Prueba Macbor Eight Mile 125: adiós a la nostalgia

25 Prueba Macbor Eight Mile 125: adiós a la nostalgia
Fotos de la Macbor Eight Mile 125 a prueba
Ramón López
Ramón López


El segmento de las motos retro no cesa de extenderse y de ganar adeptos. Barbas perfiladas, melenas al viento, camisas de cuadros desabrochadas, vaqueros desgastados, zapatillas de lona… Mucha nostalgia de tiempos pasados pero, sobre todo, alegría desbordada.

Ya no es solo cuestión de modalidad, como bien han demostrado, entre otros, BMW y Triumph con versiones con un alto componente campero en sus genes junto a alternativas de asfalto e incluso «racing», sino, sobre todo, de cilindrada. Piensa en cualquier tipo de moto por carné o por cubicaje, que encontrarás marcas con un catálogo de modelos Vintage que seguro te tocarán tu corazoncito. La firma más reciente en estas lides la supone Macbor, la marca propia del prestigioso importador/distribuidor Motos Bordoy. Bajo este nuevo sello, al extenso elenco de marcas bajo su paraguas (SYM, MV Agusta, Niu, Indian y Husqvarna) suman una creación en la que han invertido recursos y experiencia para convertirse en una referencia del sector. El diseño y planteamiento técnico nace en Barcelona, encargándose su fabricación a factorías en China. Un miembro del equipo se traslada asíduamente al país asiático para comprobar in situ el estándar de calidad que se ha fijado previamente en nuestro país, en realidad la única manera de poder garantizar un nivel de calidad como la que muestran las motocicletas Macbor.

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Hasta ahora, esta marca se había centrado en una gama de naked, custom y trail de 125 cc a las que se añade una versión trail con propulsor aumetado a 250 cc. En 2019 aterrizan también en el competido universo Heritage, en este caso con tres alternativas enfocadas exclusivamente para los propietarios del carné de coche convalidado o para el carné A1 a partir de 16 años. La elección de denominaciones dan fe de su perfil más especial, con variantes tan características como Lord Martin, Johnny Be Good y Eight Mile que reflejan un cariz «british» muy al hilo del clasicismo más auténtico.

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En esta división, la Lord Martin es el emblema más clásico, una naked de alto componente ortodoxo que bien podría considerarse la versión estándar. Todas las Macbor retro comparten motor, aunque con personalidades muy diferenciadas. Así, la Johnny Be Good, la más deportiva, es la única con horquilla invertida y disco frontal situado en el lateral izquierdo, mientras que la Eight Mile sigue una filosofía «scrambler» con los ingredientes que diferencian este estilo retro de cualquier otro. Y esta es la versión que hemos tenido la ocasión de probar como primera toma de contacto con la serie Vintage de Macbor.

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CÓMO ES LA MACBOR EIGHT MILE 125

El tubo de escape con silenciador elevado es el estandarte principal de este modelo, todo un icono de clase y estilo. Su imagen no solo se distingue por su línea exterior marcada por las placas de protección metálicas, sino por la inclusión de fibra para envolver su recorrido interior al estilo de verdadera preparación especial. En este sentido encontramos un detalle que muestra el calado casi Premium que supone este modelo respecto a otras referencias de su segmento. El diseño del escape tenía que ser el que ves en las fotos, exactamente ese, algo que provocó un importante cambio técnico en las últimas fases de desarrollo, como la adaptación de las barras próximas del chasis. Es solo uno de la multitud de detalles que elevan a la Eight Mile a un status superior en su clase, tanto en lo material (el mantenimiento de la pata de arranque la conecta con las motos del pasado de una forma íntegra) como en lo inmaterial, con un sonido que refleja las toneladas de personalidad de una moto que viene a establecer un nuevo canon entre sus rivales. Incluso se ha recurrido a un motor muy diferente a la serie naked y custom en pos de una respuesta específica para su carácter propio, otro punto que reivindica que esta gama Macbor viene para posicionarse como referencia.

