75 Aniversario Montesa

Los comienzos de Viva Montesa: la «Yaya»

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Los comienzos de Viva Montesa: la «Yaya»
Daniel Navarro
Daniel Navarro

Seguramente, los mayores de vosotros recordaréis, sobre cualquier otra, aquella publicidad de Montesa de los años 70 que simplemente decía "Viva Montesa". Se hicieron camisetas, pósters, pegatinas y de todo y desde luego era visualmente potente. Por aquellos entonces llevaban ya más de 30 años fabricando motos. Todo empezó en 1945€


Incluso, si quieres, antes del 45, puesto que los orígenes de Montesa hay que buscarlos en otro sitio. Pedro Permanyer, industrial, nacido en 1911, se decanta por la mecánica y los motores a pesar de pertenecer a una familia que ya tiene otro tipo de empresas. En los años 30 comienza un negocio de construcción de equipos de gasógeno para vehículos. Ya sabes, esos equipos que se instalaban en la parte posterior del coche y, quemando madera, generaban un gas que se aprovechaba como sustituto (muy pobre, eso sí) de la gasolina. Su taller estaba en la C/Córcega de Barcelona, en el número 408.

Francisco Xavier Bultó. Otro industrial, en este caso nacido en 1912, también apasionado por la mecánica y que, como Permanyer, también tenía su propia empresa, en este caso Barella y Bultó SL, que fabricaba camisas de cilindros, pistones y segmentos para la industria de la automoción. Don Paco, como sería después conocido, era además un apasionado de la moto desde muy joven: piloto de velocidad, empezó a correr con 18 años falsificando su nombre. En 1935 es campeón de Cataluña y de España pilotando una Velocette, título nacional que vuelve a conseguir en 1948, ya con Montesa.

Los dos futuros socios se encuentran por un cuñado de Paco Bultó que conoce también a Permanyer. Enseguida, los dos deciden construir motocicletas: Permanyer tiene claro que el mercado del gasógeno tiene los días contados y el de la moto está creciendo. Y Bultó es un apasionado de las dos ruedas. En junio del 44, el plan ya es hacer motos. Y la idea es hacer una moto ligera y económica, que sirva como solución de movilidad al mayor número de clientes posible. Para ello, lo más sencillo en el momento (solución clásica en gran parte de los fabricantes de la época, tanto aquí como en todas partes) fue coger una moto existente y copiar todo lo que se podía. En este caso el modelo a seguir fue una Motobecane de 98 cc, una moto francesa que unos meses antes Paco Bultó había regalado a Juan Soler Bultó (sobrino suyo y, años después, famoso piloto nacional).

Montesa A45

El 11 de febrero de 1945 la moto no solo está lista, tras meses de pruebas, sino que se inscribe en una prueba de regularidad pero, eso sí, bajo marca «XX» en el depósito, puesto que no se había decidido aún el nombre definitivo de la nueva moto. Y no fueron unos inicios fáciles: famosa es la anécdota de los platos magnéticos, elemento básico para el encendido e imposible de conseguir en la España de la posguerra. Manuel Giró, fundador de OSSA, fabricaba por entonces sus proyectores de cine y quería meterse también con las motos, desde hacía años. Antes de la guerra había conseguido traer 100 platos de marca Bosch de Alemania, pero no consiguió el resto de materiales para iniciar su producción, por lo que Permanyer y Bultó se los compraron. También es conocida aquella otra que cuenta que se dedicaron a exportar vinos de Rioja para que les concedieran licencias de importación de otros materiales. Aquella era la política de la época que servía para controlar la balanza comercial. Pero en junio del 45 ya se presenta en la Feria de Muestras de Barcelona el nuevo modelo, en varias versiones: con suspensión trasera, sin ella y versión abierta.

La moto se llamaba Montesa A-45. El nombre se tomaba de la orden religiosa-militar fundada en la edad media, por aquello de la semejanza entre un caballero motorizado y aquellos antiguos a caballo. El modelo se denominaba A-45, en un alarde de marketing: A por ser el primero y 45 por ser el año de presentación. Esta lógica prosiguió al año siguiente, cuando la evolución de la moto se llamó B-46.

La A-45 entro en producción en serie en ese mismo año 45, con un precio de 8.500 pesetas en versión normal y 9.000 la de chasis abierto, conocida como «versión señorita», también llamada «eclesiástica», en una época en la que los curas aún llevaban sotana. Se fabricaron de este modelo un total de 21 unidades y en 1946 aparece la ya mencionada B-46, con motor mejorado a 125 cc, que duraría hasta el 49.

La Montesa A-45 «Yaya»

Montesa A-45

Hoy en día, aquellas primeras Montesa A-45 son verdaderas joyas de museo. Por hacernos una idea, hablamos de 2 unidades construidas con chasis sin suspensión trasera, 6 de esas abiertas «eclesiásticas» y 95 en total del modelo normal, con suspensión y chasis cerrado montadas entre 1945 y 1946 hasta que cesó su fabricación para centrarse en la «modernizada» B-46 de 125 cc y mucho más numerosa: más de 1.700 unidades. Es el inicio de una gran marca, pero no solo eso: en España ya existían muchas marcas de motos: Soriano, por ejemplo en Madrid; Valsolet SSS en Barcelona, o Fusté, entre otras muchas. Casi cualquier taller con cierta capacidad se planteaba, con restos de material en subastas, con motores comprados de cualquier parte (cabe destacar los famosos Hispano Villiers, que Montesa también probó en dos prototipos de B-46) y componentes de cualquier calidad, fabricar motos. Montesa no era así: era un proyecto de gran empresa, bien pensado, planificado y con intención de perdurar.

Aun así, la España de 1945 no era sencilla para este tipo de proyectos: aquellos 100 platos magnéticos comprados a OSSA sirvieron para solucionar un problema, pero surgían mil historias iguales. Los carburadores eran un problema, y durante algún tiempo se trajeron «de contrabando» carburadores franceses Gurtnerd, algo que, lógicamente no era serio, y se acabaron sustituyendo por un CI de fabricación propia, cuando consiguieron unos moldes antiguos de un carburador que pensaba hacer la Fundición Dalia de Barcelona. Aun así, montaba cilindro de aleación ligera encamisado, pistón con deflector para asegurar la correcta transferencia de gases de forma económica, cigüeñal sobre rodamientos de bolas, cambio de tres marchas con mando por palanca en el lado derecho del depósito, con embrague en bronce con discos de 14 agujeros con corcho, dos freno de tambor lateral y horquilla de paralelogramo, en chapa estampada. La moto alcanzaba los 3,2 CV, pesaba 58 kg y alcanzaba los 65 km/h.

A la historia han pasado con el sobrenombre de «Yaya» por su pinta de verdadera moto antigua, acabada en negro y gris, unos años antes de que con la D-51 se adoptase por primera vez el famoso rojo de Montesa. Pero también fue conocida como «Cafetera» por la peculiar forma de su cilindro y la conocida afición de nuestros abuelos por poner motes a cualquier aparato que corriese por la calle. Yaya, Cafetera o el más respetuoso A-45, esta moto es el inicio de una historia que ya dura 75 años y que te seguiremos contando en siguientes semanas.