Homenaje de Enrique Hernández-Luike

El beso de Ángel Nieto

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Ángel Nieto
Fórmula Moto
Fórmula Moto
La relación de Enrique Hernández-Luike con Ángel Nieto se remonta a los principios de la carrera deportiva del as del motociclismo. Mostramos a continuación el prólogo de un libro sobre la vida del 12+1 que nunca llegó a ver la luz, así como una de las poesías dedicadas por el Presidente Fundador de LUIKE a su figura.


«Tomás Díaz-Valdés me quiso contratar generosamente para prologar este libro con su testimonio fiel sobre la vida deportiva e íntima de Ángel Nieto. En el primer contacto sobre el tema, decliné la oferta y le hice una proposición inversa: ¿Cuánto me cobrarías por permitirme ser autor del prólogo de tu biografía sobre el más formidable campeón mundial del Motociclismo? Porque, para mí es un honor de oro de ley este hecho de levantar el telón para presentar el relato de «Las curvas de una vida» según Tomás Díaz Valdés, conocedor, como nadie, de la vida y milagros del genial piloto«.

angel nieto 43 g«Desde sus primeras sorprendentes competiciones, cuando solo se llamaba «El Niño», en competencia con el fenómeno meteorológico, Ángel Nieto se hizo querer por la afición y respetar por sus competidores. Aunque algunos aficionados –y también expertos– llegaron a preguntarse su temor: ¿Cuánto nos va a durar? Algún casco, ciertamente, lo llegó a arañar. Uno de ellos lo ofrecimos a la Virgen de Orihuela del Tremedal (Teruel) cuando, con él a sus pies, desfiló en procesión por la localidad del genial periodista Federico Jiménez Losantos. Su padre era entonces el alcalde. Demostró ser una gran persona cuando me resolvió un problema mayúsculo. En mi sección del diario «Pueblo» invité a comer a todos cuantos se inscribieron para la concentración, una especie de Rocío Motociclista, a medio camino entre Madrid y Barcelona. Mis cálculos eran de unos cien participantes, pero las inscripciones los superaron. ¡Pasaron de cuatro mil! El alcalde, en cuanto lo supo me tranquilizó: «No te preocupes. El Ayuntamiento se hará cargo de todo». Mató cuatro vacas, fabricó platos y cubiertos de madera y encargó el guiso de una serie de calderetas a los ancianos del lugar, quienes estaban muy agradecidos a la generosidad del Ayuntamiento, pues cada año repartía entre ellos los beneficios por corta de árboles de las fincas municipales. La reunión fue un éxito«.

«Mosén Segundo, el cura de la ermita, estaba orgulloso de aquella procesión motorista. Y el casco de Ángel Nieto, a los pies de la Virgen, fue un pronóstico de protección ininterrumpida. Ángel triunfó como piloto y como persona, ganándose la admiración mundial, y siempre pareció tener una ayuda especial en aquellos arriesgados adelantamientos increíbles e inteligentes«.

«Pero aún no he explicado el porqué del título de este prólogo. Es, sencillamente, un recuerdo mío de sincera emoción por un gesto del Supercampeón. Siempre me saludó cordialmente, esa es la verdad, pero en el funeral por Javier Herrero –mi inolvidable cuñado–, Ángel Nieto, en entrañable abrazo, me dio un beso de hermano. Yo lo comprendí enseguida: Era para Javier Herrero, quizás –aparte de Díaz-Valdés–, el periodista con más emoción nietista en las continuas crónicas sobre sus victorias en todas nuestras revistas de entonces. ¡Gracias, Ángel!«

NO EXAGERO

¿Ya, en las curvas, Ángel Nieto
daba al suelo con los codos?
Casi. Y admiraba a todos
infundiéndoles respeto.

Era un piloto completo
siempre el héroe de los NODOS
y ni romanos ni godos
le vencían en su reto.

Líder en cualquier batalla,
valiente como ninguno,
jamás tiró la toalla.

Su genial filosofía
compartió con Unamuno:
¡El ser mejor cada día!

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