Puch, las todoterreno de origen austriaco que se fabricaban en Gijón
A finales de los 60 está claro que el rumbo que ha tomado la casa matriz italiana no interesa: a la marca italiana, una de las grandes marcas del momento, han dejado de interesarle las cilindradas pequeñas y quiere centrarse en las grandes cilindradas y en su negocio de helicópteros. Son los años en los que destaca en la gama italiana aquella espectacular 750S, por ejemplo. De hecho, en algún momento han declarado que van a dejar de desarrollar motos pequeñas.
Esto no gusta en Gijón. Avello no lo ve claro. Desde que en los 50 empezaran a fabricar motos han vendido innumerables motos de 125 y 150, en 2T y 4T. La más grande de la gama que han hecho nunca, todavía en fabricación a finales de los 60, es la Deva 235, una 4T monocilíndrica de cierto estilo sport. Y ya se considera una moto cara y grande en el mercado nacional. En los catálogos de 1970 la gama son tres motos: el ciclomotor Piles, la Sella –una 150 4T– y esa Deva. En el de 1971, bajo la marca MV Agusta, figura un nuevo modelo: Puch Trivel.
A lo largo de esos meses se ha cerrado el acuerdo con los austríacos de Puch y fabricarán bajo licencia alguno de sus modelos, aunque realmente acabarán haciendo, con algunas bases mecánicas de los austríacos, sus propios modelos, como ya venían haciendo con las italianas. De hecho, esa Puch Trivel es así: se aprovecha el chasis del ciclomotor anterior, el MV Agusta Piles, y le meten uno más moderno motor con refrigeración forzada y tres marchas al puño, de diseño austríaco.
Y llega el éxito amarillo
En Avello debieron ver más o menos pronto que su futuro pasaba por ese nuevo acuerdo con Puch. Las MV Agusta desaparecen pronto tras esta discreta entrada, pero la gama de ciclomotores crece rápido; en menos de dos años la gama se llena con Borrasca, Coronado, Carabela… y en el verano de 1972 llega el ciclomotor que marcará, como estrella, casi toda la historia de la marca en España: Minicross.
No creo que sea necesario describir la «Mini» a nadie: 50 cc, cuatro marchas al pie y 2 CV declarados. Potencia real oficial no se sabe; se declaraban 2 CV como máximo por un pacto entre fabricantes de la época, para no entrar en una carrera un tanto absurda por este tema. Decorado en amarillo, en la primera serie con la palabra Minicross en el depósito -depósito cuyas formas harán que sea conocida como «cascahuevos»- y Puch en las tapas laterales.
No es, ni mucho menos, el primer ciclomotor de campo en España, pero si el de más éxito. Se presenta en el salón de Barcelona, antes del verano y en septiembre están agotadas las previsiones y ya hay lista de espera. Un modelo que, tras diversas mejoras y cambios, aguanta en la gama prácticamente hasta el final de la historia de Puch Avello. Minicross, Minicross Super, Super II, Super III, TT, Especial y, por supuesto, Minicross Cóndor en sus diversos modelos, ya muy modificado, pero con una base mecánica prácticamente idéntica.
La gama se amplia. Las Borrasca son una Minicross de carretera; salen los automáticos como el X-30 y se amplía la gama con los X-20, X-10 y X-40. Pero las Puch de campo siempre fueron la base de las ventas. A mediados de los 70, las carreras de cross con motos pequeñas están en auge. Empieza a crecer el éxito de las 74 con la llegada del carnet A1 para los jóvenes y en Puch se han dormido algo en los laureles.
La solución rápida es llevar las posibilidades de la Minicross a su máximo técnico, como ha probado esa mecánica en su país de origen. Es la Dakota; básicamente es la misma moto con un cilindro más apretado que la lleva hasta cerca (o más; depende a quién le preguntes) de los 6 CV con unas prestaciones no muy lejanas de las de una 75 cc. No lleva pedales, pasa de los 2 CV y de los 40 km/h que la ley marca como máximo para un ciclomotor, por lo que se homologa como motocicleta de 50 cc y, por tanto, necesita de placa blanca y seguro. Como cualquier moto.
