¿Cómo es conducir una moto deportiva por primera vez?

Para gustos, colores. De eso no cabe duda. Pero tampoco se pone en duda que las motos R (las deportivas de toda la vida) están, por norma general, entre las más ansiadas para el público joven que accede al permiso A2. La estética, muy parecida a la que se usa en competición, llama la atención de casi todo el mundo por igual: desde los forofos de las carreras que llevan en el mundillo de las dos ruedas muchos años hasta aquellos que tampoco se habían fijado mucho en las motos.

Son motos llamativas que cautivan, sobre todo, a los más jóvenes que están deseando obtener su permiso A2 y a los más forofos del segmento racing. Pero, ¿cómo es llevar una moto de este tipo? ¿Son cómodas? ¿Cuáles son sus puntos fuertes? Y, sobre todo, ¿qué diferencias hay entre una R y una naked? Hace poco, en Vive la Moto, tuve la oportunidad de subirme a la Yamaha R7 (limitable para el carné ‘novato’); fue mi primera vez a lomos de una deportiva, y estas han sido mis impresiones.

Más incómoda y aparatosa

Lo primero que resulta chocante son los semimanillares. A diferencia del resto de motos, que montan un manillar de una sola pieza, las deportivas están dotadas de dos semimanillares, que no dejan de ser dos tubos en los que equipar los mandos de la moto. Estos semimanillares forman un ángulo bastante agudo respecto al suelo, y suelen estar montados por debajo de la tija. En otras palabras: todo el peso del piloto recae sobre sus muñecas. El radio de giro es menor, y eso se nota a la hora de maniobrar.

Lo siguiente que me ha llamado la atención es la altura del asiento, mayor en las deportivas que en las naked. Asimismo, las estriberas se encuentran más retrasadas y elevadas, lo que perjudica de forma importante la ergonomía. Una vez subido, la R7 se siente más larga que su hermana naked (aunque, de hecho, es 15 mm más corta que la MT-07) y, a baja velocidad, algo aparatosa.

Buenas sensaciones en curva

Sin embargo, en marcha parece que la moto vaya sobre raíles. La R entra en curva con muchísima más facilidad que una naked; parece que trazas los giros solo con pensarlo. Al ir mucho más apoyado en los semimanillares y llevar el asiento más alto, la sensación al tumbar es de vértigo, pero tras los primeros kilómetros uno se va soltando; es entonces cuando descubres que la R7 permite inclinar con más seguridad. 

Otra de sus grandes virtudes respecto a una naked es que goza de carenados. Al circular a altas velocidades, y especialmente por autovía, la cúpula y los carenados evitan que el aire choque de lleno contra nuestro pecho, algo que mejora notoriamente la experiencia de conducción en este tipo de vías. 

Cada cosa es para lo que es

Sin embargo, el cansancio físico es más acusado. Tras 40 minutos rodando con ella, las muñecas y rodillas comienzan a pedir un descanso, algo que no se nota tanto en su versión naked. Al final, cada cosa es para lo que es, y una deportiva está hecha para el circuito. ¿Mi recomendación? No comprar una deportiva “a ciegas”; es mejor probar antes este tipo de motos y ver si de verdad se adaptan a aquello que buscas y al uso que se le va a dar. Esto no quita, por supuesto, que se pueda usar una R para diario; simplemente va a resultar más incómodo.