Cuando escribo estas líneas, España acaba de ganar la semifinal en el Campeonato Mundial de Fútbol. Ha sido una victoria acertada por el cefalópodo Paul -el pulpo quinielista- y celebrada por todos cuantos sientan el buen resultado deportivo como trascendencia digna de emoción general.

El cefalópodo Paul, podría instalarse en la DGT

El cefalópodo Paul, podría instalarse en la DGT
Fórmula Moto
Fórmula Moto


Lo veía por la tele y, al llegar el gol, abrí mi ventana para vivir los unánimes gritos de alegría surgidos de las casas de alrededor: un clamor impresionante porque todos los vecinos habían abierto también sus ventanales.

He relatado esta experiencia como admiración a la buena fe y sentido de solidaridad de los españoles, unidos por una causa común ocasional, divertida y mediática.

Se demuestra una vez más nuestra capacidad de acuerdo y sentido casi patriótico. Sinceramente envidio al fútbol porque similares reacciones unánimes las quisiera yo para los éxitos deportivos de nuestros pilotos en los Grandes Premios y como Orgullo Moto.

Mas aún si la solidaridad se transformara en exigencia de respeto oficial en las normas para nuestros vehículos y sus diferentes negocios, creadores de empleo y satisfacciones.

Si este deseo se convirtiera en realidad estaría dispuesto a encabezar una suscripción para regalarle el pulpo Paul a la Dirección General de Tráfico. Acaso el inteligente animal pudiera ayudar a Pere Navarro a conseguir más aciertos en su visión de la motocicleta.

¿Qué diría el pulpo acerca de la conveniencia o inconveniencia de exigir cada vez más edad para iniciarse en el manejo de un ciclomotor? En el campeonato mundial de 125 cc se demuestra el dominio de los muy jóvenes. O sea, la realidad demuestra empíricamente su capacidad de conducir y hasta de pilotar en competición con vehículos más potentes. Un dato curioso: los niños de EE.UU. pueden llevar automóviles si van acompañados por un conductor con carné, porque se les considera capaces y avispados. No menos capacidad de atención tienen los niños españoles. Preguntad al pulpo.