Alitas, alas y alerones de MotoGP ¿Cuánto cuestan?

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Alitas, alas y alerones de MotoGP ¿Cuánto cuestan?
Han proliferado como una plaga vírica, son pandemia aerodinámica invasora de cuestionada eficiencia y seguridad a muy elevados costes.


Ninguna marca ha dado razón de la eficacia obtenida con la adopción de los apéndices aerodinámicos en los carenados de MotoGP. Tampoco han explicado jamás los efectos pretendidos ni sus resultados. No se sabe muy bien qué buscan mejorar con las aletas: ¿Anti-levantamiento delantero? ¿Estabilidad en frenada? ¿Ayuda en el paso por curva? ¿Efecto anti-rebufos? ¿Acelerar la fuga del aire?… No hay respuesta técnica de nadie. Secreto total. Mutismo absoluto. Algunos pilotos han comentado que perciben poco sus efectos. Incluso uno que perdió un ala en una caída, reveló que no había apreciado ninguna diferencia a pesar de terminar la carrera en asimetría aerodinámica ¿Son realmente eficaces?

Alerón MotogpA tenor de cuantas formas, perfiles y tamaños distintos van apareciendo, se ha de entender que cada cual tira por su camino. Las investigaciones que se llevan a cabo deben dar dispares resultados para configurar las alas a libre criterio. No hay dos iguales. La diversificación de tamaños y formas sorprende. Los ingenieros aeronáuticos y demás técnicos aerodinámicos, obtienen datos según sus estudios, cálculos e investigaciones, pero no coinciden en el resultado final. Los vericuetos aerodinámicos son de variada interpretación. ¿Cuánto cuesta todo eso? Tampoco nadie se ha manifestado al respecto. Pero es fácil intuir que un buen montón de dinero en medios y recursos: Alquiler de túneles de viento, ingenieros especializados, análisis, simulaciones CAD/CAM 3D? etc.

Resulta curioso que en tiempo de recortes y reducción de costes que está convulsionando el Mundial, se dé manga ancha a ese despilfarro cuando se vetan y limitan muchos otros recursos técnicos de mejor provecho. Recordemos que la prohibición de la caja de cambios con doble embrague –artilugio ya aplicado a las motos de calle- originó el costosísimo «seamless». Shuhei Nakamoto lo cifró en 600.000 euros. Desmesurado encarecimiento a todas luces evitable.

La fiebre de las alas requiere cuantiosas inversiones. Diseñarlas y evolucionarlas cuesta mucho dinero. De eso no se habla ni se tiene en consideración el suntuoso gasto que ocasionan. Ahora, apenas se empieza a cuestionar el riesgo que entrañan las alas en caso de colisión o en caída conjunta. El impacto de esos apéndices puede causar graves consecuencias físicas. La fibra de carbono rota y desgarrada es altamente cortante. La parte fracturada solidaria al carenado puede producir heridas nada deseables. Tememos que únicamente se actúe cuando suceda algo grave. Prevenir es curar, dice el refrán. En el Mundial, la previsión de daños es asunto marginal. Se improvisa sobre la marcha.

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La lasitud de Dorna, FIM e IRTA ante ese nuevo riesgo es sorprendente. Solo logra entenderse en clave del espectáculo añadido que supone ver las motos aladas cual caballo de Zeus llamado Pegaso. Síndrome de F-1. Espejo donde suele mirarse el promotor del Mundial. Por otra parte, sorprende que recientemente se hayan prohibido las alas en las clases menores. Son exclusiva de la «clase reina». Un menosprecio a la cantera de donde se nutre el Mundial o discriminación tecnológica a los equipos que en ellas concurren. No se ha dado causa alguna para justificar tan drástica medida. Basta con el «decreto ley». Ordeno y mando.

Hasta el momento, únicamente las MotoGP de fábrica lucen el surtido de alitas, alas y alerones fruto de su inventiva imaginación. En cierto modo es comprensible porque solo las marcas tienen abultados presupuestos para I+D, aunque en el caso que nos ocupa son inversiones sin ninguna rentabilidad comercial futura. Resulta inimaginable una superdeportiva de calle guarnecida con apéndices aerodinámicos. Es más, no pasaría la homologación.

La pandemia alada está tan llena de dudas como huérfana de explicaciones. Las marcas y los estamentos rectores no sueltan prenda. Algunos pilotos se han manifestado abiertamente en contra. Otros, escurren el bulto cuando se les pregunta. Probablemente no tengan ninguna respuesta convincente. O quizás les sea más práctico el recurrido, no sabe/no contesta.

Sería interesante saber cuánto cuesta a las marcas esa plaga alada de incierto rendimiento. Si se les autoriza ese dispendio aerodinámico, también deberían admitirse materiales prohibidos por ser supuestamente caros aunque la tarifa comercial demuestre lo contrario.

¿Cuál es el criterio de la FIM y de su Comisión Técnica al respecto de la invasión alada? ¿Qué opina la Comisión de Seguridad? ¿Se llegará a saber a cuánto se invierte en esa investigación y desarrollo? ¿Darán alguna respuesta?