Viaje en moto: A Coruña – Moscú

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Viaje en moto: A Coruña – Moscú
Fórmula Moto
Fórmula Moto
Hace unos años, no sé si 3, 5, o desde la infancia, tenía en mente realizar un gran viaje en moto y en solitario. Quizás sea debido a que he crecido rodeado de motos, cascos, monos etc... ya que mis padres han viajado por Europa y América.


Enrique De Vidania

Durante estos años he ido trazando el recorrido en mi cabeza y cambiándolo muchísimas veces. No encontraba la fecha de salida, por una excusa o por otra, no me decidía a salir. Como bien dicen algunos grandes viajeros, hay que poner día y hora de salida, así que aproveche este “2016 de mis 40 primaveras” para comenzar el Quique on the road.

En principio, el trayecto era llegar a Beirut (Líbano) yendo por Turquía y por la costa de Siria, pero debido a los conflictos y guerras que hay por esa zona tuve que desistir esa ruta y cambiarla por otra. Se me pasaron por la cabeza mil rutas; hasta pensé alquilar una moto en algún país para recorrerlo como Tailandia, Malasia, USA… pero finalmente tomé la decisión que tenía que salir de mi casa y volver a ella. Así que, la decisión final era llegar a la plaza roja de Moscú pero con diferentes recorridos de ida y vuelta para hacerlo más atractivo.

26 de mayo a las 16:00. Me espera una representación de Ducatistas gallegos (Toni, Noé, Pepe y Susana) para acompañarme en los primeros 20 km. de mi viaje. Instante que emprendo mi partida de casa (Ordes, A Coruña) dirección a la autopista A8 a Bilbao donde me espera mi amigo Txemi que me dará cobijo.

Ruta en moto: a coruña - moscu

Al día siguiente, antes de entrar en Francia, hago una paradita en Irún para llenar el estómago con Antxon, que me indica un recorrido por la costa por la D-912 en vez ir por la autopista. Camino de Montpellier estaba pasando muchísimo calor, la climatología era buena pero no entendía el calor excesivo que tenía en el cuerpo hasta que me di cuenta que llevaba puesto el forro interior, tanto de la chaqueta como del pantalón.

El segundo país que tenía programado era el Principado de Mónaco, pero debido a la celebración de la F1 desistí y continué por la costa donde me acompañaban multitud de vehículos con matricula española que iban a Milán a la final de la Champions League.

Entrando en Trieste a tan solo 5 km del hotel y después de 1.100 km comienzo a escuchar un ruido extraño en la moto (único incidente por llamarlo de alguna manera en todo el viaje). Paro para revisar, quito las maletas y me doy cuenta que era la cadena, que le faltaba grasa.

Al día siguiente entro en Croacia previamente cruzando Eslovenia, después de cierta apatía en el desarrollo de los días anteriores, es ahora cuando comienzo a experimentar ciertas sensaciones que hasta esta jornada no había percibido. – «La diversión por fin se manifiesta en esta fantástica aventura»-, – «¡Me lo estoy pasando como un niño en la feria!»: carreteras bien asfaltadas, la costa croata emana el olor a la brisa marina que me incita a no perder su fragancia, y levanto sin pensarlo la visera del casco. Además, me cruzo con cientos y cientos de motos, unas con matrículas del país, y otras de foráneos colindantes.

Viaje en moto: A Coruña - Moscú

Hago una parada en Senj, es donde cruza el paralelo 45 es decir desde ese punto concreto se produce la misma distancia al Ecuador que al Polo Norte.

Continué el día hasta Split, aunque tenía pensado llegar a Dubrovnick pero lo dejaré para otra ocasión ya que tenía el alojamiento en Mostar. Nada más poner la rueda delantera en la entrada a Split, mi primera impresión fue realmente la necesidad de huir con prontitud. Su presencia me resulta antiestética. Todo cambia en el momento que avanzo y recalo en la zona marítima. Al ser un puerto de escala para los grandes cruceros lo comparo con Benidorm. Aprovecho el contraste del lugar con la zona interior para almorzar, y vuelvo a retomar mi deseo de huir de allí lo más rápido posible. Es en ese entonces cuando tomo consciencia de que huyo de las aglomeraciones turísticas, y que todo mi interés estriba en ir a mi compás; un ritmo libre y reposado.

