Wayne Gardner – Woollongong «El Salvaje»
Al margen de que a Gardner fue protagonista de una de las épocas más «feroces» del Mundial de 500, pues así hay que catalogar aquellas carreras que no sólo tuvieron como actores al quinteto mencionado, sino también a los Spencer y Mamola de su última etapa, Christian Sarron, Magee e incluso nuestros Joan Garriga y Sito Pons, hay tres o cuatro momentos imborrables en la vida deportiva del australiano.
La imagen de la moto de Gardner impactando sobre la cabeza de Uncini -Assen ’83-, permanence aún en la memoria motociclista.
El primero y más impactante, el accidente de Franco Uncini en Assen ’83, en que Gardner se ve involucrado en el mismo tras caerse el italiano y percutir con su moto en la cabeza del, en ese momento, campeón en título.
Aquel giro en el aire del cuerpo de Uncini como en estado de ingravidez todavía permanece en la retina de quienes los presenciaron a través de la TV.
Pero si ésta fue la cara amarga de las carreras, tampoco puedo olvidar Jerez ’87, abordando la primera curva de derechas después de «Michelín» (ahora el largo curvón «Sito Pons») con un bache en medio de la misma que prácticamente descabalgaba a Gardner.
Y así, una vuelta tras otra (un espectáculo de dominio de aquellos casi 200 CV desbocados de la Honda NSR500 2T) hasta que en una ocasión, tal fue el bandazo que le dio la moto, que Gardner consideró que ya era bastante. Lawson, segundo, acabaría a 23″ de él.
Como carreras de las de recordar, el propio Gardner señala Paul Ricard ’88, todavía en el circuito de la larga recta del Mistral. Allí no hay tregua casi hasta el final entre Gardner, Lawson, Sarron, Schwantz y Rainey. Este último, con Dunlop, queda descolgado, pero entre los otros cuatro, ¡todo!
En las últimas vueltas Gardner se escapa, pero a falta de dos curvas para la meta, su Honda gripa el motor.
G.P. de Francia de 1988. El propio Gardner la cataloga como la mejor carrera por él disputada, con Sarrón delante suyo y Lawson y Schwantz a rueda -Rainey, al fondo, acabará descolgado-. A falta de dos curvas para el final, gripó su motor, y aún así pudo entrar, con la inercia que llevaba, cuarto. Excepto Sarrón, todos fueron Campeones del Mundo de 500.Lawson, Sarron y Schwantz cruzarán la meta en el mismo segundo y Gardner, por la inercia de la velocidad, aún puede hacer cuarto.
Ahí prácticamente se le escapaba su segundo título.
Tampoco hay que olvidar las dos victorias que obtuvo en su propio país, la primera, Phillip Island ’89 (la primera vez que se disputaba un G.P. en Australia), con él, Rainey, Sarrón y Magee en poco más de un segundo, pero sobre todo la de 1990 en el mismo circuito, con dos australianos y no precisamente amigos, Gardner y Doohan, luchando por la victoria después de haber dejado algo atrás a Rainey y a Schwantz fuera de combate a causa de una caída.
Y todo esto, con una Honda de Gardner que acabó con el carenado roto consecuencia de un «shimmy» que sólo personajes como este «salvaje» podrían controlar. ¡Épica!
Con una moto del desguace
Wayne Gardner había corrido de pequeño carreras de karts con modelos que le hacía su padre con viejos motores de cortacésped, pero sus inicios motociclistas están ligados a un amigo, Barry Sisson.
Ambos le echan un ojo a una moto vieja en un desguace, que compran por cinco dólares. Wayne tiene trece años, la restauran como pueden y con ella disputa carreras de dirt-track, algo que va a marcar notoriamente su estilo de pilotaje, como también está influyendo en los que con el paso de los años serán sus grandes rivales: Lawson, Rainey, Schwantz-
Tiene ya 18 años y un miembro del Wollongong M.C., el club de su ciudad, Jhon Zammit, le anima y convence para que compita en una carrera de velocidad pura.
Se disputa en la cercana Sydney, en el circuito de Amaroo Park, donde hace segundo con una Yamaha TZ250. Semanas después vence en Oran Park, también en Sydney.
Allí empezaba la historia del primer piloto que dio a Australia un Campeonato del Mundo de 500 cc, la historia de «Wollongong El salvaje»-
Porque por este nombre le conocen en esa su primera época, tal era su forma de conducir. Tanto es así, que la Federación Australiana le quiso sancionar con seis meses sin competir.
Sólo el buen oficio de su primer y principal patrocinador, Karl Praml, distribuidor de Yamaha y miembro de la Federación, impidió que esto sucediese, si bien le prohibió que ganara en esos seis meses.
