Ángel Nieto: La biografía del «12+1»
Ángel Nieto lo fue todo en el motociclismo español. Más de dos décadas corriendo, segundo en el palmarés mundial por títulos, trece, y victorias en GP, 90, por detrás de Agostini.
Han pasado muchos años ya desde que abandonó la competición, y aunque de él se han escrito muchas cosas –nunca una biografía oficial, curiosamente-, vamos a seguir esta tradición de no escribir de él, y dejar que sea el propio Ángel el que «sentados alrededor de una hoguera de una concentración cualquiera» nos cuente su vida deportiva.
Nosotros –vosotros- sólo haremos pequeñas observaciones. ¿Os parece?
Antes de nada, una pequeña presentación
Angel Nieto nace en Zamora en el 25 de enero de 1947; con un año su familia se traslada a Madrid, al barrio de Vallecas, y es aquí donde, con el paso de los años, empieza a tomar contacto con el mundo de la moto, en el taller de Tomás Díaz Valdés, que años más tarde ejercerá como periodista especializado del motor en el Diario AS.
Consecuencia de ser «el niño» del taller de Tomás, en el depósito de su moto de aquellas primeras carreras se puede ver pintado un chupete y la palabra «El Niño», sobrenombre de su primera época como motociclista.
Ahora firma con un más que conocido «Ángel Nieto 12+1» porque es muy supersticioso, tanto que, tras sufrir una caída con un mono recién estrenado, a los siguientes los arrastraba por el suelo antes de ponérselo por primera vez… (digo yo que para que supiese lo que era el asfalto).
«Junto a aquel taller de la calle de las Palomas, en Vallecas, empecé a montar en moto. Hacíamos alguna gymkhana (pruebas de habilidad en moto), junto al campo del Rayo, y cuando había que ir a algún recado, yo me apuntaba el primero. Entre Tomás, Paquito (Francisco Martín, amigo entonces y amigo hoy) hacíamos una subida, de tierra, a ver quien llegaba más arriba. Luego, nosotros y la moto… ya os podéis imaginar: dando vueltas hasta abajo. Algo parecido a eso hacen los americanos y franceses, ¿no?» (Hill climbing o Subida Imposible)
«Tenía yo unos doce años, y después de haber estado un tiempo con Tomás, me fui a trabajar a otro taller, en el Rastro madrileño, Motos Yepes, porque me había enterado que tenía una Derbi (50) de cuatro marchas, para ver si podía correr con ella. No estuve allí más de dos semanas, porque me di cuenta de que así no se podía hacer nada. Total, que me fui a trabajar a Barcelona; ese fue, creo, el gran acierto de mi vida».
Ángel pone cara entre añoranza y cierta satisfacción…»Las pasé moradas un par de años, pero eso sí, ya estaba metido en el lío de las motos. Empecé trabajando en Bultaco, luego en Ducati y al final acabé en Derbi, en todos esos sitios de «meca», el chaval, el que barría el Departamento de Carreras.
En Bultaco estuve… un mes creo, pero me metieron en el cross y eso a mi no me molaba. Me despedí y me fui con José Medrano, que era el primer piloto de Bultaco entonces, para hacer una «tourné»: Albacete, Alicante… Estuvimos un par de meses por ahí, de carreras, durmiendo en hotel, a veces en el coche… dependiendo de cómo estuviese la economía.
De vuelta a Barcelona, y como había dejado el trabajo en Bultaco, me fui a la fábrica Ducati, a Mototrans, que estaba en la calle Almogávares. En esa época -unos seis meses-, estuve viviendo en el sótano de una frutería. Ahí sí que las pasé canutas. Pero en Ducati no podía correr, porque había que tener 18 años para llevar una 125, que eran las motos más pequeñas que tenía esta fábrica.
Estando trabajando en Ducati, Bartolotti, un italiano que era el jefe del Departamento de Carreras –este tío me ayudó mucho; es una persona a la que tengo mucho cariño, aunque hace mucho que no sé de él-, pidió a Derbi una «cincuenta» para correr en el Circuito Carlos III, donde ahora está El Corte Inglés de la Diagonal de Barcelona.
Pero Derbi no tenía y me dejaron la moto de un tal «Zippo» (Juan Ignacio Mitjans), que hacía carenados para la Derbi. Alguien me dejó una chaqueta de cuero, otro un pantalón de cuero y alguien más unas botas de boxeador. Acabé quinto, pero los de Derbi dijeron: ´Si este quiere volver a montar en una Derbi, se tiene que venir a trabajar a fábrica´. Al fin y al cabo eso era lo que yo quería, lo que yo buscaba, por lo que me había ido a Barcelona».
