En busca del ‘Sol de Medianoche’
No había estado nunca en Cabo Norte, aunque si en esa prospera Noruega a la que, sobre todo su petróleo extraído del Mar del Norte, ha situado en los primeros lugares de prosperidad y nivel de vida del mundo, un nivel que se aprecia en todos los ámbitos de la vida pero sobre todo en la conservación del país, de su naturaleza, con la capital, Oslo, como -botón de muestra- de esa prosperidad, un país de menos de cinco millones de habitantes y como tres cuartas partes de extensión que España. Del costo de la vida, mejor ni hablamos. Hay turistas, pero como que no quieren que aquello se llene: una botellita de agua de un tercio en un expendedor de supermercado: cuatro euros. ¡Será por agua en Noruega! Y una birrita en una barra de bar, lo mismo. A la vista de esto, y nuestro sol, no sorprende que sus habitantes bajen tan frecuentemente a estas tierras nuestras.
Sea como fuere, lo cierto es que Noruega, cual Meca motociclista -con Cabo Norte como objetivo-, bien vale una visita en la vida, y allá que me fui en el momento en que Proeuropa Motor, importador de Moto Guzzi en España, me tiró un anzuelo que no necesitaba de cebo para engancharse, tanto que del programa sólo miré las fechas, finales de julio. Lo demás lo dejé a expensas de la intendencia de Moto Guzzi Italia, que imaginaba lo tendría todo atado y bien atado. Como así fue.
De -Norge- a Norge
De la moto ni hablé con Proeuropa Motor. Teniendo -la parrilla- que tiene Moto Guzzi, cualquiera de ellas sería apropiada, incluida esa exclusiva y preciosa V7 Classic Café Racer, aunque teniendo una Norge en su catálogo, tampoco había que ser muy imaginativo para pensar que sería esta la moto: 1.200 cc, más de cien caballos- pero sobre todo una Gran Turismo, que uno no sabe lo que se va a encontrar, aunque sea en verano, por esa Europa en la que llueve todos los días pares y muchos de los impares. Además, si Giuseppe Guzzi había hecho lo que hizo en 1928 con la GT 500, y que cuando lo hizo -sólo- tenía 45 años, ¿quién dijo miedo?
De vuelta de Noruega, uno se imagina las carreteras que debía de haber por allí entonces, y es cuando si le da valor subir a Cabo Norte, pero al Cabo Norte de entonces y no el de las actuales autopistas suizas, alemanas o danesas y las, aunque retorcidas carreteras de Noruega, de trazado impecable y con un asfalto -lavado- por las muchas jornadas de nieve invernales y las abundantes lluvias estivales. Si a eso le sumamos que -Don Giuseppe- no llevaba en su primitiva GT 500 -Norge- (así bautizada en honor a la hazaña conseguida dos años antes por el ingeniero aeronáutico Humberto Nobile y el explorador Roald Admudsen de sobrevolar el Polo Norte en el dirigible Norge) ni ABS, ni parabrisas regulable, ni puños calefactables, ni na de na de lo que tiene la Norge 1200 GT, entenderéis su valor y no el mío ¿no?, aunque tampoco quiero quitar meritos a los que lo hacen actualmente de forma privada, ida y vuelta, porque nosotros fuimos, llegamos, hicimos las fotos de rigor junto a la esfera de Cabo Norte y, para casa ya en avión, justo un día antes de los graves atentados de Oslo que sacudieron la tranquilidad de la sociedad noruega y al resto del mundo.
Paso de Spluga
Esperando que llegase toda la tropa de periodistas que me acompañarían en el viaje, pude disfrutar de un día extra a orillas del lago de Como, una maravilla de la naturaleza- excepto en fin de semana. Llegar hasta allí el domingo en coche desde el aeropuerto de Milán (unos 50 Km.) fue volver a recordar los atascos -de domingueros- españoles de los sesenta y ochenta, con la diferencia de que estos italianos, en vez de conducir los Fiat -Cincuechento- de aquellos años, -manejaban- otros coches más grandes y potentes. Dentro iría, imagino, la suegra, la tartera con los spaguetti, la mesa plegable y demás. Las motos, muchas motos, lo tenían mejor, pero no tanto. La estampa -Felliniana- la complementaba las orillas del lago de Como, reflejo de cualquier pantano español de los setenta; no quito ni una coma.
