Producto probado, casco MT Jarama: un clásico entre los integrales de origen nacional que revive con la misma filosofía de siempre
El nacimiento del primer MT Jarama se remonta a la década de los años 80, una época en la que vivimos multitud de acontecimientos en el ámbito motociclista que dieron forma a lo que hoy somos dentro y fuera de nuestras fronteras.
De entre los más destacados encontramos la llegada de las principales marcas de motos japonesas con la importación directa abierta, cesando así un largo período en el que el proteccionismo pretendía cobijar a las firmas de producción nacional que, poco a poco, cesaban su actividad, como fue el caso de OSSA, Bultaco o Sanglas entre otras.
Al mismo tiempo, como parte de aquel germen de idas y venidas, dentro de un cambio que se respiraba en el ambiente entre una política reformista y un futuro prometedor, MT asalta el mercado enarbolando orgullosa la bandera de la producción nacional con el lanzamiento del MT Jarama.
Fue el primer casco integral bajo la normativa de homologación ECE 22.03 capaz de llegar a todas las capas de la sociedad motociclista, consiguiendo reafirmarse como una marca comprometida con la producción local, ofreciendo productos de probada calidad a un precio accesible y acercando, con ello, la seguridad a todo tipo de usuarios: desde aquellos que de desplazaban a clase o al trabajo en un ciclomotor hasta los que lo hacían con las recién llegadas motos japonesas de importación.
MT Jarama: la seguridad accesible para todos, también hoy
Desde entonces han pasado más de 40 años en los que los cascos MT se han consolidado con una amplísima oferta en modelos de todo tipo, afianzándose en el reto de apostar por una relación calidad-precio realmente competitiva.
Como prueba de ello nace el “remake” de los orígenes de la marca: aquel MT Jarama que tantas alegrías nos dio a los motoristas de las dos décadas finales del pasado siglo, vuelve hoy, y lo hace precisamente con el mismo espíritu de siempre. Una vez testado, lo cierto es que no defrauda.
Resulta francamente evocador el hecho de probar, tantos años después, la “rentrée” de un casco que, como tantos otros motoristas de entonces, también formó parte de mi equipamiento. Tal vez por esa razón, el simple hecho de tener entre mis manos este casco va un poco más allá de lo profesional al ocupar también un hueco sentimental importante en mis inicios como motero, de camino a la facultad en mi 2T de arranque a patada… ¡Gloriosos años 80 y 90!
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Cómo es el MT Jarama
Ha llovido mucho desde entonces y, entre otros aspectos, los cascos han experimentado un vuelco tremendo en muchos detalles, entre los que intervienen tanto la seguridad como el diseño, pasando por un acabado a la altura de las circunstancias, donde el usuario es cada vez más exigente y se compromete de una manera más incisiva con la seguridad.
Para dar respuesta a todo ello, el MT Jarama ha renacido bajo la homologación ECE 22.06, siendo uno de los primeros integrales retro, además de origen español “muy nuestro”, en situar en el mercado un producto testado bajo las duras exigencias del nuevo código con las correspondientes pruebas de impacto. Aquí es donde sorprende otro aspecto decisivo: el precio es de apenas 150 euros, lo que le permite destacar dentro de su segmento como el más asequible del grupo, sin recortar en calidades o seguridad.
Llama la atención al mismo tiempo la preinstalación para montar un sistema de intercomunicador universal, con los alojamientos correspondientes para adaptar y acomodar los elementos necesarios bajo el estándar internacional UCS, lo que evita la necesaria manipulación y, por tanto, la sobreexposición del casco.
Además, otro aspecto que no podía ser pasado por alto y que, de nuevo, nos explica cómo han evolucionado los cascos integrales durante las últimas décadas, es el que atañe al diseño. Las técnicas más vanguardistas y las composiciones de todo tipo tienen cabida dentro del equipo exclusivo y permanente con el que cuenta MT como parte de su plantilla, en este caso dentro del Departamento de Diseño.
Este equipo es capaz de desarrollar nada menos que 200 gráficas al año, aportando un servicio especializado tanto a distribuidores de la marca como a los mismísimos pilotos de MotoGP. El resultado se plasma en un dinamismo y frescura propios de hoy pero, eso sí, con aires de ayer en nuestro caso con la prueba del nuevo MT Jarama.
Conclusiones de la prueba
Uno de los retos a los que se enfrenta un casco integral se mide en sensaciones porque, no nos engañemos, rodar en moto con la cabeza perfectamente a salvo implica el hecho de hacerlo con un modelo de estas características, comprometiendo el confort durante la realización de una actividad en la que el objetivo es, precisamente, lograr el máximo rédito en satisfacción.
El MT Jarama lo afronta con un interior muy conseguido en este aspecto, mediante un almohadillado suave que ejerce la presión justa en carrillos y frente, los dos puntos más críticos a la hora de encontrar el equilibrio entre confort y protección efectiva. El tacto es agradable y además, en caso de lavado, puede desmontarse por completo para separarlo de la calota y hacerlo de la forma más sencilla.
El cierre es mediante correa dentada, con cinchas de ajuste entre ambas piezas del sistema micrométrico lo suficientemente largas como para que nadie se sienta discriminado por un ajuste excesivamente apretado; hay espacio de sobra para aflojar o apretar, eso sí, solo en el momento de estrenar el casco, ya que el sistema dentado hará el resto a partir de ese momento, con un sistema de liberación asistido por un pequeño tirador en color rojo perfectamente accesible incluso pertrecho con guantes.
Para finalizar con el interior, hay que mencionar el buen acabado que muestra la mezcla de materiales, donde no falta piel sintética perfectamente que se funde con tejido elástico o costuras mediante pespuntes en rojo, evidenciando una terminación que se cuida hasta en el más mínimo detalle.
La zona de la barbilla también queda cubierta con una pequeña inserción que cumple su función una vez enfundado el casco, pero también en el momento de hacerlo, molestando lo menos posible durante la puesta; lo mismo puede decirse de la naricera incluida de serie.
Otro de esos elementos de diseño muy acertados lo encontramos en las formas y disposición de las tomas de aire. El conjunto de cuatro con diferentes tamaños, de arriba abajo, situadas en el mentón cuentan con un sistema de apertura y cierre tras el mismo. Discreto y funcional. Por su parte, la pantalla también aporta sus propias tomas superiores de muy fácil acceso incluso durante la marcha, conjuntando con las del frontal de la calota superior y las finas y elegantes salidas posteriores, sobre el reborde.
Dispone la pantalla de 6 posiciones, siendo la primera perfecta para dejar pasar un hilo de aire en marcha sin que moleste, por ejemplo, a velocidades de rodaje por ciudad, mientras que la transición entre ellas, incluso desde el cierre completo, es de total suavidad y sin molestos ruidos, disponiendo de un sistema libre de herramientas para un montaje y desmontaje rápido y sencillo, sobre todo pensando en cambiar la unidad ahumada por la clara en caso de necesitarlo, en menos de un minuto.
Con un peso de 1.550 gramos para un MT Jarama con calota en talla L (59-60), no resulta especialmente ligero la primera vez que lo tienes en las manos, pero una vez enfundado y en plena marcha el peso parece no ser un inconveniente gracias, entre otros aspectos, a lo indicado del confort interior.
Se trata, en definitiva, de un casco muy logrado por varios motivos, comenzando por el confort y practicidad general para finalizar con una relación calidad-precio difícil de superar hoy día para un integral ECE 22.06 de estilo neoclásico. Un retro como los de antes pero con la confianza y garantías de un integral de nueva generación.
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