Marco Lucchinelli (1954)

Caballo Loco

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Fórmula Moto
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Marco Lucchinelli (1954)

En Barcelona, compartió moto con el francés Georges Fougeray y se mantuvieron en segunda posición, por detrás de los «reyes del parque» Cañellas-Grau (Ducati) durante doce horas. Terminó sexto. Su agresivo pilotaje me llamó la atención, especialmente en una carrera de resistencia.

El lunes coincidí con él en el restaurante donde Laverda celebraba la cena de equipo y, casualmente, también los de Ducati festejaban su triunfo. Dialogué con él acerca de la dureza de la carrera y del circuito. Le había gustado mucho el trazado a pesar de encontrarlo cansado y «arriesgado», me dijo entonces.

Fue una conversación breve, junto a Gallina, en la que me sorprendió el extrovertido desparpajo de aquel desconocido piloto de 21 años con pelo largo y pendiente en la oreja. No tuvo reparo en decir que se veía capaz de ganar las «24 Horas» con la Laverda 1000 tricilíndrica y que, al año siguiente, volvería para intentarlo.

Pero ya no hubo ocasión. Tras haber corrido, en 1975 en Imola, el Mundial con una Bimota 350, en el ’76 debuta en la clase reina con una de las recién llegadas Suzuki RG 500 «competición cliente» (4 cil. 100 CV a 11.000 rpm) que el importador italiano Saiad proporcionó a Roberto Gallina.

Marco Lucchinelli
Marco Lucchinelli (1954)
Campeón del Mundo 500 cc (1981). Suzuki RG 500

6 victorias en GG.PP. (500 cc)1954

Nace el 26 de junio de 1954 en Ceparana (La Spezia. Italia)

1974Debut en competición: Aermacchi Ala D’Oro 250
1975Oficial Laverda Resistencia. Debut en GG.PP. Imola(Bimota 350)
1976Primer podio: Le Mans (Francia) 3º en 500 cc
1980Primera victoria en GG.PP. Nürburgring

(Alemania) 500 cc

1981Campeón del Mundo 500 cc. (Suzuki)
1982Piloto oficial Honda
1984Piloto oficial Cagiva
1987Piloto oficial Ducati SBK
1990Abandona la competición

Debut de altos vuelos

Inició la temporada 1976 en el GP Le Mans temeroso de no clasificarse, pero hizo la «pole» en las tres primeras sesiones de entrenamientos. Sólo Barry Sheene logró arrebatarle la «pole» definitiva. En el cambio de rasante del puente Dunlop volaba tan alto Lucky, que Gallina improvisó dos alerones y los fijó a la panza del carenado para estabilizar la trayectoria.

En carrera -entonces a empujón- salió retrasado, remontó y se situó a rebufo de Johnny Cecotto (Nº1 oficial de Yamaha) en segunda posición. Cuando planeaba adelantarle, tuvo que entrar al «box» para repostar.

Aquellas Suzuki eran muy sedientas y equipaban un segundo depósito de emergencia en el colín, pero en este primer GP no fue llenado. A pesar del percance, cruzó la meta en tercer lugar. Inmejorable debut para darse a conocer en el Mundial en un abrir de ojos. Una semana más tarde se disputó el GP de Austria en Salzburgring, donde tuve ocasión de hacerle una entrevista publicada en Motociclismo, donde entonces oficiaba.

Me aseguró que se contentaba con terminar entre los cinco primeros. Pero hizo la «pole», la vuelta rápida y cruzó meta en segundo lugar, a 13″ del entonces imbatible Barry Sheene. Tras la carrera acudí a felicitarle y me confió: «A Sheene nadie puede seguirle, ni siquiera Cecotto».

Cerré el texto de aquella entrevista aventurando- «Marco puede ser una de las grandes figuras del mañana, no solamente por sus condiciones de pilotaje, sino también por su mentalidad, madurez y sentido común-» Acerté: fue Campeón del Mundo en 1981.

Pero la culminación de su carrera deportiva sucedió tras varios años de peregrinajes en equipos equivocados, incluido el equipo propio con dos Suzuki privadas asistidas por los técnicos y mecánicos de Cagiva (Mascheroni, Milani-).

Aquel brillante inicio mundialista de 1976 se trocó en una retahíla de caídas, lesiones y averías consecuencia de la bisoñez del agresivo piloto y algunos errores técnicos del equipo con una moto muy novedosa y complicada para los privados.