Han pasado más de cuarenta años y Angel desgrana verbalmente y con minuciosidad aquella época…
«Aquella carrera del Carlos III no era la primera carrera que corría, ya lo había hecho antes, la primera vez en Granada, con las motos de Tomás, pero para hacerlo, como no tenía edad, teníamos que falsificar los papeles, la firma de mi padre…
Me fui a vivir a Mollet, a una pensión, en una habitación con otros cuatro emigrantes: andaluces, extremeños… Viví también en la casa de una mujer que trabajaba en afinaje en Derbi, y finalmente en el hotel que tenía la Derbi en Can Prat, al lado de la fábrica. Corría carreras en cuesta, el Campeonato de España, y también algunas pruebas del Mundial. Hacíamos unas cuatro, las más cercanas: Francia, Alemania, Holanda y España, aunque en teoría yo no podía correr porque todavía no tenía la edad, así que falsificábamos la licencia.
En Francia, en Clermont Ferrand, que era un circuito muy difícil, en una carretera, me di una buena piña. Los de Derbi me habían dicho que fuese detrás de Roca, pero yo pesaba poco, iba a por todo y eso de ir detrás de él no iba conmigo. Así que, nada mas darse la salida, intenté engancharme con los buenos: Anscheidt, Degner, Bryans, Taveri, Morishita…, ellos con motos bicilíndricas y yo la Derbi de un cilindro.
Iba cuarto o quinto, delante de Morishita, y en un viraje de derechas, rapidísimo –Ángel traza con la mano cómo era la curva-, me acongojé y corté; Morishita me empitonó por detrás… y los dos al suelo.
Al cumplir 18 años, y puesto que los de Derbi no me llevaron a Daytona, donde se disputaba una carrera del Mundial, porque decían que con Busquets y Roca ya era suficiente, que yo era muy joven, me calenté y me marché a Ducati, que ya estaban detrás de mí. Corrí con la 125 bicilíndrica desmodrómica y con una «24 Horas» en «dos y medio». Con la primera, que era una moto preciosa, recuerdo que gané una carrera, en Sevilla.
Derbi vuelve a interesarse por mí, y también Bultaco para llevar las motos del malogrado Ramón Torras. Con estás últimas corro una carrera en Benidorm y con la Derbi 125 bicilíndrica en Olot. Al final me decidí por esta última marca».
Con Derbi empieza el mito
«Los tiempos en Derbi, todos, siempre han sido fenomenales, porque aquello ha sido como mi casa; los Rabasa siempre han estado muy enrollados conmigo. Derbi ha sido mi marca, la marca de mis primeros cinco títulos mundiales, donde empecé barriendo, donde estaban Paco Tombas, Vilageliú, Taulé, Manel Soriano, Victoriano Martín… los «cinco magníficos», que es como les llamaban en fábrica a esta gente del Departamento de Carreras, una gente que sabía muy bien cómo era, quién era yo.
El primer Gran Premio que corrí fue en Montjuïc, en 1964, con la Derbi 50; creo que hice quinto. Sin embargo, de la primera vez que subí a un podium del Mundial no me acuerdo. ¿No sé si fue en Sachsenring ´69, donde gané mi primer Gran Premio? Antes ya había estado delante más de una vez, pero o me caí o rompí».
Tiramos de hemeroteca y encontramos a Nieto haciendo su primer podium, un segundo puesto, en 1967. ¿Dónde?. En Assen, ¡cómo no!, su circuito talismán.
«Con la victoria de Alemania, en Sachsenring, me quité de encima un peso importante. Yo no sabía lo que iba a venir después (89 victorias más), pero esa primera victoria te relaja, te permite mirar ya otros objetivos. Yo he sabido aprender de los errores que he cometido, esos que te hacen aprender «a toda leche», esos que me hicieron ver que era absurdo el planteamiento que yo hacía de las carreras, que era absurdo estar todo el día por el suelo, que era absurdo tirar a saco en todo momento. Lo que había que hacer era ganar, por una rueda o por media, pero ganar.
El primer título también lo gano en el ´69, y es que después de vencer en Alemania, todo fue redondo, aunque el problema que teníamos para Yugoslavia, la última carrera, y donde nos jugábamos el campeonato, es que teníamos que salir con un desarrollo muy largo, porque la parte de arriba del circuito -una especie de plátano- era muy rápida y sin embargo había dos ángulos de casi 180 grados, uno de ellos en subida; así que, los de Derbi no hacían más que comerme el coco en la parrilla: «el embrague, el embrague, ten cuidado con el embrague…». Vamos, que parecía que tenia que llevar uno de recambio en la mano.
