Preparación Suzuki Bandit 1995

La Suzuki que aquí te mostramos llevó una plácida y aburrida vida de paseos dominicales y escapadas ciudadanas…hasta que tras varias caídas y arrastrones, terminó olvidada en un rincón del garaje de su primer propietario.

Su destino cambió cuando Javi Díaz, un fanático de las preparaciones y carreras de los años ochenta le echó el ojo y, viendo mucho más allá de lo que su destartalada silueta prometía, encontró en ella la máquina perfecta para poder llevar a cabo su sueño con su ajustado presupuesto.

Una vez en su taller particular de Mocejón (Toledo), Javi empezó a desmontar cuidadosamente los restos, clasificando los principales componentes y estudiando con detenimiento cuáles podría reutilizar en la nueva criatura.

Su fiable y suave motor tetracilíndrico recibió una buena limpieza y repaso mecánico, prestando especial atención a la compresión, encendido, carburación y culata. El rojo bastidor original de la moto con su basculante fue chorreado y pintado de nuevo al horno con el elegante tono de pintura grafito que puedes ver en las fotos. El depósito de combustible fue cuidadosamente reparado y pintado en un agraciado tono perla, mientras que las llantas con sus discos de freno y pinzas recibieron una concienzuda limpieza y sus rodamientos fueron sustituidos. El resto de las piezas se descartaron.

Revisando viejas revistas de los años setenta se encontró la inspiración necesaria y se empezó a construir el sueño. Se buscaba un aire clásico, con líneas escuetas, pero deportivas y elegantes.

Para acoplar el semicarenado de fibra de vidrio con su cúpula, réplica de competición, fue necesario fabricar una araña a medida. El faro elegido también guarda todo el sabor de la época y el voluminoso cuadro de instrumentos japonés dio paso a un escueto velocímetro de clásico diseño.
 

La carrocería se completa con un asiento monoplaza fabricado a medida y rematado en su parte trasera por un precioso colín de fibra de vidrio, creación exclusiva y que destila sabor añejo.