Cómo limpiar la moto para que la pintura y la carrocería se conserven como el primer día

Una de las labores de mantenimiento más sencillas y agradecidas en nuestra moto es la simple limpieza, y es precisamente de ella sobre la que vamos a tratar en esta primera parte del mantenimiento de la pintura y carrocería de tu moto. Efectivamente, la limpieza es además básica para evitar averías y para poder acabar con éxito cualquier revisión. De poco valdrá que intentes engrasar las bieletas de la suspensión o cualquier otro punto de la moto si lo cubren varios milímetros de «costra». Además, no puedes negar que se ve mucho más bonita cuando está limpia y con los fallos estéticos corregidos.

En este sentido hay algunos trucos que merece la pena conocer para conseguir ese resultado, y algunos otras actuaciones o hábitos que más te vale desterrar, cuando la situación requiere ciertos cuidados que eviten «estropicios». Vamos a ver sólo algunos, porque este tema daría para un libro completo y, además, no sería mala idea dejar el tema abierto para que muchos pudieseis aportar vuestros propios trucos. Seguro que tenéis muchos.

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1. Agua, jabón y trapo

La base debería ser simplemente esto… y debería ser suficiente. Agua, un jabón neutro y trapos suaves deben servir para quitar casi toda la suciedad y, desde luego, esto tiene poco riesgo de romper nada. Cuidado, eso sí, con meter agua en conexiones eléctricas o que pueda entrar en el motor. Algo que, en realidad, resulta complicado, salvo que uses la típica limpiadora a presión.

2. Cuidado con la hidrolimpiadora

Como te digo, con estos aparatos sí puede ocurrir que acabes metiendo agua por el escape o caja del filtro, o que se cuele en circuitos eléctricos. Esta precaución, además, es más importante cuantos más años tenga tu moto; cuanto más moderna mejor protegidas en este sentido. Pero además tendrán menos holguras en esos componentes y, por tanto, menos riesgo de que entre agua.

Mucho cuidado con máquinas potentes de petrolear, por ejemplo, con más presión, productos más agresivos y más temperatura: he visto cómo una de estas arrancaba sin compasión un trozo de pintura de una carrocería. Y por supuesto, en motos con kit de adhesivos colocados sin lacar (en motos de campo, por ejemplo) tampoco es difícil que ese agua a presión separe el adhesivo de la moto y «limpie» el pegamento, dejándolo colgado y sin poder ponerlo otra vez.

3. Trucos “peligrosos”

Limpiar con gasolina parece, muchas veces, la panacea. Y puede serlo en ciertas zonas de la moto. En otras, no. La gasolina ataca a algunos materiales plásticos. No es difícil que sobre alguno de ellos el resultado sea catastrófico. Otra de esas «películas de terror» que he visto (esto me pasó a mí) ha sido ver cómo un piloto trasero de una moto con muchos años, se «disolvía» al caerle gasolina encima e intentar limpiarla simplemente con el trapo, como si lo estuviese dejando “impecable”. No, no «chorreó» como si fuese líquido, pero sí se quedó absolutamente matizado, reblandecido e inutilizado.

Otros productos con los que tener especial cuidado son esos «superlimpiadores quitagrasas” de supermercado: algunos atacan el aluminio y el acabado de algunas superficies, por lo que usarlos supone quitar la roña de encima… y el propio material de debajo. Si lidias con uno de ellos haz alguna prueba, a ser posible, fuera de la moto y si no, al menos, en un espacio escondido de la moto, en una superficie lo más pequeña que puedas.

4. Cuidado con las revisiones

Cuando revisas la moto, utilizas bastantes productos que pueden ser peligrosos en otras zonas de la misma. Ir a engrasar la cadena y llenar de grasa la rueda trasera es típico. Más difícil, pero no imposible, es que la grasa de cadena acabe sobre el disco de freno. Y no es bueno en ninguno de los dos casos. Ni que decir tiene que si estás cambiando la batería o rellenándola con agua, deberías hacerlo con ella desmontada de la moto.

El ácido sulfúrico de las baterías clásicas con mantenimiento no hace ningún bien si se sale y chorrea por el chasis, la instalación eléctrica o cualquier otro punto de la moto. Menos conocidas son las propiedades del líquido de frenos como decapante: se «zampa» la pintura y es corrosivo donde caiga. Eso sí, si te das prisa con agua y un trapo se quita bien.

5. Emplea, si puedes, productos específicos

Tanto en internet como en tiendas de motos tienes infinidad de productos específicos para limpiar la moto. Tanto plásticos como metales, así como limpia motores (que arrancan muy bien la grasa incrustada con porquería clásica de los alrededores del piñón de ataque, por ejemplo) o limpiadores todavía más específicos como los spray limpiadores de frenos, por ejemplo, que actúan muy bien sobre discos a los que les ha podido caer aceite.

Pero cuanto más específicos sean, más debes restringir su uso: esos limpiadores de freno, por ejemplo, atacan el aceite, por lo que no deberías darlo sobre piezas que deben ir engrasadas. Otros, como limpiadores de plásticos, pueden llevar siliconas que dejarán los neumáticos precisos y brillantes…y bien resbaladizos si cae sobre la banda de rodadura.

6. Otros productos que sí funcionan

No debe haber un truco más clásico que emplear spray de limpieza multisuperficies para sacar algo de brillo a la moto, con facilidad y buen resultado. Casi cualquiera de ellos funciona bien. Dicen algunos que los mejores son los clásicos de Centella o Pronto. Otro «truco» son los limpiadores de salpicaderos de los coches, porque para los plásticos negros de la moto funcionan bien. Pero para eso es mejor todavía un producto que puedes encontrar en tiendas de recambios de coche: renovador de plásticos. Se emplea en los coches para aplicar sobre los parachoques grises y negros y efectivamente es capaz hasta de quitar arañazos profundos.

En la moto van muy bien, por ejemplo, en la parte trasera de los escudos de los scooters, que son de un material parecido a esos paragolpes, o en los interiores de los carenados acabados en ese material.