Límite de velocidad a 150 km/h: ¿ventaja o inconveniente para España?

El aumento o reducción del límite de velocidad siempre ha sido un tema de rabiosa actualidad. Con una cantidad bastante proporcionada de defensores y detractores, es habitual leer la intención de diferentes grupos de aumentar o reducir la velocidad por diferentes motivos. Entre los defensores, un ahorro de tiempo; entre los detractores, una reducción de la seguridad o un aumento del consumo. Ahora, algunos países europeos han aprobado un límite de velocidad a 150 km/h, lo que sin duda traslada la siguiente pregunta: ¿cómo sería esto en España?

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Recordemos que en nuestro país la velocidad está limitada a 120 km/h, mientras que en otros lugares como Francia es de 130 km/h. Alemania no tiene limitación en zonas como la famosa Autobahn, y ahora países como República Checa acaban de aprobar una reforma de su Código de Circulación que eleva el límite de velocidad de 150 km/h. Una medida que ven con buenos ojos desde Italia.

Circular a 150 km/h: ahorro de tiempo

Suponiendo que establecemos un límite de velocidad para todas las carreteras españolas de 150 km/h, un viaje Madrid-Cádiz, que tiene una duración de 6 horas y 23 minutos -644,7 km- a 120 km/h, se reduciría sólo a 4 horas y 17 minutos. Pero la realidad es que hay tramos que por su peligrosidad están limitados a velocidades muy inferiores, por lo que es justo decir que el tiempo no se reduciría tanto, superando las cinco horas con casi total seguridad.

Es en los trayectos más cortos donde esta diferencia de velocidad tiene menos sentido. De hecho, un recorrido de unos 50 km, precisa de unos 25 minutos a una velocidad de 120 km/h, mientras que a 150 km/h la diferencia es de sólo 5 minutos.

Aumentar la velocidad también repercute negativamente en el consumo de combustible. A 150 km/h, se tendrá que parar antes a repostar y durante más veces, lo que encarecerá el coste del viaje. Además, la gran mayoría de vehículos no han sido concebidos para circular a tales velocidades de manera prolongada. En términos de seguridad, el aumento de velocidad supone una mayor peligrosidad. Por ejemplo, el efecto túnel se hace más evidente, mientras que la distancia que requiere el vehículo para detenerse completamente aumenta de forma notable.