De todo un moto. Regalos

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De todo un moto. Regalos
Antonio Herrero
Antonio Herrero

Hoy es mi cumple, en los cumples hay regalos y yo voy a hablar de dos de ellos. El primer regalo es de hoy mismo, me lo ha hecho Fórmula Moto y es€ pues esto que estás leyendo. Un blog nuevecito y a estrenar que me comprometo (¡ay, madre!) a mantener con una periodicidad decente y en el que contaré€ cosas.


Cosas de carreras, de pilotos, de rutas, de vivencias, de recuerdos, de amigos, de actualidad y, muchas de ellas, con un eje común sobre el que ha girado y sigue girando toda mi vida motociclista: Javier Herrero, mi padre. A compartir en el blog mis experiencias y su recuerdo, me anima el ver que su figura sigue muy presente en cualquier faceta de las motos, en medios, en redes sociales, en los corazones de los que le conocieron y en la memoria de los que le leyeron.

Y precisamente fue Javier (nota para mí: sí, mejor llámale Javier en vez de estar todo el tiempo diciendo «mi padre») el artífice del segundo regalo de cumpleaños al que alude este post y de la historia que acaba con el mismo en mis manos. Este me lo hizo otro 7 de mayo, pero de 1995, y me lo ha recordado esta foto que hace un tiempo me encontré por casualidad deambulando por la red.

Alberto Puig en Jerez

El contexto: GP de España en Jerez. Alberto Puig gana la carrera de 500, su primera y única victoria en Gran Premio.

El regalo: aunque Javier nunca fue muy fetichista, algo histórico vio en la bandera que portaba Puig durante la vuelta de honor como para merecer ser conservada con honores.

La estrategia: conseguirla entre todo ese éxtasis de alegría y celebración requería una táctica a medias entre disfrutar el momento (ver foto), la picardía y los conocimientos técnicos. Me explico. Para que a Alberto no se le calara la moto, tendría que soltar la bandera y agarrar el embrague, así que mejor recibirle por el lado izquierdo (ver foto otra vez) y que una mano amiga le liberara de la carga para detener la NSR. Como os lo cuento.

El desenlace: Puig le dio la bandera a Javier pero, honesto él como siempre y pasada la apoteosis, se la ofreció de vuelta. Alberto no solo le dijo a Javier que la conservara él, sino que además se la firmó para convertirla en el segundo e inmortal regalo de esta historia, porque cuando llegó a casa ya bien entrada la noche de aquel domingo (yo esperándole como siempre) me la regaló como colofón a aquel inolvidable cumpleaños.

Bandera Puig Jerez

La foto de mi padre y toda la prensa esperando a Puig (enorme momento, gracias eternas a quien lo capturó), el regalo y sobre todo la efeméride, han desencadenado la primera de las muchas historias que espero compartir en este blog en el que nos seguiremos leyendo para seguir hablando «de todo un moto«.