Plan PIVE: ¿y las motos?
La presión ejercida por las asociaciones de constructores e importadores de automóviles ha conseguido la aprobación de un plan PIVE (Plan de Incentivos para Vehículos Eficientes) que persigue la renovación de un parque de vehículos con una media de edad muy elevada (las estadísticas reflejan que España es el segundo país de Europa con una edad media de vehículos más alta, después de Grecia). Uno de los objetivos es eliminar de las carreteras vehículos muy contaminantes y sustituirlos por otros más eficientes energéticamente bajo la normativa de IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), una norma bajo la que se inscriben el 65% de los vehículos de hoy día. La propuesta es una rebaja de 2.000 euros (1.000 € por parte del Estado y el resto por el fabricante) en la compra de coches cuyo precio (sin IVA) no superen los 25.000 euros, con lo que se prevé que se favorezca la compra de unos 75.000 vehículos nuevos en el plazo previsto entre el 1 de octubre y el 31 de marzo.
De este modo, la industria del automóvil, que genera muchos puestos de trabajo y es uno de los pilares de la exportación en nuestro país, recibirá una bombona de oxígeno por un obvio incremento de la demanda. Hasta aquí, todo perfecto. Pero, ¿por qué no se aplica esta política de estímulo también en el segmento de la moto? Por eficiencia energética, scooter y motos, sobre todo en el ámbito de las más populares (A1 y A2), significan un aumento de la calidad de vida en las ciudades inmediato: menos emisiones, más rapidez de movimiento, menos atascos, más espacio disponible de aparcamiento…
Es una lástima que, una vez más, se pierda otra oportunidad para incentivar un segmento que también genera numerosos puestos de trabajo (fábricas, distribuidores, talleres…) y que está viendo cómo las ventas se vienen desplomando desde hace cuatro años, con todo lo que ello conlleva, sin que en su momento PSOE, ni ahora PP, se hagan eco de sus necesidades. Una necesidad que por multitud de motivos hacen de las dos ruedas un instrumento idóneo en tiempos de crisis: economía y eficiencia. Es hora de rectificar.