Vespa PX 125/150. El espíritu de «la Hepburn» sobrevuela Roma

Reencarnarse, lo que se dice reencarnarse- El alma de la Vespa (troqueles y moldes) se mantenía en estado de hibernación en las naves de la factoría italiana, durmiendo el -sueño de los justos- que la correspondía por edad y porque la competencia en su propia casa así lo había querido. Pero de Oriente, y no precisamente acompañando a los Reyes Magos, llegaron sones de trompeta emitidos por LML, un clon de aquella PX que se sigue fabricando en India y que por lo visto ha tenido un gran éxito comercial en Italia. Y eso de que te pongan una chincheta en el asiento de tu propia casa- Vamos, que no era cuestión de dejar el campo libre.

Así las cosas, y manteniendo la esencia de las PX de toda la vida: chasis monocasco autoportante de chapa estampada, cambio de cuatro marchas en el puño izquierdo, suspensión delantera monobrazo, pedal de freno trasero sobre la plataforma y, cómo no, rueda de repuesto camuflada bajo el cófano izquierdo, Piaggio ha -aggiornalizado- su Vespa de toda la vida.

Ahora con encendido electrónico y escape catalizado, faro delantero halógeno, además de pequeños detalles decorativos y conservando el arranque eléctrico de la última serie 2007 (y la palanca de arranque, por favor). El resultado, lo que tenéis ante vosotros, una PX que Vespa presentó en Roma en la emblemática zona del -Coliseo-, al que dimos varias vueltas intentado toparnos con el espíritu de -la Hepburn- y Gregory Peck a la grupa de la Vespa, pero que ni por esas. Y es que igual la buscábamos sin casco, en mangas de camisa y a los mandos de aquella Vespa de manillar desnudo y faro sobre el guardabarros delantero, y -el espíritu- (ventajas que tiene lo intangible) lo estaba haciendo sobre una de estas PX, con casco, cazadora y sin Gregory detrás. En Roma todo es posible.

¿Y CÓMO VA?

Traspasaros las opiniones de cómo va una moto de la que ya se habían vendido tres millones de unidades -antes de lo de Roma- no es normal, pero dado que los tiempos cambian que es una barbaridad y por si alguno de vosotros nunca se ha subido en una Vespa, os lo cuento.

Con colores actuales, limpia como la patena y no como esas -Vespa amarillas de Correos- con mil y una batallas en sus ruedas, y además con en el interés que despierta todo lo retro hoy, la primera batalla está ganada. Además, si nos interesamos por una Vespa PX hoy, será por algo más de lo que ofrece como vehículo de transporte, ¿no?

Subirse también es cosa fácil gracias a su plataforma plana sólo interrumpida por el promontorio del chasis. ¿Botón o palanca para arrancar? Tonterías las justas. Botón, por supuesto, y si un día hay que echar mano de la palanca, pues bienvenida sea.

¿Vamos a pasear o a conducir? Las dos cosas, y el cambio manual nos recuerda lo último, porque antes de dar gas hay que desembragar, girar el puño izquierdo e insertar la primera, enseguida la segunda y así llegar hasta la cuarta. Con el tacón del pie derecho apoyado sobre el puente del chasis y con la punta acariciando el pedal del freno trasero, Roma es nuestra.

El motor, de dos tiempos, se queda un poco justo para lo que estamos acostumbrados a tener hoy día en el mercado, pero jugando con el cambio y el acelerador ningún desnivel provocará aletargamiento (hemos hablado de que estamos conduciendo, implicándonos en la conducción, no dejándonos llevar).

La postura que se adopta sobre el asiento, corrido, no puede ser más cómoda, complementado con unas suspensiones un punto blandas, pero la Vespa no es una moto de carreras, que sí de carreteras, en donde se agradecerá ese extra de cilindrada que aporta la PX 150, más recomendable para los que tengan carné de moto que la 125.

Seguimos rodando por las retorcidas calles de Roma, pero de -la Hepburn- ni rastro, y eso que la Vespa se mete por cualquier sitio, gira en un pañuelo. Hemos encontrado un lugar donde aparcar, cosa nada fácil en la Ciudad Eterna, y seguimos buscando a nuestra chica a pie. Ni rastro. ¿La tendrán hibernada en Pontedera? Dentro de otros 33 años volveremos a buscarla.

Y el casco, ¿qué hacemos con él? Pues llevarlo en la mano (o colgarlo del gancho portabultos que hay bajo el asiento si vamos a tomar una pizza en la -trattoria- de al lado y la tenemos a la vista) porque la Vespa no tiene hueco bajo el asiento, aunque sí un gran cofre tras el escudo delantero.