Prueba Brixton Crossfire 500: Misión cumplida

Brixton Crossfire 500
Daniel Navarro
Daniel Navarro

Buscas una moto 100% asfalto para el carné A2 y le pides que apure el límite legal de potencia. También que tenga más de un cilindro y no supere los 500 cc, que no sea cara y que de equipamiento sea, al menos, razonablemente generosa. A ser posible, además, que estéticamente sea diferente, con un toque Vintage. Pocas motos cumplen todo ello como la Brixton Crossfire 500.


En otras palabras, estas deseando una moto retro de dos cilindros, 47 CV y estética llamativa. Te quedan dos motos en el catálogo: la Benelli Leoncino o esta Brixton Crossfire 500, porque cualquier otra que busques se sale de esos parámetros por un lado o por otro. Es posible que no seas tan exigente y te da igual que tenga uno o dos cilindros; te es indiferente la estética retro y te valdría lo mismo una naked sport o una trail asfáltica. En cualquier caso, la Brixton se convierte, cuando la ves y la pruebas, en una opción muy interesante para cualquiera que busque, simplemente, una moto para el carné A2. La razón es que cumple con lo que pedíamos: anda bien, es bonita, tiene buen equipamiento y en cuanto a acabados, calidades e incluso en su forma de andar, sorprende gratamente, aún siendo la primera incursión en el terreno de las motos medias de una de las marcas más jóvenes del panorama motociclista europeo.

Brixton es una de las marcas del Grupo KSR. Es un conglomerado austríaco de distribución general, que hace ya muchos años se dedica, entre otras cosas, a las motos. En su país de origen son importadores de varias marcas y concesionarios de otras tantas. Hace tiempo decidieron ampliar sus operaciones encargando la fabricación de sus propios modelos bajo marca KSR. A esa experiencia le siguió, hace unos 6 años, la de Brixton, una firma creada para diseñar y comercializar motos estilo retro.


Comenzaron, como muchos otros, con una de esas series de 125 cc que puedes dibujar en sus formas exteriores y encargar la fabricación a China, de forma que puedes controlar imagen y calidad de la marca, pero subcontratando la parte técnica. Es la forma de competir en precio hoy día. En poco tiempo abordaron el segmento de las 250, con motos igualmente originales y atractivas. Y entonces (hará por lo menos tres años) se vieron los primeros bocetos y diseños de la que sería su primera moto media. Sin contar salones internacionales, yo creo que esta 500 la había visto, en distintos grados de desarrollo, por lo menos tres veces, en diferentes eventos de la marca. Ahora ya la hemos probado.

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KSR está haciendo un gran trabajo. A esas dos marcas que hemos citado súmale Lambretta y Malagutti, las otras dos que ahora les pertenecen. Cada una tiene su camino, pero el grupo montó hace ya un par de años un departamento propio de diseño en su sede central, en Austria. Desde allí nacen las nuevas motos de las cuatro marcas y una de las primeras que han salido de allí ha sido esta. Como curiosidad, y diferenciándose de otras firmas que operan de forma similar, en la chapa de homologación del fabricante, donde generalmente ves los datos reales de la fábrica en China donde se ha fabricado un modelo, en esta Crossfire figura «KSR Solutions Gmbh». Es decir, es austríaca, por derecho propio, de nacimiento.

CÓMO ES LA BRIXTON CROSSFIRE 500

Estamos ante una moto original en su estética, sin duda, que a mi me recuerda en algunos elementos a las Husqvarna Vitpilen y Svartpilen, esas otras retro-futuristas de origen cercano, puesto que fueron diseñadas dentro del grupo KTM, otros austríacos. Aún así, es suficientemente original para que ese parecido no se nos ocurra a muchos. De hecho, a mí me vino a la cabeza después de probarla y no porque se parezca en su forma de andar, sino por la de su asiento. Luego te lo cuento.

Esa línea recta que transcurre desde la pipa de dirección por encima del depósito y sobre el asiento, terminando en un colín tan mínimo que apenas existe, con un porta matriculas a media altura de la rueda trasera cogido por el lado izquierdo de la moto al eje de rueda, esas llantas de radios, el minimalismo en el faro y tablero de mandos, denotan esa pertenencia a la, llamémosla, «escuela austríaca». Porque ahí acaba el parecido. El chasis de esta no es un multitubular, sino una estructura en acero con refuerzos en el anclaje del basculante. Detrás emplean una suspensión monoamortiguador sobre bieletas, que aseguran progresividad, y con reglaje en precarga y rebote. Delante descubrimos una bonita horquilla invertida regulable en compresión. Los dos elementos de la suspensión son KYB, inaugurando así una lista de proveedores notable: neumáticos Pirelli, frenos J.Juan (con pinza delantera radial sobre un disco de 320 mm) y ABS Bosch. Está claro el interés de Brixton para que la moto tenga un equipamiento de nivel elevado.

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El motor también es un punto original, un bicilíndrico con culata de ocho válvulas movidas por dos árboles de levas. Por fuera, en su estructura, se parece al de la Honda CB 500, pero es un motor nuevo (no es, tampoco ni el Benelli ni el Loncin que emplean Voge o Macbor), pero se siente igual de bien que cualquiera de estos. Siguiendo con lo de las «escuelas de diseño», se ve que Honda acertó de pleno y muchos fabricantes siguen su estela en cuanto la arquitectura a emplear cuando se perfila un motor para una moto del carné A2 bicilindrica de 500 cc. Al final, el motor consigue los 35 kW legales a 8.500 rpm (entre 47,6 CV), con un par de 43 Nm a 6.750 rpm, cifras similares a las de la competencia.

