Ismael Bonilla cumpliría hoy 42 años

La última carta para Ismael Bonilla

ismaelbonillaformulamoto 1
La última carta para Ismael Bonilla
Carlos Felix
Carlos Felix

Carlos Félix Laborda, Carlitos, primo de Ismael Bonilla, dedica una última emotiva carta al piloto con motivo del que habría sido su 42º cumpleaños.


Isma, cómo empezar esta carta que nunca quise escribir… quizá por el principio del final sea la forma más apropiada para tratar de dar orden a este caos, si bien es cierto que aún están por inventar las palabras que describan algo así, haré lo que pueda.

El domingo 5 de julio fue sin duda alguna el día más triste de mi vida. Ese día recibí la llamada de tu amigo y hermano José Manuel, sus palabras quebrantadas de dolor «ha ocurrido lo peor» entraron por mi oído, pero las escuchó mi corazón que se rompía en mil pedazos mientras mi cerebro trataba de entender el contenido de tan corta pero aterradora frase. Era la llamada que nunca quise recibir, para la que no se está preparado. Comenzaba la pesadilla.

Como si el cerebro se protegiese de shocks así, mis recuerdos vuelven una hora después en un tren camino de Jerez con José Manuel y, pese a saber en cierto modo que todo era real, algo dentro de mí todavía mantenía la ingenua esperanza de que lo ocurrido tuviese solución.

Horas en pie, el cuerpo no te deja comer, no te deja dormir, las mismas preguntas una y otra vez: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Por qué tú?

Ismael Bonilla

Llegamos a Madrid de madrugada donde te esperaba tu padre, y las escenas de dolor, pena y vacío se sucedían. Se buscaban brazos donde resguardarse de semejante aguacero de tristeza e incomprensión, pero nada impidió que nos empapásemos porque no conseguíamos entenderlo, no queríamos entenderlo, no era verdad.

Pero lo era. Llegó la mañana siguiente y trajo consigo algo de energía, la suficiente para permitir que el cuerpo, el alma y el corazón volviesen a romperse. Las mismas preguntas, la misma sensación€ esto es un mal sueño, no podía estar pasando.

No te imaginas cuánta gente vino a verte, primo. Si dicen que cuando alguien nace dice mucho de sus padres, cuando alguien muere debe decirlo todo de quien se va. La repercusión en medios y el reconocimiento de instituciones, el amor de tus amigos despidiéndote, tu familia más unida que nunca, flores, muchas flores, si lo hubieses podido ver€ 

Después del tanatorio y del entierro solo quedaba silencio, el sonido de la desolación en sus máximos niveles de crueldad. Las primeras sensaciones y recuerdos afloraban en cada esquina, en cada foto, en cada rincón, en tu sofá donde tan solo con cerrar los ojos podía verte durmiendo una de tus infinitas siestas infinitas. Pensaba para mis adentros que si esto iba a ser siempre así, ¿cómo podría soportarlo? ¿Cómo podríamos sonreír de nuevo si estabas en cada cosa que mirábamos y tocábamos?

Con el poquito de lucidez que me quedaba llegué a la conclusión de que no se podía cambiar todo, porque tú estabas en todo lo que conformaba mi vida. Con ánimo de paliar el dolor, traté de buscar algún regalo que me hubieses hecho al que poder aferrarme, pero nada, así eras tú, nos querías y demostrabas tu amor con hechos, no con cosas.

Ismael Bonilla

Fuiste mi hermano mayor desde aquel 9 de enero de 1985, día en el que nací. Viviste con nosotros buscando una estabilidad que tardarías años en encontrar, muchos años, pero para quien llegue al final de mis palabras verá que la conseguiste, encontrando con ella la felicidad que siempre buscaste. Para tu tía fuiste un hijo, para tu tío también, con permiso por supuesto del mejor padre que se pudo tener, mi querido tío Félix.