El lunes no. El lunes, toda la ribera del Como era un paraíso, con Bellagio, en la punta de la -V- que dibuja este lago, luciendo como -mejor estrella- de la zona. Parada en Mandello del Lario para saludar a su alcalde y -carretera y manta-. Y nunca mejor dicho porque el viaje Mandello-Nordkapp fue un -todo tieso-, en el mapa, porque, de aperitivo, la carretera que nos llevaría a Suiza, ¡tela!
Me sorprendió no hacerlo a través del emblemático Stelvio, por aquello de que la mitad de las motos de esta travesía eran este modelo de Moto Guzzi, pero lo dicho, lo que primaba era el llegar a Noruega lo más recto posible y eso supuso hacerlo por el Paso de Spluga, no se si con tantos -tornanti- (-paellas-) como en el Stelvio, pero igual de rebuscadas: Primera, medio embrague y -salsipuedes-. Paradita en el camino para un aperitivo y, la bajada, ya en territorio suizo- pues como todo en Suiza: inmaculado, verde, con todo en su sitio- aunque con otra buena sesión de -tornanti-.
Centroeuropa, por autopista
¡Qué os voy a decir a vosotros! Viajar por autopista en vacaciones en un sacrilegio, pero como he comentado, de lo que se trataba era de llegar pronto posible de Mandello del Lario a Noruega, así que, por todo Centroeuropa: Suiza, Alemania y Dinamarca ¡cera!, por lo menos por las otrora famosas -autobahn- alemanas, y dijo otrora, porque parece que se han puesto todas de acuerdo para meterse en obras, al menos en muchos de los tramos que pillamos entre la frontera suiza, por Stuttgart y Hannover, y la frontera danesa, eso si, con una señalizaciones de obras que no dan lugar al despiste. Nosotros, que nos lo prometíamos porque aquí no hay límite de velocidad, pocas veces pudimos enroscar el gas a gusto. Y en la mente, no podía ser de otra forma, Pere Navarro. ¡Qué se le va a hacer!
En Suiza, en donde si hay límites de velocidad establecidos, nada más entrar, directos a un punto de venta de -pegatina de peaje-, con la que podrás viajar por todo el país sin tener que volver a pagar más el resto del año. Este acto es voluntario; vamos, que sino quieres, no pagas- pero si te paran, te enteras. Y lo suizos soy muy suyos para estas cosas.
Uno, dos, tres días en Centroeuropa y sin llover- hasta que en Dinamarca nos cayó la mundial durante doscientos kilómetros. Llevaba buen equipamiento, pero al final, el agua buscó como colarse a la altura de la cintura. Doscientos kilómetros más -en seco- volvieron a dejar la ropa, la exterior claro, como si nada.
Se habían acabado las autopistas, las carreteras- así que, para llegar hasta Noruega, ferry en la punta de la península danesa de Jutlandia (Hirtshals) y desembarco en Kristiansand, en el extremo sur de Noruega.
Salir de Italia, cruzar Suiza, Alemania y Dinamarca nos llevó algo más de dos jornadas, con noche en Stuttgart y Hannover, dos ciudades -muy asépticas-, sobre todo en verano, aunque si me pude dar un paseo por el centro histórico de Hannover, muy pequeño pero muy apañado, donde me tomé una cerveza y un pincho de chistorra (en español, por favor) en el Restaurante Bar Celona. ¡Como en casa!
Transbordadores en cualquier sitio y a cualquier hora
- Mires por donde mires, esta es la imagen que vas a ver a lo largo y ancho de las Lofoten, un archipiélago cuya extensión es similar a las de Menorca e Ibiza.
El guía de la expedición, Tobía, tenía los horarios de los transbordadores controlados, pero excepto en trayectos largos (Hirtshals-Kristiansand) o medio largos, lo cierto es que no debes preocuparte muchos del horario, porque cada hora-hora y media pequeños transbordadores te permiten saltar de isla en isla o cruzas fiordos sin mayores problemas, esta, una práctica muy recomendable en Noruega porque acortarás considerables distancias para ver parajes tan espectaculares como los de las islas Lofoten, con picachos que emergen del mar para casi en vertical llegar hasta los 800-1.100 metros de altura, con una temperatura ideal en verano y que no es extrema tampoco en invierno, a pesar de estar por encima del Circulo Polar, pues hasta sus costas llega la Corriente del Golfo, por lo que el mar no se llega a helar.
