Un año sin ‘SuperSic’

Un año sin ‘SuperSic’
Adrián Sanchez-Rojo
Hoy, 23 de octubre de 2012, hace un año que Marco Simoncelli falleció en el circuito de Malasia. Un año duro en el que las carreras han seguido su curso normal, pero siempre con el recuerdo del 58 en la mente de todos. Sin duda, hoy es un buen día para homenajearle y recordarle con la mejor de nuestras sonrisas.


23 de octubre. Un día más en el calendario de todos, pero no en el de los aficionados a las motos. Esos apasionados a las carreras que hace justo un año tuvieron que ver como Marco Simoncelli, también conocido como ´SuperSic´, fallecía practicando, siempre con una sonrisa, aquello que tanto le gustaba: montar en moto. Hacíéndolo de una manera agresiva, pero legal. Desde aquel cuerpo espigado. Con aquella forma tan característica de pilotar y siempre con una broma que hacer una vez se quitaba el casco.

Es difícil recordar aquel día, pero él, allá dónde esté, querría que se le recordase con una sonrisa, ese gesto tan suyo y que contagiaba a todas las personas con las que convivía día a día y que ese 23 de octubre de 2011 se quedaron un poco más vacíos.

El ya eterno 58 nos dejó cuando aún estaba dispuesto a demostrar, como bien ya se le había etiquetado, como el relevo italiano natural a Valentino Rossi. Un Rossi que es de los que más lloró la pérdida del ´espigado´ Marco. Valentino Rossi compartía una amistad muy especial con SuperSic. Iban al gimnasio juntos, quedaban para cenar o comer y se retaban ´en broma´ fuera de las pistas. Desde ese día ´Vale´ lucha ya no solo por volver a ganar carreras sino por dedicarle cada uno de sus éxitos a su gran amigo.

De Cattolica, aunque vivía en Coriano, Marco fue siempre una de las mayores esperanzas del motociclismo italiano. Desde que empezó en circuitos de karts con las minimotos en el Campeonato Italiano, en la que tuvo que compartir duelos con pilotos conocidos como Andrea Dovizioso o Simone Corsi, hasta su etapa en MotoGp, pasando por su carrera en la categoría del cuarto de litro. Sin duda fue esta etapa, la de 250 c.c., en la que más disfrutamos del italiano con pelos alocados y en la que consiguió un título final en el que luchó con Bautista, con el que tuvo sus más y sus menos, y al que consiguió ganarle en un final emocionante.

De ahí saltó a MotoGP, su sueño de toda la vida. Esa meta por la que luchó sin cesar hasta conseguirlo. Iba a ser una temporada dura. Primeramente se iba a tener que despojar de su vitola de piloto agresivo a la que incidentes como el ocurrido con Pedrosa no le iban a ayudar. Con más calma y ya algo más habituado a la categoría reina, Simoncelli nos empezó a dejar pinceladas de lo que era capaz de hacer. Fue en Brno donde SuperSic subió por primera vez al cajón de MotoGP. Por supuesto, lo hizo con la mayor de sus sonrisas y sin dejar de bromear por aquella gorra que apenas le sujetaba entre su arbolado pelo. Tiempo después, volvió a asomarse al podio, esta vez en Australia. Sin duda en este final de campeonato es cuando vimos al Marco que nos recordaba al de 250 cc. Aquel tipo capaz de lo mejor y que estaba atravesando por su mejor momento en la categoría reina del Mundial de MotoGP. Todos, incluído él, sabíamos que este era solo el principio de una exitosa carrera, pero las carreras y este deporte que tanto amamos nos despojó de él en esa curva maldita de Malasia. Tan inevitable como cruel. Un accidente que nadie nunca va a olvidar.

La carrera, suspendida en el acto, ya era lo de menos. Ya no importaba nada. El silencio reinante en el paddock era señal inequívoca de que Marco Simoncelli, nacido en 1987, había fallecido dejando tras él millones de ilusiones y sueños. Dejando tras esa maldita curva un nudo en la garganta de todos los que pudimos ver el accidente por la tele y que nunca quisimos ponernos en lo peor. Sentimiento que ya afloró en nosotros con accidentes como el de Shoya Tomizawa, Daijiro Kato, Norick Abe o españoles como Santiago Herrero o Ricardo Tormo, que allá donde estén seguro que siguen dando gas a fondo.

Hoy es el momento de recordar a Marco y hacerlo con una sonrisa en la cara, con una de esas que a él se le podía dislumbrar bajo el casco. Simoncelli fue otros de esos profesionales que daban todo por un sueño y a los que debemos infinidad de agradecimientos. Sobre la moto nos lo hizo pasar bien, nos divertió, en ocasiones nos desesperó, pero eso son las moto, emoción y adrenalina en cada palmo de asfalto. Esa emoción es con la que quiero recordar hoy a ese 58 rojo que aún luce en camisetas, banderas y todo tipo de merchandising de todos los que acuden a los circuitos a seguir viendo el Mundial de Motociclismo. Por ello será imposible olvidar a SuperSic. Por eso mismo ya ha entrada en la memoria de todos como el «ETERNO 58».

 

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