No obstante, cerró el año con dos buenos resultados: 5º en Finlandia y 2º en Nürburgring -bajo la lluvia y por detrás de Agostini en la última victoria de MV Agusta 500 (105 CV a 14.500 rpm)- resultados que le llevaron hasta el 4º lugar de la general en su año de «rookie».

Lucky, el afortunado

Su extravertido y jovial carácter, unido a su incisivo pilotaje (extraordinario en mojado), enseguida le hicieron sitio entre la elite del la clase reina del «Continental Circus». Entabló gran amistad con el «rey» de aquella época, Barry Sheene, y fue precisamente el británico quien le puso el sobrenombre de Lucky.

Pero la fortuna dejó de sonreírle cuando abandonó el equipo de Roberto Gallina bajo la tentación económica del Life Helmets Racing Team. Le ofrecieron una Suzuki RG500 y una Yamaha 750 además de una golosa ficha anual, pero los resultados no llegaron por desfallecimientos técnicos y económicos.

Eso ocurría, precisamente, cuando Gallina obtuvo el millonario patrocinio de Nava y de OlioFiat además de la asistencia oficial de Suzuki que impulsó su equipo a la cumbre con Virginio Ferrari como Nº1 y Graciano Rossi de escudero.

Pero el prometedor Ferrari tuvo desavenencias con Roberto y le excluyó del equipo; su lugar lo volvió a ocupar (1980) Lucchinelli en funciones de número dos de un Graziano Rossi, reciente papá de un Valentino todavía en la cuna.

Marco Lucchinelli (1954)

La primera victoria en el Mundial la consigue en un circuito al que no tenía ninguna simpatía, el larguísimo Nurburgring (Alemania), pero llegado el momento de la carrera, vence a Mamola tras una dura pugna con el americano

Primera victoria en GP en su peor circuito

Esa situación cambió pronto merced al talento, al talante y al pilotaje de Lucky, que le dio «poles», vueltas rápidas y le hizo subir cinco veces al podio antes de ganar su primer GP apabullando al personal en aquel largo y tortuoso Nurburgring de 22,8 km: 19,7″ a Crosby (2º) y 47,9″ a Roberts (4º), aquel año, Campeón del Mundo por tercera vez consecutiva. De aquella carrera, recuerdo la animadversión de Lucky contra el circuito que más detestaba del «Continental Circus» y los comentarios que me hizo a lo largo del fin de semana: «No me importa para nada esta carrera, ni tampoco que Uncini pueda terminar el Mundial por delante de mí. No pienso arriesgar nada en esta peligrosa pista, me pararé en la primera vuelta».

Pero se anotó el cuarto tiempo de entrenamientos y Gallina lo cogió por su cuenta -en plan lavado de cerebro- arguyendo motivos de prestigio personal y del equipo y de la mismísima marca Suzuki.

Así me lo explicó y, además, me confió: «Este tiempo de hoy me ha salido sin forzar; he rodado rápido pero tranquilo y con mucho margen de seguridad. ¡No estoy tan loco como para arriesgar en esta maldita pista! Mañana no me pienso esforzar en absoluto. Si veo que estoy con los de delante sin jugármela, me mantendré con ellos, pero si he de arriesgar lo más mínimo, los dejaré escapar«.

En carrera se olvidó de todo y peleó la victoria con Mamola a cara de perro. Se pasaron repetidas veces -megafonía daba cuenta de las posiciones en media docena de puntos del circuito- hasta que Mamola rompió el motor y le dejó el terreno libre hacia su primer triunfo en un GP del Mundial.

En el podio, recibió la dorada corona de laurel de manos del legendario Geoffrey Duke– ¡Un día que no olvidará! Así se lo dije después y mirándome con una contenida sonrisa, levantó los hombros en ademán de extrañeza y me dijo escuetamente: «Ha salido así, no puedo añadir nada más- te mentiría».

Antes de este triunfo ya había tenido otras ocasiones de catar el sabor de la primera victoria: en Finlandia la mecánica se lo impidió. Hizo una carrera espectacular; se escapó de todos a razón de casi dos segundos por vuelta, pero un cilindro reventó la junta de culata. Lucky acabó el Mundial en tercera posición, por detrás de Roberts y Mamola.

En aquel tiempo, Marco se hizo muy amigo de Nieto y frecuentaba asiduamente su motorhome donde las «risas» eran válvula de escape de las tensiones acumuladas. En tertulia junto a Graziano y a Ángel daban rienda suelta a explicaciones detalladas de cuanto sucedía en la pista. Yo solía acompañarles.

