Prueba Scrambler Ducati Nightshift: Un paso atrás, dos adelante

49 Prueba Scrambler Ducati Nightshift: Un paso atrás, dos adelante
Fotos: Prueba Scrambler Ducati Nightshift
Daniel Navarro
Daniel Navarro
Yo no sé cuántas versiones ha habido de la Scrambler: ha habido momentos en que la cantidad de variedades hasta confundían un poco. Ahora, con la Nightshift, Ducati parece haber dado un paso atrás, mirar con perspectiva y racionalizar: dos pasos hacia delante.

Pero no es solo cuestión de «racionalizar» la gama: eso, al final es un problema de la marca y de sus costes de producción. A nosotros, los usuarios, precisamente nos viene bien esa diversidad. A pesar de que a veces eso provoque que no tengas claro cuál es la que mejor te viene. Nos hemos subido a la Scrambler Ducati Nightshift en busca de respuestas.

El tema que nos interesa es más bien la otra cara de la racionalización de la gama Scrambler. La Nightshift viene a sustituir a dos modelos anteriores: Café Racer y Full Throttle. La primera, una moto divertida pero algo forzada de posición, en una moto que, si bien -como buena Ducati– tenía un comportamiento deportivo notable, estaba más bien enfocada a un uso más polivalente (como buena Scrambler). Y la segunda, con esa estética «flat tracker«, una moto algo cara y un tanto extraña. No hemos visto demasiadas por la calle, la verdad.

La Nightshift reúne un poco de cada una de las anteriores. Se adapta mejor que ellas a ese uso polivalente que una moto así debe tener. Y además con su nombre, sus colores y su imagen hace un «guiño» a esa estética urbana, oscura y nocturna que te hace pensar en esa idea de «malote» de peli actual. Pero la moto, como todas las Scrambler es muy bonita: entra por los ojos. Y con la ventaja añadida de que en esta nueva versión todavía está muy poco vista.

Scrambler Ducati Nightshift

Así, la gama Scrambler alcanza una madurez interesante y se racionaliza: de un vistazo ahora sabes cuál es la que mejor se va a adaptar a ti. La gama empieza con las Icon: una Scrambler completa y la que quizá mejor representa lo que esta gama ha significado siempre, ese juego entre lo retro, lo histórico (te recuerdo que se basa en aquellas Ducati Scrambler de los 60 y 70), que la tienes en acabado «Dark«, algo más económico, y las Icon en rojo o amarillo, colores vivos que podías encontrar en aquellas Scrambler clásicas.

Le sigue esta Nightshift, con algo más de equipamiento, como las llantas de radios, los espejos «café racer» en las puntas del manillar o el manillar más plano, parecido al que llevó aquella Full Throttle. Por encima de ellas están las Desert Sled, las trail de la familia, a la que se acaba de incorporar una nueva Desert Sled Fasthouse, una moto de edición limitada.

En lo alto de la gama, las 1100, cuyos precios empiezan en los 12.990€, unos 300€ más cara que esa nueva Fasthouse, la más cara ahora de las 800. Pero eso ya es otra historia.

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Pero como te decía, la parte interesante de esta nueva racionalización de la gama es cómo se siente esta nueva versión. Y a mí me convence: probé en su momento la Café Racer y me di una vuelta con la Full Throttle, además de haber probado la Desert Sled y alguna de las 1100. Sinceramente, siempre me han gustado las Scrambler: son motos agradables de llevar, con un puntito sport divertido, pero versátiles. Y eso es lo mejor que tienen, esa versatilidad. Son fáciles y de buen comportamiento. Y en eso, la Nightshift ha ganado algunos puntos sobre la Café Racer, sobre todo, siendo más discreta y elegante de acabados que la Full Throttle. Dos pasitos para atrás, ves el camino que has hecho y te vas por otro nuevo. Más fácil, más cercano a donde quieres llegar.

