Prueba Harley-Davidson Sportster 883 Iron

Prueba Harley Davidson 883 Iron
Ramón López
La Harley-Davidson Sportster 883 Iron evoluciona en 2016 con novedades estéticas y técnicas que solo descubrirás a sus mandos. Y se hacen evidentes desde el primer centímetro recorrido.


Ahora que todas las marcas se suben al carro de la corriente Vintage, es cuando cobran más valor las que nunca se han bajado de él. El caso de Harley-Davidson es emblemático, porque se trata de la firma que hoy día más vive de su gloriosa trayectoria histórica. Imagen y tecnología están férreamente ancladas en una tradición que se extiende ya durante más de 100 años, lo que ha labrado un base cultural que la convierte en todo un fenómeno social, sin discusión, el más arraigado del sector de las dos ruedas.

De ahí que cuando te subes a cualquiera de sus modelos, experimentas un auténtico acto de fe y sucumbes a una dimensión espacio-temporal única. Sin ser consciente, de inmediato tu imagen se transforma en la de un auténtico «hogger» y el transcurso de cada kilómetro cae con el encanto de un reloj de arena en lugar de la fría cadencia de un cronómetro.

Harley-Davidson Sportster 883 Iron: sensaciones atemporales

Dispuesto a tal transformación, elijo mi casco jet con decoración Hard Candy como el de mi flamante Harley-Davidson Sportster 883 Iron (Sportster para los amigos), mis gafas de sol y mi pañuelo junto con mi cazadora de cuero MQP y pantalones vaqueros de moto PMJ para volver a sentir cómo un moto te puede provocar sensaciones atemporales que, por mucho que las pruebas, siempre parecen «la primera vez».

La mañana es fría, pero la Harley-Davidson Sportster 883 Iron se pone en marcha en cuanto pulsas el botón de arranque. Por cierto, la llave de proximidad es de serie, un detalle Premium para una de las H-D más económicas. Sin embargo, el depósito carece de cerradura, lo que te puede suponer un disgusto… El ralentí sube a 1.600 rpm con el sonido incomparable de los productos de Milwaukee. Una vez caliente ya se reduce a 990 rpm, con un ritmo que parece anunciar a los cuatro vientos que sí, que vas en un Harley-Davidson pura para envidia de todos los que te rodean.

Nada más salir del garaje observas que los mandos funcionan con una suavidad extrema y el empuje del V-Twin Evolution, derivado del original de 1989, te sigue dibujando una sonrisa con cada listonada. Las terminaciones (piñas, cableado, depósito de líquido de frenos…) quedan a años luz de la más económica Harley-Davidson Street 750 en cuanto a superior calidad. Aquí hay mucha imagen del pasado, pero su constante evolución nos trae una moto totalmente puesta al día. Como punto a mejorar, detalles como las manetas no regulables en distancia al puño.

El faro incluye en su parte frontal el logotipo de la marca para expresar su personalidad especial, un trabajo de detalle que se extiende a multitud de rincones como el diseño de las llantas o la posición de la instrumentación sobre una tija de sobresaliente aspecto, no sobre el faro (éste con visera), todo lo cual dibuja un conjunto de gran valor estético.

En marcha con la Harley-Davidson Sportster 883 Iron

En cualquier marcha, no hace falta tocar el embrague a partir de solo 1.300 rpm, aunque la Sportster respira mucho mejor desde las 1.800 rpm. En su pequeña pantalla digital dispones de la opción de visualizar el tacómetro junto con la marcha engranada, una información muy útil. También puedes elegir entre totalizador, dos parciales y reloj horario. No me agradan en absoluto los mandos de intermitentes, uno para cada lado en un esquema ya anacrónico. Por otro lado, la solución de integrar luz de posición, de freno e intermitentes en cada óptica trasera es espectacular.

