Cómo combatir el calor en moto durante el verano con refrigeración extra









El hecho de combatir el calor mientras rodamos en moto siempre ha sido una de esas luchas que, en apariencia, resultaban imposibles, tanto o más que hacerlo contra el frío en plena marcha durante el invierno. Sea como fuere, y teniendo en cuenta que estamos sufriendo el verano con mayores temperaturas sostenidas en el tiempo desde que existen registros, nuestra particular lucha se han convertido en algo que no necesariamente comienza allá por el mes de junio, tal vez de julio y que encuentra a mediados de este mes y durante el de agosto su punto álgido. Recordemos que la primera ola de calor la hemos sufrido a mediados de mayo, y todavía está por ver cuánto durará el conocido como «veranillo de San Miguel»… o la prolongación del verano durante los meses de cambio de solsticio.
Supongo que un detalle sí lo tenemos todos claro: la ropa perforada o ventilada es imprescindible en las fechas que corren; por decirlo de algún modo, el «buen tiempo» en moto no es aquel que nos permite movernos a sus mandos en manga corta, sin guantes y con chanclas. De hecho, podría decirse que la mejor época para disfrutar de la moto es aquella en la que la temperatura ambiente no se acerca, ni por asomo, a los 30 grados centígrados. En cualquier caso, todos debemos ser conscientes de que «calor en moto» no es sinónimo de «me quito ropa y protecciones porque no lo aguanto». Si nuestra temperatura corporal se incrementa de manera desproporcionada a pesar de rodar con la pertinente chaqueta ventilada, debemos saber que existe un extra del que podemos echar mano: de un uso apropiado dependerá el correcto funcionamiento y, con ello, la obtención de la máxima eficacia.

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Frescos por dentro
Como decimos, aunque el objetivo se muestra pretencioso, la idea es sencilla. Ya la ponemos en práctica con el uso de una chaqueta ventilada. Por los orificios del tejido frontal captamos el aire cuando circulamos, mientras que la zona de la espalda se encarga de evacuarlo mediante la propia perforación o el empleo de salidas de aire. Sin embargo, ¿qué sucede cuando es el propio aire el que nos quema cuando entra en plena marcha?
Es aquí donde interviene un complemento de uso habitual en diferentes prácticas deportivas. El chaleco «enfiador», «cool», «body cool», «refrigerante» o como quiera que lo encuentres denominado por el fabricante en cuestión, permite rebajar la temperatura corporal frente a altas temperaturas ambientales. Existen varios tipos, aunque los que de verdad nos serán de gran utilidad, ya sea por la facilidad de uso o por la eficacia y su duración en el tiempo, son los que emplean agua para desempeñar su trabajo.

Por un lado nos encontramos con el chaleco que, gracias a su confección y al empleo de polímeros, permite una vez empapado en agua, liberar el frescor durante su evaporación para llevarlo a nuestro cuerpo. Es tan sencillo como el funcionamiento de nuestro cuerpo al sudar, esto es, se consigue frío por evaporación: el propio sudor hace las veces de refrigerante, aunque en esta ocasión la evaporación del agua con la que hemos empapado la prenda y que ha absorbido para luego refrescarnos, no molesta al no «encharcarnos» durante el proceso. La mejor forma para exprimir sus propiedades será haciéndote valer de una primera capa a modo de camiseta interior térmica, que ya de por sí realizará el pertinente trabajo de retener la temperatura corporal óptima, liberando el sudor de tu cuerpo. El chaleco hará lo mismo con el agua retenida, por lo que los efectos no tardarán en hacerse realidad. ¿Cuánto tiempo? Dependerá de la humedad y calor del ambiente, por lo que en principio dispondrás de una fresca sensación entre tres y ocho horas aproximadamente.

Algo parecido obtendrás con otro tipo de chaleco que funciona mediante la carga de agua en un depósito interior. Suele contener medio litro de líquido elemento y, a diferencia del chaleco anterior, este no deberá ser mojado por la superficie. El modo de empleo es igualmente sencillo: llenas su depósito, cierras el tapón, lo extiendes sobre una superficie lisa para que se reparta el agua por todas las cavidades internas y ya se encontrará listo para su uso. En este caso, como el anterior, los fabricantes suelen indicar una reducción de la temperatura entre 5 y 15 grados, en función de las condiciones ambientales antes mencionadas, con un rango de trabajo que puede llegar a cubrir una jornada entera de rodaje.
Los materiales suelen contar con tratamientos antiabacterianos, lo que no impide el hecho de ser lavados a máquina a temperaturas entre 30 y 40 grados, evitando eso sí centrifugado. Una vez limpio, lo dejaremos secar colgado en una percha al aire libre y ya lo tendrás listo para la próxima salida. Úsalo siempre debajo de una prenda ventilada, ya que así obtendrás el máximo rendimiento durante la evaporación del agua en contacto con el aire, y que nada ni nadie te quite las ganas de continuar disfrutando de tu moto.