Cuando gano en Yugoslavia me acuerdo que, tras recoger los premios, llamé por teléfono a casa, por conferencia, porque entonces había que esperar. Ellos ya sabían que había ganado, y cuando llegué a Madrid, en el aeropuerto estaban los chavales de mi barrio y mi familia, nadie más, y otro tanto sucedió cuando llegué de Monza, en el ´70, después de ganar el segundo campeonato».
1971. La batalla del Jarama
«El Angel Nieto piloto arranca de verdad en 1971 en el Jarama. Hasta entonces había ganado dos títulos, pero me conocían los amigos y pocos más, los del mundo de la moto. Allí me jugaba yo dos mundiales. Aquello fue la repera. Al día siguiente, portada en el Pueblo (un diario de la época), ABC…, y es que el Jarama, por primera vez en su historia, estaba que reventaba. El primer título que me juego es el de 50 cc, frente al holandés Jan de Vries, pero me caí en la primera vuelta. En Derbi me dijeron me caí porque quería ir delante, y no, no fue eso. Todo empieza mucho antes.
La Kreidler de la Escudería Van Veen, la de De Vries, era más rápida que la Derbi; siempre lo fue (otra cosa era la Derbi 125; esa si que era rápida). Habíamos estado probando en el Jarama con anterioridad, intentando limar unas décimas que me hacían falta para estar por encima de los tiempos de la Kreidler; teníamos el circuito machacado, pero no había forma de rebajar esas décimas. Yo ya tenía experiencia, ya no era el zumbao de los primeros años… pero no se podía bajar más.
Después de hablar con Tombas y los demás mecánicos, les dije que el único sitio que me quedaba para conseguir rebajar ese tiempo era en la rápida de entrada a meta, la del «túnel» La hacía levantando un poco la cabeza y, otra vez abajo. Estuvimos así dos días, hasta que la conseguí hacer a tope sin salirme del carenado. Pero era un viraje muy perro, porque si no lo hacías perfectamente, si no metías la rueda por el sitio donde había que hacerlo, no había forma. Yo salí a la carrera habiéndolo hecho ya a tope, pero sabiendo que tenía que hacerlo con mucha atención.
Para ser Campeón de 50 tenia que ganar a De Vries, pero en la salida, que no era mi fuerte, arranqué más o menos en medio del pelotón (se arrancaba a empujón) y cuando llego al ángulo de Farina, después de Le Mans, Jarno Saarinen (piloto finlandés de categorías superiores que perdería la vida en Monza en 1973), que le había contratado Kreidler para esta carrera para ayudar a De Vries, y que sabía un montón, se cierra y me corta el paso, con lo que De Vries se vuelve a escapar un poco.
Tras subir la rampa Pegaso ya voy segundo, a unos diez metros de De Vries, pero en la entrada a la curva del «túnel», en vez de mirar al sitio por donde tenía que entrar, me fijo en él… Total, que me hago un derecho y me atizo. Así que, no me caigo porque quisiese pasar delante, como decían los de la Derbi.
Y luego, el lío. Me cosieron la pierna en vivo, porque tenía que salir a por el título de 125, que se lo disputaba a Barry Sheene; me subí a la torre de control para decirles a los aficionados que no se marchasen, que saldría. Mario Cantó –el medico de la carrera- firmó haciéndose responsable de que podía correr; el presidente de la Federación, Luís Soriano, y toda la gente de la Federación, me querían llevar al chalet del RACE para que estuviese tranquilito, y lo que querían era llevarme para no correr…
Al final corrí, al final gané… Aquello ya fue la releche. Hasta «Cauca», que era Director de Carrera, soltó la bandera para venir a abrazarme -él me parece que dice que no fue así… no sé-. Ahí, ese día, el motociclismo español se convierte en lo que estamos viendo hoy. Esa fue la carrera clave.
En esos primeros años tuve mucha suerte, porque dos o tres títulos de los primeros cinco me los jugué en la ultima carrera, y esa carrera era en España, en Montjuïc o en el Jarama. En Barcelona, incluso uno se tuvo que resolver por tiempo tras la suma de los obtenidos por De Vries y yo en las carreras en que habíamos terminado los dos, porque quedamos empatados a puntos, a primeros, a segundos… a todo.
