Prueba Macbor Montana XR3: Aventura para el carnet A2

30 Prueba Macbor Montana XR3: Aventura para el carnet A2
Fotos de la Macbor Montana XR3 en acción
Daniel Navarro
Daniel Navarro
Te mostramos una aventura a la vez que una prueba. Es la primera vez que hemos podido probar la nueva trail 250 económica para el carnet A2 de Macbor, la Montana XR3, y lo hemos hecho cruzando desde Gerona a San Sebastián a lo largo de los Pirineos.


La aventura ha consistido en tres días, casi 700 kilómetros, rodando por asfaltos en buen y en mal estado, incluso por pistas, en algún momento rotas con un montón de piedras sueltas y gravilla. Alturas importantes, valles preciosos, pueblos increíbles y lugares donde no te puedes creer que, en principio, puedas llegar con una moto trail de 24 CV de menos de 4.000 € como la Macbor Montana XR3. Y, también te lo voy a confesar, y para ponerlo más difícil, aderezado con un turismo gastronómico de órdago, del que hacen que eches de menos la cama y no la moto.

Ha sido toda una experiencia. De hecho, esta «aventura-presentación» se denominaba «Montana Experience XR» y ha hecho honor a ese nombre. Hemos ido desde Puigcerdá, en Gerona, hasta San Sebastian dividiendo el viaje en tres jornadas. Y podría parecer demasiadas etapas, ya que son poco menos de 700 kilómetros. Pero si el recorrido incluye pistas de todo tipo, la cosa cambia, convirtiéndose en muchas horas de moto.

Pero la mayor sorpresa del viaje ha sido descubrir la Macbor Montana XR3. Se define como una pequeña trail 250 cc de esta joven marca española, una moto perfecta para iniciarse en la disciplina del trail y que ha demostrado unas capacidades absolutamente asombrosas. «Chuparse» esos 700 kilómetros al ritmo que las hemos llevado, con zonas donde las piedras y baches no tenían fin, kilómetro tras kilómetro sin darles tregua, son suficiente demostración de calidad y capacidad. Ninguna de las 14 motos que realizaron la ruta rompió nada. Tan solo dos silenciadores sueltos, después de soportar horas de baches, alguna llanta tocada el último día o bastantes caídas sin mayores consecuencias que una maneta o un retrovisor roto. Cero fallos. Y sobre asfalto, sobre la zona roja del cuentavueltas, subiendo y bajando puertos a toda máquina. Así, tres días; así, 700 kilómetros.

Las Macbor Montana XR3 no han sorprendido solo por su fiabilidad o calidad. Lógicamente, hay puntos a revisar, como hemos podido comprobar y que te contaré un poco más abajo. Han sorprendido a todos los participantes de esta Macbor Experience por algo que no nos esperábamos. Cuando vas a cruzarte los Pirineos de este a oeste con una 250 monocilíndrica de 4.000 € y 24 CV, uno se espera muchas carreteras reviradas, alguna pista, prestaciones justas y una «moderada diversión». Y nos hemos encontrado con una aventura de mayor nivel, pistas por las que una trail grande nos hubiera puesto en serios problemas a más de uno y carreteras con las que con muy pocas motos puedes ir más deprisa y, sobre todo, pasándotelo mejor. ¿De verdad que te lo puedes pasar así de bien con una 250 cc? Te garantizo que sí. Solo hace falta hacer kilómetros por lugares tan perfectos como estos para esta moto, con gente tan encantadora como mis compañeros de viaje de la prensa y el equipo de Motos Bordoy.

CÓMO ES LA MACBOR MONTANA XR3

Ya vista en salones la pasada primavera, en directo es una moto correcta, de líneas actuales, bien terminada y agradable. Macbor fue una marca fundada por los hermanos Bordoy para fabricar motos infantiles y ahora la han recuperado para su nueva gama de modelos para los carnets A1/B y A2. Están fabricadas en China, con buena calidad y refinadas en sus detalles por unos responsables de Motos Bordoy que saben lo que se hacen. No en vano, son los importadores/distribuidores de marcas como MV Agusta, Husqvarna, Indian o SYM.

Tras tres días de sufrir juntos, de llegar reventados (mi forma física creí que no era buena, ahora sé que es lamentable…), de que la fiable Montana me aguantara mis rabietas, manías de pilotaje, polvo y piedras (eso sí, creo que soy de los pocos que no la «aticé» en ningún momento) se ha convertido en una moto que me encantaría tenerla en mi garaje. Es bonita, fiable, más rápida y polivalente de lo que parece y una auténtica TRAIL, con todas las letras, capaz de pasar por donde otras muchas con esta denominación no pueden. A la antigua usanza, que se diría, solo que con tecnología moderna.