En la detención del primer semáforo culminas las iniciales positivas sensaciones en marcha con la confirmación de tu pose custom: Manos arriba, aunque no en exceso, de la mano de un nuevo manillar tipo Dragbar, estriberas adelantadas sin extremismos, espalda erguida, nuevo asiento monoplaza de cuero… Eso es, estás hecho todo un «bobber», da igual que vayas por las carreteras de Wisconsin o por las rectas de La Mancha.

En caliente, el punto muerto es difícil de encontrar. No obstante, el cambio (de cinco relaciones) te permite ir insertando marchas sin tocar la maneta del embrague. Los retrovisores no dejan ver lo que ocurre a tus espaldas, así que tendrás que ir moviendo constantemente tu cabeza utilizando tu visión periférica. Eso sí, si vas en camiseta de tirante, te ves perfectamente los brazos si eres un hedonista.

Esta postura de «bad boy» se conjuga con unas vibraciones notables que echarías de menos si no existieran, por lo que nada que objetar. Es más, cuando sales de la urbe y superas las 3.500 rpm, desaparecen sin dejar rastro. Y así hasta las 4.500 rpm para ir al ritmo que te pide la Sportster 883, porque por encima ya está en fuera de juego. Ni tú lo pides ni ella te lo da. El azote del viento se multiplica y, aunque el amplio asiento permite adoptar una postura un ápice más aerodinámica, no invita a insistir a partir de 140 km/h.

Novedades sutiles en la Harley-Davidson Sportster 883 Iron

Es aquí, fuera de la ciudad, cuando descubres la bondad de las novedades 2016 que introduce la nueva Harley-Davidson Sportster 883 Iron. La principal es la horquilla de nueva factura, ofreciendo una suspensión más que agradable en comparación con modelos anteriores. La puesta a punto de los amortiguadores traseros (regulables en precarga) también suma para completar un confort de marcha inédito para los estándares de la marca norteamericana. Porque uno se vuelve un poco más rebelde a sus mandos (rodeado de tanto componente negro -motor, escapes, suspensiones, llantas, retrovisores…- y la terminación Hard Candy Gold Flake de la unidad que ves en las fotos digna de preparación especial), pero se agradece para «rebeldes sin causa» como yo.

El propulsor no se siente mucho más potente que el de su hermana Harley-Davidson Street 750, por cierto, lo mejor de este modelo de iniciación al universo «yankee». Los frenos resultan dosificables en ciudad y potentes en carretera, aunque siempre debes tener presente apoyarte con constancia en el trasero para obtener lo mejor de ellos. No obstante, personalmente preferiría una segunda unidad delante para sus nada despreciables 256 kg en marcha. El ABS está reglado de forma adecuada y nos identifica la Sportster 883 más preocupada por la seguridad.

Pilotando como un esquiador

A pesar de unas geometrías obviamente custom y su combinación de llanta frontal de 19″ y trasera de 16″, se maneja con mucha soltura tanto a ritmo urbano como en carretera de curvas, resultando también estable en autovía. El depósito minimalista es como si no estuviese y solo el contacto de tu pierna derecha con el filtro del aire te obliga a estar pendiente de tu posición sobre la moto en cada trazada.

Los neumáticos Michelin Scorcher benefician elevados ángulos de inclinación, tanto que los avisadores de las estriberas tocan con facilidad el asfalto. En ocasiones, cuando necesitas más inclinación, te obliga a levantar el pie de ese lado recordándome a los esquiadores cuando flanquean una puerta durante un slalom. En este sentido es mucho menos crítica que muchas de sus hermanas de gran cilindrada.

Es momento de dejar aparcada la Harley-Davidson de regreso a casa. El caballete queda demasiado escondido, pero una vez instalada queda bien plantada. El halo de misticismo que rodea la Harley-Davidson Sportster 883 Iron te sigue envolviendo cuando ya estás a muchos metros de distancia de ella. Esas llamas en el depósito, los destellos de su decoración… y el eco de sus escapes te perseguirá allá donde vayas. Te lo garantizo.

 

Harley-Davidson Sportster 883 Iron

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