Sobre las 19:00 accedo a la entrada de Mostar mediante una bajada que presenta un estado angosto de la calzada a la vez que es de un desnivel bastante pronunciado y transitable entre las casas. Me sorprende apreciar la ciudad asentada en el interior de un valle. Su estilo es extraordinariamente semejante al de Suiza. Finalmente arribo enseguida al hotel que había reservado en la zona turística, y a una distancia aproximada de 100 metros del famoso «Puente viejo de Mostar». Aprovecho también para darle una buena limpieza al kit de transmisión de la Ducati y hacer la colada.

Viaje en moto: A Coruña - MoscúAntes de abandonar definitivamente la ciudad me dirijo a la plaza de España (anotado del programa “Diario de un Nómada”). En este lugar a los españoles nos tienen en alta estima y no quiero proseguir mi camino, sin antes circular brevemente por aquí. La plaza es realmente preciosa, y por su presencia, puedo entender que está bastante bien cuidada. Incluso, puedo observar una placa con los nombres de los 23 militares caídos en el terreno durante la guerra de Yugoslavia. El contraste de la plaza lo inundan las vistas de los edificios colindantes, a los que miro y observo en ellos aún restos de la metralla de aquel tiempo de guerra.

Me espera el día más largo, 800 km hasta Sofía, previo paso por Serbia. Las primeras impresiones que recibo del país son nefastas: carreteras con muchos baches, sin arcenes, con los túneles sin luces en el interior e infinidad de goteras. También, en vez de encontrar vallas, lo que veo son cables oxidados, cadáveres de animales, sobre todo perros por las carreteras; los coches adelantan de cualquier modo, inclusive por el carril contrario; y así, tropecientas mil temeridades que empeoran con respecto a Bosnia Herzegovina. Menos mal que la climatología me acompaña que si no, no sé cómo voy a cruzar el país.

Al contrario que Bosnia Herzegovina, donde se ven obras nuevas y las ganas de sus gentes de olvidar el pasado comunista, Serbia es un estado que está lleno de iglesias ortodoxas y cementerios, y que ofrece al que lo visita la sensación de ser un país anclado en la época soviética, sin ganas de salir adelante.

Cuando cae la noche llego al hotel después de 11 horas sobre la moto. Llego totalmente destrozado y me lanzo sobre la cama antes de ir a cenar. El restaurante del hotel se encuentra en el sótano y está completamente cerrado. Toco y aparece un señor de mediana edad bastante obeso, dirigiéndose a mí. No entiendo nada de lo que me dice, así que saco la tarjeta y me cede el paso al interior de local. Entro y me quedo atónito. Contemplo absorto las paredes donde sólo hay fotos de líderes soviéticos como: Stalin, Lenin, Gorbachov, y otros más. También hay unos sofás muy cutres, y en las repisas de las estanterías exponen objetos y periódicos soviéticos de la época de la guerra fría.

Viaje en moto: A Coruña - Moscú

Al día siguiente había quedado con Ducati Sofia para el cambio de neumáticos donde la atención fue magistral y me lo hicieron en hora y media, para continuar el viaje a la capital turca.

Después de circular 15 km. por la autopista turca, un coche de policía me señaliza que detenga la moto. Uno de los agentes permanece sentado dentro del vehículo, por el contrario, el segundo policía se dirige a mí tajante diciéndome: —«El radar le ha cazado en exceso de velocidad» — me extraña- pienso, sin decirle nada. —«Cada vez que entro en un país nuevo respeto por completo la señalización» —. Entre que ellos no saben ni una palabra en inglés, y yo aún mucho menos de turco, el policía me escribe la cifra 117 sobre el vehículo policial. Entonces yo le contesto: —«Ok. La velocidad máxima es 120 km/h» — después de un tiempo de intercambio de frases me señala en un libro que la velocidad de las motos en autopista es la misma que la de los camiones. Es increíble, pero es así.