Dispone de un cuadro minimalista, digital, sobre un faro con tecnología LED y formas luminosas muy atractivas. En él lees toda la información necesaria. Es pequeño, pero completo, con indicación de marcha engranada, temperatura motor, nivel de combustible, hora y velocidad más revoluciones. Los intermitentes son muy pequeños, casi invisibles, más propios de una preparación especial que de una moto de serie. Y el piloto trasero queda bien escondido, bajo el borde del asiento. Un tapón de gasolina especialmente bien dibujado, pero sin bisagras, o un asiento muy atractivo, pero algo duro, son puntos donde se podrá mejorar en un futuro. No obstante, son nimiedades comparadas con todo lo bueno que aporta la Brixton Crossfire 500.

CÓMO VA LA BRIXTON CROSSFIRE 500

La Brixton Crossfire 500 es una de esas motos que ya teníamos ganas de probar. Está claro que no hace falta más que enseñarte una moto durante años sin que llegues a verla y probarla en marcha para que te entre más curiosidad. Pero en este caso estaba más que justificado. Cuando Brixton comenzó su andadura en 2016 tenían claro que no se iban a contentar solo con las 125. Cuando empezaron el proyecto de 500 cc era como para enseñarlo: «vamos en serio» debían querer decir. Pero para ello hay que trabajar mucho en la etapa de prototipos. Dicen que este motor, montado en un conjunto ya casi prácticamente definitivo, en los últimos meses de su desarrollo final hizo más de 40.000 kilómetros de prueba, afinando los últimos detalles. Bien hecho, porque el resultado es muy bueno.

La moto no es alta de asiento. Declara algo menos de 800 mm de altura, lo cual es muy accesible. Pero es ancho y, además, algo duro. Con mi 1,65 m llego justo al suelo por esa forma que teiene. Es en eso en lo que se parece más a las Husqvarna que te decía. De hecho, independientemente de los problemas para llegar al suelo, cuando has pasado un rato largo sobre él ya lo notas claramente. Un poco más de mullido no le vendía mal, si quieres viajar o hacer salidas de varias horas.

Pero la posición de conducción es muy buena y natural. Resulta cómoda, con los mandos bien distribuidos y con buen tacto. Los pies van algo hacia atrás, pero poco, y las manos en una posición natural, con buena palanca de manillar, lo que da sensación de control. Los neumáticos Pirelli y un acertado tarado de suspensiones también ayudan. Arrancas y emite el sonido que esperas del motor, ronco con notas sport de estos bicilíndricos actuales. Sube bien de vueltas. Metes primera (maneta de embrague regulable en distancia) y sales. El cambio es suave y preciso. El motor no vibra en exceso y se hace agradable. El salto entre marchas parece perfecto en una moto cuya vocación es la de circular todos los días por la ciudad, dejándote salir a las curvas los fines de semana. Y llevarla tranquilamente por las calles de la ciudad se convierte en una agradable experiencia. No es dura de suspensiones, pero tampoco blanda, y los frenos trabajan bien, con un delantero con un tacto más «touring» que «sport». No muerde a lo bestia el disco cuando lo tocas sino que lo acaricia, acompañando al trasero, hasta que aprietas con ganas. Entonces sí se agarra bien y detienes rápidamente los 180 kilos en seco de Crossfire.

En la carretera me ha gustado, pero te voy a ser sincero: este mes de enero de 2021, en la zona centro, no ha sido el mejor momento para probar motos. Entre nieve, agua y frío, me he quedado con ganas de más. De más carretera, de más curvas, porque en los sitios por donde he podido rodar con ella las sensaciones han sido fantásticas, pero me ha faltado más carretera de montaña en las que habitualmente hacemos las pruebas. El resultado es buen agarre, buenos frenos, buenas suspensiones y un motor que acelera y recupera muy bien, en una moto con un chasis agradable, que da buen control. En autovías y autopistas se erige como una moto muy aceptable. Es cómoda y tiene mucho aplomo en curvas rápidas. Pero fíjate en su línea: no hay con que taparse del viento y a velocidades por encima de lo legal el viento se hace muy presente. Ahora bien, agachado sobre ella, que se puede hacer cómodamente, se deja llevar bastante bien la falta de una pequeña cúpula, un componente que le vendría muy bien.

LO MEJOR

-Estética

-Comportamiento general

-Relación calidad/precio

MEJORARÍA CON

-Asiento algo duro

-Tapón del depósito sin bisagra

-Protección aerodinámica nula

ASÍ VEMOS LA BRIXTON CROSSFIRE 500

En carretera: 4

En ciudad: 4

Pasajero: 2

Confort: 3

Equipamiento: 4

Autovía: 3

(Puntuación de 1 a 5)

La Brixton Crossfire 500 es una moto acertada. Va muy bien y resulta cómoda en el día a día, permitiéndote divertirte en las curvas con un comportamiento sano y noble. Todo ello a un precio por debajo de la barrera de los 6.000 €, con una estética original y diferente, atractiva y aparente, de moto grande. En la ciudad es una moto útil, con una posición de conducción muy natural. En carretera el motor anda bien, con buen escalonamiento del cambio que consigue transmitir sensación sport, con buenas recuperaciones y aceleraciones. En la autovía tienes que agacharte o buscarte una pequeña cúpula que le siente bien, pero una vez hecho eso, es también estable y suficientemente rápida, esto última penalizado por su ausencia de protección aerodinámica. Con un equipamiento acertado, prescinde de lujos, pero acierta en el precio, por lo que la Brixton Crossfire 500 llega para buscar su hueco en un segmento tan interesante como es el de las motos para el carné A2 de dos cilindros.

Fotos: Miguel Méndez

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