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A esta clase de 4×4 se les conoció como TT light y hoy casi todos los fabricantes cuentan entre su oferta con algún modelo de este tipo. Ahora llega la segunda edición del RAV4, que sigue ofreciendo unas excelentes prestaciones sobre el asfalto, pero que ha perdido cualidades «camperas». Esto se debe a que su antecesor ofrecía un «milagroso» botón -más sencillo de manejar que la doble palanca de los TT convencionales- que permitía bloquear el diferencial central. De esta forma, si sufríamos una pérdida de adherencia bastaba con pulsarlo, algo que era muy útil en las salidas al campo. El nuevo RAV4 abandona este elemento y apuesta más por una estética y unas prestaciones aún más enfocadas a la carretera.

Por dentro y por fuera

Su carrocería, ahora 10 centímetros más larga, impacta por su agresividad y por unos enormes grupos ópticos; sin duda, muy personal. En su interior, se ha corregido uno de los mayores inconvenientes del anterior RAV4, como era el acceso a las plazas traseras. Ahora es mucho más fácil entrar, gracias a sus enormes puertas y a la posibilidad de abatir los asientos delanteros. eso si, cuando los volvamos a poner en posición normal habrá que regularlos de nuevo, porque no tienen memoria. La habitabilidad para cuatro plazas es muy buena, pero a cambio de sacrificar el maletero, que sólo tiene 160 litros de capacidad. En caso de necesidad, podremos abatir los asientos y ampliarlo hasta los 690. El puesto de conducción está muy conseguido, gracias entre otras cosas, a que dispone de un gran y cómodo asiento, así como unos mandos situados a mano y de fácil manejo. Esto, unido a la postura más elevada, la buena visibilidad y unas recortadas dimensiones permiten un buen manejo en ciudad.

Cómo va

En carretera, el RAV muestran un espíritu decididamente deportivo. Su motor de 150 CV empuja con ganas, aunque habrá que rodar por encima de las 4.000 para que de lo mejor de sí. Es fácil mantener velocidades de crucero elevadas, aunque el ruido y el consumo se elevarán de forma importante. Ya en el campo, el nuevo RAV4 pierde muchos enteros con respecto al modelo anterior al prescindir  del bloqueo del diferencial central. Lo notaremos sobre todo cuando el vehículo comience a perder adherencia en situaciones comprometidas. Además, el motor que en carretera se muestra excelente, carece de una respuestas contundente a bajo régimen. El nuevo RAV4 ha perdido parte de su magia. Su carácter se ha aburguesado, algo que no es criticable, ya que empieza a ser norma habitual en todos los que se han hecho llamar «todo camino». Eso sí, dentro de esta categoría , este pequeño Toyota es uno de los mejores representantes.

Veredicto

Ficha técnica y gama

Lo que otros no te cuentan

En asfalto. Uno de los secretos del RAV4 está en su conseguida suspensión independiente en las cuatro ruedas. Esto hace que en carretera el vehículo se conduzca como un coche convencional -sólo que más alto- y fuera de ésta siga ofreciendo las mismas reacciones y comodidad a unos ritmos de vértigo.

En campo. La eficacia en asfalto se vuelve en su contra cuando los desniveles del terreno ponen en apuros al reducido recorrido libre  de las suspensiones. Además no cuenta con la ayuda de una reductora. Cuando tengamos que abandonar el asfalto, la anticipación y la prudencia serán nuestros recursos más socorridos.

Lo nunca visto en Toyota. El diseño que nos ofrece por dentro este pequeño japonés es moderno y tiene una excelentecalidad. Además resulta muy atractivo e incluso práctico, con huecos bien repartidos para dejar objetos. Todo un acierto.

Tecnología punta para su transmisión. El nuevo RAV4 puerde su arma más efectiva: el bloqueo del diferencial central. Antes, cuando necesitabamos afrontar un paso complicado, bastaba con paretar el botón que bloqueaba el diferencial central. Ahora se cuenta con dos nuevos bloqueos automáticos para los diferenciales central  y trasero que, aunque menos efectivos que el anterior sistema, resultan más cómodos para el conductor. Por otra parte, sus expuestos trapecios traeros siguen siendo sus puntos más vulnerables.

Menos efectivo. En principio, el RAV cuenta con dos buenos ingredientes para destacar fuera del asfalto: potencia y ligereza. Sin embargo, otros factores juegan en su contra. Por ejemplo, su suspensión independiente que se muestra muy efectiva en el asfalto y pistas rápidas, tiene el inconveniente de permitir muy poco recorrido vertical a las ruedas, que en más de una situación se quedarán en el aire. A su favor, el Toyota cuenta con la ayuda de dos autoblocantes central y trasero para sallir de situaciones complicadas. Por otra parte, al carecer de reductora habrá que «tomar impulso» en las cuestas más empinadas, así como tener precaución en los descensos, debido a la poca retención del motor. Por último, su capacidad de vadeo no es muy elevada -unos 50  centímetros-. Mejor no complicarse la vida.

Rivales

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