En el -puente- de la Constitución-Concepción estuve por tierras jienenses, en la capital y en esas dos maravillas arquitectónicas que son Úbeda y Baeza, ambas Patrimonio de la Humanidad. Hice el viaje en coche, en que llevo instalado un avisador de radar legal y otro al parecer ilegal, aunque no es un inhibidor, o al menos así lo entiendo yo, aunque lo voy a quitar en breve ¡por si las mocas!, que cuando empiece a aplicarse el reformado código de circulación y sus correspondientes sanciones, allá por mayo, no sólo te empapelarán a base de bien, sino que quitarán más puntos que a un post operado.

Dos de radares

Dos de radares
Fórmula Moto
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En la ida, todo bien, porque apenas hay radares, y el de Despeñaperros ya sabía que estaba a la salida del túnel, en un garrote de izquierdas que, si no conoces el terreno, te da un susto, porque llegas a el con la vista distorsionada por la oscuridad de dicho túnel. Creo recordar que -la chicharra- del avisador de radar ni se inmutó, y si lo hizo un poco más adelante, o sea, que habían cambiado de lugar al -amigo-.

Pero lo malo no es Despeñaperros bajando hacia Andalucía, sino subiendo hacia Madrid. Creo que hay radares por todos sitios, y con unos límites de velocidad que los superas sólo con la inercia que lleva el coche en bajada. Un -recaudador del multas- en toda regla. Eso si, al -artista- que desdobló en su época la carretera, subiendo hacia Madrid toda ella de nuevo trazado, un -diez-, porque hay dos -paellas- de premio y unos cuantos garrotes más de -pedrea-. Menos mal que ya están haciendo una autovía que sobrevuela este paraje.

Y de Despeñaperros a la M-30 madrileña, el tramo que discurre desde la N-IV hasta casi la N-VI, soterrado desde hace más o menos un año. Al soterramiento, nada que objetar, es más, creo que es una obra bien hecha, y también vale que hayan puesto un límite de velocidad máxima de 70 Km/h (y no te lo pases, porque, a la vista de que -la chicharra- no para de cantar, debe haber radares cada kilómetro), pero lo que no me cabe en la cabeza es que siendo 70 Km/h una velocidad -de paseo-, por no sé que razones extrañas y estando toda la vía expedita, los luminosos marcaban límite de 50 Km/h, o sea, que les habían puesto en plan -recaudador a tope- porque, ¿a ver quién de sus habituales usuarios rueda a 50 por hora en una vía como esta?

Será competencia de los ayuntamientos, que también les gusta recaudar ¡vaya que si!, será de la DGT, el caso es que unos y otros han situado sus radares con más afán recaudatorio que otra cosa (vaya novedad que os cuento). Eso si, en un tramo en obras en la autovía que se está construyendo entre Úbeda y Jaén, a una señal de prohibido adelantar la acompañaba, como fiel guardaespaldas y a un metro de distancia, otra de permitido adelantar. Por si acaso, hice caso de la primera, pero ¿quién pone las señales de tráfico?, ¿quién pone las señales de límite de velocidad en las carreteras?, ¿quién los radares?… ¿El operario de turno? ¿el jefe de obra? Ahí es donde la DGT debería de invertir parte de su tiempo para que cada carretera no sea un reino de taifas del -iluminado de turno-.