Las ventas de motos subieron en el mes de marzo casi un 30 por ciento respecto al mismo mes de 2009.

De impuestos y recambios

De impuestos y recambios
Fórmula Moto
Fórmula Moto


Aún siendo unas cifras positivas, tampoco es como para tirar cohetes, pues veníamos de un desplome de dos años consecutivos del 51,4 y 37,1 %, es decir, que de las 15.001 unidades vendidas en marzo de 2007, en este marzo nos hemos quedado en 5.806 unidades.

Comentaba el mes pasado en otra sección de Fórmula MOTO lo bien que lo había hecho Italia tras la aplicación de un -clon- (es un decir) de nuestro Plan Moto-E, pero no pensemos que toda la culpa la tienen las cabezas -no pensantes- de los Ministerios implicados en que esto de la moto funcione: Industria, Trabajo, Medio Ambiente, Economía, Interior- (no es un insulto, sino que en esos Ministerios no hay plaza reservada para -cabezas pensantes-moto-, con la falta que nos hace).

Hay alguien más que no hace bien los deberes y que sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Por empezar con los de mayor peso, fábricas e importadores que, en primer lugar, dejaron que el tiempo pasase, porque ya nos iba bien, cuando en 2008 las motos estuvieron un año sin pagar Impuesto de Matriculación, tanto es así que al Gobierno le dejaron hacer hasta tal punto, que al final nos metieron -por la vía rápida- un impuesto que en absoluto era justo y equitativo con las emisiones de CO2 que las motos lanzan a la atmósfera, un impuesto luego corregido, en parte, pero que también nos habla de las improvisaciones del Gobierno. Y todo, por lo dicho anteriormente, por la falta de -cabezas pensantes- en los mismos, porque de haber hecho bien los deberes, hoy, muchas fábricas, tiendas y talleres no hubiesen tenido que despedir tanta mano de obra, e incluso el Ministerio de Hacienda hubiese recaudado más, que digo yo que era lo que se pretendía con los nuevos impuestos, aunque a la vista de cifras de ventas, sobre todo de las que pagan Impuesto de Matriculaciones, o de Emisiones, está claro que el tiro les salió por la culata.

Supongamos que ya tenemos la moto, vamos, que la teníamos antes de todo este cirio que se ha montado con lo de los impuestos (crisis económica al margen), fecha en que sabemos lo que nos cuesta el día a día de la moto: muy poco por consumo, algo más por mantenimiento y seguro, pero mucho, mucho cuando de lo que se trata es de reponer piezas dañadas en un accidente.

No hace falta que nadie nos explique que mantener un stock de recambios es oneroso para importadores y sobre todo para talleres y recambistas, pero no puede ser que una simple caída de aparcamiento (y no precisamente en una moto carenada, porque entones mejor ni hablamos), esas en que una naked se suele dañar-arañar maneta, tapa de alternador y lateral del colín, te salga por más de cuatrocientos euros en una moto que nueva cuesta siete mil euros. No, no me ha pasado a mí; mis caídas suelen ser ahora más camperas, pero tengo conocimiento de ello.

¿Qué ocurre entonces? Que el que se siente -escocido- por estos precios y no tiene buena conciencia motociclista, y aunque la tenga, pone sus miradas en el mercado de segunda mano, donde abundan las piezas de dudosa procedencia. ¿Le molestará a alguno que diga que proceden de robos? Pues lo siento, sí, de robos, y no creo que seáis pocos los que podáis decir que nunca os han robado una moto.

Tal como hacen actualmente fábricas e importadores con los precios de las motos, aunque estos sean recomendados ¿no se podría hacer lo mismo con, no muchas, una veintena de piezas de las que más se dañan en un accidente? Aunque estos fuesen -recomendados-, al menos sabríamos por dónde van los tiros y eso animaría a comprar piezas de -primer equipo-, más que de -after market y -mangadas-.