Antes de desembarcar en el Mundial Gardner ya se había hecho con una gran reputación en su país tras ganar varias veces las «6 Horas Castrol» así como la Swann Series. |
O cumplía con el requisito o le retiraba el patrocinio.
Sube de categoría un año después y en las parrillas ya se encuentra con pilotos de la talla de Graeme Crosby -que poco tiempo después desembarcará en el Mundial en el seno del equipo Heron Suzuki-, Gary Coleman o Warren Willing, destacados pilotos australianos de la época.
Gana en 1979 una de las carreras más importantes del calendario nacional, las «6 Horas Castrol» y repite en 1980 con una Honda CB1100 R.
Disputando una carrera bajo el agua en Melbourne con la CB1100 R del preparador Meter Molloy, su actuación no pasa desapercibida para uno de los gurús de las carreras de «production», el ingeniero japonés Mamoru Moriwaki, quien se acerca a su box y sentencia: «Este chico será el mejor piloto del mundo; será Campeón del Mundo», a la vez que le ofrece sus monturas para correr en Europa y América en 1981.Gardner debuta en Daytona con un cuarto puesto tras Wes Colley, su compatriota y vigente campeón de F1 Graeme Crosby y un Freddie Spencer que todavía no ha «saltado el charco».
En Gran Bretaña se estrena con victoria en Cadwell Park llevando la Kawasaki Moriwaki; Crosby y Haslam le acompañan en «el cajón». Los éxitos en Gran Bretaña se suceden y los grandes equipos del Mundial ya le han echado el ojo.
Se compromete con Honda Gran Bretaña, pero antes de acabar la temporada le brinda a su gran mecenas, Moriwaki, la victoria en la Swann Series, el campeonato australiano.
En el ’82 gana el British Streetbike y una buena serie de carreras internacionales, incluyendo de nuevo las «6 Horas Castrol» en Australia, y la manga portuguesa del Mundial de F1, disputada en el circuito de Vila Real.
Compatibilizándolo con otros campeonatos, incluido el prestigioso British TT-F1, que gana ese año, Honda Gran Bretaña, y bajo el patrocinio de Shell, le consigue una RS tres cilindros y con ella debutará en el Mundial en el GP de Holanda, carrera esta en que el vigente campeón, Franco Uncini, se cae en el transcurso de la primera vuelta cuando todo el pelotón rueda muy apretado.
En su intento de salirse del asfalto, la Honda de Gardner le embiste en la cabeza haciendo girar todo su cuerpo en el aire como una peonza.
El italiano se mantiene una semana en coma y el accidente afecta profundamente a Gardner, que sólo vuelve al Mundial un mes más tarde, en Silverstone (GB), donde si termina la carrera, pero fuera de los puntos.
Tal era su forma de pilotar, que la Federación Australiana le quiso sancionar con seis meses sin competir. Entonces era «Woollongong El Salvaje».
Gardner quiere correr el Mundial de 500 el ’84, pero una iniciativa de este tipo no entra en los planes de Honda Gran Bretaña. Wayne al fin convence al jefe de equipo Barry Symmonds para que le ceda una RS500.
Con esta moto, recambios, el apoyo de Dunlop y financiando él mismo parte del proyecto, se alinea en cinco carreras, obteniendo un cuarto puesto en la primera, el GP de las Naciones en Misano, eso sí, a casi un minuto de un vencedor en solitario Freddie Spencer.
Temporalmente deja de correr el Mundial para retomarlo en el GP de Holanda, donde termina quinto.
Gardner se convirtió en todo un ídolo motociclista en Japón, por las muchas carreras de «production» que allí ganó, pero sobre todo por sus cuatro victorias en las «8 Horas de Suzuka», la de mayor prestigio en este país. |
Estos y otros buenos resultados, incluido su primer podio mundialista en el GP de Suecia, le llevan a acabar séptimo en el Mundial de ese año, además de vencer el British TT F1 y la Sheel 500 inglesa, y de paso resarcirse de la inversión realizada, que no ha sido en balde.
Su nombre empieza a sonar para subirse en una moto oficial en 1985.
Suzuki está tras él, pero finalmente los buenos oficios de Honda GB hacen que lleve una de sus motos bajo el patrocinio de Rothmans con Rom Haslam como compañero de equipo, ganando una serie de carreras en Japón antes de abordar la primera carrera mundialista en Sudáfrica.
Gardner sabe que batir a las Yamaha oficiales de Lawson, Sarron y Roche o la Honda V4 de Spencer es poco menos que imposible, por lo que su apuesta es firme: quedar como el primero de los semioficiales y en cuanto pueda, dar el zarpazo, como así sucede en Kyalami, donde termina tercero por detrás de Lawson y Spencer.