Cómo es la Scrambler Ducati Nightshift

Scrambler Ducati Nightshift

Tal y como se plantea la gama Scrambler, es lógico pensar que va a haber pocas modificaciones técnicas en una moto que ya estaba muy lograda: bajo la nueva estética hay pocos cambios -por no decir ninguno- salvo los exigidos para superar la Euro 5. En el fondo, las Scrambler son solo una nueva declinación «estética» de lo más clásico de la tecnología Ducati actual: el motor V2 transversal (te recuerdo que el sentido del motor lo da la posición del cigüeñal) a 90º de aire y dos válvulas con mando desmodrómico: puedes seguir su «historia familiar» prácticamente hasta los años 60.

Pero ojo, que eso no quiere decir ni mucho menos que sea un motor anticuado o poco válido: el motor, que emplea esa estructura clásica, ha venido evolucionando desde aquellas SS de los 70, 80 y 90, pasado por la gama Monster, Hypermotard y algunas más, en cada momento perfectamente adecuado a su cometido. Ahora, metido dentro del chasis Scrambler, aporta un sonido, un tacto y un funcionamiento idóneo: es Ducati, se nota perfectamente, pero del siglo XXI: par, suavidad y ni un ruido fuera del sitio.

Scrambler Ducati Nightshift

El motor cubica exactamente 803cc. Es de carrera corta (88×66) y entrega 73 CV a 8.250 rpm, con un par de 66,2 Nm a 5.750 rpm: ha perdido sobre las versiones anteriores un par de caballos y algo de par, pero también ha bajado 2.000 rpm la cifra a la que entrega ese par, con lo que la respuesta que tú percibes a sus mandos es casi mejor que antes. Seis velocidades, con embrague anti rebote y asistido, va todo metido -por supuesto- en un chasis multitubular, apoyado sobre suspensiones Kayaba: la horquilla, invertida, de 41mm. Atrás, un solo amortiguador lateral con ajuste de precarga. Lleva llantas de radios y se montan los espectaculares (y eficaces) Pirelli MT 60 RS, que le dan el «toque» off road a la estética. En los frenos encuentras un disco delantero de 330mm con pinzas radiales y detrás otro de 245mm, todo ello bajo control de un ABS con función Cornering firmado por Bosch.

La carrocería es la verdadera novedad en esta Nightshift. Un estilo en sus formas similar al que llevaba la Full Throttle, para una moto que quiere ser más ciudadana, con toques trail (como sus neumáticos) pero para un enfoque más ciudadano. Un cóctel curioso de influencias, que funciona. Lleva el clásico depósito metálico de las Scrambler, con paneles de aluminio intercambiables. Monta luces completas de LED y enchufe USB, equipo común a todas las Scrambler. En el equipamiento especifico de esta versión encuentras el manillar, ese asiento doble, la aleta delantera corta, los espejos, las tapas laterales «flat track» y las llantas de radios. El cuadro es también el típico de las Scrambler: redondo, minimalista y bastante completo.

Cómo va la Scrambler Ducati Nightshift

Scrambler Ducati Nightshift

Te decía antes que siempre me han gustado las Scrambler. Aparte de una estética llamativa pero acertada, son de esas motos en las que se ha logrado de verdad darle a su forma de funcionar, a su «personalidad», un verdadero parecido a lo que era una Ducati clásica. Bueno, en este caso lo cierto es que no se parece en nada a cómo iba una Scrambler de los 70, pero sí a aquellas Ducati de los 80 y 90 de motor de aire: las SS, las Monster de primera serie, etc. Pero cuidado: aquellas motos tenían una parte que no convencía a todo el mundo: un radio de giro muy limitado, ruidos mecánicos, un tacto general un tanto duro y tosco… quítale todo eso, déjale -y reforzado- todo lo positivo que hizo que Ducati se convirtiese entonces en todo un icono para miles de aficionados, y tienes lo que es una Scrambler actual. A saber: un sonido ronco precioso, un par motor y respuesta desde abajo fascinante, una dirección precisa y, en general, una parte ciclo estable, noble y con sensación de no tener final nunca.

