Perenne homenaje a Santiago Herrero

Es indudable que el motociclismo español está viviendo una época gloriosa, para mayor alegría de los muchos aficionados que pueblan  la ancha piel de toro de nuestro solar patrio. Circunscribiéndonos, por ejemplo, al calendario de esta temporada actual, cada celebración de un Gran Premio, el final, es la repetición del izado de la bandera española y la respetuosa escucha de nuestro Himno Nacional, ocupando nuestros compatriotas uno, dos, e incluso, los tres `cajones´ del podio triunfal con frecuencia. Si no se produce en ocasiones tan venturoso resultado, por alguno de los motivos naturales y normales que el azar suele repartir en la contienda: lluvia, calor, frío, roces, caídas, fallos mecánicos, errores, etc, el aficionado nacional, mal acostumbrado al triunfo encadenado, se siente más dolido de lo que normalmente debiera estar.

Esta -Marcha Triunfal- reseñada, no se ha producido por -arte de birlí birloque- , sino como consecuencia de una serie de antecedentes y existencias de gentes que, cada uno en su materia y campo de acción, pusieron las bases que daban origen a la construcción del ARCO TRIUNFAL que los romanos construían piedra sobre piedra, y que la afición motociclista hispana, en un principio edificaba sobre actuaciones sobrenaturales de nuestros pilotos. Ellos daban origen a la figura, al mito, que se convertía, más que en faro-guía de otros jóvenes dispuestos a seguir la senda, en la estrella que guió a los Reyes Magos, que, en esta ocasión eran jóvenes humanos, cada vez más jóvenes: 14,15, 16 años que seguían el camino que antes hiciera Ángel Nieto, el gran mito de nuestros motociclismo, que logró almacenar 12 + 1 Títulos Mundiales y al que siguieron los Sito Pons, Crivillé y una larga lista que llega al día de hoy. En esta lista hay que intercalar, con brillo especial, los valientes que quedaron en el camino, por lo que no están, materialmente con nosotros, pero que, mientras estuvieron, también crearon, como fue Santi Herrero, que nos dejó el 10 de junio de 1970, en la Milla 12 + 1 del -TT de la Isla de Man-.Circuito de Albacete: homenaje y monumentoDecíamos antes que los romanos conmemoraban ciertos hechos gloriosos con la construcción de Arcos Triunfales. El Circuito de Albacete, muy dignamente dirigido por Andrés Sánchez Marín, tomó la iniciativa de rendir un homenaje perenne a Santiago Herrero y, a modo de Arco Triunfal y con asistencia de las Autoridades locales, la familia de Santi, su mecánico de confianza, grandes amigos como Ángel Nieto, Nacho Medina y  Tomás Díaz Valdés, y el grupo de personas que a través de Facebook, promovieron este acontecimiento -los cuales si cabe tienen mayor mérito porque nunca llegaron a conocer personalmente a Santi-, fue nominada con su nombre, la Curva 12 + 1 del Circuito de Albacete. Este hecho se produjo el 9 de octubre pasado, coincidiendo con una jornada del -Campeonato de Europa de Motociclismo- que, a partir de aquel momento se denomina -Trofeo Santiago Herrero-.Las personas que, desde el anonimato, también hacen grande el motociclismoHemos hablado de cómo el mito de Ángel Nieto y los siguientes, han constituido la Vía Apia como camino triunfal de nuestro motociclismo, pero hay que reconocerle su mérito, a las construcciones en las que las actividades del motor se desarrollan, debiéndose catalogar como ejemplar el -Circuito de Albacete-, en el que la mano maestra de su Director, conjuga la actividad del motor en todas sus versiones y modalidades, motocicletas, automóviles, camiones, presentaciones de modelos a la Prensa, exhibiciones comerciales y un largo etc, que lo mantiene en perfecta actividad complementaria de la capital albaceteña.
 
Mi especial recuerdo de SantiLa presencia de Ángel Nieto en Albacete, nos permitió recordar la anécdota personal del Gran Premio de Yugoslavia, en el Circuito de Opatija, en que el multi-campeón del mundo obtenía el primero de sus 12+1 títulos mundiales. En aquel Gran Premio tomaba parte Santiago Herrero, en la competición de 250 cc y compartía residencia con Nieto en una casa de labor, de planta baja para el ganado y la primera habitada por las personas. Enterados Nieto y Herrero de que yo no había encontrado alojamiento en el pueblo, por estar todo ocupado, me ofrecieron un trato: el de colocar en la zona habitable de su casa una cama para mí, y, a cambio, yo les ayudaba a subir y bajar las motocicletas del piso en que ellos dormían, como se tenía por costumbre en aquella época, para mayor seguridad. Un tipo fenómeno que siempre quedará en nuestro recuerdo.Virgilio H. Rivadulla