Cuando gano esa carrera del Jarama, es cuando de verdad me hago muy popular. Ahí sí que ya me di cuenta que no era alguien que iba por la calle y pasaba desapercibido; estaba todo el día en «la tele». Era el jabato, el torero…»
Derbi lo deja
Al año siguiente, 1972, en Montjuïc, me juego también los dos títulos, -Angel pone cara de estar satisfecho- y allí sí que los gané. Tengo 25 años, soy cinco veces Campeón del Mundo, mi vida profesional está clara… pero justo nada más ganarlos, al día siguiente, me llaman de Derbi, que vaya a la fabrica.
Están Rabasa abuelo, Rabasa padre y Marcos Garreta. Y ante mi sorpresa, me sueltan que se retiran… ´que tienen demasiada presión… que si ganan, bien, pero que si rompen, toda la prensa lo airea´. Y eso, a Andreu (Rabasa) no le gusta. Saben que han tenido un gran éxito deportivo y comercial, pero que hay mucha presión. Me dicen que lo dejan, que yo también debo hacer lo mismo, que me vaya a los coches, a la Formula 1, que me case…»
Angel encoje los hombros y hace una mueca con el labio inferior sobre el superior…
«Les digo que, ´ningún problema, que tengo otras fábricas para correr en cinco minutos´, y desde el mismo despacho de Andreu llamo a otra fábrica, al sitio que yo sabía podía estar, a Morbidelli, que en esos momentos era la moto que más sombra me hacía. Firmé con Morbidelli y Andreu me ofreció correr con Derbi el Campeonato de España.
Con la «Morbi» fue con la única 125 que no gané ningún Gran Premio; se rompía todos los días. Tenia unos pistones, todavía me acuerdo que se llamaban Axo, que se inflaman como la madre que los p…; gripaban y salíamos por las orejas.
Pero llega un momento en que, si bien a Giancarlo Morbidelli le tengo mucho cariño –todavía nos solemos ver de vez en cuando- le digo que, si quiere conseguir algo importante tiene contratar a un técnico como Möller (el ingeniero que había desarrollado la Kreidler).
Vamos a Holanda y le contrata, pero este, que luego hizo aquellos aviones que llevaban Pileri y Bianchi, le pide a Morbidelli un año para desarrollar la moto.
Yo no quiero estar un año así y vuelvo a Derbi a pedirles que saquen la 125 al Mundial, que me ha ido fatal con la Morbidelli. Lo cierto es que no me comí una rosca –bueno, un par de ellas, Imola y Spa- pues la Derbi no había evolucionado nada. Esto fue, más que nada, un embolao en el que les metí yo. A final de temporada lo dejamos de nuevo.
Tras dos años de no ganar nada, pienso que la gente puede haber perdido la confianza en mi, así que la Federación, Soriano su presidente, se mueve y se va a Holanda, a la Escudería Van Veen, a por la Kreidler. De Vries ya ha dejado de correr y la moto sigue siendo la más puntera. Gané el Campeonato del Mundo (1975) con una mano, y es que este fue un Campeonato del Mundo poco divertido».
1976. A Bultaco con Jan Thiel
Nieto ha sido piloto y su mejor manager. Cuando vio las cosas negras, movió Roma con Santiago para tener algo con que correr, y a ser posible lo mejor. Y lo mejor en esos tiempos se llama Jan Thiel, un técnico holandés que está haciendo volar, junto con Martin Mitwaert, la Piovatticci que lleva Lazzarini. Los trae a Barcelona, los lleva a Bultaco, y aquella Piovatticci toma el nombre de la marca española.
«Yo he sido muy hábil para algunas cosas, y yo sabia que si un técnico era capaz de hacer correr una «cincuenta», si cogía una 125 también la iba a hacer correr. El técnico con el que he tenido más confianza se llama Jan Thiel, que ahí está todavía, limando motores -Ángel se refiere al trabajo que ahora hacen los ordenadores- de nuevo en Derbi.
Corro con Bultaco dos años y pico. El ambiente era bueno: Don Paco, César Rojo… Aunque ganamos cuatro carreras, creo, la 125 no funcionaba; era una moto que había hecho Jan diez o doce años antes. Corrí con la «cincuenta» y con la 125 en el ´76 y ´77, y en el ´78 con la 125 y creo que una carrera de «cincuenta» para ayudar a Ricardo (Tormo).
En el Gran Premio de Holanda del ´78 estoy penúltimo en la parrilla de 125. Me entra una depresión de órdago. Se da la salida, y en Assen, donde yo siempre he ido muy bien, me paro y me digo –Ángel se mesa los cabellos-: ¡voy a buscar una moto! Era mitad de temporada y así no podía seguir; tenia cuatro puntos y era la sexta carrera.
