Hoy me vais  a permitir que no os comente una vivencia de trabajo y que os escriba sobre  sensaciones que percibo en mi faceta de socio de honor de la Escuela de Motociclismo XE Racing y como patrocinador del equipo Bike O`clock & Borja Maestro de Minimotard A.

Tímidos con mirada felina

XE Racing
Tímidos con mirada felina
Fórmula Moto
Fórmula Moto


XE_Racing

Desde que les acompaño (es única escuela de motociclismo que trabaja actualmente en la Comunidad de Madrid con chicos en una horquilla de edad entre los cuatro y once años) he tenido la oportunidad de verles actuar y de escuchar los comentarios de sus padres. En general hay un denominador común: casi todos, antes de iniciarse en el mundo de la moto,  eran bastante -tímidos-, algunos  tenían dificultades para comunicarse en su entorno y, en pocos casos, con algunas dificultades en sus estudios. Con el tiempo, los padres me van comentando que a partir de su incorporación a la escuela han empezado a mejorar significativamente en todos los sentidos, tanto a nivel lectivo como de comunicación social y de relación familiar.

Eso me hizo recordar que, siendo un chaval,  esto coincidía con alguna de mis características personales y que también fui un gran tímido. Por suerte, empecé muy pronto a hacer deporte a nivel competición. La disciplina y el orden unido a los resultados consiguieron que empezase a tener bastante confianza en mi mismo. Creo objetivamente que eso ha influido de manera muy favorable en mi formación y en  mi perspectiva actual de la vida. Al igual que los chicos de la escuela, yo encontré mi mejor medio de comunicación pilotando mis primeras motos, y tuve el primer concepto de -coreografía- viendo las carreras de 500. El entorno que recuerdo me hizo identificarme inmediatamente  con el  -clan de los moteros-, quienes siempre se han significado por su unión y su camaradería. Nuestras -manías-: casi de forma automática nos detenemos cuando vemos a un compañero en apuros, nos saludamos siempre (alguno se va despistando), antes con nuestras ráfagas y ahora con nuestras -uves-. Nunca he visto una bronca en ningún circuito ni concentración a la que he asistido, cualquier situación incómoda se ha solucionado casi antes de empezar. Y siempre denominadores comunes  de nuestro colectivo han sido el buen humor y -la buena comida-. ¿Quién no se apunta?

Creo que muchos de nosotros hemos aprendido a exteriorizar nuestros sentimientos positivos a través de un manillar. Me reconozco en la actitud de estos pezke-grandes (no les gusta que les llame pezke-ñines) y consigo imaginar su posible trayectoria como personas. Les veo ponerse el casco de forma natural, pedirme que les suba el mono y les ajuste las botas, les veo competir con una fuerza increíble y ¡meterse rueda! en las curvas con la valentía que da la poca edad.  Después, cuando terminan las tandas,  juegan, comparten comida, se pelean e inmediatamente se abrazan (en esto les echan una buena mano los padres, que todo hay que escribirlo) y tienen una forma totalmente natural de demostrar su integración en todo lo que es -social-: con su ritos de vestuario  se integran en las normas, con su actitud dentro y fuera de la pista en la vida.

La verdad es que este tipo de experiencias me llena de una estupenda sensación de -aire fresco- que me llega a través del humo de los escapes de sus mini-motos y constituye uno de los momentos más divertidos que tengo la oportunidad de disfrutar actualmente. Os invito a disfrutarles conmigo.

Ráfagas a todos desde mi moto-taxi.