Conducción urbana en moto: cómo tener la ciudad a tu alcance

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Conducción urbana en moto: cómo tener la ciudad a tu alcance
Luis López Lozano
Luis López Lozano
La conducción urbana en moto pone la ciudad a tu alcance en un espacio muy reducido de tiempo, al menos, bastante más que si te desplazas andando, en bici, transporte público o coche. Pero cuidado, porque requiere una serie de conocimientos, aptitudes y conductas que, en caso de no cumplirse, acabará "modificando" el plan de movilidad urbana sencilla. convirtiéndolo en otra cosa no deseada precisamente....

La conducción urbana en moto es algo así como la llave que nos abre las puertas de la ciudad, la pone a tu alcance en recorridos cortos cuando, de otro modo, se alargan de manera irremediable. Y como no siempre disponemos de ese tiempo para movernos de un lado a otro o, simplemente, queremos reducirlo para emplearlo en otros menesteres más productivos y gratificantes, hacerlo en moto es la solución.

Pero claro, como tantas y tantas cosas de nuestras vidas cotidianas, todo tiene su lado positivo y otro que no lo es tanto. De hecho, y ya que hablamos de rutinas, acabamos de recuperar la nuestra con la reciente vuelta de las vacaciones dándonos cuenta, una vez más, de que el tráfico que sufrimos día a día es ahora, como antes, caótico y difícil de abordar en un transporte que no sea la moto. ¿Te cuesta dar el paso hacia el scooter con el carné de coche, o tal vez tengas moto y te sigues enfrentando a la locura urbana con más temor que templanza?

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La hora del cambio

Tanto en uno como en otro caso, es hora de cambiar el registro. Si te mueves en coche porque necesitas tirar de él, es decir, requieres la capacidad para moverte por tus propios medios, ya sabrás de sobra que aporta más problemas que soluciones; algo que con la moto serás capaz de resolverlo de manera sencilla, económica y rápida. Si por el contrario ya lo haces pero te das cuenta de que no te desplazas de manera segura no te preocupes, porque no eres, ni por desgracia serás, el único al que le suceda algo así.

Los peligros se encuentran a la vuelta de cada esquina, ocultos tras el volumen de cualquier coche, furgoneta o autobús, pero no solo para ti, sino para cualquiera que tenga más o menos experiencia, más o menos habilidad a los mandos de la moto porque, entre otros aspectos, la suerte todavía no puede comprarse para llevarla guardada bajo el asiento de tu scooter, o en la mochila que usas para llevar tus cosas en moto.

Sin embargo, lo que sí suele funcionar, y mucho mejor de lo que imaginas, es la práctica de una conducción equilibrada en la que cada aspecto en juego tiene su peso. El mero hecho de no tenerlo en cuenta implica asumir un riesgo que ni tú ni nadie se lo puede permitir. Vamos a analizar esos detalles que convertirán cada desplazamiento diario no solo en un inteligente proceso funcional de movilidad urbana, sino también, y por qué no, en un momento de gozo transitorio capaz de evadirnos de otras tensiones… entre ellas, las derivadas de la propia conducción por las calles de tu ciudad.

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1. Se impone la lógica

No descubrimos nada si decimos esto, que la lógica se impone. En ese caso, ¿por qué no la ponemos en práctica? ¿Tenemos todos claro que cuanta más prisa tengamos movernos de un punto a otro, más riesgos adquirimos? Ya no estamos hablando de superar los límites de velocidad, en ocasiones exagerados para las características del tramo en cuestión, sino que los márgenes de error se estrechan tanto que resulta prácticamente imposible reaccionar ante cualquier imprevisto.

Haz que se imponga la lógica y programa tus recorridos teniendo en cuenta que tardarás un mínimo en llegar, por supuesto, también en función del estado del tráfico. Recortar esos minutos «de obligado cumplimiento» podría acabar con nefastas consecuencias.

2. Vista «larga» y panorámica

Cuando te mueves por la ciudad y compruebas cómo conducen ciertos usuarios, da la impresión que lo hacen con una visión reducida al máximo; o dicho con otras palabras, ven lo que tienen delante de sus narices y con tremenda dificultad. Para todos, y en especial el conductor de una moto, la visión «a lo lejos» resulta vital para adelantarte a lo que sucede a escasas décimas de segundo ante ti. De igual modo, la vista panorámica nos dará una idea de lo que ocurre a nuestro alrededor y que, en cualquier momento, nos podrá influir al entrar en conflicto con nuestra posición sobre la vía, vamos, en nuestra «trazada».