Jorg Möller está por entonces en Minarelli. Con él no me llevaba nada bien; era un buen ingeniero pero muy fantasma. Pero había que hacer algo. Allí mismo le voy a pedir «socorro». Como Bianchi se había pegado un buen meneo en esta carrera, le digo que me deje una moto, que yo les puedo echar una mano para ganar el Mundial.
Me dice que tiene que pedir permiso a Bianchi, y como este acepta, para el domingo siguiente, el GP de Bélgica, me ofrecen una moto. Cojo el coche y me planto en Barcelona a ver a Don Paco (Bultó), para que me diera la libertad. Le dije que yo no podía seguir así, que yo no puedo estar el último en una parrilla de salida. Estoy desesperado. ´Me tiene que dar la libertad, porque me dan una Minarelli, le digo´. Don Paco, todo un señor, se portó, y allí mismo se rompió el contrato».
En Minarelli con Möller
En Bélgica, en la primera carrera -125- ya estaba delante, pero tenía que ganar Bianchi. Luego viene Suecia y después Imatra (Finlandia). Allí yo le dije a Bianchi que estuviese tranquilo, que yo frenaría a Lazzarini, pero en la última vuelta debió de pensar que le íbamos a pasar, tomó la curva por el peralte del otro lado y se cayó. Si él me llega a hacer caso, había ganado, pero era muy «pila»; debió de pensar que se la íbamos a jugar, y se hizo daño, mucho daño en una pierna, y esa temporada ya no corrió más. El resto de las carreras (4) las gané yo, y todavía pude ser subcampeón del mundo.
Cuando termina la temporada –Bianchi todavía seguía en el hospital- me llaman de Minarelli para decirme que quieren tenerme a mí como piloto oficial, pero dado que Bianchi había sido quien me había aceptado en el equipo cuando yo lo tenía mal, le fui a ver al hospital desde la misma fábrica, se lo comenté, y me dijo que no había ningún problema.
Con Minarelli gano el siguiente Mundial -1979- y, ya sin Möller, el ´80 lo pasé en blanco, en buena parte porque tuve mala suerte en algunas carreras. Así que, para el ´81 volví a llamar a Thiel y Mitwaert y me los llevé a Minarelli, con los que gané otro Mundial.
Para 1982 me vuelvo a encontrar otra vez sin moto. Minarelli decide dejar las carreras y… ¿ahora que? Tengo 34 años, pero me encuentro muy bien. A Jan Thiel le llaman los Castiglioni, para trabajar en la «quinientos» de Cagiva.
Me lo dice y, dado que yo quiero seguir con él, hablo con Cagiva y quedamos para probar la moto. Llego a Varesse, y allí, Castiglioni nos dice: ´Mañana cogéis la moto y la vais a probar´. Aquella moto estaba hecha con un antiguo motor de «quinientos» de no sé que marca… No me corté y le dije: ´Mira, esta moto, la metéis en un museo, que estará bien, que Jan empiece a trabajar en una nueva, y probamos todo lo que haya que probar´. Eso le sentó a Castiglioni como una patada. Total, que no me contrataba a mí, pero si que se quedaba con Jan Thiel.
Esa noche me pasé la mitad de ella hablando con Thiel en el hotel, y lo que le decía era que se fuese de allí, que se viniese conmigo y que ya buscaríamos algo. Al final le convencí, así que a la mañana siguiente, cuando llega Castiglioni, me enseña un billete de avión y me dice: ´Ángel, que tengo ya el billete del avión para volver a Madrid´. ´No, un billete no, dos; uno para mi y otro para éste, que se viene conmigo´. Se lo tuve que decir yo que Jan dejaba Cagiva, donde había trabajado sólo dos días. Al final nos llevó a su casa, nos enseñó todo su poderío… y bien.
Pero ni avión ni nada. Lo que hicimos fue coger el coger el coche, un Golf que tenía Jan Thiel, e irnos a Bolonia, la sede de Minarelli. ¿A que? A que Minarelli nos dejase las motos, los motores, que ya me encargaría yo de montar el equipo en España. Jan no ponía trabas a nada; él tenía confianza en mi tanto como yo tenía en él, así que no puso ningún problema en dejar Cagiva, sin tener nada seguro, y seguirme a donde fuera yo.
En Minarelli nos vamos a ver al «commendatore» Minarelli, el jefe, un señor mayor que a mí me tenía mucha estima, pues con ellos había ganado tres mundiales. Con tan buena suerte que nos dice que Garelli estaba interesada en su departamento de carreras. Pero claro, esas motos eran de coña con Jan Thiel y conmigo; con otros también lo serían –Ángel pone cara de pillo-, pero sin Jan Thiel ni Ángel Nieto no lo eran tanto.
