Hay máximas en mi vida en las que creo profundamente y que trato de aplicar en mí día a día, en mis cosas, y por las que me guío cuando el desánimo me invade cualquiera que sea el motivo, como esta vez con la desaparición de Marco Simoncelli.

Marco Simoncelli: homenaje de Ismael Bonilla

marco simoncelli0
Marco Simoncelli: homenaje de Ismael Bonilla
Fórmula Moto
Fórmula Moto


marco-simoncelli0

Son cosas del tipo -la buena o mala suerte no existe, es lo que tú haces por tenerla-, o -todo pasa por algo, trata de averiguar qué es ese algo- o -todas las cosas malas, sin excepción, tiene una parte buena-. Y de verdad que creo en ellas hasta el fondo, pero, en días como hoy, es muy difícil encontrar algo bueno ante el desastre vivido en Sepang en el que ya sabemos el desenlace con Marco Simoncelli. Es injusto, muy injusto lo que ha sucedido con Marco. Pero por desgracia, la vida no es justa. Vemos injusticias cada día en todos los ámbitos de la vida, en nosotros mismos o a nuestro alrededor. Lo que ocurre es que este caso toca muy de cerca a la familia motociclista, y más aún, a los que alguna vez nos subimos en una moto dentro de un circuito.

Es cierto, un accidente así da mucho que pensar. Si esto le ha pasado a un profesional, un chaval joven y fuerte, y rodeado de todas las protecciones y máximas medidas de seguridad, ¿por qué no nos puede pasar a alguno de nosotros? Es inevitable hacerse esa pregunta. Pero ya no sólo a todos los que montamos en moto; montando en moto, en bici, en coche, caminando, o incluso mientras duermes. Sí, ya lo sé, no hay el mismo riesgo a 300 km/h en una moto, que viendo una película en tu sofá; pero otra de las cosas en las que creo es que cuando llegue tu momento, ha llegado; y no hay nada que puedas hacer. Da igual a lo que te dediques. No pretendo que nadie comparta esta opinión, pero ésta es la mía. Y en mi empeño en ser positivo, en sacar algo bueno de todo lo malo, quiero que el accidente de Marco al menos me sirva a mí, y a todo a quien así lo quiera ver, para recordar que sólo hay una vida, y que debemos disfrutarla y aprovecharla.

Antes de ponerme a escribir estas líneas me ha venido a la cabeza uno de los vídeos de Internet que más me han marcado y que más provecho le he sacado. Se trata de un discurso que Steve Jobs -fundador de Apple, y también recientemente desaparecido- dio en la universidad de Stanford hace algunos años. Si aun no lo has visto, te recomiendo que lo busques en YouTube. Jobs dedica una parte importante del discurso a hablar sobre la muerte. Comparto cada palabra que dice, y hoy quiero hacer mías sus palabras, aunque no lo sean.

Si vives cada día como si fuera el último, ten claro que algún día tendrás razón. Será el último. Por eso, cuando me despierto por las mañanas me pregunto: Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que hoy voy a hacer? Si durante muchos días seguidos, la respuesta es NO, algo no va bien. Algo tienes que cambiar. Estoy seguro que si Marco se hacía esa pregunta por las mañanas, la respuesta ese fatídico 23 de octubre hubiera sido un SÍ rotundo. Marco se fue haciendo lo que más feliz le hacía y también nos lo hacía a nosotros, haciéndonos disfrutar con su espectáculo y -locura- encima de su Honda.

Posiblemente, la muerte es el mejor regalo de la vida. Es lo que le da sentido a todo. Saber que vas morir algún día, sin saber cuál, es lo que nos ayuda a tomar las grandes (y a veces muy difíciles) decisiones de la vida. Todo, absolutamente todo se queda pequeño frente a la muerte. El orgullo, el miedo a equivocarse, el cargo de conciencia o el ridículo ante el fracaso-saber que antes o después vas a morir, debe recordarnos que no tienes nada que perder y mucho que ganar si no intentas alcanzar tus sueños y metas. Confía en algo: el destino, el corazón, tu instinto, el karma-lo que sea, pero inténtalo SIN MIEDO.

La muerte es el destino que todos compartimos. Pero nuestro tiempo es limitado, no lo desperdiciemos viviendo una vida de otro o una vida que no queremos vivir. ¡Vive tu vida! Montando en moto, haciendo negocios, criando perros, sólo o acompañado-pero vive tu vida a tope, la que tú quieras y sientas. Nunca te conformes, porque ninguno de nosotros sabemos cuanto nos queda en esta tierra, que por cierto nos estamos cargando entre todos.

Conozco a algunos de los pilotos españoles en el Mundial, a unos más que otros, pero a Marco Simoncelli creo que nunca le he llegado a ver si quiera sin casco o fuera de la tele. Pero está claro que era un tío auténtico, no hay muchos como él. Me gustaba de Marco precisamente eso, que siempre lo intentaba. A veces le salía bien, y a veces mal, pero no se conformaba. Yo prefiero siempre saber que pasa si lo intento, a quedarme con la duda de ¿qué hubiera pasado si lo hubiera intentado? Te puedes equivocar en tus decisiones, está claro. Pero eso es la vida.

Y la vida sigue; al igual que el Mundial y las motos. Estos días se hablará mucho de este accidente -sí, nos guste o no, a las personas nos gusta un morbo que solemos confundir con curiosidad, o ¿acaso tú no miras cuando hay un accidente en la carretera?- Pero poco a poco se irá asimilando esta perdida y todo volverá a su curso normal. Es ley de vida, y de muerte. Yo personalmente me quiero quedar con lo bueno de Marco, y lo voy a hacer y tomar ejemplo de lo que pueda. Un tío luchador, con un estilo diferente, siempre sin miedo; y sincero, consigo mismo y con los demás. Siempre contestaba a lo que le preguntaban sin pelos en la lengua. Ójala todos fuéramos así.

Marco, te echaremos de menos.