La caravana de coches es abismal en la entrada de la capital. Ahora, una vez que ya estoy dentro de las calles de Estambul el tráfico se hace inaccesible y asfixiante. Entre lo que cuesta respirar por el sofoco climatológico que azota fuertemente y la temperatura que sufre la moto, además del calor que emana, hacen que cada metro que logro me parezcan centímetros, circunstancias que me retrasan todavía más. He querido intentar adentrarme por los arcenes para ganar un poco de tiempo, pero después de lo que me ha pasado con el límite de velocidad y la multa, me abstengo de intentarlo, no vaya a ser que algún agente me capture la imagen, y luego no pueda escaparme de ningún modo de una nueva sanción.

Antes de ir al hotel me dirijo a ver la Mezquita Azul y La Catedral de Santa Sofía. Aunque lo veré más tranquilamente al día siguiente, pero estaba ansioso por llegar con mi moto e inmortalizarlo con la cámara de fotos.

Viaje en moto: A Coruña - Moscú

En Estambul me esperaba una representación del club Ducatista donde me recibieron majestuosamente, pasamos una gran velada antes de partir para Georgia.

Recuerdo que desde que comencé a preparar el viaje, el mayor «peligro», por definirlo de alguna manera, gozaba de nombre propio: Georgia. Principalmente, por lo que había podido leer y también por los comentarios que habían podido llegar a mis oídos, entre otras cosas. Me acuerdo que ya entonces desconocía lo que podía encontrarme, es más, no existe ningún mapa del país disponible en español, es decir, no existe ningún mapa Michelin en español. Por aquel tiempo me vi en la necesidad de hacer una petición de un mapa a una marca inglesa. Días antes de iniciar la aventura me pasé algunas horas comprobando en Google Earth el recorrido por dónde iba a pasar. Tampoco puedo olvidar que al comprobar por el mapa el estado tan pésimo de las carreteras de aquí, no quise seguir ahondando más porque me producía hasta miedo. Esta circunstancia me ocasiona entrar al país con cierta tensión en el cuerpo, aunque noto enseguida como a medida que pasan los segundos esta sensación se va evaporando, y toda la agonía del principio también.

Entro al país por Sarpi, y me tengo que dirigir hasta Batumi. A pesar de seguir de nuevo el trayecto por la carretera de la costa del Mar Negro, el estado de la carretera no tiene ni punto de comparación con el anterior recorrido de la E70. No está señalizada y tampoco hay arcenes. Cuenta con una innumerable cantidad de baches, incluso con tierra en ciertos tramos de la vía.

Los kilómetros pasan a una marcha muy lenta. Entretanto, cruzamos aldeas y pueblos. Ya comienzo a echar en falta una autopista o carretera nacional como las españolas. He ido comprobando in situ que aquí desde que te ausentas de la carretera «principal», el resto de carreteras son en su inmensa mayoría de tierra. Tanto es así, que a las entradas a las estaciones de servicios hay que extremar las precauciones por el derrape y donde puedes terminar «mordiendo el polvo» del suelo.

Me llevo el único susto del viaje. Es media tarde y me quedan aproximadamente 200 kilómetros para llegar al hotel, y con las ganas que tengo de llegar para descansar y ducharme he cometido un estrepitoso error de principiante. Realizo un recto en una curva, he podido salvar la situación gracias a la tierra que está acumulada en la salida de la curva, lo que acaba de evitarme un mal mayor.

La entrada a Tiflis la señaliza un monolito con el nombre de la ciudad, lo primero que hago es detenerme en el arcén. En este punto concreto el panorama ya es totalmente diferente. A pesar de que la velocidad es excesiva, se respira cierta tranquilidad.

