para hacer una moto más asfáltica, con la vista puesta en los que ruedan por ciudad. Con una moto así se puede hacer de forma cómoda, divertida y, si tienes suficientes CV, -como es el caso de la Royal Enfield Guerrilla 450-, hasta un poco gamberra.
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Es original y diferente, pero tampoco te creas que es la primera en su filosofía. La Honda Dominator 650, una de las trail de los 90 más míticas y recordadas, tuvo sus «derivadas» en esta línea. Así se lanzó la Honda SLR 650, que era algo parecido a lo que Royal Enfield ha hecho en este caso, partiendo en aquel caso de una Dominator. No tuvo ningún éxito. Luego vino una FMX, otra derivada, en este caso más supermotard, que tampoco fue muy popular, aunque sí más que la SLR 650.
Royal Enfield, sin embargo, lo ha intentado ya dos veces, como decíamos. Lo hizo con la Himalayan 411, convirtiéndola en la atractiva y colorida Scram 411 y lo repite ahora con quizá la más divertida de todas estas evoluciones, haciendo que la nueva Himalayan 450 se convierta en la Royal Enfield Guerrilla 450.
Hasta el nombre evoca cierto estilo gamberro y agresivo, que, además, se acentúa con una decoración atrevida, colorida y llamativa. Desde luego, son perseverantes. Pero quizá esta vez sea la del acierto pleno.
Lo digo porque es una moto que merece la pena conocer y probar. Ofrece muchas ventajas y muchos motivos para ser interesante. Para empezar, es una moto llamativa, con un estilo único. Es divertida de llevar, tanto en la carretera como en la ciudad, e incluso monta cubiertas mixtas que permitirán rodar, también, fuera del asfalto.
Es algo más barata que una Himalayan -que, de por sí, es bastante económica-. Y mejora en algo básico a su predecesora, la Scram 411: aquella iba muy justa de potencia y prestaciones. Esta casi duplica a la anterior.
CÓMO ES LA ROYAL ENFIELD GUERRILLA 450
Es evidente que la moto es una derivada de la Himalayan. Sería absurdo negarlo. Pero también es cierto que es algo más que una Himalayan sin herrajes. Los cambios sobre esta moto son de suficiente calado como para que se aprecie muy distinta y no sólo en su estética, sino también en cómo se siente.
Se parte del mismo chasis en tubo de acero en forma de doble cuna, muy clásico, resistente y estable. Se ha trabajado adaptando las geométricas al nuevo uso: las nuevas medidas de neumáticos y suspensiones diferentes implican esas modificaciones.
La horquilla cambia totalmente. En la Himalayan es una invertida de 43 mm, con 200 mm de recorrido. En la Royal Enfield Guerrilla 450 se monta una estándar, firmada por Showa, de esos mismos 43 mm de diámetro pero con sólo 150 mm de recorrido.
Por supuesto la suspensión trasera se ha adaptado y tiene un recorrido de 145 mm en esta versión, con el mismo sistema de bieletas que asegura progresividad variable. En los frenos, dos discos, como en la trail, pero en este caso el delantero es 10 mm más pequeño, quedando en 310 mm.
En cuanto a las llantas, de aleación de 17″ delante y detrás en la Royal Enfield Guerrilla 450, son la mayor evidencia que marca diferencias entre ellas, dada la combinación de radios de 21″ y 17″ de la Himalayan.
En el motor sí que apenas hay cambios más allá de los ajustes necesarios para este nuevo uso. Es el nuevo monocilíndrico de la marca que han bautizado como Sherpa 450, dotado de carrera corta, cuatro válvulas, dos árboles de levas, refrigeración líquida y seis marchas a través de un útil embrague antirrebote.
Es un motor completamente moderno y que no mantiene prácticamente nada de esos motores clásicos de la marca. Entrega 40 CV a 8.000 rpm y 40 Nm a 5.500 rpm.
Con estos cambios, la moto ha cambiado de carácter completamente. Ahora es mucho más ligera, corta y ágil en la carretera, todo ello gracias a una distancia entre ejes de 1.440 mm (1.510 mm en la Himalayan), 780 mm de altura de asiento (desde 805 mm a 845 mm en la trail, con dos posiciones de dos asientos a elegir) y, sobre todo, 12 kg menos (de 196 kg en orden de marcha de la Himalayan a 184 kg de esta).
En cuanto al equipamiento, sigue siendo una moto bien pensada. No hay lujos superfluos, pero sí lo suficiente para hacerla cómoda y una moto del siglo XXI. Añade intermitentes integrados, con luz trasera y faro de LED, dos modos de conducción y, sobre todo, una pantalla TFT redonda que integra conectividad y navegación.
Además, esta moto tiene la particularidad de darte a elegir: puedes llevar el cuadro en una sola esfera TFT, con toda la información, o, si quieres, dos esferas, con el navegador en una más pequeña al lado de la otra. Es una opción sin coste.
