Para el carné de coche

Harley-Davidson Tri-Glide: custom sobre tres ruedas

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Harley-Davidson Tri-Glide: custom sobre tres ruedas
Daniel Navarro
Daniel Navarro
Subirte a una Harley-Davidson siempre es una experiencia diferente. Con el trike Tri-Glide, la marca norteamericana consigue que lo puedas hacer sin carné de moto, pero teniendo gran parte de las sensaciones únicas que una H-D de la gama Touring ofrece.


¿Cuántos apasionados de HD habrá en el mundo? Y de ellos, ¿cuántos no tienen carné de moto? La verdad, no sé de qué cifras estaremos hablando, pero sean los que sean, están de enhorabuena. H-D ha presentado en Europa el Tri-Glide, un trike que se ha homologado como triciclo a motor, lo que implica que puedas conducirlo con el carné de coche. Pero también es una H-D de la familia «Glide», las «Touring» más espectaculares, cómodas y equipadas de la gama americana.

Está muy bien hecho, como no podía ser de otra forma, en todos los detalles. Pero no sólo me refiero a que su equipamiento, materiales o ajustes sean de lujo, sino a las sensaciones que ofrece, a lo que sientes a sus mandos: es una auténtica Harley y así te lo transmite y así lo percibes cuando la conduces.

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Es un aparato grande, de 560 kg en orden de marcha. Dispone de enormes maleteros detrás del asiento del pasajero y en la parte posterior, abajo, un gran carenado, muy parecido en sus formas al del resto de la gama Touring. No obstante, lo más llamativo es un cuadro digno de cualquier coche de gama alta, presidido por la pantalla de 6,5″ desde la que controlas (y ves) todos los accesorios electrónicos.

Mecánicamente emplea el motor TwinCam 103 de 1690 cc refrigerado por agua, la última versión del V-Twin americano que se desarrolló dentro del «proyecto Rushmore», un plan de la marca para mejorar sus motos tras preguntar a sus clientes cómo querían que fuesen las H-D del futuro. El resultado es francamente positivo: no ha perdido nada del carácter Harley, sigue sonando como tal, vibra en la medida que tiene que hacerlo y se siente como H-D, sin duda, pero ha mejorado en par motor y potencia desde abajo, y en finura de funcionamiento.

Entrega un par motor de 138 Nm a 3.750 rpm y una podenca máxima de 86 CV a 5.010 rpm y emplea el cambio de seis velocidades. En los frenos, por obligación legal, se recurre a un sistema de frenos combinados, aunque está bastante bien compensado. Para los acostumbrados a las motos no habrá problemas de tacto. Cuando frenas con el pedal actúas sobre los dos discos traseros (uno en cada rueda) y sobre dos de los seis pistones de las pinzas delanteras. Y cuando tiras de la maneta mandas frenar al resto de pistones del sistema delantero. Las suspensiones se confían a una horquilla estándar delantera y a una amortiguación trasera regulable. No es dura, lógicamente, pero si que se nota más firme de atrás que las HD Touring «normales», las de dos ruedas.

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Pero es el equipamiento electrónico el que merece más atención. Denominado «Infotaiment» por la marca, engloba el sistema de sonido, el navegador, el sistema de reconocimiento de voz y el resto de informaciones disponibles. Se compone por la pantalla principal que queda justo en el centro de tu vista, delante de ti, dos «mini-joystick» en las piñas, una caja para conectar a  través de USB el dispositivo que quieras, entradas de micro y auriculares y, aunque no sea físicamente visible, sistema Bluetooth. Aparte de los sistemas de sonido, navegación, etc, por supuesto cuenta con un sistema de control de crucero que manejas desde uno de los joystick de la piña izquierda. Desde luego, pocas motos igualan el nivel de equipamiento de este Tri-Glide.

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Sinceramente, impresiona al principio: 550 kg, con manillar y más de 40.000 € bajo tu responsabilidad en las reviradas carreteras del Lago de Como (Italia) por delante. Allí nos invitó H-D a probar su Tri-Glide. Hay que ser muy irresponsable como para no sentir algo en el estómago cuando te sientas a los mandos del Tri-Glide por primera vez. Para empezar, te aconsejan que te subas y te bajes empleando la plataforma reposapiés como «estribo» para evitar rozar la pintura de las anchas aletas traseras. El asiento es muy bueno: de los más cómodos que he probado. Y los mandos están en buen sitio. Se llega a todo con facilidad…y marea un poco ver la cantidad de cosas que lleva en las piñas y «botoncitos» diversos por todos lados, además de la pantalla táctil. 

La verdad es que prefiero investigarlos luego y centrarme ahora en cómo se conducirá. Y sorprende. Arrancas, suena a HD (como era de esperar) y metes primera. El cambio «avisa» de que ha metido una marcha con un sonoro «Clonc» que no se quita ni en caliente. Cada vez que cambias, «clonc». Y cuando reduces, «clonc». No es un golpe molesto, es una de esas peculiaridades de Harley que forman parte de su personalidad. Pero las marchas entran bien y con suavidad. Por supuesto, el cambio lleva palanca doble: subes de marcha pisando con el talón y reduces pisando delante. Para girar te aconsejan que no sólo tires de la punta del manillar del interior de la curva: ayúdate empujando al contrario de la otra punta. En curvas lentas, la dirección pesa. Menos de lo que parece en principio, pero pesa. 

En los primeros kilómetros vas un poco asustado. Tienes que tener cuidado de ir bien por el centro de tu carril; parece una moto y no es difícil, si tienes esa costumbre, que al acercarte a la línea central de la carretera, metas «medio trike» en el carril contrario. Y al bachear de lado, como con un quad, el movimiento lateral puede extrañar. Pero es uno de esos detalles por los que te digo que este trike está bien hecho: no sucede, apenas hay movimiento lateral y se comporta como una moto, casi todo el tiempo€ menos en las curvas. 

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Con los kilómetros y el buen comportamiento del Tri-Glide se va pasando el miedo. Le coges confianza y resulta agradable. En las curvas, sabiendo que no se inclina, hay que tomarse las cosas con calma, pero entra bien, sobre todo si son abiertas. En las más cerradas cuesta más, por el peso de la dirección y porque tienes que calcular su tamaño, pero no te complica la vida tanto como puede parecer. Al final ruedas con soltura incluso por encima de los 100 km/h por carreteras de montaña en tramos rectos o de curvas rápidas. Si te tomas las cosas con calma (nada de conducciones deportivas) resulta muy agradable.

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Después de la primera parada para fotografías, de hecho, me entretuve en conectar mi teléfono al Bluetooth del Tri-Glide. Y escuchar tu música mientras conduces por esas carreteras y paisajes espectaculares del Lago de Como es un placer muy especial. Distinto, pero muy especial.

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No tienes carnet de moto, pero sí de coche, y quieres un «derivado de moto» y que sea una Gran Turismo, con equipamiento de lujo. Si no tienes problemas de dinero, dispones de dos opciones: Harley-Davidson Tri-Glide o Can Am Spyder RT, que para equipararse al Tri-Glide tendrá que ser en versión Limited. Es un modelo con un planteamiento ciclo muy distinto, con dos ruedas delanteras y sólo una trasera. Y un motor Rotax más parecido al de las deportivas que el clásico V2 de H-D. Es un vehículo más ligero y más potente, que busca unas prestaciones más deportivas, aunque su configuración de triciclo también lo limita en esas pretensiones.