Cuenta con un chasis de doble viga en acero y basculante del mismo material, de sección oval. Porta una horquilla invertida que no le resta demasiado ángulo de giro, con regulación de extensión y un amortiguador trasero también regulable en precarga y extensión. Para frenar se beneficia de dos discos ondulados, con pinzas estándar y un ABS que no puedes desconectar, pero de buen funcionamiento.

El motor es un monocilíndrico con culata de 4 válvulas, refrigerado por agua, árbol de levas en cabeza, distribución por cadena y eje de equilibrado para evitar vibraciones. Alcanza los 24 CV, una cifra razonable para un motor así, e incluye un cambio de seis velocidades de buen funcionamiento. En el equipamiento exhibe un cuadro con cuentavueltas analógico y pantalla digital con suficiente información, bien distribuida, a lo que suma una cúpula bien diseñada y con suficiente protección para sus prestaciones. Incorpora un portabultos trasero sólido, sobre el que montar un baúl accesorio, de aluminio, tan bien terminado como las maletas laterales, también opcionales.

¿Echamos algo en falta? Sí, claro, como en cualquier moto. Pero en este caso, a un precio de 3.999 €, no se pueden considerar fallos, sino posibles mejoras a estudiar. Por ejemplo, el ABS no es desconectable, salvo que quites la clema de la instalación eléctrica que lo gestiona, pero así te quedas sin cuentakilómetros. Un caballete central, en una moto así, vendría muy bien, aunque tampoco es esencial, ya que la moto no pesa mucho. Se pueden poner los diábolos para soporte de caballete de mantenimiento trasero y será suficiente.

CÓMO VA LA MACBOR MONTANA XR3

Pocas veces hemos asistido a presentaciones de modelos nuevos tan intensas como esta. Lo habitual es que tengas una toma de contacto suficiente para hacerte una idea de cómo es y cómo va una moto. Después, si quieres sacar conclusiones finales, deberás probarla más a fondo, en otras circunstancias fuera de las marcadas por la marca para presentar su modelo.

No ha sido así con esta Macbor Montana XR3. La aventura que te acabo de contar da para hacerte una idea muy real de las posibilidades de esta trail. De hecho, dudo mucho que en una prueba propia, fuera de esta presentación, yo hubiese osado meter a la Montana en ciertas pistas. Así, no hubo más remedio. Y las Macbor demostraron su capacidad.

Es una moto agradable, tanto a la vista como a la hora de subirte en ella. Los mandos están en buena posición y tienen buen tacto. Se declaran 175 kg en vacío, pero están bien distribuidos y la moto se mueve bien en parado, ya que el manillar es ancho y se coge bien por las asas traseras del portabultos. El asiento es mullido y a pesar de declarar una altura de asiento de 820 mm se llega bastante bien al suelo. No es muy ancha y las suspensiones ceden algo al subirte.

Arrancas y el motor no vibra. Emite un sonido algo descafeinado para un 4T monocilíndrico, pero no estridente ni molesto. Tampoco hay ruidos extraños, y embrague y cambio resultan precisos. Metes primera y sales con suavidad o con contundencia, porque el embrague actúa correctamente siempre. Gira bastante para tener una horquilla invertida. Delante dispones de un cuadro bien dispuesto y con buena información. y la pequeña cúpula, cuya parte superior queda bastante baja.

En ciudad se mueve con soltura. El punto más ancho es el manillar. No va demasiado bajo y a poco que tengas cuidado pasas bien entre coches. En suma, será una buena moto para todos los días, cómoda, agradable y suficientemente ágil.

El principal escenario de la prueba tuvo lugar, sobre todo, por carreteras comarcales. Y esa fue la primera y agradable sorpresa: equipa neumáticos CST de tipo trail. No es una marca puntera y, en el pasado, sus productos no estaban a la altura de lo exigido en un mercado como el europeo. Con este modelo demuestran que ya han alcanzado ese nivel. Agarran bien, transmiten información y resultan nobles hasta en este tipo de carreteras pirenaicas, donde de repente encontrabas baches, gravilla, humedad, hojas, e incluso un paisano con un perro en mitad de una curva o una vaca. Y te puedo asegurar que algún tramo de los que hicimos no fue precisamente lento.

