Dennis Noyes: «Sé que Kenny quiere volver a pilotar, y yo le apoyaré en lo que haga falta»

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Dennis Noyes: «Sé que Kenny quiere volver a pilotar, y yo le apoyaré en lo que haga falta»
Fórmula Moto
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El padre de Kenny Noyes nos explica en esta entrevista como han vivido este año tras el grave accidente que sufrió el piloto estadounidense en el circuito de Motorland Aragón.


La vida de Dennis Noyes se compone de historias. Algunas las vive, y otras las cuenta, pero todas huelen a gasolina. En esta ocasión, al periodista americano le ha tocado ser protagonista de una de esas noticias que cualquier aficionado a las motos odia. El 5 de julio se cumplió un año del accidente que Kenny Noyes, sufrió en Motorland Aragón, y su familia ha contado por primera vez todo el proceso de recuperación.

Algunas de esas historias que huelen a gasolina, Dennis las ha vivido junto a su hijo, y otras no, pero no hay duda: las más importantes tienen que ver con él. La trayectoria de Kenny arrancó en un octavo de milla que construyó él mismo en Miraflores de la Sierra. Recuerda perfectamente la primera moto de su hijo, una Merlin de trial, pero no sabe cuál será la próxima, porque lo tiene claro: Kenny quiere volver a pilotar. Y contará con su apoyo por el mismo motivo que en su día le dejó competir: “No habría sido feliz”.

Pregunta: ¿Qué tiene este deporte que Kenny tiene un accidente y, cuando su recuperación está avanzada, piensa a menudo en subirse a una moto?

Dennis Noyes: Desde que era niño, Kenny tenía claro que quería correr en moto. Ha hecho otros deportes, como béisbol y baloncesto, y también fue un par de años a la universidad, pero nunca ha tenido otra motivación que no fuera ser piloto de motos. La moto la lleva dentro, tal vez por el hecho de haber crecido en una familia que siempre tenía motos disponibles.

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A los cuatro años recibió una Merlin de trial como regalo, y más tarde una Kawasaki de motocross. En aquella época no existían programas de formación para niños que quisieran ser piloto, o al menos no los había en Miraflores de la Sierra. Entonces, fui a la cañada de ese pueblo, un terreno que en teoría era del Estado, y le construí a mano un octavo de milla. Ahí entrenaba él, salvo en algunas ocasiones, en las que tenía problemas con las vacas, que en una ocasión fueron a dormir a la curva dos del circuito. Él entrenaba, pero no llegó a competir en moto hasta que aterrizó en Estados Unidos. La primera carrera que hizo fue totalmente ilegal, dentro de un almacén donde la gente apostaba y, mientras ellos descansaban, dejaban que los niños hicieran una carrera.

P: ¿Hasta qué punto un padre tiene presentes los riesgos de este deporte?

DN: Ahora más. Yo nunca empujaba a Kenny para que fuera piloto de motos, porque yo pensaba: ‘He visto muchos niños que corren porque los padres quieren que lo haga, y les ponen todo fácil’. Si Kenny quería correr, tenía que mantener su propia moto, limpiarla…

He perdido amigos y tengo a otros en silla de ruedas, como Wayne Rainey, pero me había quedado claro que la ilusión de Kenny era correr en moto. No iba a hacer otra cosa. No habría sido feliz.

P: ¿El hecho de que la familia de Kenny formara parte del mundillo fue importante para su recuperación? ¿Por qué?

DN: Lo que nos dijo la Dra. Luque en Zaragoza es que, muchas veces, los padres llegan y, tras ver el panorama, dan un paso atrás y dejan todo en manos del médico y de Dios. Ellos hacen su parte, pero la familia tiene un papel muy importante, rodeando a una persona que en esos momentos está sola. Una voz amiga, una voz querida le cuenta cosas, aunque no vea nada.

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Gracias a Dios, estamos saliendo de esto, y el consejo que yo le daría a una familia que esté pasando por lo que nosotros hemos pasado, es que no acepten nunca la situación. Que no se resignen. Hay que mantener la presencia, tocar a la persona, hablar con ella y estimularle. Que sepa que no esté solo, para recordarle quién es y hacerle saber que su mundo está ahí, esperándole.

