Fallece Luis Herrero de Arriba

El último acelerón del campeón

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El último acelerón del campeón
Carlos Hernández
Carlos Hernández
Luis Herrero, motorista (Campeón de España de Resistencia en Fórmula TT II) y empresario, falleció en Madrid de un infarto fulminante en la mañana del lunes 24. Era hijo del fundador de Boutique Motor y sobrino del periodista Javier Herrero y del editor Enrique Hernández-Luike. Tenía 58 años.


Luis Herrero llevaba una herradura pintada en su casco azul, más como emblema del ´Herrero´ que para atraer la buena fortuna. Luis no creía tanto en la suerte y sí en el trabajo y la dedicación, en volcar sin medida toda su energía y echar el resto hasta las últimas consecuencias. Terco, como buen saldañés.
´Luisito´ había nacido en Saldaña, Palencia, el 24 de febrero de 1957. Hijo de Luis Herrero de Novoa, fundador de Boutique Motor, una de las primeras tiendas especializadas en artículos para el motorista en España­; sobrino de periodistas míticos como Javier Herrero, durante treinta años director de la revista Motociclismo, y Enrique Hernández-Luike, editor, entre otras, de esa misma publicación, se vio inmerso en el mundo de la moto desde muy joven. Y no descansó hasta subirse a una máquina de carreras, compaginando su afición deportiva con la ardua gestión y promoción del negocio familiar, trabajando hombro con hombro con sus padres y hermanos, y atendiendo, más adelante, la dirección de la empresa de suministros IRRA.
Luchador nato, lo suyo eran los desafíos, los imposibles, así que se lanzó a competir en una de las especialidades motociclistas más duras y no cejó hasta convertirse en Campeón de España de Resistencia en la categoría Fórmula TT-II, en 1982, junto a su gran amigo Nicolás Huete, sobre una Ducati. Al año siguiente cumplió otro sueño: correr las 24 horas de Montjuich en el legendario (y peligroso) circuito barcelonés, midiéndose cara a cara con rivales de la talla de Benjamín Grau.
Luis parecía estar hecho de la misma pasta de los aventureros y conquistadores de otra época. Como aquellos tipos recios, valientes, nobles y emprendedores, afrontó aventuras empresariales que logró vencer gracias a su intuición, tesón y rapidez de reflejos frente a competidores técnica o financieramente más poderosos. Sólo tenía una debilidad: su familia. Y sus amigos podían considerarse parte de ella. Todos y cada uno fueron testigos de su eterna disposición, desinteresada generosidad y sentido de la lealtad.
Luis Herrero de Arriba murió en Madrid de un infarto fulminante en la mañana del lunes 24 de agosto de 2015. Descansa en paz, Luisito.