Javier Herrero: Especial Nº 100 de Fórmula Moto

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Javier Herrero: Especial Nº 100 de Fórmula Moto
Javier Herrero
Javier Herrero


En la Castilla la Vieja (si, hoy Castilla-León) de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, y siendo hijo de agricultor-ganadero-carnicero, lo cierto es que los días laborables, que eran todos, y más en verano, cuando el Obispo de la diócesis daba permiso para trabajar en domingo, empezaban a las siete de la mañana y acababan a las once de la noche. Era así, y nunca se me pasó por la imaginación ponerlo en duda.

Mi hermana Maru, la esposa de Luike, «me rescata» de mi Saldaña a los 17 años y al día siguiente de llegar a Madrid, ya estoy en la redacción de la única revista que por entonces edita Luike: Autopista. Allí, de botones, hice todo y de todo, y los ratos libres que dejaba un horario laboral menos estricto que el de Saldaña, los dedicaba a enviar a los socios de clubs de toda España boletines de suscripción, a repartir revistas a los camiones del mercado de Legazpi, o ir a carreras a vender revistas y de paso hacer alguna pequeña croniquilla. Vamos, que me breaba bien, pero aquel «holding» que había montado multiplicaba por cuatro mi sueldo fijo mensual (1.500 pesetas, o sea, 9 euros).

Se reedita Motociclismo en el año 1964, pero yo sigo en lo mío…hasta que un buen-mal día regreso a Saldaña para hecerme cargo de una serrería.. y de allí, a la mili, en África.

Vuelvo a Madrid a finales de 1969 y por avatares de la vida, en 1970 me hago cargo de Motociclismo, pues su director, Isaac Espinosa, Ingeniero Industrial, se tiene que dedicar en cuerpo y alma a la construcción de una sección de la fábrica Barreiros en Villaverde (Madrid).
Luego (hoy pienso en cómo fue todo… y no acabo de entenderlo muy bien) me lié la manta a la cabeza y, con el consentimiento tácito de Luike, al que le ocupa el 99 por ciento del tiempo Autopista, empecé a poner orden en los campeonatos que se publicaban en la revista, nacionales y mundiales, a meterme en mil berenjenales creando o apoyando iniciativas que diesen vida a un motociclismo español que en ocasiones las pasó canutas: Copa Ossa, Motociclismo Series, Pentagonal de Trial, Triangular de MotoCross… Vamos, que si había algo donde meter el hombro para sacar el carro del atasco, allí estaba… yo, y mi gente, porque sin Carlos Domínguez no hubiese habido Copa Ossa, sin Dennis Noyes y Augusto Moreno de Carlos hubiese costado hacer las Series, porque sin Valentín Requena al Triangular le hubiese faltado vida…

Y en el otro lado ¿quién? Solo Moto. Cuanta guerra me dio el «joio» Algüersuari. El es catalán: trabajador, tenaz; yo castellano: terco, que debe de ser lo mismo que lo del catalán, pero yo «R que R» (mayúsculas, que son más deportivas), tanto que, además de cerrar la revista cada semana, al año dedicaba unos 35 fines de semana a acudir a las carreras, mundial de velocidad incluido.
Y así llegamos a 1999, en que, por motivos empresariales-familiares, los alemanes de Motociclismo me largan.

Pero ¿cómo he dicho que soy? Terco. Así que, al poco tiempo ya estaba enrolado en nuevos proyectos editoriales, entre ellos Fórmula Moto.
Por cierto, el de la foto soy yo, con 18 años. Para muchos, el mismo de hoy, pero con pelo.