Pedrosa, en la senda de Mamola

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Pedrosa, en la senda de Mamola
Javier Herrero
Javier Herrero


Líbreme Dios de querer dar lecciones motociclistas a una persona que lleva su moto de 70 a 330 km/h en un menos de un kilómetro; que frena de esos 330 a 70 km/h en menos de 200 metros y que, además, aborda la curva siguiente manteniendo el tipo, por lo que quiero que esta columna la consideréis como una opinión y nunca como una lección, pues ya se sabe que las opiniones son como el culo, que todos tenemos uno.

Siempre me ha sorprendido que en las tertulias futboleras de TV, cualquier periodista de los que por allí aparece, incluso el último en llegar, le enmiende la plana a un Del Bosque, a un Mouriño, a un Guardiola. Una cosa es que el planteamiento del partido no le haya salido como el entrenador imaginaba, pero de eso a convertirse en entrenador… con el sueldo de un periodista. Coño, cambia de profesión y si es verdad lo que pregonas, verás la pasta que ganas.

Fútbol aparte, porque a nosotros lo que nos va son las motos, vamos a ello. Como es parte de la solución-problema, quiero citar en primer lugar a Ángel Nieto y reivindicar su figura como uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, aunque nos empeños todos, sí, todos, en reservar este espacio en la élite a los pilotos que triunfaron en 500 o Moto GP.

Por mil razones que no vienen al cuento, Ángel Nieto es cierto que se quedó en la cilindradas pequeñas, e incluso que para hacer lo que hizo, siempre, o casi siempre, estuvo «montado en el machito» (Agostini decía, en la cumbre de su carrera, que si la moto no iba, él no iba a poner lo que le faltaba… a sus años). Podemos tomar esto como referencia cuando Nieto tuvo que sufrir la falta de prestaciones de algunas de las muchas motos que pilotó.

Nieto nunca ganó en 500 (es difícil ganar cuando no se corre esa cilindrada, ¿verdad?), pero a lo largo de los cincuenta años que llevo viendo carreras, en directo junto a los bordillos y farolas o en los grandes circuitos del Mundial (y también una buena ración por TV), bien puedo decir que pocos pilotos, y mira que los ha habido buenos, han corrido con la estrategia que Ángel imprimía a sus carreras. En una larga conversación, de esas que solo se producen cuando estás haciendo un viaje en coche, me describió con pelos y señales una carrera, con la Garelli 125, en que tenía que dejar ganar a Lazzarini porque así se lo había pedido el patrón, un relato como para escribir un libro sobre estrategias, tiras y afloja para, al final, acabar ganando porque el italiano se desinfló.
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Y de estas mil anécdotas contadas por él propio Ángel y otras vividas por mi en directo, y porque sabía que su «machito» (y su calidad) se lo permitían, Ángel perdía tiempo para bajar «a buscar ovejas» que se interpusiesen entre él y el rival que interesaba dejar lo más atrás posible. ¿Escaparse así como así? No era del gusto de Ángel. Es más, creo que lo que más le gustaba era ir segundo, con el primero bajo control, hacer una prueba, casi sin enseñar la rueda de dónde podía pasar y, llegado el momento, ¡zas!
 
Creo que hoy día no tienen mucha relación personal  Nieto y Emilio Alzamora, pero Emilio, que es un buen tío (vaya cara de susto que puso en el pasado GP de Japón cuando a Márquez se le paró la moto en la arrancada, donde cualquiera se lo pudo llevar por delante), debería anteponer a todo lo que le pueda enfrentar con Ángel, que ni lo sé ni me interesa, lo que «El Niño» (apelativo con el que era conocido el maestro en sus primeros tiempos) le dio cuando formaba parte de su equipo.
 
Creo que fue en un GP de Australia, no recuerdo bien, donde Ángel, entonces director del equipo, le hizo retroceder a su hijo Gelete (su hijo, no un cualquiera) del puesto quince al dieciséis para que Alzamora, en un mal día, sin duda, cogiese al menos un punto. Punto que al final de la temporada le supuso proclamarse Campeón del Mundo por delante de Marco Melandri. Buscad, buscad en los anales a ver si un jefe de equipo manda retroceder a uno de sus pilotos del puesto quince al dieciséis ¡del quince al dieciséis! para lograr un mísero punto. ¿Mísero? Un campeonato fue lo que valió aquel punto ganado por un estratega, que antes que fraile fue cocinero y sabía muy bien lo que era un punto.
 
«Oye Javier: Pero a qué viene esta larga epístola proNieto, si en el titular nos dices: Pedrosa, en la senda de Mamola». `Todo, hijos, todo (gracias padre, diréis); vamos con ello´.
 
Randy Mamola fue un gran piloto, a la vez que espectacular en su conducción y que se ganó a la afición por sus descaradas piruetas poscarrera y cosas por el estilo. Decía que Mamola fue un gran piloto, pero en su palmarés no luce un Campeonato del Mundo de «quinientos», pero sí cuatro subcampeonatos, y no precisamente porque en esos años se encontró siempre con el mismo «coco» ¡Qué va! Roberts «padre», Lucchinelli, Lawson y Gardner fueron quienes le arrebataron la gloria. Y Pedrosa, que ya ha cosechado dos subcampeonato de MotoGP, y un casi seguro tercero este año, le pisa los talones al pecoso americano en ese no muy agradable palmarés.