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Merece la pena invertir un tiempo en explorar la nueva Macbor Eight Mile 125 en parado. Prácticamente en cada rincón encontrarás un aspecto que llame tu atención. El manillar con barra central de refuerzo al estilo de las «scrambler» originales, el tapón de gasolina con apéndice móvil para ocultar la entrada de la llave, la inyección Mikuni con imagen exterior a modo de carburador clásico, las llantas de radios de aluminio o el asiento semejando una unidad de piel son solo algunos de ellos. En el arranque permite calentar el motor en punto muerto con la pata de cabra extendida. Mantiene la palanca de arranque como alternativa al botón eléctrico, muy útil en caso de fallo de la batería. Con un depósito de 12,5 l. y un consumo declarado de 2 l./100 km, alcanza una autonomía de más de 600 km.

Una vez en equilibrio, la estrechez de la zona de unión de asiento y depósito permiten llegar con ambos pies al suelo aunque no seas muy alto. El faro delantero, como el resto de iluminación, es de tipo LED. La horquilla queda protegida por muelles al estilo clásico, la instrumentación no incluye ningún dato digital y la bolsa lateral sirve para llevar papeles o pequeños objetos. No tiene cierre por llave. Por otro lado, destaca un asiento de símil piel que incluye grabado el logotipo de la marca.

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La frenada se decanta por un sistema combinado CBS en el que el 70% del esfuerzo realizado sobre la palanca derecha va dirigido al tren trasero y el resto a la pinza frontal. Todas las decoraciones exhiben un marcado perfil Vintage.

CÓMO VA LA MACBOR EIGHT MILE 125

La posición de conducción es muy natural. Los retrovisores ofrecen buena visión e incorpora de serie pata de cabra y caballete central. Una vez en marcha, todo es suavidad. Así contrasta aún más el profundo bramido de su motor, un detalle definitivo de su carácter. Las estiradas son limpias y el ansia de decibelios te empuja a buscar cotas cada vez más altas. Vestido a juego con su estética, la transición a épocas pasadas es directa.

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Las suspensiones están regladas bastante deportivas, algo que se agradece en secciones de curvas donde la velocidad de paso es esencial. El chasis y los neumáticos de la Eight Mile te permiten jugar lo impensable en este sentido, con una estabilidad y nobleza sobresaliente. Al mismo nivel se situan los frenos. Su rendimiento es impecable en todos los sentidos, tanto potencia como progresividad, además acompañado de una respuesta de CBS que supera las dudas de otros sistemas equivalentes en motos populares de 125 cc. Te permite clavar la rueda trasera si te lo propones, pero sin modificar un tacto preciso en la maneta.

Todo su conjunto brilla a su máximo esplendor en la ciudad, con una agilidad extrema, un radio de giro muy correcto y un motor siempre a tu disposición. Y sin olvidar el componente estético. Definitivo. El sonido de su motor te distingue frente al resto del tráfico. ¡Parece una Moto3! Es ágil y manejable gracias a un manillar ancho y unas dimensiones contenidas. Las vibraciones brillan por su ausencia y, aún con el dibujo de sus neumáticos, no se percibe el más mínimo tacto extraño. El calor procedente del escape es apreciable en parado. Este queda perfectamente integrado.

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En carretera es preferible que cuente con un trazado muy revirado, donde te dibujará una infinita sonrisa kilómetro tras kilómetro. La respuesta en bajos es contundente para un motor de su clase, aunque su fuerte no es la velocidad máxima, ya que cuesta hacer llegar su aguja a la cifra de 100 km/h. Si este es tu objetivo, hay otras Macbor más aconsejables, aunque sin este espíritu y acento a la moda. No hay transiciones bruscas en la acción de abrir-cerrar gas, y se encuentra a sus anchas entorno a 7.000 rpm.

Detalles como la envoltura de fibra del escape o los relojes con fondo blanco contrastan con otros como el espectacular faro delantero con tecnología LED. Obviamente, la autovía es un coto restringido a ocasiones puntuales, aunque por postura de conducción jamás será un obstáculo el paso del tiempo a sus mandos.

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