CÓMO VA LA ROYAL ENFIELD GUERRILLA 450
Es cierto que monta ruedas mixtas y cierto estilo entre off road y urbano, como una «scrambler» actualizada. No quiere parecer una moto clásica como otras Royal Enfield.
De hecho, sus acabados y colores no pueden ser más agresivos y llamativos. Es parte de su gracia. Pero esos ramalazos de estilo fuera de carretera o esos neumáticos no implican que sea una moto para uso “off-road”. Para eso está la Himalayan.
La Royal Enfield Guerrilla 450, con llantas de 17″, otra posición de conducción, un manillar diferente y más estrecho, puede salir a un camino y, al menos, mantener un cierta dignidad en cuanto a que traccione y se sujete un mínimo (lo hace; comprobado), pero no es lo suyo. Esta es una moto que se disfruta de verdad en una carretera muy revirada e incluso en la ciudad.
Se nota más compacta que la Himalayan en cuanto la ves. Además, es una moto de un tamaño bastante contenido para ser una 450. Te subes y la posición de conducción es agradable, algo más agresiva de piernas, que van algo retrasadas, con las manos altas y a buena distancia entre ellas. Se nota que vas más «metido» en ella que con la Himalayan, donde te sientas más arriba.
Pero la propia posición pide «guerra» -haciendo honor a su nombre- en cuanto haya curvas, en plan supermotard. Levantarla de la pata lateral cuesta más de lo que nos gustaría. Al igual que ocurre con la Himalayan, la pata de cabra deja la moto muy tumbada y hay que tirar del manillar con ganas para levantarla. Una vez hecho, se siente maniobrable e incluso ligera: se llega muy bien al suelo, en una moto no muy alta y bastante estrecha.
El propulsor Sherpa 450 sigue siendo tan agradable en marcha como lo era en su primer uso, en la Himalayan. Ronronea a ralentí, sin vibraciones, y responde rápido al gas. El embrague y todos los mandos son suaves y se maneja a baja velocidad con total dulzura.
Incorpora dos modos de conducción, que modifican la respuesta al gas, de nombre «Eco» y «Rendimiento». Se cambian desde la piña derecha y varían bastante la forma en que la moto se comporta. De los dos, me quedo con la «Eco», porque el otro modo es bastante brusco, algo que se nota especialmente cuando cambias de primera a segunda, con un tirón algo violento que sólo resulta divertido cuando buscas salir como un disparo desde parado. En uso normal es incómodo.
En una carretera de curvas es donde la Guerrilla te dará lo mejor de sí. Frena bien y cambia de dirección muy deprisa. Los neumáticos mixtos, de marca CEAT, en seco se comportan y se sujetan bien, pero me quedo con las ganas de probarla con unos buenos neumáticos 100% asfálticos y de corte algo deportivo. Este cambio debe convertir la Royal Enfield Guerrilla 450 en una interesante supermotard, diferente y divertida.
En la autovía o en vías rápidas anda la suficiente para mantener una velocidad de crucero adecuada y hacer salidas, e incluso viajes de medio rango. No hay protección aerodinámica, como puedes ver, y en esta moto se nota bastante. Hay modelos naked en los que el faro, el cuadro o algún elemento más te quitan algo de aire. No en la Guerrilla.
Y en la ciudad, sin duda, estás ante una de las motos medias más divertidas del momento. Es ágil, precisa, ligera y gira bien. Se mete casi por cualquier lado y si no hay tráfico denso, devora las esquinas con la facilidad que da tumbarla con confianza, abrir gas o frenar sin preocuparte demasiado por lo que hace el tren trasero. Como te digo, se deja llevar como una supermotard con buen control.
Lo mejor:
– Divertida de llevar en el día a día
– Estética llamativa y personal
– Agilidad y buenas prestaciones para una 450
Mejoraría con:
– Respuesta al gas modo «Rendimiento»
– Pata lateral deja la moto muy tumbada
– Protección aerodinámica nula
ASÍ VEMOS LA ROYAL ENFIELD GUERRILLA 450:
En carretera: 4
En ciudad: 5
Pasajero: 4
Confort: 4
Equipamiento: 3
Autovía: 3
(Puntuación entre 1 y 5)
La Royal Enfield Guerrilla 450 es una opción interesante, con una doble ventaja, si buscas una moto A2 de corte ciudadana y ligera. Es un modelo muy divertido de llevar, ligero, de respuesta viva y ágil en todos los sentidos, capaz de salir a a cualquier carretera o autovía con solvencia en cuanto a sus prestaciones y con la cualidad de sacarte una sonrisa en una carretera revirada, esté como esté el asfalto. Deriva de una trail eficaz y se le nota.
Pero, además, es una moto con una estética diferente, muy lograda, atractiva y llamativa, que no deja indiferente, que sabe aprovecharse de sus colores para resultar aún más especial.
Resulta una moto polivalente, con un equipamiento suficiente, y más considerando su precio, poco por encima de los 5.000 € (de 5.247 € a 5.457 €, según color), cómoda en general y muy utilizable tanto en el día a día como en salidas de ocio.
FOTOS: MIGUEL MÉNDEZ