NECESITO RESPIRAR…

auschwitz
NECESITO RESPIRAR…
Mar Acebes
Mar Acebes
¿Alguna vez te has levantado con la sensación de que te falta aire? Sientes como la rutina del día a día empieza a asfixiarte, necesitas desconectar. Y sólo quieres coger tu moto y perderte por cualquier lugar para volver a sentirte vivo.


Es posible que quién no se haya subido nunca en una moto, no entienda esa sensación de libertad que te invade cuando estás encima de ella. Desde el momento en que te subes la cremallera, te pones el casco, los guantes, y arrancas la moto. Es como si todo el ruido de tu alrededor desapareciera. El más absoluto silencio, tú y tu moto.

Durante los tres años que estuve metida en el mundillo de las carreras, no volví a coger la moto por la calle, las sensaciones que me daba el circuito me resultaban más intensas, incluso llegué a coger cierto «respeto» a la carretera, me sentía frágil al mezclarme entre los coches. Pero a veces echaba de menos esa libertad que solo había sentido cuando me montaba en mi moto y salía rumbo a ningún lugar. Cuando, para ir a cualquier sitio, elegía siempre el camino más largo. Esa «soledad deseada» que resultaba tan gratificante. Siempre me gustó viajar sola, sin prisas, sin horarios, sin normas. Hay quién dice que soy un bicho raro. si, puede ser.

Dicen que las cosas no planeadas acaban siendo las más divertidas. Y así empezó un viaje del que tengo muy buenos recuerdos. Un imprevisto hizo que me lanzara a la aventura de recorrer en solitario una pequeña parte de Europa. Llevaba un tiempo preparando un viaje a Estambul con otra persona, pero dos días antes de salir todo se vino abajo. Yo no estaba dispuesta a quedarme sin mis vacaciones, sin mi viaje. Irme sola a Estambul me daba un poco de mal rollo, había que buscar otro destino. Siempre había querido conocer los campos de concentración de Auschwitz, pero también quería ir a Amsterdam..y a Bolonia, a ver el museo y la fábrica Ducati.¿Y porqué no todo? Tenía dos semanas y diez mil kilómetros por delante. Me saqué unos mapitas de Internet con la ruta más o menos prevista, preparé el menor equipaje posible y me puse en marcha con mi preciosa Ducati Monster. La gente me decía que si estaba loca, que dónde iba yo sola en la moto, y encima con una Ducati, que se rompería antes de salir de España. Todo esto me motivaba aun más.

Enseguida apareció en mi cabeza el primer «¿quien me mandaría?». Porque a pesar de ser verano, en cuanto crucé la frontera con Francia empezó a hacer un poco de frío, y yo iba sólo con el mono de cuero. Pero lo peor llegó a partir de allí, París, Bruselas, Ámsterdam, Berlín, Auschwitz. No paraba de llover, menos los días que no cogía la moto. ¡Y qué manera de llover! Pasé la primera mitad del viaje calada completamente, hasta el interior del casco iba mojado. Me perdí en todas y cada una de las ciudades y pueblos por los que pasé. En principio no tendría que ser un problema, sólo había que preguntar y seguir. Claro que, para eso había que hablar como mínimo inglés. Y yo que ni ingles, ni francés, y mucho menos, alemán, italiano o polaco, me las veía y me las deseaba para entenderme con la gente y lograr encontrar esa carretera que no aparecía por ningún sitio.

Hablando de carreteras€..en Alemania era una gozada no tener límites de velocidad en algunos tramos. Qué raro se me hacía pasar por delante de la policía a velocidades que aquí eran legalmente impensables. Aunque más raro era que a esa misma velocidad, fueran ellos los que me adelantaran. Pero una vez que entré en Polonia, fue como dar un paso atrás en el tiempo. No solo por el mal estado de las mismas, sino porque allí solo valía la ley del más fuerte. Carreteras de doble sentido con pequeñísimos arcenes, en las que tenía que compartir esos dos carriles hasta con otros cuatro vehículos en algún caso. Sin olvidarnos de algún peatón, ciclista, o puesto ambulante.

En Italia se convirtió en una cuestión de supervivencia, ¿acaso no me veían? Qué poco respeto por las motos€. bueno, como en España, pero a lo bestia. Y todo esto para llegar a Bolonia y ver que la fábrica Ducati estaba cerrada por vacaciones. ¡Nooooooo!

Aunque hace ya unos años de esto, aún sigue colgada una crónica que hice al volver en http://www.ducatistas.com/foros/el-salon-de-la-fama/cronica-de-una-monster-por-europa/

Visto desde fuera, podría parecer que lo estaba pasando realmente mal. Nada más lejos de la realidad. Fue una experiencia inolvidable, daba igual hasta dónde podía llegar, lo importante fue todo lo que me iba encontrando por el camino. Esa gente que conocí mientras lo recorría, cómo me trataron en cada uno de los sitios en los que paré, esos lugares y paisajes que pude disfrutar. Montones de historias y anécdotas. Todo lo que aprendí.

Y esa sensación de libertad que me hizo volver a casa tarareando aquella canción de Medina Azahara…»y sentir cada mañana que soy libre como el viento»
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