Una serie de buenos resultados, entre ellos cuatro podios más, acaban alzándole hasta el cuarto puesto final por detrás de Spencer (Honda), Lawson (Yamaha) y Sarrón (Yamaha), a lo que el australiano suma la victoria en las «8 Horas de Suzuka» haciendo equipo con Masaki Tokuno, y un primer puesto llevando la V4 de Spencer en una carrera internacional en Malasia por delante de Lawson.
En 1986 ya es oficial Honda, junto con Freddie Spencer y en la primera del año, Jarama, el australiano obtiene la victoria, la primera en el Mundial de Velocidad. |
Antes de que acabe el año todavía tiene tiempo para anotarse la Swann Series, por tercera vez, con esa misma Honda.
Ese invierno muchos son los equipos que se interesan por él: Yamaha, Suzuki, Cagiva– pero tras haberle confirmado Honda que en 1986 dispondrá del mismo material que el campeón Freddie Spencer, Gardner estampa su firma con esta marca.
Camino del título
Ese primer año como oficial de Honda bien le puede servir para aprender a la sombra del «número uno», pero los acontecimientos se precipitan con la lesión de tendinitis que con el tiempo va a acabar con la extraordinaria carrera deportiva del americano, quedándose Gardner prácticamente como primer y único piloto del equipo, ya que Spencer apenas disputa carreras y cuando lo hace nadie alcanza a ver a aquel doble campeón del año anterior.
Wayne Gardner gana la primera carrera de la temporada, Jarama. Sobre las bestiales Honda V4, ahora sí, el resto del mundo va a conocer en directo a aquel que en su tierra denominaron «Wollongong El Salvaje».
No era para menos; su impresionante forma de pilotar causaba sensación por su bravura y durante unos años por su buen hacer, como tantas veces quedó patente en sus épicas batallas con los de la quinta: Lawson, Rainey, Schwantz y Doohan, algo que todavía hoy es recordado como una de las épocas más gloriosas del Mundial de Velocidad.
Siete podios más, con victorias en Assen y Silverstone le aúpan al segundo puesto del campeonato, por detrás de un intratable Lawson que, en las carreras que acabó, no se bajó del podio y en siete ocasiones en el primer puesto. Una nueva victoria en las «8 Horas de Suzuka» acompañado del Sarrón pequeño, Dominique, se suma a su palmarés.
Gardner ya estaba ahí, haciendo cola, y si bien en Japón 1987 Mamola le da un varapalo sobre el mojado Suzuka, en Jerez, siguiente carrera, se desquita con una victoria, la primera de las siete que obtendrá ese año de su coronación como Campeón del Mundo.
Tras el desembarco americano en el Mundial de Velocidad en los setenta, un nuevo frente sajón se abría con el triunfo de australiano, ése que con Doohan y Stoner ha llegado hasta nuestros días.
El Mundial entró en otra dimensión y las caídas acabaron con la carrera deportiva de Gardner, lo mismo que más tarde con las de Schwantz y Rainey.
Si el Mundial ’87 había sido cosa de tres, Gardner, Mamola y Lawson, bien se puede decir que en 1988 aquí desembarca toda la artillería.
En las parrillas están estos tres, pero también Rainey, Magee, Schwantz, Taira…y un finísimo Lawson recupera la corona para Yamaha, en parte por su calidad como piloto: siete victorias y cinco podios más, pero también porque Gardner, aun acabando segundo, se ha visto incapaz de gobernar aquella Honda, tanto que para el año siguiente esta marca hace que se suba a ella Lawson, con la que también ganará el Mundial.
La rivalidad entre este quinteto tiene consecuencias graves para casi todos ellos, pues antes o después, no tanto en el caso de Lawson, todos sufren una serie de accidentes que acabarán prematuramente con las carreras deportivas de tres de ellos: Rainey, Schwantz y Gardner.
Del australiano recuerdo la de Laguna Seca ’89 y una impactante, en Japón ’91, colándose por debajo del air-fence y lesionándose gravemente la pierna.
Gardner ya nunca volverá a ser «El Salvaje» que conocimos, pero antes de colgar el mono de cuero en 1992, volverá a inscribir su nombre en las «Horas de Suzuka», la carrera japonesa que goza de más prestigio que un G.P., en el ’91 con Doohan como compañero de montura, y en 1992 con el también australiano Daryl Beattie, además anotarse la victoria en el GP de Gran Bretaña el día que anunciaba su retirada, producida un mes después en Sudáfrica.
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