Cinco victorias para un título mundial

Desde el GP inaugural de 1981, en Salzurgring, Lucky dejó bien claro cuál era su determinación para aquel año: el título.

Se anotó el mejor tiempo empatado con Graeme Crosby y mandó la carrera controlando a Mamola hasta quedarse sin frenos, avería que únicamente le enfadó por dejarle en blanco de puntos.

Así lo contó en el motorhome de Nieto mientras brindábamos por la victoria de Ángel en 125 cc (Minarelli) con un mágnum del peculiar cava austriaco «sekt»- «Me he divertido mucho en las ocho vueltas que he dado.

Ha sido una lucha de las que me apasionan. ¡Lástima que haya sido tan corta! Creo que hubiera vencido, lo veía claro y por eso he forzado a Mamola desde el inicio».

La primera victoria del año se hizo esperar hasta Paul Ricard (4º GP), donde arrasó: «pole», victoria y vuelta rápida. En Yugoslavia casi lo repitió, sólo le faltó el triunfo: Mamola se la arrebató por 0,90″; la relación de cambio no era la adecuada.

«Tenía excesivo salto entre 5ª y 6ª y Randy aprovechó para pasarme en el tramo rápido antes de meta, por eso me ha ganado. Él ha hecho una mejor puesta a punto; en Assen, me tomaré la revancha».

Y en Holanda mandó con enorme autoridad desde los entrenamientos. El sábado por la tarde me explicó: «Mañana ganaré esta carrera; tengo reservas en todos los sitios».

Pocos minutos antes de la salida, apareció la clásica lluvia de Assen y se generó el habitual desbarajuste de elección y cambio de neumáticos. Ya en parrilla, Roberts detectó una pinza de freno mal montada que tocaba el disco, consecuencia de las prisas.

Se salió de la parrilla empujando su moto y la tiró sobre los mecánicos montándoles una bronca fenomenal que fue abucheada por el gentío instalado en la tribuna de recta.

Lucky era temible bajo la lluvia y dominó a placer con más de medio minuto de ventaja. Mamola se cayó.

«¡En Spa volveré a ganar!», me reveló con amplia sonrisa en la cara. Y así lo hizo en la última frenada de la carrera disputada a cara de perro con Roberts. Llegaron al ángulo de La Source emparejados. Un rezagado estaba delante de ellos -el suizo Frutschi- y Marco le pasó por el interior obligando a Kenny a ir al exterior.

Marco aceleró antes y cruzó la meta con medio segundo de ventaja. Mamola fue tercero a 16″. Lucky disponía de nueve puntos de ventaja en la provisional sobre Mamola.

Marco Lucchinelli (1954)

Barry Sheene le aconseja, mientras están en la parrilla de Imola, que cambie los neumáticos. El inglés retrasa la salida intencionadamente y Lucchinelli tiene tiempo para salir desde los boxes para acabar ganando

Agradecido a Barry Sheene

El siguiente GP era en el patio de su casa: Imola; donde había fijado su residencia familiar. Marcó la «pole» y ganó la carrera tras un intenso duelo con su amigo Sheene, quien previamente protagonizó una anécdota en la parrilla de salida que resultó definitiva para la victoria de Lucky.

Antes de la vuelta de formación cayeron cuatro gotas y Marco apareció en la parrilla con un intermedio delantero. Barry se dio cuenta y le gritó: «Estás loco, no te aguantará la carrera; ve a poner el slick».

Lucky salió disparado hacia su box. Mientras, Barry atravesó su moto en la parrilla, y fingió un problema mecánico para retrasar la vuelta de calentamiento. Mamola protestó airadamente y se obligó arrancar a todos, Sheene entre ellos. Cuando ya habían desaparecido por la recta, salió Lucky de box entre atronadora ovación.

Ocupó su lugar en la parrilla y se escapó con Barry para disputarse el triunfo en ardua batalla de reiterados adelantamientos con enorme delirio de su público. Le ganó con 3,3″ de ventaja. Al término de la carrera abrazó efusivamente a Sheene agradeciéndole el gesto. Más tarde, reconoció en petit comité: «Hoy he ganado gracias a Barry. Si no me hubiera hecho cambiar el neumático en la salida, posiblemente, no hubiera terminado.

Hacía tanto calor que la goma se hubiera desintegrado. Sheene es un amigo de verdad y un deportista sin igual».

Aquel día, Roberts no tomó la salida por una indisposición gastrointestinal que achacó a una intoxicación intencionada del restaurante donde cenó la noche anterior con Mamola. Randy también se vio afectado, pero corrió y terminó cuarto.