Lógicamente, eso limita mucho su difusión. Y en el fondo, es una «chapuza» comercial. Competir con las 75 cc del mercado con una 50 no es lógico. En Avello intentan darse prisa y la solución definitiva será, además, un gran éxito. Partiendo de la base mecánica de otra 50 cc austríaca, más moderna, con cambio de 6 velocidades, adaptando un nuevo cilindro de 74 cc se lanza la Puch Cobra. De ella derivará la segunda gran familia de la marca: Cobra, Cobra MC75, con mejores suspensiones y otros puntos mejorados, Cobra TT, de estética modernizada, las de carreras Cobra Professional y las Réplica Coronil, para cross y Monjonell para enduro (o TT, que se decía entonces), las de carretera, 6C y Sport y, por supuesto, toda la saga M82 que también llegó hasta los últimos días de la marca. Y sí; nos hemos dejado unas cuantas: Magnum, Voy, Caribe, Monza…
Las Puch del Museo de Alcalá
Raro es que haya algún aficionado de los que empezamos a rodar en los 70 u 80 que no se haya subido a una Puch. El éxito sobre todo de las Minicross y Cobra fue rotundo y total y en el mercado de ciclomotores y A1 de aquellos años Puch siempre fue un referente. De hecho, en ambos casos, son motos que se dejaron de hacer (lógicamente en las últimas versiones de Cóndor y M82) cuando todavía se vendían relativamente bien; nos quedamos con la sensación de que eran motos que todavía hubieran tenido recorrido.
En el museo de Alcalá se refleja esa importancia alcanzada por la marca de Gijón con unas cuantas motos salidas de allí. Minicross en diversas versiones, algunas Cobra -más de una de aquellas motos poco vistas pero muy espectaculares- y algún otro modelo se encuentran diseminadas por varios puntos del museo. Veamos cuáles vas a ver en tu visita a la Exposición de Motos Made in Spain:
Minicross Super
En la zona de los dioramas (espacios con 5 o 6 motos representativas de una situación de la época) encuentras el dedicado a los ciclomotores. Y por supuesto entre los ciclomotores más importantes de nuestra historia reciente está la Minicross. La elegida para representar a la familia en este importante espacio es seguramente la más conocida, la más exitosa: la Minicross Súper.
La Minicross nace en 1972 y en 1976 aparece esta nueva versión mejorada, con una nueva carrocería, con depósito plano y una estética similar a la de la Cobra MC 75, nuevo escape y retoques en el motor. La «Cascahuevos», ahora rebautizada como Minicross Especial seguirá en el catálogo, como versión más económica.
Dakota
El diorama de las motos para el A1 tiene unas cuantas Puch, reflejo de la importancia de la marca en este segmento. La primera de ellas, en orden histórico, es esta Dakota. La versión expuesta corresponde a la primera versión, con depósito «Cascahuevos», de una moto que también evolucionó a la nueva carrocería de la Súper. Como decíamos, fue una moto extraña, una auténtica moto que precisaba matriculación como tal, siendo una 50 cc. Muy rápida para ser una 50, un tanto justa si la comparabas con las 75 cc.
Cobra MC 75
La Cobra no sólo es una de las preferidas de los jóvenes de los 70 y 80. Es el paradigma de la moto TT de la época: una moto que el lunes te llevaba al instituto y el domingo corría un enduro, con muy pocos cambios. Polivalente, dura y rápida destacó en las listas de ventas y en las de resultados de las carreras.
La versión expuesta es una MC75, la segunda de la saga. La primera se distingue sobre todo por el empleo de una horquilla acabada en amarillo, poco más sofisticada que la de la Minicross y unos amortiguadores traseros similares. En la segunda versión la horquilla ya es la Betor de eje avanzado y los amortiguadores, de la misma marca, con el cuerpo pintado en negro.
Cobra M82 TT Agua
De esa Cobra de la primera generación -aunque sea segunda generación la moto es básicamente la misma- saltamos a la última de las «carreras-cliente» para TT: las M82, cuyo nombre quiere decir «Réplica Monjonell, año 82». Siempre se hicieron en dos versiones (más una tercera para cross): una «estándar», más enfocada al aficionado, y las versiones apellidadas «TT», con más potencia y mejor preparadas para esas carreras de TT, sin perder la polivalencia que las caracterizaba. De hecho, seguro que hubo más en las calles que en las carreras.