Viaje en moto: A Coruña - Moscú

Después de pasar dos noches en la capital georgiana reanudo mi viaje a la frontera rusa. El calendario indica que hoy es domingo. Las calles de Tiflis están totalmente desérticas. Recorro 20 km., y accedo a «Georgia military highway» (b3). Recuerdo que estando en casa y tan sólo hacer referencia a este nombre me daba un poco de repelús. Todavía me producía bastante más recelo después que algún “iluminado” me contara que en esa zona se localizaban las fuerzas de seguridad con armamento pesado: con tanques y también con disparos. Acontecimiento que me produce tensión al tiempo que interno en la zona. Circulo con precaución, y puedo contemplar que la carretera no se diferencia en nada a las del resto del país. En los 165 km., que restan para arribar hasta la frontera, me percato que voy muy justo de gasolina. Ante la incertidumbre que me ocasiona no saber si al cruzar la frontera rusa encontraré una estación de servicio, escojo antes de cruzar el paso limítrofe para cargar el depósito de la gasolina.

Viaje en moto: A Coruña - Moscú

Mientras, en el instante que voy alcanzando la cima del puerto, un camión de frutas acaba de tener un accidente, y la calzada está repleta de la mercancía que transporta. Los vehículos que nos vamos acercando hasta el lugar acudimos al auxilio del conductor. Detengo la Ducati, sin embargo, cuando verifico que otros conductores ya tienen la situación controlada, y que mi aportación será casi nula, me decanto por continuar el trayecto.

Viaje en moto: A Coruña - MoscúProsigo por la carretera que ya deja de ser asfalto para convertirse en un camino de tierra y piedras hasta llegar al puesto fronterizo. El tránsito de los camiones, han dejado grandes agujeros en la superficie, hecho que se torna complicado para circular con la moto. Las circunstancias nos obligan hacer off road, e ir de pie sobre los estribos de la moto. Tampoco puedo rebasar la segunda velocidad, e intento deshacerme a mi paso de aquellos camiones que van por delante, ya que me estorba en la visibilidad. Consecuencia de ello, ya me he zampado algún que otro socavón; y lo que menos quiero es tener un contratiempo que me pueda dañar la suspensión u ocasionar otra avería de mayor relevancia para la Ducati. Encima, doy las gracias al cielo por el buen tiempo que hace, debido a que, de estar lloviendo sería totalmente inviable transitar por este lugar.

Para entrar en Rusia hay cuatro controles: el primero te miran el pasaporte y el visado; el segundo hay que rellenar los datos personales con la fecha de entrada y salida del país; el tercero rellenar una hoja con preguntas entre ellas la importación temporal de la moto, esté papel es en ruso no lo tienen en inglés; y el cuarto y último control miran todos los papeles que estén en regla y te dan el visto bueno para que entres en Rusia.

La primera noche en Rusia la hago a 200 kilómetros de la frontera; más concretamente en la ciudad de Pyatigorsk. En el momento que planifiqué este tramo del viaje, ya preveía que debía de hacer la primera noche en esta ciudad, porque no sabía cuánto tiempo tardaría en cruzar la frontera rusa. Después de estar dos días cruzando el país de sur a norte y con 6 controles de policías que me pararon, pero sin ninguna multa -ni “mordida” más bien-.

Los últimos 75 kilómetros quizás han sido los más duros de mi vida sobre una moto. El dolor de las cervicales que llevo arrastrando varios días por esta temperatura tan gélida (7ºC) está causando estragos en mi integridad física con los pinchazos tan fuertes que se desencadenan en mi cuerpo. Además, por momentos y con motivo de la lluvia y de la tormenta, voy gritando de dolor en el interior del casco.

A las 19:30 piso la Plaza Roja de Moscú. Tanta es la emoción que revolotea por el ambiente, que hasta ha dejado de llover y el cielo se ha abierto de par en par para recibirme. Estimo que, una vez más, la vida se alía de mi parte. —«Estoy pisando la Plaza Roja de Moscú» «No puedo dejar de mirar y de querer captar cada segundo de este instante que experimentó con una sonrisa de lado a lado de mi rostro, y con un tremendo nudo en la garganta que en nada va a emerger por mis ojos, como la lluvia lo hizo antes del cielo…» «Estoy feliz, contento, emocionado, satisfecho, agradecido…» ¡estoy pisando la PLAZA ROJA de MOSCÚ!» «¡OBJETIVO y SUEÑO CUMPLIDO!».

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