Llegaron las motos y encontraste tu sitio en la vida. Para quien no lo sepa, Isma se subió con poquitos años en una minimoto en nuestro pueblo, Arrancacepas, y desde ese día no se bajó de una moto nunca más.

Comenzaste a destacar en las competiciones «casi de barrio», nada que ver con lo que existe hoy en día. Recuerdo acudir a los circuitos creados de forma espontánea en parkings donde sus límites estaban delimitados por cuadros de paja. Igualito que hoy en día, donde se ven hasta trailers.

Comenzaste a ganar de forma natural e inmediata, tenías talento y, sobre todo, pasión. La que siempre te acompañaría cuando se hablase de motos. Como me dijo tu amigo Ángel que tú mismo le dijiste: «La vida es esto y lo demás es humo».

No hablabas de otra cosa, motos por aquí motos por allá. No se podía tocar el mando de la tv si había carreras del mundial, era sagrado. En el pueblo siempre tenías motillos con las que paseabas a todo aquel que te lo pedía, pero sobre todo siempre me llevabas a mí. Decías que te encantaba llevarme porque me moría de la risa. Te pedía derrapes y derrapes hacías. Es curioso porque intentaste hacer un piloto de mí, pero yo era y soy un cagón, solo me sentía seguro cuando iba montado en tu moto contigo pilotándola, fuese tu vespino o tu CBR1000.

Con aquellos triunfos comenzaste tu carrera en el mundo del motociclismo y si bien no tuviste los éxitos que mereciste, aunque hiciste milagros con las cafeteras que montabas, alguna cosa curiosa ganaste. Puedo decirles a todos que tuviste éxito en lo más importante, la vida, porque la entendiste perfectamente siempre y fuiste feliz.

Comenzaron las carreras de motos de mayores, como te decía yo, motos grandes para un mico que era el que suscribe estas palabras, y como sabes siempre que pude te acompañé por los circuitos con tu padre, tu tío y con tu primo Alex. Cuando nos tocaba ver tus carreras por la tele tu tía lloraba y gritaba en cada curva, y al final teníamos que echarla del salón porque nos ponía el corazón en la boca a todos. Cuando te lo contábamos, al verla tú siempre la abrazabas y te reías. Cómo echo de menos tu risa, primo. Cómo te reías de todo, incluso de lo que parecía tan importante, ahora te entiendo.

Ismael Bonilla

Creo que incluso habiéndote acompañado en tu carrera no éramos ni medio conscientes de lo que significabas para el mundo de la moto y de lo querido que eras, pero cómo no ibas a serlo con tu carácter tan diferente a todo y a todos, tu forma de normalizar lo «innormalizable» (palabro inventado para ti), tus bromas y anécdotas constantes. Dejas tantas historias detrás que me gustaría hacer referencia a lo que ha publicado en tu honor tu amiga Mar citando la famosa frase de la película de Tim Burton, Big Fish, que dice: «Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal». Te puedo prometer que tus historias seguirán siendo contadas mientras tenga un hilo de voz.

Cuando compartíamos habitación, y esto me vas a permitir contarlo, me despertabas a menudo antes de acostarte, sobre las 2 de la madrugada, y me decías que era hora de ir al colegio… casi llorando de la risa me mandabas de vuelta a la cama ya con el uniforme y oye, gracias por aquello porque me despertaba vestido y listo para comenzar el día. Toda la vida vacilándome, dándome alegría.

Llegaron amores y desamores, amistades, fuiste a la universidad tras mucha insistencia de tu tita, tuviste tus negocios. Siempre emprendiendo, siempre con tus ideas y con tus historias increíbles que al final nos teníamos que creer porque lo que no te sucediese a ti no le sucedía a nadie. De hecho, esa incredulidad con el tiempo quedó anulada porque viniendo de ti cualquier cosa podía ser posible.

Así eras tú, mágico, inigualable, ocurrente, bromista, ingenioso… alegre. Si bien decía antes que tenías ese carácter diferente a todo, también te digo que tenías un corazón tan grande como lo eras tú, y que por tus hechos y por la forma de hacerlos la gente te quería.