Lucky ya estaba dieciséis puntos por delante; tenía una carrera de margen antes de los tres últimos GG.PP., precisamente los que necesitó para compensar el «cero» de Silverstone cuando fue derribado por Crosby. De todas formas, Marco enderezó la situación con otro dominio total en Imatra (pole, victoria y vuelta rápida) con Mamola en segunda posición. La final era en Suecia.

A Lucchinelli le bastaba con un quinto lugar para proclamarse campeón y a Randy sólo le valía ganar. Las horas previas a la salida fueron de la máxima incertidumbre: lluvia, sol, lluvia, nubes, sol- Nadie sabía qué neumáticos montar.

Lucky optó por intermedios. Sheene -autor de la pole- también, y al llegar a la parrilla se fijó en la elección de Marco, le guiñó el ojo y levantó el pulgar de forma más que elocuente. Randy calzó las mismas gomas.

Se dio la salida con fina lluvia; Marco salió mal y prefirió dejar pasar el pelotón para no verse envuelto en una caída múltiple. Peor lo tuvo Mamola: un retén de horquilla cedió y la fuga de aceite mojó los discos. Terminó 13º a una vuelta.

Lucky cruzó la meta noveno, pero con el título mundial en el bolsillo. Cuando llegó al box, Roberto Gallina y su equipo técnico lo pasearon a hombros por todo el paddock entonando el ¡Campione- Campione- Campione!

A pie de podio, Barry le dio un largo y efusivo abrazo mientras le susurraba algo al oído- Un secreto entre amigos.

Marco Lucchinelli (1954)

Las cifras que hoy se barajan en lo que respecta a fichajes de los grandes pilotos son muy importantes, pero de «Lucky» se dice que arrancó a Honda un contrato de 100 millones de pesetas- de 1.982

Fichaje multimillonario con Honda

Marco había adquirido enorme popularidad entre la afición europea y sus cinco victorias de aquel año le abrieron las puertas de Honda en su regreso al Mundial con la NR 500-3 cilindros. Se dijo en aquellos momentos que le habían dado cien millones de pesetas (600.000 e) un verdadero fortunón de la época.

Hizo equipo con Freddie Spencer y Takazumi Katayama y en la presentación del Team me dijo convencido: «Seré el primero en dar un triunfo a Honda, me lo he propuesto». Pero las circunstancias quisieron que no fuera así y ese honor fue para Spencer en Spa-Francorchamps.

Anteriormente, en el GP de Austria posiblemente se forjó el declive de Lucchinelli. En eso coinciden diversos expertos observadores italianos. Aquella carrera de Salzburgring fue una de las mejores que recuerdo haber visto jamás en la clase reina.

Un pelotón de siete comandó la carrera dando un espectáculo de increíbles pasadas: Uncini, Roberts, Sheene, Lucky, Spencer, Crosby y Reggiani peleaban por el liderato sin concesiones. Hacia el final, Lucky y Uncini, quien ocupaba el lugar que dejó vacante Marco en el Team Gallina, se escaparon y en la última vuelta llegaron juntos al curvón de 220 km/h de la parte alta del valle.

Allí se encontraron con la moto de Gustav Reiner dando tumbos por la pista y esparciendo piezas sobre el asfalto. Marco estaba delante y para evitar impactar contra la moto se salió recto, hacia el público, rodando a gran velocidad sobre la arena. Se tiró al suelo para evitar una desgracia.

Sólo se rompió dos huesos del pie, pero se quedó altamente impresionado por aquella situación fuera de control dirigiéndose como un obús contra el gentío. Ya nunca más volvió a ser el Lucky de antes en la pista.

Perdió garra, agresividad, combatividad. Puede que el dinero embolsado también influyera. Sus resultados de aquel año nunca subieron del quinto lugar. No se anotó ninguna pole ni vuelta rápida. Cayó en la mediocridad, mientras Spencer ganaba dos GG.PP. en el año inaugural de Honda con motores de 2T.

Terminó el campeonato en octava posición, Uncini ganó el título y Spencer se clasificó tercero en su primer año mundialista. Fue un fracaso total que al año siguiente repitió a pesar de un par de podios.

A finales del ’83 anunció su retirada aunque volvió a competir en el seno del equipo Cagiva (1984-85) y en SBK con Ducati venciendo la Batalla de las Twin en Daytona 1987 y un par de carreras de SBK: sus últimas victorias.

Marco Lucchinelli (1954)