Al día siguiente era el de la negociación, y una de las condiciones que ponía Daniele Agratti, el amo de Garelli, era que compraba el departamento con Ángel Nieto y Jan Thiel. ¡Fijaros!. Suerte que me había llevado a Jan de Cagiva. Incluso me dijo que me encargase de su contrato, pues él no quería ocuparse de nada, tal era la confianza que nos teníamos».
1982. En Garelli, la mejor etapa
«Con Garelli fue, durante tres años, éxito tras éxito. En lo puramente deportivo, lo mejor de mi vida». Hace unos años, en una de las muchas conversaciones que tengo con Ángel Nieto, salen a relucir anécdotas singulares de sus tiempos en Garelli, equipo en el que tiene como compañero al italiano Eugenio Lazzarini. Le pido a Ángel que me refresque la memoria:
«Como era una marca italiana, querían tener, además de a mí, a un piloto italiano, y ese fue Lazzarini, pero a mí me daba igual; a mí me daba igual tener el enemigo en casa que fuera de ella. Yo ganaba casi todos los domingos, tanto es así que las últimas carreras del Mundial no las corría (entonces no era obligatorio acudir a las carreras, como sucede ahora).
Gano el Gran Premio de Gran Bretaña y me proclamo Campeón del Mundo de 125 a falta de dos carreras, Suecia (Anderstorp) y San Marino (Imola), y es que ese año, el ´84, yo había ganado todas las carreras, todas. Les digo que me voy a casa, que qué iba a hacer ya en el Mundial. No es que les gustase mucho, pero como se lo había pedido nada más ser Campeón, cuando té bajas del podium entre aplausos… pues en ese momento te dan todo.
No voy a Suecia, pero como allí gana Vitali con la MBA, y dado que el campeonato de marcas no estaba resuelto para Garelli, me piden que vaya a Mugello, última carrera. Yo, para entonces, ya había desconectado del todo. Fui a Mugello y me di una buena. Me escayolaron la mano…
Total, que ese invierno no pude probar la «dos y medio» que estaba haciendo Jan Thiel, pero sin conocer mis preferencias, y él sabia mejor que nadie lo que yo quería. Así que no pude probar en todo el invierno, y la primera vez que me subí a la Garelli «dos y medio» fue en Monza, una semana antes de correr en Sudáfrica. Allí no me clasifiqué; luego llegó el Jarama y tampoco me clasifiqué… Un desastre».
Un par de batallitas
«Pero antes de hablaros de la «dos y medio» tengo que deciros que el campeonato de 1984 lo había ganado en un camión (entonces no había esos macrobuses que se estilan hoy, y los camiones del equipo hacían las veces de oficina de carreras). Yo le estaba pidiendo a Garelli que hiciese una «dos y medio». A finales del ´83 me dicen: ´Vale; tú corres 250 y Lazzarini 125´.
Jan se pone a hacer el motor de 250 -que era un cohete, y es que este tío era un genio, es un genio-. El sabía lo que yo quería, y yo sabía lo que él quería que le dijese. No hemos tenido ni un problema en los muchos años que hemos estado juntos. El siempre aceptó que yo lo hubiese hecho mal cuando así había sido, y yo aceptaba sus errores, porque un mecánico también se puede equivocar.
Había entre los dos un nivel muy profesional, como lo hubo también con Tombas, con Möller, todos ellos fenomenales. Bartol también es muy bueno, pero en esa época aquellos tres eran los mejores. Cuando empieza el Mundial ´84 la Garelli 250 no está terminada, así que no puedo llevarla en Misano, primera carrera.
Como ya os he dicho, en mi contrato con Garelli para ese año estaba estipulado que yo corriese con las 250 y Lazzarini con la 125, pero al no estar terminada la primera, me piden que corra también yo con la 125, pero dejando que Lazzarini acabe delante de mí. Yo, que no tengo otra moto, accedo, pero Vitali, con la MBA, va como un tiro y Lazzarini está a un segundo en los entrenamientos del viernes…, de los del sábado, y yo, mientras, a mi bola; no sé si había hecho terceros, o cuartos puestos.
Para los cronometrados del sábado, los últimos, vienen a mi camión el manager de la Garelli y Daniele Agratti, y me dicen: ´Este año la cosa está cruda. Vitali va muy deprisa, aquí es muy difícil ganarle´. Entonces yo les digo: ´Dadme la libertad; dadme libertad para ganar´.