La Nightshift ha mejorado en ergonomía con respecto a las dos motos que sustituye. Es cómoda. El asiento está a algo menos de 800 mm de altura, en una moto que tampoco llega a los 200 kg de peso. Eso hace de ella una moto muy aconsejable para casi cualquier uso. Las estriberas, no muy atrás ni adelante; el manillar, plano, no excesivamente ancho ni adelantado. Sobre ella tienes una posición muy natural y agradable, que también permite echar peso hacia delante, cuando vas «al ataque». Se llega bien al suelo desde mi 1.65, con un pie o de puntillas con los dos: es estrecha en la zona del asiento.

Contacto, arrancas tirando del mismo mando que hace de cortacorrientes, tirando hacia abajo. Hace ese típico sonido de motor de arranque de Ducati, que parece hasta «cansado» en sus primeros giros, pero que hace que por los escapes suelte de repente es bronco bramido Ducati. Los mandos son suaves, tanto acelerador como embrague o frenos. El cambio es preciso, en exceso a veces. Recuerda a un cambio de carreras, de esos que tiene muy poco recorrido para el punto muerto, para que no lo metas sin querer en plena trazada, pero que en la Scrambler sirve para que te entretengas en los semáforos cambiando siete veces de primera a segunda, viendo como el testigo «N» se enciende y apaga cada vez que pasas por encima. Pero acabas pillándole el aire y reduces esas siete veces a un par de ellas. Y desde luego, en marcha, no fallas un cambio.

Scrambler Ducati Nightshift

En la ciudad, la posición de conducción, el buen par, la conducción sencilla y fácil, con unas suspensiones bien calculadas y buen tacto de frenos, la moto es agradable y fácil. Sí tienes que tener algo de cuidado con los espejos en las puntas del manillar, pero ni con ellos es excesivamente alta. Y resulta cómoda. Pero en la carretera demuestra esos genes Ducati. No es una deportiva. Ni siquiera llevas neumáticos de asfalto 100%. Y con una rueda delantera de 18″. Puedes dudar de que te vas a encontrar, pero la Nightshift te despeja las dudas en unos pocos kilómetros: es divertida y agradable. Noble, muy firme de chasis, con una dirección verdaderamente precisa y buena capacidad de cambiar de dirección en curvas enlazadas. Frena bien y los neumáticos transmiten bien el agarre. Llevan -sobre todo el trasero- una banda de rodadura muy plana, con los flancos altos. Limita su capacidad de inclinación, pero no te preocupes, porque tienes de sobra para ir muy deprisa y divertirte de verdad. Las suspensiones – que no se me olvide- son fantásticas: no es una moto incómoda, pero tampoco la notas hundirse en excesivo en frenadas fuertes o en curvas.

¿Dónde está, entonces, el punto flaco de la Nightshift? La verdad, tiene pocos. Pero quizá la autovía sea el menos fuerte: no hay protección aerodinámica, en una moto en la que vas sentado en la misma línea del depósito, sin un cuadro o pantalla delantera que te quite nada. Por encima de la velocidad legal, notas el aire en el pecho y sobre todo en la cabeza. A 140 ya lo notas hasta molesto. Pero teóricamente a esa velocidad solo debes ir para adelantar, ¿no?

Lo mejor:

-Suavidad de marcha

-Estética original

-Divertida en curvas

Mejoraría con:

-Protección aerodinámica

-Punto muerto difícil

Así vemos la Scrambler Ducati Nightshift

En carretera: 4

En ciudad: 4

Pasajero: 3

Confort: 3

Equipamiento: 3

Autovía: 2

Las Scrambler son, ante todo, una opción estética. Una moto muy bonita, bien acabada a la cual observar con deleite. Pero es también una moto funcional, cada vez mejor. Esta Nightshift es de las más convincentes. Cómoda en el día a día, muy agradable en la ciudad y con la que te puedes divertir en la carretera a un ritmo superior al que te crees cuando la ves. No es una moto para autovías, desde luego, sin recurrir a una cúpula o elemento de protección similar, porque por motor, chasis o comodidad, sí sería una buena opción. Un equipamiento aceptable en cantidad y de alta calidad, un sitio para el pasajero correcto, a pesar de la falta de asideros e incluso de colín, en una moto más polivalente que las versiones anteriores a las que sustituye.

Scrambler Ducati Nightshift

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