Turismo cultural- más bien poco
Si uno -se despacha- 5.000 Km (casi 7.000 si lo haces desde España), lo lógico en detenerse y patearse las ciudades por las que pasa, pero lo dicho, este viaje tenía un motivo: -Cabo Norte- y por Hannover, Oslo, Trondheim, Harstad o Tromso pasamos como un suspiro.
Mi consejo, haciendo el viaje desde España (unos 6.500/7.000 Km) y no en diez días sino en 20/25, si entras en Francia por el País Vasco, costear Francia, pero incluso metiéndose en Normandía y Bretaña, seguir a París, Brujas y desde allí, girar noventa grados a la derecha hasta Colonia, o si lo prefieres más derecho: Brujas, Ámsterdam, Assen (ya que estamos allí-), Alemania y Dinamarca (Copenhague también vale un desvío) y tras cruzar a Noruega, Oslo, y aunque haya que hacer un requiebro, Bergen, después de la capital, creo que de lo mejor de este país nórdico. Pero lo dicho, echadle días, porque a Cabo Norte, ir por ir, con una vez que vayas- ya siempre lo podrás contar.
Oslo
Trondheim
Tromso
Carreteras- ¡qué carreteras!
Sabíamos que en Noruega la velocidad máxima en carretera está muy limitada; más: limitadísima: 60, 70, 80, 90 y creo que nunca vimos un 100. ¡Qué panorama al desembarcar en Kristiansand!, porque de aquí a Cabo Norte, 2.400 Km. ¡Josú!
Y efectivamente, así nos movimos en los algo más de 330 Km. que separan esta ciudad de Oslo, entre autovías y carreteras de doble sentido, y con bastante tráfico. Y es que, al parecer, en el área de Oslo la cosa está muy vigilada. Pero luego ya no. Luego nos movimos a nuestro aire, aunque las limitaciones las ponían unas carreteras retorcidas que bordeaban lagos y fiordos, pero con un asfalto increíble de limpio y como lija, y con curvas que tenían una salida impecable, sin sobresaltos. En un respostaje -la poli- nos dio un toque porque un camionero al que habíamos adelantado nos había denunciado- porque le habíamos pasado sin consideración. ¡Que jodio! Si el camión iba a sesenta y detrás venían, no uno, sino veinte obuses que en tercera le pasaban como una exhalación ¿qué quería? En fin, fue la única anécdota de este tipo en todo el viaje. De Oslo a Cabo Norte, bien de velocidad de crucero y bien en las curvas.
Un alto en el camino
Los casi indispensables: Comer un pizza sobre la marcha, repostar y echarle una ojeada a -road book- porque, aunque estaba -todo atado-, el buen tiempo (tan solo unos 500 Km. en dos de las diez jornadas) permitía hacer -escapadas- no previstas, por lo que había que compaginar horario de transbordadores con la llegada al hotel. Por el tema luz, -no problem-: Ya desde Trondheim, el sol caía como en España, sobre las nueve de la noche, pero luminosidad se mantenía hasta las doce de la noche.
De los Alpes de siempre-a los Alpes Escandinavos
El panorama paisajístico de los Alpes italo-suizos o lo conocemos o lo imaginamos, y aunque en nada tienen que envidiar a los Alpes (o Montes) Escandinavos, lo cierto es que en estos últimos, a lo largo de sus dos mil kilómetros de cordillera, la mayor parte de ella pegada al mar, dan para instantáneas como estas. No habíamos hecho mucho turismo cultural, más bien no hicimos nada, pero paisajístico-
Embarcaderos
Nada menos que 20.000 Km. de costa tiene Noruega, la natural de su estilizada fachada frente al Atlántico, y la que le proporcionan sus fiordos (el más largo, el Sognefjord, se adentra 204 Km. en el interior) y sus lagos, lo que significa que cada pequeño pueblo o solitaria casita tenga su embarcadero. La mayor parte de la población rural vive en una franja de terreno de cien/doscientos metros que bordean el mar, fiordos y lagos. Hacía atrás, tupido bosque de confieras y abedules.