´Angel, que no es eso, que la cosa está muy difícil, que no podemos ganar´, me dicen.
´Vosotros dadme la libertad y ya veremos´.
Dicen que sí, pero que tienen que hablar con Lazzarini. Pero antes de marcharse, yo les digo: ´Pero la libertad no es sólo para esta carrera, sino para todo el Mundial, porque la «dos y medio» no se acaba de hacer. A mí no me hagáis ganar aquí, porque sea Italia, y luego llega otra carrera y tiene que ganar él´. Con eso, la película cambiaba.
Se van a ver a Lazzarini -en esa conversación no estaba yo- pero seguro que le metieron presión y…» Ángel pone cara de estar saboreando sus recuerdos…
«… Digo yo que le dirían: ´Oye, este Mundial está chungo; aquí tenemos que hacer lo que sea, pero Nieto no quiere sólo esta carrera, quiere todo el Mundial, quiere carta blanca´. Al final, al otro no le quedó más remedio que tragar. Me lo vinieron a decir al camión, que Lazzarini aceptaba, y a mí me cambió el chip.
No quedaba más que una hora para los últimos entrenamientos, y Vitali, que era un tío muy bueno -a mí gustaba mucho, aunque su MBA no iba igual que la Garelli-, hizo también la última «pole». Pero al día siguiente, antes de la carrera, leo en un periódico deportivo italiano, en una declaraciones de Vitali: ´Este año Nieto va a bailar al son que yo toque´. Pero él no sabia lo que había detrás, el tema de mi conversación con Garelli.
En la carrera les metí un churro a todos así de grande (los gestos de Nieto no se pueden describir, pero os los podéis imaginar ´si estáis con nosotros alrededor de la hoguera´). En la última vuelta, y a la vista de la bandera de cuadros, me paró antes de entrar en meta, me vuelvo y le digo con la mano: ´Ven, vamos, ven´, con el tío de la bandera delante. Vitali hizo segundo y detrás entró Lazzarini. De ahí nos fuimos al Jarama, donde las Garelli hicieron doblete y Vitali creo que no acabó.
Luego venía Nurburgring, en el nuevo trazado (hasta entonces, el GP de la denominada Alemania Federal se había disputado en una pista de casi 23 kilómetros), donde me hacía mucha ilusión ganar, pero los de Garelli, al ver la diferencia que teníamos ya en puntos -Ángel pone cara de circunstancias-, me dicen que las ventas en Italia han caído, que sería bueno que ganase Lazzarini, que ganase un italiano… y todo eso. El día anterior un mecánico ya me había soltado algo -yo tenía muy buen rollo con todos ellos-, así que cuando vino a verme Daniele Agratti, una hora antes de la carrera, yo ya sabía lo que me iba a soltar. Eso sí, me dice que esa carrera sólo.
Como Daniele era una persona a la que yo quería mucho -más que el jefe éramos amigos-, quedamos en que fuese así. El día de la carrera, Vitali, que había hecho «la pole», se va, y yo me quedo detrás de Lazzarini. y creo que detrás venían Cadalora, Gresini (el actual manager de Telefónica en Moto GP), y no sé si también Gianola.
Vitali nos empieza a sacar un segundo, dos segundos… Cuando va por el quinto, y al pasar por boxes, les hago una seña a los de Garelli con los hombros como diciéndoles ´¿qué hago?´. A la siguiente me dicen con la mano que tire, que me vaya a buscar a Vitali.
Cuando empecé a tirar, lo tenía justo, no era tan fácil. Le pillaba décimas por vuelta, y haciendo cuentas encima de la moto, no sabía si llegaría o no, y si llegaba, iba a ser muy ajustado. Cuando le tenía a un segundo más o menos, en la parte de abajo de Nurburgring, Vitali se cae.
Me quedo primero, con Lazzarini a cuatro o cinco segundos… Así que tuve que cortar para que llegara Lazzarini. Pasa él delante, pero al volverme en uno de los virajes, veo que a Cadalora, Gresini y otro, no sé quien, les tenemos muy cerca. En otra vuelta me giro de nuevo y, ya están más cerca. Me digo: ´Estos llegan´.
Así que, faltando dos vueltas, y al pasar por meta y viendo que los otros acaban de tomar el viraje de derechas anterior a meta, le toco a Lazzarini y le digo con señas: ´¡Eh!, que vienen´. Yo, en lugar de tirar, me quedo detrás porque me digo: ´Si tienes que ganar, gánatelo tú´. En la última vuelta ya les teníamos pegados, así que al pasar por meta les vuelvo a preguntar a los del muro qué hago, y me dicen con la mano: ´¡Tira!´. Me voy, gano, y Lazzarini ni siquiera entró detrás de mí; hizo tercero, detrás de Cadalora.