¿Y?
 
Pues que Pedrosa es bueno, muy bueno, pero el otro día, en Motegi, le faltó esa estrategia que tanto derrochaba Ángel Nieto, para intentar rebajar la porrada de puntos que le lleva Lorenzo en su lucha por él título.
 
Vamos ver. Está claro que habiendo hecho Lorenzo «la pole» no era cuestión de entretenerse en estrategias al principio de carrera, pero una vez que consiguió dos segundos sobre Lorenzo y que éste desistía de buscar guerra (el balear quiere ganar carreras, claro que quiere, pero el título es el título y si no es el día, pues a esperar), ve tú a por ella. Por ejemplo, haces un amago de pasada de frenada; Lorenzo se te echa encima y, a la vez que le pones la zanahoria en el morro de la Yamaha, en principio le frenas unas décimas por si pueden llegar Crutchlow y Bautista, difícil pero no imposible. ¡Ah!, y la estrategia, cuando se juega con solo dos segundos, no te la puede marcar el equipo. El que está encima de la moto, el que sabe cómo va ese día, el que sabe cuánto dejar acercarse al otro, es el propio piloto.
 
Que sí, que es posible que Lorenzo no pique, porque Lorenzo, ante todo, lo que quiere es volver a ser Campeón de MotoGP, pero si puede ser ganando carreras, mejor ¿Que al final, por jugar con fuego, gana Lorenzo? Pues bueno. Vamos a ver. Pero si el título, si Barberá no lo remedia (perdona Héctor, pero te ha tocado), el Campeón va a ser Jorge Lorenzo. Estrategias Pedrosa, estrategias, que correr, vaya si saben todos que sabes hacerlo.
 
Por cierto, y aunque yo esté a años luz de cualquier piloto, no del Mundial, sino del barrio, os voy a contar una anécdota de la que fui protagonista, sin tener idea de pilotaje, pero sí de estrategias por lo mucho que había visto hasta entonces. Ricardo Tormo y Andrés Sánchez Marín se juegan un Campeonato de España 125 en la última carrera de la temporada. El ahora director del Circuito de Albacete le sacaba muchos puntos a Tormo, tantos que aunque éste ganase, Sánchez Marín no necesitaba esforzarse mucho para conseguir el objetivo. Un muy asequible puesto en el «cajón» le otorgaba el título.

Hablando, porque de algo había que hablar mientras se formaba la parrilla ¿no?, le comento a Tormo: «Si te vas, Andrés se va a conformar con el segundo puesto y ¡adiós campeonato! Déjale que corra junto a ti… y a esperar acontecimientos».
 
Tormo, que sólo sabia dar gas, muy bien por cierto, parece que me hizo caso, y no se escapó en solitario como alma que lleva el diablo y se quedó con el de Almansa. Sánchez Marín claro que quería el campeonato, pero tener tan cerca a un campeón como Tormo animaba a presentarle batalla, tanto que se cayó y el titulo fue cosa de Ricardo. Como digo, una anécdota tan solo, o «una batallita», que es estos tiempos que corren, gusta contar.
 
No quiero acabar este «Espasa» de broncas, sin una más, en este caso para Pol Espargaró.
 
Pol: Si no recuerdo mal, en el GP de San Marino (Misano) tardaste mucho en espabilarte y llegar hasta Márquez, tanto que te acabó ganando tras unas últimas vueltas de placer motociclista para los aficionados. En Japón, la pifia de Márquez en la salida te puso la victoria en bandeja, pero estaba tan lejos, había tanta gente de por medio, que seguro que te relajaste, una décima por vuelta vamos a suponer. Seguro que te marcaron algo de lo que le había sucedido a tu rival en al primera vuelta, y qué puesto ocupaba, más allá del quince casi seguro. También es seguro que pensaste que había mucha moto y mucho piloto de por medio, y no precisamente de esos a los que no se les pasa tan fácilmente como a los de la cola de la parrilla como para que Márquez llegase al segundo puesto. Si no lo pensaste, mal, y si lo pensaste y no fuiste a por esa décima por vuelta que al final hubiese supuesto que Márquez no te birlase el liderato, también mal.
 
¿Que es muy fácil ganar una décima por vuelta sentado en una silla delante de ordenador? Seguro. Pero, piénsalo. Una décima, por unas veinte vueltas de carrera, son veinte décimas que ni por asomo te hubiese recuperado ese ciclón que es Márquez. ¡Qué remontada la del de Cervera!  Solo recuerdo una más grande (habrá habido más): la que le llevó al venezolano Johnny Cecotto al tercer puesto en las «200 Millas de Daytona» de 1975 cuando, un problema en su Yamaha TZ700 en el momento de la salida, le supuso perder su plaza en la primera línea de parrilla para salir en la última de las tres andanadas en que se troceaba la parrilla, compuesta por 90 pilotos. Lo dicho, del 90 al tercero, por muchos kilómetros que se hiciesen, es mucha remontada.
 
«Polito»: «Al enemigo, ni agua», y más cuando el enemigo no entiende de otra cosa que plantarse allí, delante.
 
Claro que, ¿quién me dice que la pizarra de boxes no funcionó con alertas máximas de la remontada, no en puestos, sino en segundos, del tal Márquez?
 
¿Estrategias? No sé muy bien si esa es la solución a que estas cosas comentadas no ocurran, pero lo que está claro es que «para aprender, perder».