¿Te acuerdas lo que siempre nos decía la Abuela Flora? Te lo recuerdo yo: «En la vida hay que dejar huellas y no pisadas». Todos damos pisotones porque somos humanos, pero has dejado una huella imborrable en muchísima gente e incluso con todo tu desastre conseguías que todos te siguiésemos allá donde fueses, que siempre quisiésemos estar en tu equipo, disfrutar de ti. Pero claro, quien bien te conoce sabe que tú eras la persona que siempre se estaba yendo. Solo conseguías estarte quieto en tu «putitrono», como llamabas a tu sofá.

Siguiendo con tus motos, fueron pasando los años y recorriste medio mundo con ellas, circuitos, esta moto, la otra moto, conociste pilotos y equipos y a gastos pagados, viviste la vida que todo motero sueña, conociste miles de personas que te recuerdan con la misma sonrisa que dibujaste tantas veces en sus caras. Incluso creo que llegaste a ganar algo de dinero con las motos cuando vendías alguna de ellas.

En tu última etapa motera escribiste mil artículos, probaste mil motos, ayudaste a fomentar el motociclismo femenino, comentaste carreras y competiste en algunas para echarte tus «pachangas» como solías decirle a tu tía para que no sufriese. Debía ser muy frustrante para muchos pilotos de esas pachangas verte llegar a veces pasadito de kilos por esas pizzas que tanto te gustaban y sin mucho entreno previo, ganar. Ganar o colisión porque no conocías otra cosa. Hablando de pizzas, no puedo evitar recordar la anécdota del chuletón, aquel día que te invité a comer en el que yo creo es el mejor asador de Madrid, la Taberna de Elia. Comimos un chuletón exquisito del que dijiste: «está rico». La comida se nos alargó hasta la hora de la cena. Nos fuimos a casa y pedimos unas pizzas, recuerdo tu cara de felicidad máxima con el primer mordisco, la expresión en este caso fue: «¡Qué rica está la pizza!» y por cierto dijiste que solo te comerías una porción porque ya habías comido mucho y te cenaste media pizza. Así eras tú, sencillo, práctico en todo, no gastabas una gota de sudor que no fuera necesaria gastar, eras bueno.

Ismael Bonilla

Acabando con tu etapa motera por llegar hasta el final y siguiendo con esa última parte, me queda recordar lo más importante, cómo volviste a ilusionarte con las motos cuando comenzaste a colaborar con Manu. El amor que sentías por él, la pasión, cómo creíste en él desde la primera curva que le viste tomar. Recuerdo cuando me contaste que jamás habías visto un talento así sobre una moto y que te sentías en la obligación de impulsarlo como pudieras. Diste el mil por cien porque así lo sentías, hiciste cosas que ni tan siquiera te vi hacer por ti mismo cuando competías tu. Sentías sus golpes como tuyos y siempre, siempre, siempre, me quedaré con la frase que le dijiste a tu tía cuando te pidió que dejases ya las motos de una santa vez y té preguntó (obviamente antes de conocer a Manu): «¿Por qué lo haces?». Tu respuesta la llevaré siempre conmigo: «Porque hacerle campeón me hace más ilusión que si lo hubiese sido yo mismo». Sé que estés donde estés seguirás a su lado, él te llevará siempre en su mono y es un orgullo para nosotros. Seguirás también al lado de todos esos pilotos a los que ayudarías después con la misma pasión; Adri, Carrión, Luismi, Kiko…  cualquiera que te pidiese ayuda, ahí estabas tú, te encantaba.