Al dejar la moto, cogí a Lazzarini, me fui a ver a Daniele Agratti, y les dije -Ángel levanta el dedo índice-: ´Te he ayudado -bueno, no le ayudé, porque gané yo, pero no le incordié-, pero no me volváis a pedir esto nunca más´. Y es que hice tantos cambios de ritmo que es muy fácil irse al suelo. Daniele reconoció la historia y nunca más me pidió algo parecido».
De nuevo en Derbi
¿Por qué se acaba la era Garelli, después de haber ganado como lo habíais hecho?
«No se acaba la era Garelli; se acaba la era Nieto. Como he comentado, al final de ese año ´84 me doy el palo en Mugello. Luego, en el ´85, no me clasifico en las primeras carreras que corro de 250, Sudáfrica, España… y la historia se va a tomar viento. No me clasifico yo, que había sido Campeón del Mundo el año anterior, y tampoco Vitali, que entonces ya estaba con nosotros en «dos y medio».
El motor era un tiro, pero de chasis iba fatal, tanto es así que en las rectas se te cambiaba de sitio. Incluso en Sudáfrica me fui a hablar con Antonio Cobas (el español ya era por entonces un técnico de prestigio) para ver si poníamos un motor en su chasis, pero los de Garelli no quisieron.
En Alemania, como lo estaba pasando fatal, porque era algo que no entendía, el hacer lo que estaba haciendo habiendo sido Campeón el año anterior, que fue mi mejor año, el más completo, en el que tenia todo, absolutamente todo por la mano: la moto, el equipo, yo… les digo a los de Garelli que me voy a mi casa, que no quiero correr más, que estoy ´asfixiao´… ´Te puedes ir cuando quieras´, me dice Agratti; ´aquí está la moto para cuando quieras volver. Tienes libertad absoluta para hacer lo que quieras´.
De regreso a Madrid, donde me estaba esperando la prensa para hacer declaraciones por mi abandono, al llegar a Barcelona, dejé allí el camión y me fui a Ibiza. Y en Ibiza me curé bastante, porque desconecté muchísimo de la moto. Creo que fue mi salvación, porque si vengo a Madrid me hubiese encontrado con demasiada presión, demasiado agobio, pues yo, por entonces, era superpopular.
En esos momentos, en lo que me centro es el salvar mi persona, que era la que estaba fastidiada. Y es que no entendía nada de lo que estaba pasando.
Me pierdo un poco de lo que sucede después. Creo que ese año, con Derbi corriendo con la «ochenta», le pido permiso a Garelli para correr algunas carreras con ellos para echar una mano a «Aspar» y al «Champi», y porque me hacía ilusión correr con mi primera marca. Casi al final de temporada, en Le Mans, no sé si se cae «Aspar», o rompe el chasis… no sé, y gano el Gran Premio de Francia de 80 cc, mi última victoria.
Al año siguiente, ´86, sigo con Derbi. Quedo segundo en el Jarama, primera carrera, entre Jorge y «Champi«, y en la siguiente, en Monza, lo hago mal en la chicane después de meta y me caigo. Ahí creo que se acaba Ángel Nieto. Luego, al final de temporada, me doy un palo fuerte en el Superprestigio en Calafat –Ángel hace una mueca de aceptación de lo inevitable-, y ahí sí que se acabó la película de verdad».
Trece veces Campeón del Mundo, 90 victorias en Gran Premio… ´más de veinte campeonatos de España y más que quinientos podiums y no sé cuantas carreras…´ nos dice. Ese es, este es Ángel Nieto Roldán, al que a sus 58 años sus ojos se le hacen chirivitas cada vez que mira para un lado y ve a su pequeño hijo Hugo, de dos años, retozar por el suelo del salón de su casa, ese Hugo que sólo sabe que «Ángel es papá», y del que nosotros sabemos mucho más: la vida y milagros del más grande motociclista español de todos los tiempos.
Así se lo contó a Javier Herrero en 2005 en Fórmula Moto y así lo hemos transcrito.
El jueves, 3 de agosto de 2017, Ángel Nieto falleció a la edad de 70 años tras no poder sobrevivir a las heridas que le provocó un accidente de quad que se produjo en Ibiza, donde el ex piloto español disfrutaba de unas vacaciones familiares. Ángel Nieto, que estuvo ingresado ocho días en la UCI de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, sufrió un edema cerebral masivo al que por desgracia no pudo vencer. D.E.P, maestro.