Un ejemplo de ello son los frenazos producidos por la brusca detención de un vehículo al frente. Con tu mirada al frente y observando lo que hacen los coches que circulan por delante del que tienes justo ante ti, te dará tiempo a esquivarlo cuando tire de frenos y así evitar un alcance… lo que nos da pie a hablar de otro aspecto vital de la conducción urbana en particular, pero también de cómo circulas en general por cualquier carretera.

3. Distancia frontal y lateral

Es difícil de entender aquello de pegarse al trasero del coche que tenemos frente a nosotros cuando, por cierto, en caso de alcance nuestro seguro le dará la razón a la compañía que cubre al usuario que ha pegado el frenazo y tú, sin remedio, te lo has comido. Aunque solo sea por ello, ya nos merece la pena dejar unos metros de separación entre él y nosotros. Piensa, como se suele decir, que en moto la carrocería apenas nos salva de un golpe… y el suelo, además, está muy duro.

Del mismo modo, tampoco solucionamos gran cosa circulando muy pegados a los vehículos que nos rodean. Bien es cierto que, por mucho que respetemos aquello de rodar por el centro de nuestro carril, habrá otros muchos que no lo hagan, acercándose peligrosamente a las puntas de tu manillar… ya sabes, por aquello de circular con las orejeras puestas… En ese caso, piensa en el espacio libre con el que cuentas y aléjate en lo posible de las puertas de los demás. Y ya que vamos en moto y a una velocidad reducida, aprovéchate de tu capacidad de aceleración para abrir gas y dejar atrás el peligro.

4. Atascos relativos

Sí, ya sabemos que cuando nos movemos en moto evitamos atascos, aunque en realidad eso no deja de ser una forma de hablar. El atasco te lo comes como un campeón, igual que todos, pero en moto bajo unas circunstancias diferentes, ya que podremos avanzar entre largas filas de coches mientras estos quedan a expensas de que comience a fluir el tráfico.

Sin embargo, esto es un punto en el que no siempre hay quorum: mientras por una parte resulta lógico que una moto avance con espacio por medio, la norma dice que en esas circunstancias no estás habilitado para hacerlo, ya que no cumples con el metro y medio de espacio lateral para circular. Entonces, ¿para qué te has comprado una moto? ¿Para soportar los atascos como un «enlatado» más?

Una prueba de lo laxo de la problemática la tenemos en el espacio para motos que algunos consistorios han tenido a bien disponer en primera fila de ciertos semáforos: nos dejan colocarnos allí tras haber llegado a este punto «remando» entre coches y, al menos, encontramos un lugar seguro para reemprender la marcha cuando el semáforo pase a verde.

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5. Libertad mal entendida

Llegamos aquí a una de esas conductas negligentes, en ocasiones demasiado habituales entre nuestro colectivo. Ahora que está tan de moda abusar de la palabra «libertad», hay quien le da la vuelta y lo convierte en otra cosa. El mero hecho de ir en moto no da permiso para hacerlo a toda velocidad salvando un atasco. Ya que «no es del todo correcto» avanzar entre filas de coches sin la distancia lateral correspondiente, ¿por qué hacerlo tan deprisa?

Las nocivas consecuencias son tan numerosas como altamente peligrosas, entre las que se encuentran los toques de la punta del manillar con los espejos retrovisores del resto de coches (a mayor velocidad, más inestabilidad), pasando por los pasajeros que deciden abrir la puerta y continuar andando en vez de quedarse en el coche esperando a un atasco que no avanza, rápidos cambios de carril frente a nosotros «porque el otro avanza más que este», con la consiguiente frenada y pérdida de la rueda delantera si no disponemos de ABS… o alcance inevitable teniéndolo, estrechamiento repentino del espacio entre vehículos de sendos carriles, etc.

6. Circulación en rotondas

La implantación de las rotondas han llevado consigo un verdadero alivio en zonas tan estresadas como los cruces. A cambio, parecen haber venido de otro planeta a la vista de la interpretación que hacen muchos usuarios de la vía de esta particular zona de circulación, comenzando por cómo se aborda y terminando por la manera en la que se abandona. Y ojo, porque no es complicado precisamente.

De hecho, es tan sencillo como seguir las pautas que todos deberíamos mantener con cada maniobra que realizamos, es decir, si entramos en una rotonda por el mismo carril por el que circulamos, no es necesario usar el intermitente, pero sí lo es cuando cambiamos de carril hacia otro más interior de la misma, lo que es recomendable si no se va a abandonar en la salida más inmediata. De igual forma, en caso de que sí lo hagamos, elegiremos dicha salida con tiempo suficiente como para indicarlo si rodamos por un carril interior y, poco a poco, nos desplazaremos hacia ella.