Ay, Isma. diste más vueltas fuera de los circuitos que dentro y, al final, como si siempre te hubiese estado esperando apareció ella, Ángela. Recuerdo cuando me llamaste y me dijiste que habías conocido a la mujer de tu vida. Claro, yo me reí. Pues fíjate que sí, que así fue. Con ella llegó tu pequeña niña y cambiaría tu vida, te cambiaría a ti y nos cambiaría a todos. Hoy me doy cuenta que ese es el regalo que días anteriores buscaba con anhelo. ¿Puede haber un regalo mejor? Gracias primo por dicho regalo, es el más bonito que nos hayan hecho jamás, y gracias Ángela.

La vida es un regalo que hay que vivir. Si comencé contando la pesadilla que viví, vivirte fue un sueño del que nos ha tocado despertar a todos. Y sí, digo vivirte porque, como bien dijo tu amigo Iván, a Ismael Bonilla no podían contártelo, tenías que vivirlo. Quiero recordarte cada segundo de mi vida y quiero que te sientas orgulloso de mí y que, por ti, si estas situaciones cambian a las personas, espero ser de ahora en adelante una persona mejor.

Me dejas con ganas primo. Ganas de decirte todo lo que no te dije por esa maldita forma de ser tan tuya donde te reías de cualquier situación emocionalmente afectiva, ganas de compartir éxitos, desilusiones y penas, ganas de compartir alegrías y los pequeños momentos que hacen que la vida tenga sentido, ganas de verte disfrutar de tu pequeña y disfrutar de la vida contigo como tu tan bien hacías, ganas de ti. Dejas atrás a tu hermano José Manuel, quien tuvo la suerte de compartir una vida entera contigo y quien tendría para contar mil y una historias de ti. Al fin y al cabo pasabais casi tanto tiempo juntos como horas tiene el día. Estarías orgulloso de cómo nos ha empujado hacia arriba a todos.

Con él fundaste la empresa de tu vida, 2iO-Madritonic, y conformasteis la espectacular plantilla de empleados y amigos de quienes estabas profundamente orgulloso, especialmente de José Maria, Esteban y nuestro querido Valentín. Dejas atrás a tu siempre fiel y querido Perico, a tu admirado Jaime, al incombustible Iván, a Vanesa, Clara, Juan Carlos, Dani, Raúl, Gerard y Alvarito, a tus amigos del Caldeiro, a tus amigos de las motos, Manu, Ángel, Espe, Alvaro Bachiller y Javi Bonilla, Gus, Sergio, Luis, Ateo y Atinez, Tomas, Morante, d´Antin, Jaime, Manu Huerta, Mar, Mariajo, familia Nieto, Carlos y Adri Huertas, Manuel Alonso, compañeros de equipo, amigos de la prensa como Ramon, quien me ha permitido con tanto cariño desde que se lo propuse publicar esta carta (gracias Ramón, nunca lo olvidaré). Mecas de los que siempre hablabas maravillas, los fabricantes como Ducati y BMW que ya te han homenajeado, la gente de los circuitos, tus rivales y tantos y tantos y tantos más…

Ismael Bonilla

Te pido disculpas si me he dejado a alguien que fuese importante para ti y no he nombrado, pero había tanta gente en tu vida, primo, que es difícil nombrarlos a todos, solo sé que nombrados o no solo tenemos palabras de agradecimiento para todos ellos, ha sido increíble.

 Por cierto, dale recuerdos a Monchi, seguro que ya estáis organizando alguna. En fin, sobre todo dejas atrás una familia que te amaba, a tu padre, a tu tita, a tu tío, a tu hermana Sara que tanto cuidaste, tus primas Almu y Tami y a tu primo Alex, a tus tíos y primos, me dejas atrás a mí pero sobre todo dejas atrás a tu pequeña. Pero tranquilo, que aunque tú nos dejes ahora, nosotros seguiremos hacia delante por ti. Lo haremos alegres y con energía como te gustaría porque queda mucho por hacer.

He aprendido tantas lecciones estos días… y si he escrito esto es porque me he preguntado qué me dirías tú si te preguntase: ¿Debería escribirte algo? Sé tu respuesta, es como si te pudiese oír en mi cabeza: – «¿A ti te nace hacerlo? Pues hazlo y ya saldrá el sol por donde quiera». Pues dicho y hecho, aquí tienes mi despedida.

