JJCobas recibe nostálgico homenaje treinta años después

Fue una ceremonia que congregó a quienes vivieron de muy cerca aquella gloriosa época que se movió con más ilusión y pasión que razón y medios. La genialidad tecnológica de Antonio Cobas unida a la pasión filantrópica de Jacinto Moriana dieron un título mundial de 125 que nadie se esperaba. Álex Crivillé se llevó los laureles y algunos costalazos de enjundia que anestesió con fogosidad juvenil y hambre de victoria. Fármacos que todo campeón lleva congénitos. Con Eduardo Giró al cargo del motor Rotax hicieron un cuarteto ganador.

Aquel 1989 fue el embrión de una industria de competición de la que salieron diversidad de motos de velocidad, también de trial, incluso un prototipo de enduro y una corta serie de bicicletas mountainbike. La escudería JJCobas devino una factoría de ideas, de proyectos y de realidades avanzadas a su tiempo. Quizás por eso feneció víctima de la incomprensión de un mercado que no había alcanzado la madurez motociclista actual.

El homenaje rendido a JJCobas por iniciativa del salón RetroMoto Barcelona, dedicó un stand que recogió un significativo muestrario de la obra de los homenajeados cedido por el coleccionista tarraconense Ramón Magriñá. La cita supuso un reencuentro de tantísimos personajes que colaboraron en la construcción de aquellas motos, de quienes vivieron las carreras desde dentro y de los que las pilotaron en diversas ocasiones. En los corrillos se volvieron a oír amenas charlas de Eduardo Giró con Santi Mulero y Ramón Aurín rememorando días de antaño. También batallitas de Pere Xammar, Jep Martinell y Javier Marqués entre los velocistas pioneros o las cuitas trialeras de Toni Gorgot y de Gabino Renales.

Se culminó el acto con la entrega de placas conmemorativas a las viudas de Antonio y Jacinto, Sras. Tere Soler y Mari Navajas, quienes fueron acompañadas en el escenario por sus hijos y nietos. Quizás de esa menuda tercera generación surja una continuidad de la obra iniciada por sus legendarios abuelos.