7. Anticipación también en la indicación de maniobras

La circulación en rotondas nos lleva a otro punto vital en general, pero más en ambientes urbanos donde las maniobras son constantes. Aunque sea más una cuestión de educación que otra cosa, lo cierto es que el hábito en la autoescuela nos lo inculcan cada vez que hacemos una maniobra: hay que indicarla, con tiempo, siempre. Sencillo, ¿verdad?

Aparte del vicio adquirido de no usar los intermitentes nada más que para pedir paso, por ejemplo en una incorporación, se encuentra la negligencia de accionarlos justo en el momento de realizar la maniobra en cuestión, de manera instantánea. Error. Hazlo con el tiempo suficiente como para que los demás conozcan tus intenciones, también cuando aparentemente no te rodee ningún otro vehículo: es posible que aparezca «de la nada» y se lleve una sorpresa con tu, para él, inesperada maniobra. Los mecanismos de tu moto, incluida la batería, están perfectamente preparados para trabajar las veces que sean necesarias; si no fuera así, pásate por un taller y revísalo.

8. Atención a lo que sucede por detrás

Si antes hablábamos de lo importante que es mantener la mirada alerta en todo el perímetro del campo de visión, no es menos importante saber y tener controlado lo que sucede detrás de nosotros. No serías el primero que sufre las consecuencias de un alcance por la retaguardia, al no comprobar la velocidad a la que se acercaba el vehículo que nos precede en un atasco repentino, por ejemplo.

Pero no solo en estas circunstancias menos habituales que las de la circulación «normal», es decir, durante desplazamientos convencionales en los que, cómo no, se suelen realizar decenas de maniobras. Como decíamos antes, al abordar un giro en un cambio de calle, por ejemplo, no solo basta con indicarlo con el intermitente que toque y la antelación debida, sino que antes de todo deberás echar un ojo a los espejos.

Es desgraciadamente habitual el no contar con que venga un coche, al no haber espacio lateral para que nos rebase justo antes de que hagamos el giro… pero sí podría colarse una moto con prisas porque llega tarde vete tú a saber dónde. Para ello, garantiza la jugada comprobando por los espejos que nadie quiere adelantarte, por muy poco espacio del que disponga para hacerlo, indica la maniobra que vayas a hacer con antelación y recuerda desactivar el intermitente una vez hayas concluido el proceso.

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9. Conducción con tacto «extraño»

Si eres un poco observador, te darás cuenta de que algunas motos y scooters, generalmente aptas para el carné B de coche, circulan con las presiones de los neumáticos anormalmente bajas. Es como para preguntarte si realmente pueden conducir su moto de manera «normal» o tal vez vayan pegándose con ella tanto para seguir una línea recta como para hacer cualquier curva…

Esto no es más que un ejemplo de la necesidad que tenemos los usuarios de moto de mantener la máquina en buen estado, sobre todo por nuestra propia seguridad. Podremos ser más o menos «despistados» o despreocupados de ciertos asuntos por nuestra elevada carga de trabajo o problemas personales, pero una cosa sí es cierta: la moto que no se encuentra con todos sus elementos en correcto estado, ofrecerá un tacto anómalo y, con ello, una respuesta negativa ante cualquier imprevisto en la que tu destreza a los mandos probablemente no sea suficiente como para evitar la crudeza de un repentino percance.

Pero aunque sea solo por el mero placer de conducir tu moto con todo en perfecto orden de revista, ¿por qué no tenerla bien a punto?

10. Siempre con el equipamiento adecuado

Y si hablamos de una moto en buen estado, no podemos pasar por alto el asunto del equipamiento. Haga calor o frío, un golpe contra otro vehículo o sobre el asfalto, rascada incluida, causará el mismo dolor y consecuencias derivadas cualquiera que sea la época del año en que te muevas en moto.

Resulta curioso comprobar cómo ciertos usuarios apelan a lo corto de sus desplazamientos, a la destreza que «demuestran» a sus mandos o al cuidado que aportan a su conducción, para justificar la ausencia de ropa técnica empleada en sus desplazamientos. Olvídate de este tipo de «aventuras de plástico» y protégete con un casco adecuado y homologado, mejor si es integral, una chaqueta con protecciones en hombros, codos y espalda, pantalones con refuerzos mínimos (mejor si dispone de protecciones) y calzado técnico que vaya con tu estilo. ¡Por supuesto que lo hay!

Está claro que los desplazamientos urbanos en moto pueden llegar a ser un verdadero desastre, si de verdad te lo propones, o en cambio un momento de esparcimiento y relax siempre que de verdad quieras hacer las cosas bien, siguiendo los procesos oportunos que además no exigen grandes esfuerzos, solo cumplir y mantener una sencilla rutina que, con educación y paciencia, te llevará tan lejos como tú desees, diversión incluida. Todo son ventajas.

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