P: ¿Algún piloto te envió consejos para que se los transmitieras a Kenny?

DN: Wayne Rainey llamó pocas horas después del accidente. Ángel Nieto también, porque él ha pasado por esto con otros amigos y pilotos. Ambos me animaban a hacer lo que hemos hecho, a no perder la fe y el optimismo. Esto no tiene un calendario, hay un reloj en marcha pero no hay un tiempo límite.

P: ¿Cómo fueron los primeros mensajes de ánimo tras el accidente?

DN: Poco después del accidente tuve que viajar a Indianapolis, y todo el paddock nos dio ánimos. Desde los pilotos punteros de MotoGP hasta los wild-cards de Moto3. Y también los responsables de organizar el campeonato, por supuesto. Carmelo Ezpeleta me llamaba a diario. También muchos pilotos del CEV, del AMA, amigos, familiares, muchos aficionados y los colegas de la prensa y la televisión… todo el mundillo de nuestro deporte.

P: ¿Qué mensaje de ánimo te ha emocionado especialmente?

DN: Willy Rivas, padre de Dani Rivas, pensó en nosotros poco después de la muerte de su hijo y me llamó desde ese momento de dolor para darme ánimos y decirme: ‘Yo he perdido a mi hijo, pero tú no vas a perder el tuyo porque no puede haber tanta desgracia. Esto… Claro, te da fuerzas.

P: ¿Se puede explicar la diferencia entre vivir un accidente como periodista y vivirlo como padre?

DN: Como periodista, vas al hospital, preguntas y te dicen que está en reanimación, que le están dando ciertos medicamentos… Y la verdad es que no te das cuenta. Además, la gente siempre dice que el piloto está bien porque está vivo. La única experiencia cercana que tuve con un piloto fue con el norteamericano ‘Bubba’ Schobert, que tuvo un accidente en Laguna Seca, y hablando con Rainey me di cuenta de que esto no es cuestión de semanas, ni de meses. Es cosa larga. Habiendo vivido la vida que he vivido en el mundial, me acordaba de todos esos pilotos que han sufrido accidentes como el de Kenny, entre ellos Graziano Rossi, Kevin Magee, Corrado Catalano… y me daba esperanza. Los médicos siempre están sorprendidos por la recuperación de los velocistas y otros atletas, porque son personas que tienen una motivación y una capacidad de lucha que ayuda.

P: ¿Qué piensas ahora, al ver a Kenny encima del quad hablando con su hermano Dennis?

DN: Le veo en su ambiente. Yo sé que él quiere volver a correr en moto y, sobre todo, volver a hacer dirt track. Sé que su meta es la velocidad, pero él lo dice: lo primero es ser rápido con la bota de hierro y después se verá. Yo le apoyo en la que haga falta.

P: Han pasado millones de cosas desde aquel día que te llevaron a la feria de Springfield y has vivido el mundo de la moto como muy pocas personas. ¿Con qué recuerdo de tus vivencias en el mundo de la moto de te quedas?

DN: Recuerdo que Kenny era piloto cien por cien de dirt track, y después de practicarlo muchos años en Estados Unidos y de ganar el campeonato en Pro Singles, buscamos apoyo para subir a bicilíndricas. Un amigo de Barcelona nos ayudaba a buscar patrocinios en España, porque no teníamos mucha conexión con Estados Unidos, y ese amigo nos dijo que era mucho más fácil buscarle un sitio a Kenny como velocista. Y a Kenny le encantó, salvo por la parte de que en su vida había llevado una moto de velocidad. Me acuerdo de la primera vez que pasó por la recta de Valencia, después de hacer unas vueltas lentas, empezaba a ir deprisa y se olvidó totalmente del freno delantero. Recuerdo que Herri Torrontegui estaba ahí, diciendo: ‘¡¿Pero qué hace tu hijo?!’. La moto estaba totalmente cruzada. Echaba humo.

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Cuando un piloto de velocidad cambia al dirt track tiene el problema de la carencia de freno, y un piloto de dirt track que llega a la velocidad no cree en el freno. Para él no existe el freno. Su carrera en velocidad era muy difícil, porque no empezó corriendo copas, él se metió en el Campeonato de España de lleno con la BQR. Tuvo que aprenderlo todo de golpe, rodeado de los mejores pilotos de España.