El cambio está bien escalonado. Los poco menos de 25 CV están bien aprovechados y la moto corre más de lo que te esperas. Puedes ir aprovechando la buena respuesta en medios o estirarla hasta la zona roja del cuentavueltas. No corta encendido, además, cuando llegas ahí, pudiendo estirarla más todavía, pero sacas «poca chicha» ya y el sonido del motor se convierte en un aullido que no agrada. En mi experiencia, mejor cambiar en el entorno de las 9.000 rpm para aprovechar el par y que acelere más.

Las suspensiones tienen de fábrica un reglaje típico de trail actual. No hay grandes hundimientos de horquilla al frenar fuerte o al cambiar la moto de lado, cosa que hace con precisión y bastante rapidez. Es divertida de llevar. Hubo quien le llevaba al más puro estilo «pista», sacando rodilla e intentando llevarla recta y otros que, como yo, prefirió un estilo más «supermotard» o rallye: moto hacia dentro y cuerpo recto. En zonas muy reviradas, me pareció más ágil y divertida así. Solo el freno delantero parecía bajar de rendimiento en ocasiones. Tras una bajada enorme de un puerto, a ritmo muy elevado, después de abusar bastante de él,tienes que olvidarte de usar dos dedos para parar y empezar a usar toda la mano, siempre apoyándote antes en el uso del trasero. Eso sí, el ABS trabaja bien y te ayuda a frenar con confianza, sin intervenir demasiado pronto.

Y salimos a las primeras pistas, de las que ya te digo que hubo unas cuantas. Segunda sorpresa agradable con los neumáticos: buena tracción y agarre lateral, más que algunos neumáticos de trail de gran prestigio. Mucho polvo y piedras sueltas (sobre todo en el final de la segunda etapa), más zonas con mucha gravilla sobre la pista son condiciones a las que debes estar acostumbrado. La moto va muy suelta de delante. Es recomendable ir de pie y se hace con comodidad, pero reconozco que soy piloto de «estilo antiguo» y no me apaño bien. Me quedo sin tacto en los pies, así que hago a ratos de pie, a ratos sentado. Y la Macbor Montana XR3 va tan bien como se puede pedir.

Hay que tener cuidado y adelantar la frenada. El ABS entra en acción y no paras exactamente donde quieres. Hubo un tramo que probé a desconectarlo y en esas condiciones sí podía frenar mejor de atrás, pero dejas de fiarte de tirar fuerte del delantero. Lo mejor es que hubiese tenido la posibilidad de desconectar solo el trasero. Hubiese sido perfecto así.

Dispones de buen tacto de motor en el campo. Es progresivo, pero rápido si en marchas cortas abres de golpe. Cuando llegas a un bache y te pilla por debajo de cuarta, todavía puedes dar un golpe de gas y echarte hacia atrás para que despegue el morro un poco y pasar mejor. Si vas en cuarta, ya le cuesta un poco, porque no es una enduro, claro está.

Las suspensiones trabajan bien. Me «comí» hasta algún salto y algún bache profundo, de esos que no te da tiempo a colocarte y tirar de la moto. Aunque pegaba algún «clonc», no creo que llegase a hacer topes de suspensión en ningún caso. De hecho, para mi gusto (ya te digo, pilotando sentado casi todo el tiempo), las suspensiones, que funcionan bastante bien, tienen un primer recorrido algo duro en el campo, perfecto en carretera, donde apenas hay balanceo, pero en el campo vas notando todo el tiempo cualquier irregularidad. Sin embargo, insisto, son manías de mi «estilo antiguo». Yo prefiero las suspensiones más sueltas para este tipo de terrenos, a pesar de que luego balancee algo más. El resto de mis compañeros pareció encontrar bastante a su gusto este tarado. Lo cierto es que yo intenté, antes de la segunda etapa, soltarlas un poco, porque la horquilla tiene reglaje de extensión. No era lo que buscaba, pero hubiese podido valer, porque nos encontramos que vienen ya en el mínimo. Es decir, puedo frenar un poco la extensión, pero no soltarla.

Pudimos probar también en alguna ocasión en autovía. La moto es una «cuarto de litro» y no puedes pedirle que viaje por autopistas a velocidades de escándalo. Pero corre más de lo que en principio parece y será capaz de mantener con total dignidad una velocidad de crucero alrededor de los 120 km/h legales. Sobre ella, además, a esa velocidad, irás cómodo, por lo que permite viajar, a su ritmo, a donde quieras. Ahora bien, mejor busca esas comarcales y pistas. Llegarás igual con la Montana. Y te divertirás mucho más.