Los colores del viaje
El paisaje de los Alpes no difiere mucho del de Noruega- hasta que visionando las foso aprecias como en los primeros destacan el verde claro de sus bosques y praderas y sus casas con predominante color gris-blanco, frente al verde intenso de los campos noruegos y casas de paredes de dominante color rojo.
Puentes y túneles
Comunicar a un país tan largo, estrecho y con poblaciones tan desperdigas como las noruegas lo han solventado con largos túneles (en los que en moto llegas a sentir frió de verdad aunque sea verano) puentes bajo los pueden pasar grandes ferrys, y transbordadores y aeropuertos por doquier. Con la segunda mejor renta per cápita del mundo, se pueden permitir muchas cosas a las que tú, como turista, vas a contribuir. ¡Qué precios!
Cosas que ves- cosas que pasan
En tierras de vikingos- vikingos de todo tipo y condición; ruteros a los que nada les da miedo en la vida a los mandos de una Yamaha cargada hasta los topes; un guzzista que se entera de que vamos a pasar por su pueblo y non acompaña con su Moto Guzzi Eldorado (años setenta) un centenar de kilómetros; casas con tejados protegidos para los -20º que se llegará en invierno (cepellón de hierba de diez-quince centímetros en los que llegan crecer pequeños arbolitos, y corteza de abedul como aislante entre la hierba y la madera). Prácticos y ecológicos ¿a qué si?. ¿De donde viene el nombre de la trialera Scorpa?. Ya lo sabemos. De esta cabaña, muy demandadas en Noruega por los turistas nativos para los fines de semana, tanto en la costa, para pescar, como en la montaña, para cazar.
Ojo a los renos
Te los anuncian por cualquier parte de Noruega, pero como que no, o al menos nosotros no nos los encontramos hasta bien metidos en el norte. Tienen amo, pero andan a su bola, bien en manadas, bien sueltos, los más peligrosos para la moto, porque no sabes de donde te van a venir los tiro. Como por estos lares siempre es de día en verano, con un poco de cuidado se tenían controlados. No te digo nada cuando llegue noviembre. Claro que, para esas fechas, ningún motociclista andará por esas tierras.
Círculo Polar
Lo cierto es que todo el viaje me dejé llevar por el jefe de ruta o el rutómetro diario. Lo que tuviese que venir, ya vendría. Al cruzar la línea del Círculo Polar, a la altura de Mo i Rana, uno se cree que ya ha llegado, o casi, a Cabo Norte. Una leche; de ahí para arriba, todavía 1.300 Km hasta el famoso Nordkapp. Más que de La Coruña a Almería. Menos mal que la GT es cómoda y muy llevable. Atrás he dejado dos días en que me he movido con la Stelvio. Otra cosa: más ligera de mover en curvas y muy apetecible de conducir por estas carreteras, pero la quinta y la sexta, ni verlas. En cuarta, apurando, puedes llegar hasta 170 Km/h, así que sin apenas rectas, ¿para qué subir más?, donde el motor no se siente a gusto. Si quieres que la moto te lleve, me quedo con la GT. Si quieres llevarla, o sea, llevarla, ya me entiendes, la Stelvio. Ventajas de tener dos motos disponibles tan diferentes, al menos durante diez días. Como buen turista, foto, claro.
Cabo Norte, por fin
No ha salido más el viaje. Buena etapa de aperitivo entre Mandello y Stuttgart cruzando los Alpes; -todo tieso- por autopista en el resto de Alemania y Dinamarca; poca lluvia para lo que por aquí se estila; curvas para dar y tomar en Noruega y, con 4.680 Km. en el cuentakilómetros, la foto esperada junto a la esfera de Nordkapp, destino estival de cientos de motociclistas europeos, pero par los que no se ofrece ni el mínimo recuerdo -moto- en el centro comercial del recinto. Con la foto ya tienes bastante. Habrá que guardarla como oro en paño.
Arco iris
Estos de Moto Guzzi como se lo organizan. El último día, aparcando ya junto al hotel, nos pusieron hasta el -arco iris-. Mejor colofón, imposible.