Por último, quiero terminar diciéndote un par de cositas más, y volviendo a las lecciones aprendidas, te diré que he aprendido que nuestras vidas no son solo nuestras, que igual que nosotros damos vida a aquellas personas que queremos, nosotros también tenemos vida de aquellos que nos quieren y a quienes queremos. Que por eso, cuando una de esas personas se va, se lleva un pedacito de nuestras vidas consigo. Tú me dabas mucha vida, hermano, y te la has llevado contigo, pero te prometo que me voy a levantar. He aprendido también el significado de cada segundo y que soy afortunado de los 35 años que te tuve a mi lado.

Sin duda voy a vivir más el día a día, a disfrutar los detalles pequeños con calma como la sobremesa de ayer con tu padre, tu tío y tu primo Alex, disfrutarles a ellos y disfrutar de tiempo para mí, para acostarme cada noche sintiendo que he vivido. He aprendido tanto en tan pocos días y de forma tan firme… Si al principio decía que los primeros días no sabía cómo podría soportar verte en cada esquina, te digo ahora que ya sé que no hay nada que soportar, todo lo contrario, quiero verte al ver el corazón amarillo de los emojis del whatsapp, quiero verte al ver un número trece, #13, quiero verte al ir a tu despacho, al ver tu sofá, quiero verte cuando vaya a tu empresa y cuando vea una moto, cuando vea alguno de los coches que tuviste, quiero verte cuando cuenten las anécdotas que me perdí y en las sobremesas familiares cuando te recordemos, quiero verte cuando mire a Carlota y sobre todo, quiero que desde donde estés, me veas y te sientas orgulloso de mí, por ti lo voy a hacer.

Te vamos a despedir como te mereces, le pediré ayuda a todos tus amigos de las motos porque mi ilusión es concentrar a todo aquel que quiera despedirse de ti con ruido, mucho ruido, con un minuto de gas y no de silencio, eso no iba contigo. Te fuiste feliz, haciendo lo que más te gustaba, pasaste la línea de meta con bandera a cuadros por última vez. Te fuiste en la mejor etapa de tu vida, la cual solo tenía vistas de mejorar. Pese a que siempre disfrutaste de todo te pasaste una vida entera peleando por encontrar una estabilidad que llegó con tu pequeña, ella le dio el sentido a todo. Con ella llegaron tus ganas de esforzarte, de ser mejor, hasta de vestirte… medio bien. Encontraste el motivo de levantarte cada mañana y luchar y encontraste al verdadero amor de tu vida. Por eso, cualquiera que haya conseguido leer hasta aquí ya sabrá a qué me refería cuando al principio de esta sabana dije que si leían hasta el final entenderían porque tuviste éxito en la vida.

Como bien dijo tu primo Alex, te fuiste muy pronto y te vamos a echar tanto de menos… eras admirado por todos, pero para nosotros lo eras todo. Fuiste una estrella en vida y hoy tu nombre lleva una estrella literalmente hablando. Agradéceselo a tus compis de la uni, seremos Warriors4ever. ¡Cracks! Carlota sabrá el gran padre que fuiste y cuánto la querías, y podrá verte cuando mire al cielo, sabrá que estás ahí protegiéndola, guiándola, escuchándola y sobre todo, queriéndola.

Aunque nunca discutimos, si alguna vez te fallé perdóname. Hoy cumplirías 42 años. Feliz cumpleaños, Isma. Gracias por tanto, por todo, fuiste mi maestro, mi amigo, mi socio, mi primo… fuiste mi hermano. Tendremos que esperar un poco para volver a vernos. hasta entonces te llevaré en mi corazón toda la vida y aunque empezase triste la carta pronto estaré más fuerte que nunca, tengo una promesa que cumplir.