La última de las TT es esta versión de agua y freno de disco delantero que con más de 19 CV declarados fue una de las 75 más potentes disponibles en España, sólo igualada por alguna de aquellas carísimas italianas, prácticamente prohibidas en nuestro país, y por su más afamada rival, la Rieju MR80.
X-30 Cross
En la Jaula, esa estructura metálica que es quizá uno de los símbolos más representativos del museo, tienes unas cuantas Puch interesantes. Una de ellas es esta X-30 Cross. Los automáticos siempre fueron parte importante de la gama Puch y desde años antes (Torrot o Mobylette) se ofrecían ciclos automáticos para uso mixto campo y asfalto.
Puch tenía ya los automáticos X-30 normales y tenía una Minicross que era un éxito: con la horquilla de la «Mini», guardabarros altos y algunos detalles estéticos se hace esta X-30 Cross que tiene un aire más apropiado para paseos y urbanizaciones que ese uso meramente rural. Una X-30 hoy día poco común y llamativa tanto por sus detalles como por su motor automático con dos marchas.
Cobra Cross
A mediados de los 70 las carreras de cross son parte fundamental del marketing de las marcas. Se convoca aquel «Trofeo Junior Cross» al que se apuntan, de forma oficial, prácticamente todas las marcas presentes en el mercado. Por supuesto, Puch lo hace. Y lo hace con una MC 75 modificada en el chasis, motor, escape e infinidad de detalles para hacer de ella una auténtica campeona de motocross. Esta unidad expuesta es una réplica de las que el equipo oficial Avello empleó en aquellas carreras
Cobra Professional
Casi desde el principio de esta historia hubo pilotos aficionados que querían «más». La Cobra Professional es la repuesta para ellos; una auténtica carreras-cliente para el cross, cuyo nombre hace referencia a la seriedad de sus intenciones.
Una Cobra muy especial, cuya base mecánica se traía de Austria (donde se hacia la misma pero en 50 cc) y aquí se adaptaba a nuestra especial cilindrada de 75 cc. Una decoración muy especial, en blanco y verde, y ese raro depósito de gasolina escondido bajo la funda en fibra son notas características de una de las Cobra más especiales de este museo
Cobra X35 «Blanco» Cross
Las Cobra Blanco son toda una institución en esta historia. Santiago Blanco, un preparador de Los Molinos, en Madrid, empieza a trabajar con las MC 75 optimizándolas para competición. Su éxito es tal que acaba montando una pequeña «fábrica» semi artesanal donde recibe las Cobra estándar y las modifica.
La seña de identidad más clara es su basculante «cantiléver» y el escape tipo «Frigerio», lo que unido a una preparación efectiva del motor hizo de ellas campeonas de cross y enduro -hizo de las dos especialidades-. Llegó a meter las culatas de agua mucho antes que la fábrica, hizo motos desde aquellas primeras MC 75 con el nombre X3 y acabó su actividad con las derivadas de las M82, con suspensión trasera con bieletas, sistema «Blanfer», en las X4 para cross y X4S de TT. Esta unidad expuesta es casi primera generación, sobre base MC75, para cross, con motor de aire todavía.
Minicross MC50
La última Puch que te vas a encontrar en el recorrido del Museo está en el «pasillo de las motos icónicas»: el pasillo que te lleva desde los dioramas y la jaula al departamento de competición tiene expuestas 12 motos que supusieron un hito en nuestra historia: las motos con las que soñamos, las mejores en sus especialidades o las más vendidas tienen aquí su hueco.
Por supuesto, Puch debe estar representada y lo hace una Minicross MC 50; la original; la primera. Esta unidad corresponde a la segunda generación: es la famosa «Cascahuevos», anterior a convertirse en la «Especial» tras la aparición de la Súper, pero posterior a aquellas primeras unidades cuya decoración era la palabra Minicross en el depósito. Es la misma moto, con tambores más pequeños y cilindro de aletas cortas de las primeras Minicross.