Prueba Mash Five Hundred: Gran Reserva para todos (I)

Prueba Mash Five Hundred: Gran Reserva para todos (I)
Daniel Navarro
Imagínate que a una de las grandes bodegas de la Rioja le saliese competencia. Imagina ahora que esa competencia fuese capaz de imitar el sabor de sus grandes reservas, de sus vinos de hace 40 años, pero hoy día. Y que pudieran hacerlo a precio de vino de mesa. Algo así es esta Mash "Five Hundred", o si prefieres, 500.


Todo el sabor de motos de las monocilíndricas que hace 40 años, en los 60 y 70 querían imitar a las motos de los 60. Y el caso es que lo consigue, en gran parte: es como montarte de nuevo en aquellas motos, solo que hoy día y siendo nueva, no una moto clásica.

Si hay un “tamaño perfecto” para una moto es el de la Mash 500: no es una moto pequeña y tiene la presencia de una moto “de verdad”, no de una “copia” de 125 de una moto clásica. Pero, a su vez, no es tan grande como para que cualquier persona de cualquier estatura pueda subirse y manejarla con soltura. Pesa, eso es cierto, y parece que sean más de esos 151 kilos declarados: no en vano el motor no es precisamente pequeño y el “lujo” que supone hoy día llevar hasta las tapas laterales en acero también es un peso extra. Pero es de esas motos que, por tamaño y aspecto parecen, como decían hace unos años en otros productos, “user friendly”. Vamos, que cae simpática y es fácil de llevar.

El contacto corre a cargo de una llave muy cuidada con el logo de la marca entre los relojes del cuadro. Pata de arranque recogida (si esta extendida no arrancará ni en punto muerto, un fallo que no permite calentar el motor sin estar subido a la moto) y la moto arranca muy bien con botón. Lleva palanca de arranque: ya puedes darle lo que quieras, no hemos sido capaces de arrancarla a pata; aunque reconozco que en la oficina del importador sí son capaces de arrancarla a la primera. Habrá que practicar, pero se consigue. Además, tiene un acabado muy “auténtico”. Una vez en marcha, el sonido es grave, especialmente agradable y “retro”.

Una moto perfecta para pasear

El embrague es suave, las marchas también. Primera corta, segunda no muy larga… hasta la 5ª, en este caso lo suficientemente larga como para que nuestra unidad, con prácticamente 2.000 km en su marcador, no es capaz de alcanzar el tope de rpm del motor. Las relaciones de cambio elegidas son las típicas de una moto utilitaria: absolutamente ideales en esta moto. A baja velocidad la moto es agradable. La dirección pesa un poco, pero nada que no puedas manejar sin ningún cansancio. Es estable y fácil desde el principio. Vas acelerando y cambiando velocidades y las vibraciones son casi imperceptibles; de hecho, conozco bien el motor XR 400 y esperaba bastantes más en esta moto.

A pesar de que la Mash es obediente y lo intenta, te acabas dando cuenta de que es absurdo: no va a pasar de las 8.000rpm

Subes de vueltas y la dejas estirarse: no quiere. El cuentavueltas marca 10.000 rpm donde empieza la zona roja, pero es poco realista. Y a las pocas veces que lo hayas intentado, a pesar de que la Mash es obediente y lo intenta, te acabas dando cuenta de que es absurdo: no va a pasar de las 8.000 rpm y, además, es más divertido, agradable y coincidente con su carácter ir cambiando entre las 5.000 y 7.000 rpm. Así, podrías llegar a verle los 130 km/h en el marcador, poco más si te empeñas.

Pero no es más rápida. En el fondo, con 27 CV, tampoco hay para mucho más y si la potencia es propia de una 250, las prestaciones también lo son. Eso sí, en ciudad, a medias vueltas, ir aprovechando el buen par motor es todo un placer: hay un empuje desde abajo impresionante, muy por encima del que vayas a encontrar en cualquier 250 e incluso 400 del mercado.

No es una deportiva ni pretende serlo, pero sí resulta rápida en ciudad o en sitios que requieren mucha agilidad

Si hablamos del comportamiento de su parte ciclo, es una moto equilibrada. Y no solo en lo que a estabilidad se refiere, sino a que si el motor es perfecto para pasear, para moverte con mucha agilidad pero sin pretensiones deportivas, el chasis “apoya” este carácter. En cuanto vas a una velocidad media, moviendo entre segunda o tercera, callejeando, cambiando de dirección… en ciudad, en suma, es muy ágil. O dicho de otra forma: no es una deportiva ni pretende serlo, pero si es rápida en ciudad o en sitios que requieren mucha agilidad. Los frenos y las suspensiones también van en este sentido: no muy duros, más bien blandos, trabajan bien, paran la moto cuando lo requieres con bien tacto y resulta cómoda sobre el asiento. En curvas, los límites vienen dados por el uso de llantas de 19” y 18” con unas cubiertas “Kenda”: la moto es estable en recta, ágil en esquinas, pero tumbarla “a saco” no va con ella: la dirección parece querer entrar en la curva antes que la moto y tienes la sensación de que vas a perder rueda si fuerzas un poco. No es divertido, no va con la Mash esta forma de conducir.

Mash 500 Driving School

No hay muchas motos en el mercado que se acerquen tanto a lo que marca la ley como la Mash a la hora de servir como moto de autoescuela para el carné A2. De hecho, estaba la cosa tan ajustada que ha habido que retocar las primeras unidades que se produjeron para ajustarse del todo a la norma: se exige que tenga más de 395 cc de cilindrada (397 cc para esta Mash) y 20Kw de potencia (las primeras contaban con 19,5 Kw). Ahora, con un retoque de inyección y, pocos ajustes más, se llega a los 20,4Kw (27,35Cv) declarados y, por tanto, la Mash es “apta” para enseñar. Ligera, fácil, suave, manejable, económica y fiable, es una de las mejores motos que hemos probado para este uso, por lo que no te extrañe que dentro de poco las nuevas generaciones de moteros que se saquen el A2 serán, en gran parte, formados a los mandos de esta moto. Para ello, simplemente se le monta un protector cromado de cárter (68 €+IVA) que evitará males mayores cuando “toque” suelo.
 

 

Mash Five Hundred

Salir de la versión móvil